Admito de entrada que el título de mi artículo va a
disuadir de leerlo a mucha gente, pues las teorías suelen ser aburridas,
primero, por su abundancia (todo el mundo tiene una teoría acerca de algo); segundo,
por su indefinición, ¿Teoría de qué, para qué?; y tercero, es probable que mis
lectores consideren que están hartos de teorías, lo que quieren son hechos,
resultados, realidades… las teorías se las lleva el viento.
Escribo este artículo motivado por la lectura del libro
de Herbert Marcuse, El Marxismo
Soviético, publicado por primera vez en 1958, toda una historia de terror
que me conmovió hasta los tuétanos, un análisis crítico de lo que fue la Unión
Soviética, pasando por Lenin, Stalin, y el post estalinismo, un libro árido,
sesudo, metódico, pero que me enseñó algo que voy a tratar de transmitirles en
estas breves líneas; lo importante no es la ideología, como yo creía hasta leer
estas páginas, lo importante, y se nos va la vida en ello, es la teoría.
Marcuse no es santo de mi devoción; es integrante de la
Escuela de Frankfurt (el Instituto de Investigación Social de la Universidad
Goethe de Frankfurt), un grupo de sociólogos, politólogos, filósofos, filólogos
y demás especímenes de la alta cultura, perteneciente al núcleo de
investigadores que tuvieron que abandonar Alemania cuando Hitler llegó al poder
(porque en una gran mayoría eran judíos y marxistas); Marcuse fue de los pocos
que trabajó directamente con la OSS, la antecesora de la CIA, a pesar de ser un
declarado comunista.
No conocía este libro en particular, pero como soy de los
que cree que al enemigo hay que conocerlo a fondo si vas a luchar en su contra,
tomé el librito y lo metí en mi mochila para leerlo en el Metro (bueno, tenía
la fantasía de hacerlo), en salas de espera, o en el autobús, y poco a poco fue
capturando mi atención y me reveló algunos de los secretos del socialismo y el
comunismo; no se trata de una ideología cualesquiera, es la ideología, y lo es porque está sustentada en una teoría que ha
tenido una evolución, un crecimiento, una experimentación y abundantes
registros. Les puedo decir, sin que me quede nada por dentro, que los que se
dicen socialistas no tienen la menor idea del embrollo en que están metidos.
Hay un abundante material que pueden revisar sobre lo que
les estoy refiriendo, entre ellos, todo el trabajo temprano de Marx, sobre todo
Crítica al programa de Gotha, El Estado y La Revolución de Lenin, El Marxismo y las cuestiones lingüísticas
de Stalin, el Anti-Duhring y El Origen de la Familia, de la propiedad
privada y del estado de Engels, el artículo Del Imperialismo de Kautsky, , y muchos de los informes al Congreso
del Partido y la documentación que forma parte de La Estrategia y Tácticas del
Comunismo Mundial, y a pesar de que combatió al comunismo desde el nacional socialismo,
el libro Mi Lucha, de Adolf Hitler,
es una lectura esclarecedora de lo que en realidad trata el socialismo.
Tanto el socialismo como el comunismo responden a una
estructura, a una forma o teoría, de cómo está constituida la sociedad y las
relaciones que se generan, principalmente, con el gobierno; cuando Marx pensó
su plan para un hombre y una sociedad nueva, no dejó nada al azar, calculó todo
con la precisión de un ingeniero social.
El individuo era apenas una tuerca en una inmensa
maquinaria de producción, que solo podía funcionar con una administración total
de la sociedad y haciendo uso de los Marcuse llamó “tolerancia represiva” que
es permitirles un mínimo de satisfacción material y espiritual de sus
necesidades, pero llegado a un punto, debían conformarse con lo que se les daba
y si no lo aceptaban, someterlos a la fuerza.
Estas ideas fueron retomadas por dos hombres
fundamentales para esta ideología, Lenin y Stalin; ambos tuvieron en sus manos
el laboratorio social más grande del mundo, la Unión Soviética, millones de
personas bajo su control absoluto… Lenin, quien era un estudioso de la sociedad
y la teoría política, llevó los postulados de Marx hasta territorios inexplorados
y construyó una arquitectura social basada en el socialismo, para finalmente
desembocar en el comunismo.
Stalin se encargó de probar y perfeccionar todos los
mecanismos que constituían el aparato estatal (él y sus expertos, recuerden que
nunca antes se había reunido tantos especialistas en materia económica, social
y militar juntos, con el propósito de diseñar el estado fuerte, centralizado y
totalitario para el control absoluto de una sociedad, como en ese momento y
lugar; allí intervinieron las mejores universidades e institutos de investigación) y el resultado
final fue una maquinaria cuyo propósito fundamental, tal como lo expresara
Marcuse, era: “…la alienación del hombre,
la devaluación de la vida, la perversión y finalmente la pérdida de la realidad
humana”.
