Esta es una idea atribuida a Foucault, elaborada por
Agamben y discutida con pasión por la filosofía postmodernista, y que según
muchos de estos filósofos que la contemplan, van en contrario a la reiterada
asunción de los filósofos clásicos que despreciaban el culto al ser, por lo
menos pensaban que las personas, para lograr su perfección, debía desasociarse
de las exigencias y apetitos de la persona, siguiendo la exégesis oriental de
la renuncia al cuerpo y a las pasiones, que a su vez provocó aquel movimiento
de reacción, el epicureísmo.
Agamben dice que en Foucault confluyen los dos ánimos, el de hacer
de la vida misma una obra de arte en progreso que reúna al final los atributos
de lo bello y lo equilibrado, y al mismo tiempo que ignore las pretensiones del
ego en dominar la obra y hacerla suya.
En la entrevista que le dio a la revista alemana Süddeutsche Zeitung en el 2004, expresa lo siguiente: “Debemos recordar la crítica que
hacía Foucault a la noción de autor, es este sentido, una vida filosófica, una
vida buena y bella, es algo distinto: Cuando nuestra propia vida se hace una
obra de arte, uno no es la causa de ello. Lo que quiero decir es que en ese
punto sentimos que nuestra vida y nosotros son algo “pensado”, pero el sujeto,
el autor, ya no están allí”.
Y me pregunto, si nos gusta rodearnos
de cosas bellas, de obras de arte, de personas, objetos y ambientes
equilibrados y armoniosos ¿Porque no hacer de nuestras propias vidas una obra
de arte? ¿No vale más nuestra vida que todos esos cuadros, esculturas, mansiones,
joyas, autos de alta gama y vestuario de diseñadores famosos con las que
tratamos de tapar nuestras carencias?
La vida es lo más importante y precioso
que tenemos, no deberíamos llenarla con actos y recuerdos horribles, ensuciarla
con crímenes y actos deleznables, con furias y venganzas que lo que causan son
cicatrices en el alma, la vida, nuestra vida, la de cada uno de nosotros,
deberíamos tratarla como la única oportunidad que tenemos de hacer de ella algo
que importe y que sea digna de vivirla.
Pero es más fácil decirlo que hacerlo,
por eso es que se le llama “obra”.
La investigadora y filosofa Mary Ruti,
en su libro A World of Fragile Things: Psychoanalysis and the Art of Living (2009), para gran parte de los filósofos la
búsqueda del significado de la vida consiste principalmente en transformar al
individuo en una persona completa, a partir de un estado incompleto y de muchas
debilidades, “Vivimos en un mundo de cosas frágiles, personas frágiles,
psiques frágiles, amores frágiles”- nos dice la doctora Ruti y en su libro
trata, por medio de las ideas desarrolladas por el psicoanálisis de darle
sentido a la vida a pesar de tantas imperfecciones.
La idea de Ruti es arriesgada pero no sin sentido, aceptando
nuestro yo fragmentado y llegando a términos con nuestras limitaciones, es
decir, olvidándonos de un proyecto de persona imposible de cumplir, podremos
adecuarnos a los materiales que tenemos a mano y hacer una obra a la medida de
nuestras circunstancias, es decir, que asumiendo el material que tenemos,
podremos darle forma y trayectoria a nuestra vida para una exitosa conclusión.
Lo que Ruti nos sugiere es que nos olvidemos de la idea de
hacernos una persona completa, porque muchos no lo logaremos, pero al menos
tratemos de hacer una obra de arte con el material que disponemos, la
fragilidad de la vida puede ser redimida por medio de la creatividad, y en este
punto Ruti le da una gran importancia cuando encaramos las pérdidas de nuestras
querencias, que son contingencias inevitables, ella afirma que tenemos mucho
que ganar en nuestras tragedias pues debemos reinventarnos, hay allí envuelta
una dinámica de reordenamiento y vida, mucho más productiva y sana que la de
estar contemplando unos ideales estáticos y predeterminados que se nos hacen
inalcanzables.
Pero cuidado, la autora nos advierte, nuestra libertad no es
absoluta, venimos condicionados por unos valores y unas pautas grabadas con
fuego en nuestro subconsciente, y solo nos hacemos conscientes de ellas a
medida que vamos elaborando un discurso sobre nuestra vida, no sucede con el
ideal Nietzschiano, este filósofo tenía una fe absoluta sobre el proceso de
transformarnos en lo que realmente deberíamos ser, unos superhombres o
supermujeres; para Ruti simplemente, el proceso de socialización nos influye
inculcándonos con motivaciones, que muchas veces permanecen ocultas, pero que
de todas maneras influyen de manera determinante en la manera como somos y
enfrentamos la vida, nos limitan en nuestra posibilidad de cambio.
De allí que Ruti comulgue con la idea de Nietzsche y Lacan de que
la creatividad debe de ser destructiva, en el sentido que para liberarnos de
esa tupida red de fantasías y mandatos de las cuales está conformada el ego,
debemos desplazarlo para liberar nuestra psique de su control, nada sencillo de
realizar, pero de eso se trata el trabajo que hay que hacer.
Recordemos que Foucault tuvo sus divergencias con Freud y el
psicoanálisis, de acuerdo a la apreciación del profesor Marcus Schulzke de la
Universidad Estadal de New York en Albany: “Cuestionó
el manejo de los sueños en Freud, el papel del simbolismo y el entendimiento de
la imaginación. A medida que su trabajo [el de Foucault] fue desarrollándose,
fue distanciándose de un encontronazo directo con el psicoanálisis y
dirigiéndose hacia una teoría general de las categorías psicológicas. Gran
parte de su trabajo más reputado sobre el psicoanálisis tiene que ver con el
concepto de enfermedad mental y su uso como mecanismo de poder.”
Para concluir la idea de nuestro artículo, tanto Foucault como
Giorgio Agamben parten de la idea de rechazar la configuración automática y
espontánea de la humanidad en el ser humano, el ser humano se va configurando
como un proceso, una decantación entre lo humano y lo inhumano, de la misma
manera como ciertos regímenes totalitarios como el castrocomunismo y el
chavismo, tratan, por medio de la biopolítica de animalizar, convertir en una
vida desnuda la existencia del ser humano, es decir, imponen un sistema social
de bestialización, donde al pueblo les es imposible distinguir entre esencia y
existencia, una vida que es representada pero nunca poseída.
Foucault tiene bien claro sus conceptos de “obra” y de arte,
Agamben ha elaborado sobre ambas de manera profunda, pero será en próximos
artículos que elaboraremos al respecto.
- saulgodoy@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario