lunes, 16 de diciembre de 2019

La teoría





Admito de entrada que el título de mi artículo va a disuadir de leerlo a mucha gente, pues las teorías suelen ser aburridas, primero, por su abundancia (todo el mundo tiene una teoría acerca de algo); segundo, por su indefinición, ¿Teoría de qué, para qué?; y tercero, es probable que mis lectores consideren que están hartos de teorías, lo que quieren son hechos, resultados, realidades… las teorías se las lleva el viento.
Escribo este artículo motivado por la lectura del libro de Herbert Marcuse, El Marxismo Soviético, publicado por primera vez en 1958, toda una historia de terror que me conmovió hasta los tuétanos, un análisis crítico de lo que fue la Unión Soviética, pasando por Lenin, Stalin, y el post estalinismo, un libro árido, sesudo, metódico, pero que me enseñó algo que voy a tratar de transmitirles en estas breves líneas; lo importante no es la ideología, como yo creía hasta leer estas páginas, lo importante, y se nos va la vida en ello, es la teoría.
Marcuse no es santo de mi devoción; es integrante de la Escuela de Frankfurt (el Instituto de Investigación Social de la Universidad Goethe de Frankfurt), un grupo de sociólogos, politólogos, filósofos, filólogos y demás especímenes de la alta cultura, perteneciente al núcleo de investigadores que tuvieron que abandonar Alemania cuando Hitler llegó al poder (porque en una gran mayoría eran judíos y marxistas); Marcuse fue de los pocos que trabajó directamente con la OSS, la antecesora de la CIA, a pesar de ser un declarado comunista.
No conocía este libro en particular, pero como soy de los que cree que al enemigo hay que conocerlo a fondo si vas a luchar en su contra, tomé el librito y lo metí en mi mochila para leerlo en el Metro (bueno, tenía la fantasía de hacerlo), en salas de espera, o en el autobús, y poco a poco fue capturando mi atención y me reveló algunos de los secretos del socialismo y el comunismo; no se trata de una ideología cualesquiera, es la ideología, y lo es porque está sustentada en una teoría que ha tenido una evolución, un crecimiento, una experimentación y abundantes registros. Les puedo decir, sin que me quede nada por dentro, que los que se dicen socialistas no tienen la menor idea del embrollo en que están metidos.
Hay un abundante material que pueden revisar sobre lo que les estoy refiriendo, entre ellos, todo el trabajo temprano de Marx, sobre todo Crítica al programa de Gotha, El Estado y La Revolución de Lenin, El Marxismo y las cuestiones lingüísticas de Stalin, el Anti-Duhring y El Origen de la Familia, de la propiedad privada y del estado de Engels, el artículo Del Imperialismo de Kautsky, , y muchos de los informes al Congreso del Partido y la documentación que forma parte de La Estrategia y Tácticas del Comunismo Mundial, y a pesar de que combatió al comunismo desde el nacional socialismo, el libro Mi Lucha, de Adolf Hitler, es una lectura esclarecedora de lo que en realidad trata el socialismo.
Tanto el socialismo como el comunismo responden a una estructura, a una forma o teoría, de cómo está constituida la sociedad y las relaciones que se generan, principalmente, con el gobierno; cuando Marx pensó su plan para un hombre y una sociedad nueva, no dejó nada al azar, calculó todo con la precisión de un ingeniero social.
El individuo era apenas una tuerca en una inmensa maquinaria de producción, que solo podía funcionar con una administración total de la sociedad y haciendo uso de los Marcuse llamó “tolerancia represiva” que es permitirles un mínimo de satisfacción material y espiritual de sus necesidades, pero llegado a un punto, debían conformarse con lo que se les daba y si no lo aceptaban, someterlos a la fuerza.
Estas ideas fueron retomadas por dos hombres fundamentales para esta ideología, Lenin y Stalin; ambos tuvieron en sus manos el laboratorio social más grande del mundo, la Unión Soviética, millones de personas bajo su control absoluto… Lenin, quien era un estudioso de la sociedad y la teoría política, llevó los postulados de Marx hasta territorios inexplorados y construyó una arquitectura social basada en el socialismo, para finalmente desembocar en el comunismo.
