“La economía no
puede compararse con las ciencias exactas, debido a que debe tomar en cuenta la
siempre cambiante y sutil fuerza de la naturaleza humana.”
Alfred Marshall.
No soy economista pero me doy cuenta de cuándo me quieren
estafar; no soy financista, pero advierto cuando los números no cuadran; no me hace
falta ser un gurú de los mercados o de los flujos monetarios para darme cuenta de
cuando una economía funciona y les puedo decir, con toda seguridad, que la
economía venezolana hace ya mucho tiempo que dejó de operar; lo que estamos
viendo es a una nación entera sobreviviendo a la suerte de los intercambios más
básicos, a sus ciudadanos inventando maneras de prevalecer sobre un gobierno
empecinado en arruinarlos y matarlos de hambre.
Maduro es un hombre obcecado y primitivo, entrenado en la
ortodoxia castro comunista más básica, sin posibilidad de análisis ni
rectificaciones, su entendimiento del mundo funciona de acuerdo a un manual
escrito hace mucho tiempo por gente equivocada, gente que creía en la
supremacía del estado autoritario para la aplicación de fórmulas liberadoras en
un mundo alienado y egoísta.
Su comprensión de la economía es la misma que la del
comunista español Juan Carlos Monedero, el mismo que hoy figura en las filas
del Partido Podemos de España y que estuvo largos años medrando de nuestros
recursos y envenenándole la mente a nuestros jóvenes; una de sus múltiples
historias de la vida en socialismo, contada durante su paso por Venezuela,
cuando trabajaba para el chavismo, recoge la esencia de esa manera de ser tan
particular:
Un
tipo, que se quería afiliar al Partido Comunista, era entrevistado por el
comisario de la zona. “Camarada, si tuvieras dos Rolls-Royce, ¿qué harías?”.
“Pues uno para mí y otro para el partido”. “¿Y si tuvieras dos fincas?”. “Una
para mí y otra para el partido”. “¿Y si tuvieras dos aviones?”. “Lo mismo: uno
para mí y otro para el partido”. Para terminar, el burócrata le preguntó: “¿Y
si tuvieras dos gallinas?”. En esto el paisano se quedó pensativo, lo que hizo
saltar al comisario: “¡No dudas con dos coches caros, ni con dos fincas, ni con
dos aviones, y dudas con dos malditas gallinas!”. A lo que el aspirante a
comunista contestó rascándose la cabeza: “Mire, camarada, es que las gallinas
sí las tengo”.
Soy un seguidor de la filosofía del economista
norteamericano Robert L. Heilbroner, quien veía la economía como una
abstracción de la totalidad del mundo social, y que su fin primordial es
abastecer a la sociedad materialmente, es decir, encauzar, manejar, conducir
todos los recursos materiales de una sociedad para proveer a sus miembros y satisfacer
sus necesidades y requerimientos, no sólo desde el estado sino, principalmente,
desde la empresa privada y la sociedad civil.
El libre mercado es la única fórmula probada y válida
para que las fuerzas productivas de un país, que no son otras que su gente, se
agencien para poner sus inventivas y emprendimientos en práctica, tratando de
resolver esas necesidades de la sociedad a cambio de ganancias; es lo correcto,
lo que mueve a la economía, en busca de la eficiencia, calidad y el mejor
precio posible, es el ánimo de lucro, que genera competencia, que diversifica
los mercados, que amplía la oferta de productos y servicios…
El socialismo ha sido un fracaso y lo seguirá siendo,
porque concentra en muy pocas manos la propiedad y las decisiones económicas –
si, además, se ponen en manos de los peores- sólo se puede esperar una
catástrofe .
Mientras los
venezolanos permitamos que unos atracadores de caminos y unos corruptos de
siete suelas se sigan encargando del gobierno, seremos un país fallido; y
quiero ser muy claro en esto, no es sólo el chavismo y Maduro nuestro problema,
es esa fracasada oposición, que se dice democrática y quiere hacerse pasar por
liberal, la que perpetúa en esta labor de destrucción y locura.
Guaidó, López, Borges, Toro Hardy, Allup, Guerra y toda
esa facción socialista democrática que quiere ponerle la mano al estado (de
hecho, ya tienen un pie metido en la puerta porque nosotros se lo hemos
permitido), para volver a aplicarnos el manual del perfecto idiota, de quien
debe ser atendido, cuidado, proveído, alimentado, educado, cuidado y nariceado
como ganado, por un estado gigante, paternalista, benefactor, planificador e
interventor, mientras ellos, los dirigentes políticos se dan la gran vida de la élite comunista.
Y porque no quieren ser como los chavistas, descarados y
crudos, como lo exige su naturaleza proletaria, sino ser mucho más finos, usar
abundante vaselina para que no sentamos ningún dolor, decirnos las cosas
dulcemente al oído mientras nos violan, como ya lo hicieron con las
negociaciones en Barbados y Oslo, como procedieron con la ayuda humanitaria,
con los venezolanos en el exilio, con los militares que se atrevieron a
disentir, como lo están haciendo con las elecciones de la nueva directiva de la
AN…
¡Hasta cuando, Venezuela!
Ya basta de oportunistas y camaleones, de socialistas que
no quieren salir del closet, comunistas declarados, políticos de pacotilla que
se dicen servidores públicos pero que, en realidad, son garimpeiros de la
administración pública, ladrones del erario del estado, mercaderes de sus
propios negocios, populistas con un hambre inmensa del dinero de los demás para
solucionar sus problemas personales, adictos que necesitan le mantengamos sus
vicios a cambio de mentiras y traiciones.
Lo que hace el socialismo es que toma la economía de un
país y la confisca, todos esos medios materiales que tiene la población para
satisfacer sus necesidades, los acapara y los maneja a su antojo, no para
hacerlos más productivos sino para redistribuirlos, en un intento de convertir
al estado en el único proveedor, que termina decidiendo quien recibe que,
cuanto, cuando, donde y a qué precio, para ello planifica y se convierte en un
gigantesco organismo (burocracia), encargado de repartir lo que no le
pertenece.
Nuestra oposición “democrática” está plagada de
exfuncionarios del estado que, porque sirvieron durante el llamado período
democrático, lo que es una mala interpretación de esa etapa de nuestra historia
reciente, se creen diferentes a los demás comunistas y no se dan cuenta de que
sirvieron en una estructura estatal muy al estilo leninista, en una
organización vertical, autoritaria, ideológicamente comprometida con el
socialismo por medio de sus versiones socialdemócratas o socialcristianas, con
programas, planes y ejecutorias que lo único que tenían de liberal y
capitalista era que se beneficiaban de los dólares que generaba el mercado
petrolero.
El estado venezolano se conformó como una estructura de
dominio y poder socialista; desde el final de la dictadura del General Juan
Vicente Gómez, el aparato de gobierno ha sido diseñado y construido como
elemento protorevolucionario para la consecución de metas laboristas, de
justicia y seguridad social, enmarcado en un modelo militarista y caudillista y
con una base de gestión política no llevada por la participación ciudadana,
sino secuestrada esta participación por las organizaciones y partidos que
utilizan la política para su propio provecho y promoción… eso, señoras y
señores, no es democracia.
El Banco Central de Venezuela es una típica estructura
estalinista de gobierno; desde su fundación, su propósito y fin ha sido la de
intervenir, planificar y controlar la macroeconomía del país por medio de una
serie de medidas restrictivas, regulatorias y distributivas cuyo fin es darle
al gobierno la libertad de hacer con el presupuesto nacional lo que quiera, y
tener a la empresa privada amordazada y apaleada a voluntad.
Hay quienes hoy se llenan la boca diciendo que vienen de
una PDVSA que compitió con las mejores empresas petroleras del mundo, y resulta
que fue a costa de la industria privada y de los emprendimientos de los
venezolanos; era un sucio monopolio con una directiva de reyes de un feudo,
donde se hacía su voluntad, sin ningún cuestionamiento, control, ni
participación del pueblo.
Esos funcionarios estatistas, acompañados ahora por
trabajadores sociales comunistas, son los que alegan tener las llaves de la
felicidad para los pobres y miserables del país, que hoy somos casi todos los
venezolanos; nos hablan de tarjetas y listas para otorgar ayudas, de fondos
sociales y programas de asistencia, a pesar de esta terrible experiencia,
sufrida con el socialismo que nos llevó al subsuelo del desarrollo; no vacilan
en seguir burlándose de nuestra inteligencia y resistencia para seguir
engañándonos y utilizándonos, porque para el socialismo, la gente es un medio
para lograr sus fines, somos “cosas” desechables, simples guarismos en un
cuadro estadístico.
Heilbroner, en su visión económica, no creía en leyes
universales, ni en tendencias historicistas y, mucho menos, en la fallida
lógica de las necesidades; seguir el camino de planes y de resultados esperados
era repetir una y otra vez los mismos errores en un ambiente de disciplinas y
controles inútiles; nuestro economista en estudio proponía el uso de políticas
económicas, al contrario de formulaciones ideológicas revestidas de funciones
analíticas y de complejas explicaciones de econometría; la política económica
es una herramienta mucho más estratégica, que necesita de la participación
multidisciplinaria de otras especialidades y saberes, que requiere tomar en
cuenta el comportamiento humano, los principios que mueven al gran público .
En 1968, el doctor Kenneth Boulding asumía la presidencia
de la Asociación Norteamericana de Economistas, y en su discurso inaugural
decía lo siguiente:
No podemos escaparnos de la
proposición de que la ciencia se mueve del conocimiento puro hacia el control,
esto es, crea lo que conoce, por lo que esta creación se convierte en un
problema de escogencia ética, y dependerá de los valores comunes de la sociedad
en los que esa particular subcultura científica está envuelta… bajo estas
circunstancias, la ciencia no puede avanzar sin una ética implícita, esto es,
una subcultura con unos valores propios y comunes.
Esto quiere decir que, para algunos estudiosos de la economía, ésta
se encuentra circunscrita como una ciencia moral, y en una sociedad democrática
lo que esa sociedad cree y sostiene como fundamental para su desarrollo debe,
tiene y se espera sea tomado en cuenta, pero lo que ha hecho el socialismo, y
pretende seguir con esta nefasta práctica, es imponernos una ideología, una
manera de ver el mundo que no es nuestra, que no nos conviene, que le interesa
a los partidos y líderes políticos que la impulsan porque se benefician de
ella.
Juan Guaidó es un títere de esos intereses partidistas socialistas;
este segundo capítulo del llamado Plan País no es sino una nueva versión,
agresivamente más populista y estatista de la economía, y nos la quieren
obligar a tragar porque sí; la reelección de este caballero se hace sin tener
los requerimientos mínimos de buen desempeño de su anterior administración… engañifas,
enredos de cabaret, corrupción y amiguismo no son preseas a exhibir para
merecer una reelección, y menos de la manera agavillada como lo hicieron,
imponiéndose por el número de manos alzadas y de votos electrónicos… no sé por
qué, pero me recuerda mucho a ese otro personaje, Evo Morales, otro de los
socialistas que quería perpetuarse en el poder a como diera lugar, de modo que,
hagámosle saber a estos partidos del oportunismo y la inoperancia, que no es
con ellos con quienes queremos compartir futuro.
La llamada oposición democrática, que supuestamente nos representa
en la AN, no es democrática; no se engañen, son un grupo de partidos y personas
que están actuando por su propio interés, que tienen su agenda y no nos han
tomado en cuenta sino para embaucarnos con un nuevo carnet, con la cohabitación
con el régimen criminal, con nuevos regalos y subsidios… así vuelve el estado a
monopolizar todo, esta vez en nombre de la crisis humanitaria, de una mentada
reconstrucción del país, que se está disolviendo porque no nos funciona… ¿Vamos
a permitirlo? ¿Somos realmente unos idiotas como ellos pretenden?
Les deseo a mis compatriotas venezolanos un 2020 lleno de luchas y
triunfos, me van a perdonar, pero es necesario que recibamos el año “arrechos”,
y dispuestos al máximo sacrificio, esta situación es inaguantable e inhumana,
ya está bueno de la burlas. -
saulgodoy@gmail.com
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