miércoles, 4 de diciembre de 2019

La vida como una obra de arte



Esta es una idea atribuida a Foucault, elaborada por Agamben y discutida con pasión por la filosofía postmodernista, y que según muchos de estos filósofos que la contemplan, van en contrario a la reiterada asunción de los filósofos clásicos que despreciaban el culto al ser, por lo menos pensaban que las personas, para lograr su perfección, debía desasociarse de las exigencias y apetitos de la persona, siguiendo la exégesis oriental de la renuncia al cuerpo y a las pasiones, que a su vez provocó aquel movimiento de reacción, el epicureísmo.
Agamben dice que en Foucault confluyen los dos ánimos, el de hacer de la vida misma una obra de arte en progreso que reúna al final los atributos de lo bello y lo equilibrado, y al mismo tiempo que ignore las pretensiones del ego en dominar la obra y hacerla suya.
En la entrevista que le dio a la revista alemana Süddeutsche Zeitung en el 2004, expresa lo siguiente:Debemos recordar la crítica que hacía Foucault a la noción de autor, es este sentido, una vida filosófica, una vida buena y bella, es algo distinto: Cuando nuestra propia vida se hace una obra de arte, uno no es la causa de ello. Lo que quiero decir es que en ese punto sentimos que nuestra vida y nosotros son algo “pensado”, pero el sujeto, el autor, ya no están allí”.
Y me pregunto, si nos gusta rodearnos de cosas bellas, de obras de arte, de personas, objetos y ambientes equilibrados y armoniosos ¿Porque no hacer de nuestras propias vidas una obra de arte? ¿No vale más nuestra vida que todos esos cuadros, esculturas, mansiones, joyas, autos de alta gama y vestuario de diseñadores famosos con las que tratamos de tapar nuestras carencias?
La vida es lo más importante y precioso que tenemos, no deberíamos llenarla con actos y recuerdos horribles, ensuciarla con crímenes y actos deleznables, con furias y venganzas que lo que causan son cicatrices en el alma, la vida, nuestra vida, la de cada uno de nosotros, deberíamos tratarla como la única oportunidad que tenemos de hacer de ella algo que importe y que sea digna de vivirla.
Pero es más fácil decirlo que hacerlo, por eso es que se le llama “obra”.
La investigadora y filosofa Mary Ruti, en su libro A World of Fragile Things: Psychoanalysis and the Art of Living (2009), para gran parte de los filósofos la búsqueda del significado de la vida consiste principalmente en transformar al individuo en una persona completa, a partir de un estado incompleto y de muchas debilidades, “Vivimos en un mundo de cosas frágiles, personas frágiles, psiques frágiles, amores frágiles”- nos dice la doctora Ruti y en su libro trata, por medio de las ideas desarrolladas por el psicoanálisis de darle sentido a la vida a pesar de tantas imperfecciones.
La idea de Ruti es arriesgada pero no sin sentido, aceptando nuestro yo fragmentado y llegando a términos con nuestras limitaciones, es decir, olvidándonos de un proyecto de persona imposible de cumplir, podremos adecuarnos a los materiales que tenemos a mano y hacer una obra a la medida de nuestras circunstancias, es decir, que asumiendo el material que tenemos, podremos darle forma y trayectoria a nuestra vida para una exitosa conclusión.
Lo que Ruti nos sugiere es que nos olvidemos de la idea de hacernos una persona completa, porque muchos no lo logaremos, pero al menos tratemos de hacer una obra de arte con el material que disponemos, la fragilidad de la vida puede ser redimida por medio de la creatividad, y en este punto Ruti le da una gran importancia cuando encaramos las pérdidas de nuestras querencias, que son contingencias inevitables, ella afirma que tenemos mucho que ganar en nuestras tragedias pues debemos reinventarnos, hay allí envuelta una dinámica de reordenamiento y vida, mucho más productiva y sana que la de estar contemplando unos ideales estáticos y predeterminados que se nos hacen inalcanzables.
Pero cuidado, la autora nos advierte, nuestra libertad no es absoluta, venimos condicionados por unos valores y unas pautas grabadas con fuego en nuestro subconsciente, y solo nos hacemos conscientes de ellas a medida que vamos elaborando un discurso sobre nuestra vida, no sucede con el ideal Nietzschiano, este filósofo tenía una fe absoluta sobre el proceso de transformarnos en lo que realmente deberíamos ser, unos superhombres o supermujeres; para Ruti simplemente, el proceso de socialización nos influye inculcándonos con motivaciones, que muchas veces permanecen ocultas, pero que de todas maneras influyen de manera determinante en la manera como somos y enfrentamos la vida, nos limitan en nuestra posibilidad de cambio.
De allí que Ruti comulgue con la idea de Nietzsche y Lacan de que la creatividad debe de ser destructiva, en el sentido que para liberarnos de esa tupida red de fantasías y mandatos de las cuales está conformada el ego, debemos desplazarlo para liberar nuestra psique de su control, nada sencillo de realizar, pero de eso se trata el trabajo que hay que hacer.
Recordemos que Foucault tuvo sus divergencias con Freud y el psicoanálisis, de acuerdo a la apreciación del profesor Marcus Schulzke de la Universidad Estadal de New York en Albany: “Cuestionó el manejo de los sueños en Freud, el papel del simbolismo y el entendimiento de la imaginación. A medida que su trabajo [el de Foucault] fue desarrollándose, fue distanciándose de un encontronazo directo con el psicoanálisis y dirigiéndose hacia una teoría general de las categorías psicológicas. Gran parte de su trabajo más reputado sobre el psicoanálisis tiene que ver con el concepto de enfermedad mental y su uso como mecanismo de poder.”
Para concluir la idea de nuestro artículo, tanto Foucault como Giorgio Agamben parten de la idea de rechazar la configuración automática y espontánea de la humanidad en el ser humano, el ser humano se va configurando como un proceso, una decantación entre lo humano y lo inhumano, de la misma manera como ciertos regímenes totalitarios como el castrocomunismo y el chavismo, tratan, por medio de la biopolítica de animalizar, convertir en una vida desnuda la existencia del ser humano, es decir, imponen un sistema social de bestialización, donde al pueblo les es imposible distinguir entre esencia y existencia, una vida que es representada pero nunca poseída.
Foucault tiene bien claro sus conceptos de “obra” y de arte, Agamben ha elaborado sobre ambas de manera profunda, pero será en próximos artículos que elaboraremos al respecto.   -    saulgodoy@gmail.com







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