Stalin se encargó de probar y perfeccionar todos los mecanismos que constituían el aparato estatal (él y sus expertos, recuerden que nunca antes se había reunido tantos especialistas en materia económica, social y militar juntos, con el propósito de diseñar el estado fuerte, centralizado y totalitario para el control absoluto de una sociedad, como en ese momento y lugar; allí intervinieron las mejores universidades  e institutos de investigación) y el resultado final fue una maquinaria cuyo propósito fundamental, tal como lo expresara Marcuse, era: “…la alienación del hombre, la devaluación de la vida, la perversión y finalmente la pérdida de la realidad humana”.
Durante décadas pudieron constatar la viabilidad de los mecanismos aplicados, ver cuáles funcionaban y cuáles no, sin importar el costo en víctimas y errores; se llegó incluso a prever distintas opciones, planes A, B y C, en caso de que algo fallara, incluso a quién echarle la culpa por los errores; aquellos planes fueron tan minuciosos que llegaron incluso a establecer mecanismos de control y terror para los mismos jefes, con la intención de obligarlos a actuar bajo órdenes en un estado de sospecha y vigilancia permanente.
El espectáculo denigrante de ver a Venezolanos haciendo cola para que el gobierno le entreguen un pernil a costa de su dignidad y libertad ya lo habían experimentado los soviéticos con zapatos y pan, y los partidos socialistas venezolanos insisten en querer entregar educación gratuita (indoctrinación), salud y pensiones que suena más digno que un pernil, pero finalmente es la misma cosa, supeditar lo humano, canjear su independencia, por una dádiva, por una relación biopolítica de dependencia que termina en una nuda vida.
Aquellos planes se pasearon por todos los tipos posibles de socialismo, desde los más humanistas y democráticos hasta los más violentos y perversos, todos fueron puestos a prueba; había los que se parecían a lo que hoy se llama “la tercera vía”, pasando por el socialismo parlamentarista (el parlamento como ilusión de que el poder político es participativo y deliberante), el socialismo cristiano (la iglesia ortodoxa jugó su papel en esos experimentos socialistas), el socialismo comunitario y otros.
Es justamente la ideología, esa “ilusión” a la que hacía referencia Lenin, la que les hace creer a los ciudadanos que ellos participan en la vida política del país, cuando la verdad es que la teoría es la que actúa sobre los muelles, resortes, balancines de las distintas partes del poder estatal de manera autónoma y fatal; es por eso que me da risa, y al mismo tiempo me espanta, cuando escucho a un socialista hablar de que se está construyendo un mundo mejor, para que tengamos más democracia y libertades… una de dos, o son unos idiotas o unos desalmados.
Todos nuestros socialistas endógenos son muy dados a la llamada “unidad”, que no es otra cosa que la incipiente forma del partido socialista único, es decir, la unidad bolchevique, el famoso Comité Central del Partido, que es lo que controla al Estado; la designación de un presidente constitucional, de un parlamento, la separación de poderes, son absolutamente accesorios y cosméticos en un estado socialista.
Esos grupos de G-3 o G-4, que son los partidos dominantes en nuestra oposición política, y que integran el núcleo de poder político en nuestro parlamento, son ya una señal inequívoca de que el cáncer de la teoría socialista está actuando, son los grupos de poder organizados en la defensa de sus propios intereses por medio de los mecanismos electorales.
Es por ello que cuando escucho a los representantes de nuestras universidades, empresarios o Iglesia, respaldando al socialismo y los partidos socialistas, me pregunto ¿Sabrán verdaderamente lo que están apoyando? ¿Estarán claros que aquello del poder del proletariado es sólo una excusa para entregarle el poder a un soviet supremo?
Marcuse nos dice en su obra:

