domingo, 11 de abril de 2021

La persistencia de la memoria




Dedicado a mis amigos y amigas académicos, ellos saben quiénes son, con mi admiración 


“Esa narrativa le da a un pueblo una memoria colectiva, y resulta evidente que una narrativa diferente ofrecería una memoria diferente, con otras ideas y otros recuerdos, otros mitos y otros traumas, otros complejos y otras aspiraciones, otros aliados y otros enemigos, otros sueños y otros ideales; todo esto, evidentemente, daría como resultado otra mentalidad y, por añadidura, otra realidad. Así como todos los individuos tienen la capacidad de reinventarse y transformarse para tener otra situación vital, cualquier país puede experimentar lo mismo. En ambos casos hay que soltar el pasado y hacernos conscientes de los condicionamientos mentales que repetimos”.

Juan Miguel Zunzunegui, La tiranía de las ideas (2014)


Hay una tendencia fatal en la manera como se ha pretendido manejar la historia de Venezuela, que por complacer a los gobernantes de turno, los intelectuales del régimen, por devolver el favor de verse publicados, premiados, pagados y mantenidos, tuercen, hasta que ya no da más los hechos e interpretaciones del momento histórico, por lo general para darle protagonismo y cancha a las ideas, creencias y visiones del mundo del mandamás que tiene el poder, y utilizan la historia y la memoria como vehículo de promoción, como vitrina de exhibición, como dispositivo de las debilidades de estos caracteres, a los que les gusta verse retratados como padres de la patria.

Esto se ha hecho más obvio durante el régimen chavista, con una gran diferencia con el pasado, y es que, gracias al valor y la fortaleza de los profesionales que integran las academias, los socialistas del siglo XXI se toparon con un escollo insalvable, no hubo posibilidad de soborno alguno y quedó a salvo una de las pocas abras por donde todavía corre la libertad y se construye en positivo un país… porque la manera como se está escribiendo la historia de Venezuela está cambiando.

En estos días releía la obra del filósofo, político y esteta italiano, Benedetto Croce, La historia como hazaña de la libertad (1922), donde refería el siguiente relato de cómo los ignorantes con poder tratan de falsear la realidad: “… sobre poco más o menos como lo hizo un musulmán, enviado del gran sultán, que llegó, en el siglo XVIII, a la corte del rey Carlos de Borbón en Nápoles, y de quien hube de leer en una relación diplomática que en los banquetes napolitanos bebió mucha champaña, pero llamándola, y haciendo que los demás la llamasen- limonada.”

De la misma manera estos fachos de la izquierda castrista pretenden que llamemos patriotismo a la sumisión al comunismo, y soberanía a la voluntad de los más corruptos, cosa que no han logrado porque los venezolanos sabemos, y lo llevamos en la sangre, bien interiorizado, lo que en realidad es patriotismo y soberanía, y porque tenemos todavía unos historiadores íntegros, que cultivan el apego a la verdad, a la ciencia y a nuestro carácter libertario, que no se han dejado doblegar por las cuentas y abalorios de los cofres del PSUV y nos refieren nuestra historia lo más cercano a la realidad posible.

Las academias venezolanas, de ciencia, de la lengua, de ciencias políticas y económicas, de la historia,  de medicina, son un conglomerado de corporaciones en las que la más antigua data de 1883; no tienen la tradición ni el abolengo de las academias europeas, siendo la francesa una de las más notables, constituida bajo la tutela del Cardenal Richelieu en 1634, pero son la expresión más fidedigna del pensamiento ilustrado venezolano, de la labor científica y de los productos de la razón; su labor, muchas veces silenciosa y de bajo perfil, constituye la imagen moral de los intelectuales.

Esa es la razón por la que estos socialistas aberrantes, impedidos por su talante moral e intelectual de conformar estas instituciones y ofrecérselas al régimen como tributo, se han empeñado en reescribir nuestra historia en panfletos instructivos, elaborados en Cuba, que hacen pasar como textos educativos, tratando de metérselos a la fuerza a nuestros jóvenes y niños en las escuelas, como si fuera palabra de Dios, o esas ediciones populares que hacen de “textos escogidos”, elaborados por hombres y mujeres embrutecidos por el marxismo y los dogmas del materialismo histórico y que elaboran infortunadísimos textos sobre la teoría de la liberación, o mártires de la revolución o simples e impúdicas mentiras como las de un Simón Bolívar socialista, o una Venezuela roja, rojita (a menos que ese color signifique miseria, hambre y explotación).

Visto que no pueden hacer historia de verdad, porque ni cuentan con el conocimiento, ni con profesionales investigadores y escritores para hacer su propia versión, se contentan con elaborar crudos “comics”, puestas en escena, espectáculos televisivos y paupérrimas películas, pensadas para influenciar a los más vulnerables en la población, a los analfabetas, a los niños, pero son productos de propaganda política que, en la realidad, nadie ve, a menos que sean sobornados por una bolsa de comida u obligados para poder conservar su empleo, o transmitidos en “cadena nacional”, para de esta manera esparcir su visión del mundo que ni siquiera les pertenece, porque todo lo que estos socialistas bolivarianos tienen entre ceja y ceja, son memorias inducidas e insertadas por sus hermanos mayores del comunismo internacional.

Uno de los primeros en darse cuenta del juego de la historia con la memoria colectiva fue el filósofo Johhan Gottfried Von Herder (1744-1803); en su obra, Ideas para una filosofía de la historia de la humanidad, lo primero que hace es buscar en las estrellas y luego en el sistema solar las leyes naturales que los hacen funcionar, hacer lo que hacen y ser lo que son.

Una vez ubicado en nuestro planeta, busca en las manifestaciones de vida las razones de sus sinos, de las plantas, los minerales, los elementos, maravillándose de la perfecta armonía que encontraba: “No hay un solo punto de la creación sin goce, sin órgano, sin moradores: toda criatura tiene, pues, su mundo peculiar, un mundo nuevo. ¡La infinitud me abraza, cuando, rodeado de miles de pruebas de esa clase y penetrado de sus sentimientos, entro en tu sagrado templo, oh naturaleza! A ninguna criatura olvidaste; te le diste por completo, tan enteramente como le era posible abarcarte en su organización”.

Luego de pasearse por los adelantos científicos de su época, sorprendentemente modernos, y de abarcar los complejos sistemas que conforman el mundo, confronta finalmente al hombre, en un esclarecedor pasaje, en el capítulo 8 de su obra, que dice lo siguiente: “La historia de las naciones demostrará cómo la Providencia utilizó el órgano de la imaginación, mediante el cual pudo influir en los hombres de modo tan intenso, puro y natural; aborrecible, empero, fue que el fraude o el despotismo abusara de él para servirse de todo el mar indómito de las fantasías y sueños humanos, para sus fines inconfesables”.

Herder, finalmente nos hace su revelación más importante, luego de pasearnos por una impresionante colección de datos antropológicos y etnográficos sobre Imperios, pueblos, tribus y las comunidades más apartadas de la civilización, nos dice:


¿Cuál es la ley fundamental que podemos observar en todos los fenómenos importantes de la historia? A mí juicio es que en todas partes de la tierra - se desarrolla lo que ella puede desarrollarse, ya sea según la situación geográfica del lugar y sus necesidades, ya sea según las circunstancias y ocasiones de la época, ya según el carácter innato o adquirido de sus pueblos… Puesto que el hombre nace de una raza y dentro de ella, su cultura, educación y mentalidad tienen carácter genético… el carácter de los pueblos antiguos se originó de los rasgos raciales, la región que habitaban, el sistema de vida adoptado y la educación, como también de las ocupaciones preferidas y las hazañas de su temprana historia que le eran propias. Las costumbres de los mayores penetraban profundamente y servían al pueblo de sublime modelo.



De modo que estamos frente a un pasado que manejamos en forma de memoria y de historia, un mundo simbólico en el que nacemos y nos forjamos y del que no podemos escapar, pues se imbrica de tal forma en nuestro ser que, prácticamente, somos producto de nuestro entorno; siendo la memoria un descubrimiento reciente, en el sentido que se trata de una recolección de eventos más personal que colectivo, mas tribal que de naciones, debemos hacer sus distinciones con la historia, pues comprendiendo ambas, podremos reconocer cómo los hombres, las ideologías y los gobiernos manipulan el pasado para favorecer sus intereses.

El historiador francés Pierre Nora, uno de los más importante cronistas del siglo XX europeo, dedicó buena parte de su vida y su trabajo académico a explorar la relación de ambos; de su reconocida obra, Los lugares de la Memoria (1992), tomamos lo siguiente:


La historia es la reconstrucción siempre problemática e incompleta de lo que ya no es. La memoria es un fenómeno siempre actual, un lazo vívido en el presente eterno; la historia, una representación del pasado. Por ser afectiva y mágica, la memoria sólo se ajusta a detalles que la reafirman; se nutre de recuerdos borrosos, empalmados, globales o flotantes, particulares o simbólicos; es sensible a todas las transferencias, pantallas, censuras o proyecciones. La historia, por ser una operación intelectual y laicizante, requiere análisis y discurso crítico. La memoria instala el recuerdo en lo sagrado, la historia lo deja al descubierto, siempre prosifica. La memoria surge de un grupo al cual fusiona, lo que significa, como dijo Halbwachs, que hay tantas memorias como grupos, que es por naturaleza múltiple y desmultiplicada, colectiva, plural e individualizada. La historia, por el contrario, pertenece a todos y a nadie, lo cual le da vocación universal. La memoria se enraíza en lo concreto, el espacio, el gesto, la imagen y el objeto. La historia solo se liga a las continuidades temporales, las evoluciones y las relaciones de las cosas. 


La historia es materia clave de los estudios académicos, necesario para su trato son las distintas especialidades historiográficas y de hermenéutica, necesarias para desentrañar los significados de los hechos documentados y registrados en el acontecer de los pueblos, sean estos de carácter natural, social o políticos, y ha sido siempre del interés del Estado el mantenimiento de centros de investigaciones y academias que participen en el acopio, estudio y divulgación de lo acontecido en la formación de la nación y en el espíritu de sus ciudadanos 

Para la memoria, en cambio, su expresión material son museos, archivos, cementerios, colecciones, fiestas, actas, monumentos, santuarios… y, si vamos a una actualidad informática y digital, este blog que leen es parte de esa memoria que Nora consideraba constituida  por restos, por recuerdos dejados en el camino por los acontecimientos, muchos de ellos locales, signos rituales y de reconocimiento de grupos y logias.

El problema de los regímenes totalitarios es que su afán por controlar el presente les impone la necesidad de recomponer el pasado a la medida de sus intereses; como creen en su preeminencia ideológica sobre todas las demás, las memorias del pueblo le enturbian su narrativa, por eso están en una constante cacería y destrucción de esos monumentos, personajes e ideas que señalan que la nación o el mundo existía sin ellos, que no eran necesarios, y que muchas veces la vida era mejor sin su presencia… de allí se entiende el abuso de la censura, los cierres de medios de comunicación, el darle la espalda a las expresiones culturales privadas, en manos de civiles, que creen en la libertad del pensamiento y su expresión pública.

Ha sido durante esta pandemia del COVID19 que se ha hecho evidente la importancia de las academias como muro de contención en contra de los excesos del régimen, al momento de querer implantar falsos positivos, mentiras y estrategias equivocadas con la intensión de manejar políticamente la crisis sanitaria.

Nuestros intelectuales y científicos han llamado la atención sobre las realidades de la misma, desde la denuncia sobre supuestos sucedáneos a las vacunas que no son sino pócimas mágicas, hasta plantear por la calle del medio las debilidades de los planes del estado, que empiezan por la centralización absurda de los esfuerzos internacionales por brindarle al país oportunidades para la inmunización de la población.

Parte de la misión de esos trogloditas supuestamente bolivarianos, es borrar la memoria y controlar la historia, pero gracias a nuestras academias, universidades y centros de investigaciones, que no se han dejado tomar por la oscuridad del socialismo lumpen, las academias han abierto ventanas que nos enseñan otra Venezuela; en el correcto uso de la lengua, en los excesos de un legalismo sin sentido, en las intervenciones económicas que entorpecen las funciones del mercado, en la posibilidad de futuro que tiene la sociedad civil organizada, y debido a la resiliencia de grupos, tribus, empresas y diversas organizaciones como la de nuestras academias, la memoria del país permanece más viva que nunca, registrando para la historia estos fútiles intentos de hegemonía del pensamiento. -   saulgodoy@gmail.com


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