Durante décadas pudieron constatar la viabilidad de los
mecanismos aplicados, ver cuáles funcionaban y cuáles no, sin importar el costo
en víctimas y errores; se llegó incluso a prever distintas opciones, planes A,
B y C, en caso de que algo fallara, incluso a quién echarle la culpa por los
errores; aquellos planes fueron tan minuciosos que llegaron incluso a
establecer mecanismos de control y terror para los mismos jefes, con la
intención de obligarlos a actuar bajo órdenes en un estado de sospecha y
vigilancia permanente.
El espectáculo denigrante de ver a Venezolanos haciendo
cola para que el gobierno le entreguen un pernil a costa de su dignidad y
libertad ya lo habían experimentado los soviéticos con zapatos y pan, y los
partidos socialistas venezolanos insisten en querer entregar educación gratuita
(indoctrinación), salud y pensiones que suena más digno que un pernil, pero
finalmente es la misma cosa, supeditar lo humano, canjear su independencia, por
una dádiva, por una relación biopolítica de dependencia que termina en una nuda vida.
Aquellos planes se pasearon por todos los tipos posibles
de socialismo, desde los más humanistas y democráticos hasta los más violentos
y perversos, todos fueron puestos a prueba; había los que se parecían a lo que
hoy se llama “la tercera vía”, pasando por el socialismo parlamentarista (el
parlamento como ilusión de que el poder político es participativo y
deliberante), el socialismo cristiano (la iglesia ortodoxa jugó su papel en esos
experimentos socialistas), el socialismo comunitario y otros.
Es justamente la ideología, esa “ilusión” a la que hacía
referencia Lenin, la que les hace creer a los ciudadanos que ellos participan
en la vida política del país, cuando la verdad es que la teoría es la que actúa
sobre los muelles, resortes, balancines de las distintas partes del poder
estatal de manera autónoma y fatal; es por eso que me da risa, y al mismo
tiempo me espanta, cuando escucho a un socialista hablar de que se está
construyendo un mundo mejor, para que tengamos más democracia y libertades… una
de dos, o son unos idiotas o unos desalmados.
Todos nuestros socialistas endógenos son muy dados a la
llamada “unidad”, que no es otra cosa que la incipiente forma del partido
socialista único, es decir, la unidad bolchevique, el famoso Comité Central del
Partido, que es lo que controla al Estado; la designación de un presidente constitucional,
de un parlamento, la separación de poderes, son absolutamente accesorios y cosméticos
en un estado socialista.
Esos grupos de G-3 o G-4, que son los partidos dominantes
en nuestra oposición política, y que integran el núcleo de poder político en
nuestro parlamento, son ya una señal inequívoca de que el cáncer de la teoría
socialista está actuando, son los grupos de poder organizados en la defensa de
sus propios intereses por medio de los mecanismos electorales.
Es por ello que cuando escucho a los representantes de
nuestras universidades, empresarios o Iglesia, respaldando al socialismo y los
partidos socialistas, me pregunto ¿Sabrán verdaderamente lo que están apoyando?
¿Estarán claros que aquello del poder del proletariado es sólo una excusa para
entregarle el poder a un soviet supremo?
Marcuse nos dice en su obra:
La
burocracia constituye una clase separada que controla a la población subyacente
a través del control de las instituciones económicas, políticas y militares.
Sin embargo, y aunque el ejercicio de ese control engendra una serie de
intereses especiales que se afirman gracias a él, tales intereses deben
transigir y, en última instancia, sucumbir ante una política general que no
tienen posibilidad de modificar… En una sociedad compuesta por grupos en
concurrencia que poseen diferentes intereses económicos, profesionales,
administrativos, el “interés común” no constituye un término dotado per se de significado… La burocracia
soviética representa, por consiguiente, el interés social en una forma
hipostasiada, en la que los intereses individuales han sido separados de los
individuos y usurpados por el Estado.
Muchos de nuestros socialistas se creen tan sobrados e
independientes, piensan que siendo socialistas podrán hacer lo que les da la
gana y ponerse creativos con las formas de organizar a nuestra sociedad; pero,
una vez que están en el circuito socialista, se impone la teoría, y la teoría sólo
apunta al dominio total de la sociedad, que necesariamente culmina en el
comunismo; no hay manera de escapar de ese designio, el socialismo, con la
ideología, mantiene a las personas ocupadas con la parte sentimental, con los
buenos deseos, con la “justicia social”, con la ilusión de la solidaridad, de
los obreros al poder y toda esa basura doctrinal, para distraerlos de ese fin
último que es la esclavitud del hombre por el hombre.
Tenemos personalidades en el mundo de la política, el espectáculo, la
iglesia, el empresariado, la academia y otros tantos sectores de la vida
nacional, que por medio de sus opiniones han estado empujando al pueblo de Venezuela
hacia el socialismo, asumo, sin darse cuenta de que le están sirviendo la mesa
al totalitarismo.
Cuando cada uno de ellos, en el ejercicio de su derechos
de expresar libremente su opinión y gusto por los diferentes candidatos,
escogen a los candidatos socialistas, la mayor parte de las veces lo hacen
ignorantes de que están escogiendo no un nombre, o una imagen elaborada por
expertos en el mercadeo político, sino a una teoría, a un sistema de gobierno
que los va a esclavizar y hacerlos más pobres e infelices, porque si lo hacen
por dinero, si alguno de ellos se encuentra en nómina del candidato socialista,
es tan criminal como los cubanos que vienen al país a torturar a venezolanos en
el Helicoide o en La Tumba.
Quien escoge a un socialista para que lo gobierne está
escogiendo la peor forma de opresión y relación con el poder, le está abriendo
su casa y su negocio y diciéndole: “Toma
todo lo que es mío y haz con ello lo que quieras, repártelo entre los que no
tienen nada y agarra tú lo que puedas para que te lo gastes en putas, licor y
drogas, toma todo por lo que he trabajado, incluso a mi familia, a mi esposa y
a mis hijas, y prostitúyelas en nombre del estado, o la revolución, o el
gobierno de los trabajadores, haz conmigo lo que quieras, tu palabra es la
ley.”
Tenemos que descubrir el código que emplean en sus
discursos estos elementos socialistas, probablemente es gente que quiere seguir
viviendo del estado, los argumentos que utilizan para justificar un estado
centralista, benefactor, planificador, en manos del proletariado, pero
ablandándole el corazón (que no la razón) con sus argumentos de buenos cristianos,
de culturalmente correctos, de que sin ellos no habrá felicidad.
Incluso hay que tener mucho más cuidado con aquellos
pragmáticos, hombres y mujeres prácticos, que ven la vida en blanco y negro,
que por justificar sus intereses personales no dudan en tratar de buscarle
sitio en la mesa a militares torturadores, políticos asesinos y secuestradores,
feministas enloquecidas que quieren acabar con la figura del padre en la
familia, corruptos y “enchufados”, violadores y enfermos mentales porque “todos
somos venezolanos”, porque debemos incluirlos a juro, y ser tolerantes
(pendejos, diría yo).
Si el llamado socialismo democrático triunfa en nuestro
país, sólo se está poniendo en pausa el avance del socialismo del Siglo XXI,
que en algún momento volverá activarse, con más fuerza, y arropando nuestras
libertades para siempre, porque son todos animales del mismo pelaje y empujados
por la misma teoría.
Urjo a quienes quieran informarse de lo que nos está
ocurriendo, a que lean este libro de Herbert Marcuse, El Marxismo Soviético (algunos de los que leen del régimen, deben
tenerlo de libro de cabecera), u otro de los libros recomendados, para que se
den cuenta de que no estamos jugando canicas sino siguiendo un plan muy bien
diseñado para llevarnos al desastre, uno aún peor de lo que ya estamos
viviendo.
Lean mis palabras con todo el peso de su significado el
que apoye al socialismo luego de estos veinte años de sufrimiento y miseria,
por más que el candidato parezca una buena persona y tenga una bella familia y
nos prometa ser decente y transparente con los dineros públicos, por favor, no
crean que van a tener más libertad y sus derechos serán respetados, no vale más
que uno de esos embrutecidos seres con apariencia humana, que van a recoger su
pernil ante el funcionario y le dan las gracias por su generosidad.
Húyanle al socialismo, corran en la dirección contraria
cuando los vean, y si son de esos que dicen que no son socialistas pero
pertenecen a un partidos socialista, si predican que el estado debe ser dueño
de las mejores empresas productivas, que el gobierno tiene la obligación de
sostener a los vagos y maleantes, que van a crear fondos para otorgar pensiones
y becas a los ciudadanos, piense en que los están engañando, es una estafa, los
quieren robar y probablemente lo tiren a los perros hambrientos una vez que le
hayan sacado todo el provecho que usted pueda darles, así de malo es el
socialismo y todos aquellos que se asocian con su causa. - saulgodoy@gmail.com
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