La burocracia constituye una clase separada que controla a la población subyacente a través del control de las instituciones económicas, políticas y militares. Sin embargo, y aunque el ejercicio de ese control engendra una serie de intereses especiales que se afirman gracias a él, tales intereses deben transigir y, en última instancia, sucumbir ante una política general que no tienen posibilidad de modificar… En una sociedad compuesta por grupos en concurrencia que poseen diferentes intereses económicos, profesionales, administrativos, el “interés común” no constituye un término dotado per se de significado… La burocracia soviética representa, por consiguiente, el interés social en una forma hipostasiada, en la que los intereses individuales han sido separados de los individuos y usurpados por el Estado.

Muchos de nuestros socialistas se creen tan sobrados e independientes, piensan que siendo socialistas podrán hacer lo que les da la gana y ponerse creativos con las formas de organizar a nuestra sociedad; pero, una vez que están en el circuito socialista, se impone la teoría, y la teoría sólo apunta al dominio total de la sociedad, que necesariamente culmina en el comunismo; no hay manera de escapar de ese designio, el socialismo, con la ideología, mantiene a las personas ocupadas con la parte sentimental, con los buenos deseos, con la “justicia social”, con la ilusión de la solidaridad, de los obreros al poder y toda esa basura doctrinal, para distraerlos de ese fin último que es la esclavitud del hombre por el hombre.
Tenemos personalidades  en el mundo de la política, el espectáculo, la iglesia, el empresariado, la academia y otros tantos sectores de la vida nacional, que por medio de sus opiniones han estado empujando al pueblo de Venezuela hacia el socialismo, asumo, sin darse cuenta de que le están sirviendo la mesa al totalitarismo.
Cuando cada uno de ellos, en el ejercicio de su derechos de expresar libremente su opinión y gusto por los diferentes candidatos, escogen a los candidatos socialistas, la mayor parte de las veces lo hacen ignorantes de que están escogiendo no un nombre, o una imagen elaborada por expertos en el mercadeo político, sino a una teoría, a un sistema de gobierno que los va a esclavizar y hacerlos más pobres e infelices, porque si lo hacen por dinero, si alguno de ellos se encuentra en nómina del candidato socialista, es tan criminal como los cubanos que vienen al país a torturar a venezolanos en el Helicoide o en La Tumba.
Quien escoge a un socialista para que lo gobierne está escogiendo la peor forma de opresión y relación con el poder, le está abriendo su casa y su negocio y diciéndole: “Toma todo lo que es mío y haz con ello lo que quieras, repártelo entre los que no tienen nada y agarra tú lo que puedas para que te lo gastes en putas, licor y drogas, toma todo por lo que he trabajado, incluso a mi familia, a mi esposa y a mis hijas, y prostitúyelas en nombre del estado, o la revolución, o el gobierno de los trabajadores, haz conmigo lo que quieras, tu palabra es la ley.”
Tenemos que descubrir el código que emplean en sus discursos estos elementos socialistas, probablemente es gente que quiere seguir viviendo del estado, los argumentos que utilizan para justificar un estado centralista, benefactor, planificador, en manos del proletariado, pero ablandándole el corazón (que no la razón) con sus argumentos de buenos cristianos, de culturalmente correctos, de que sin ellos no habrá felicidad.
Incluso hay que tener mucho más cuidado con aquellos pragmáticos, hombres y mujeres prácticos, que ven la vida en blanco y negro, que por justificar sus intereses personales no dudan en tratar de buscarle sitio en la mesa a militares torturadores, políticos asesinos y secuestradores, feministas enloquecidas que quieren acabar con la figura del padre en la familia, corruptos y “enchufados”, violadores y enfermos mentales porque “todos somos venezolanos”, porque debemos incluirlos a juro, y ser tolerantes (pendejos, diría yo).
Si el llamado socialismo democrático triunfa en nuestro país, sólo se está poniendo en pausa el avance del socialismo del Siglo XXI, que en algún momento volverá activarse, con más fuerza, y arropando nuestras libertades para siempre, porque son todos animales del mismo pelaje y empujados por la misma teoría.
Urjo a quienes quieran informarse de lo que nos está ocurriendo, a que lean este libro de Herbert Marcuse, El Marxismo Soviético (algunos de los que leen del régimen, deben tenerlo de libro de cabecera), u otro de los libros recomendados, para que se den cuenta de que no estamos jugando canicas sino siguiendo un plan muy bien diseñado para llevarnos al desastre, uno aún peor de lo que ya estamos viviendo.
Lean mis palabras con todo el peso de su significado el que apoye al socialismo luego de estos veinte años de sufrimiento y miseria, por más que el candidato parezca una buena persona y tenga una bella familia y nos prometa ser decente y transparente con los dineros públicos, por favor, no crean que van a tener más libertad y sus derechos serán respetados, no vale más que uno de esos embrutecidos seres con apariencia humana, que van a recoger su pernil ante el funcionario y le dan las gracias por su generosidad.
Húyanle al socialismo, corran en la dirección contraria cuando los vean, y si son de esos que dicen que no son socialistas pero pertenecen a un partidos socialista, si predican que el estado debe ser dueño de las mejores empresas productivas, que el gobierno tiene la obligación de sostener a los vagos y maleantes, que van a crear fondos para otorgar pensiones y becas a los ciudadanos, piense en que los están engañando, es una estafa, los quieren robar y probablemente lo tiren a los perros hambrientos una vez que le hayan sacado todo el provecho que usted pueda darles, así de malo es el socialismo y todos aquellos que se asocian con su causa. -    saulgodoy@gmail.com



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