jueves, 15 de abril de 2021

Sobre la muerte




¿Qué quimera es pues el hombre? ¿Qué novedad, qué monstruo, qué caos, qué sujeto de contradicción, qué prodigio? Juez de todas las cosas, imbécil gusano de tierra; depositario de lo verdadero, cloaca de incertidumbre y de error; gloria y desecho del universo. ¿Quién  desenredará este embrollo?

Pascal


El siguiente artículo lo escribo a solicitud de algunos pocos amigos que me han pedido que exprese mis ideas sobre la muerte, las cuales las he discutido cuando me han pedido que los ayude a buscarle sentido a la pérdida de algún ser querido, o en busca del consuelo por la tristeza que los embarga y en pocos casos, en amigos que se encuentran muy cerca del final de sus días por cualquier razón, pero principalmente lo escribo porque la muerte se encuentra actualmente rondándonos muy de cerca por este problema de la pandemia del COVID19, y como es natural hay angustia y nerviosismo sobre el tema, que mucho de nosotros ni siquiera queremos enterarnos de que se trata, por miedo, pero principalmente por ignorancia.

Hace ya varios años dicté en la Universidad Monte Ávila una charla sobre bioética que tenía que ver con la idea del buen morir, me había preparado sobre el tema a raíz de una experiencia que tuve casi de manera accidental; fue una invitación que se me hicieran para integrar una junta médica, que realizó una familia amiga sobre la posibilidad de desconectar a uno de los suyos del soporte artificial que lo mantenía con vida en medio de un coma profundo.

Hay toda una carrera universitaria que tiene que ver con este tipo de consultoría llamada tanatología, y que trata de una especialidad de la ética desarrollada por la necesidad que los adelantos médicos-legales para que clínicas y hospitales, en los países desarrollados, tengan a disposición de las familias, un grupo de profesionales que brinden apoyo donde es permitida la llamada “muerte asistida” para pacientes en etapa terminal, pacientes sin posibilidad de cura o en estado de coma profundo, la firma de un tanatólogo certificado, entre otros profesionales, se hace necesario para que estos procedimientos tengan validez y autorización.

Advierto, no soy un tanatólogo, simplemente el tema me ha interesado y mi única participación fue expresar mi opinión en una junta médica, al igual que la opinión de un rabino que estuvo acompañando a la familia en este difícil trance, desde aquel momento el tema me ha interesado y le he seguido la pista.

Hoy quiero tratar con ustedes un aspecto de este difícil y complicado asunto que ya he abarcado en parte en un anterior artículo, y es la opinión del filósofo norteamericano Nagel Thomas, en su famoso artículo, Muerte (1979), en inglés On death, y es un ensayo que aparece en su libro Mortal Questions, del cual El Fondo de Cultura Económica tiene una excelente traducción bajo el título de: Ensayos Sobre la Vida Humana, se los recomiendo.

Si la muerte es el final de la existencia humana que llamamos vida, y si la muerte es ese momento en el que dejamos de existir ¿De dónde viene tanta confusión sobre los términos que empleamos?

Aparte de si creemos en la vida después de la muerte, o en la inmortalidad del alma, que son cuestiones de orden religioso y de fe, y por tanto un asunto enteramente personal, la vida tiene un principio y un fin, y en este sentido hay quienes creen que nacemos para la muerte, y que desde el momento en que tomamos nuestra primera bocanada de aire por nuestra cuenta, estamos en ruta a la muerte, de donde se pudiera desprender que vivimos para morir.

Cicerón resumía muy bien en su obra Tusculanas, toda una tradición que venía desde los tiempos de Homero, de ese componente espiritual que hacía que la idea de la muerte fuera más llevadera, sus inquietudes sobre el destino del alma luego de la muerte partía de la doctrina elaborada por Platón sobre el episodio de la muerte de Sócrates y la inmortalidad del alma, que ya era un asunto arcano en la cultura griega, para Cicerón era a través del alma que la vida y la muerte tenían sentido, que fue el motivo humanista que inspiró los Ensayos de Montaigne, pero nuestro filósofo, Thomas Nagel, quien fuera profesor de filosofía de las Universidades de New York, Princeton y de California en Berkeley, quiere prescindir de estos bellos atributos intelectuales y metafísicos e ir directo a los términos, muerte es muerte, supresión total de cualquier vestigio de consciencia sin ningún valor atribuible al hecho , bueno o malo, su argumento es tratar de probar si la muerte es dañina para el ser humano, bajo la asunción que nos quita la posibilidad de más vida.

Pero hay personas que piensan que la muerte es mala porque significa el fin de las cosas buenas de la vida, pero aún y haciendo un resumen realista de cuáles son esas “cosas buenas de la vida” nos sorprenderíamos de como las cosas malas, los sufrimientos, llenan con facilidad esta columna de haberes sobrepasando esta auditoría de manera tal, que terminaríamos diciendo que la vida sigue valiendo la pena a pesar de todas esas esas terribles experiencias que tenemos que sufrir.

Y no se trata simplemente de atarnos a la sobrevivencia orgánica ya que probablemente a todos nos parezca igual morir hoy que entrar en coma y morir veinte años después sin nunca despertar, tenemos el cuerpo pero ¿para qué nos sirve? Pensemos por un momento en esas personas que se hacen congelar para despertar en un futuro distante, ¿Despertar a qué? Si el mundo ha cambiado lo suficiente probablemente ya no hablan nuestro idioma, la vida habrá cambiado de tal manera que ninguna persona conocida ha sobrevivido, el confort y la seguridad que implica estar entre cosas y personas conocidas ya no lo podremos sentir, el único aliciente sería seguir existiendo.

Si la muerte es mala, si le hace daño a la persona pudiéramos entender que quienes viven más son más afortunados, aun cuando todos estamos en la ignorancia de cuando nos llegará ese momento, y si ninguno de nosotros ha existido anteriormente a nuestra actual vida ¿Cómo podemos medir o juzgar la falta de existencia como mala o buena? Las personas no pueden imaginarse como sería estar muertos porque no hay nada que imaginar, pero desconocerlo puede aterrorizar a algunos que nunca podrán imaginarse lo que es estar absolutamente inconscientes.

Nagel es un filósofo de una lógica muy afilada, y nos plantea, si el producto de la muerte es la no existencia, ¿porque esa no existencia es más mala que la no existencia anterior a nuestro nacimiento? Antes de que cada uno de nosotros fuéramos concebidos no existíamos, y ese hecho pareciera no preocuparnos en absoluto.

Se aplica aquí el principio, lo que no sabes no te perjudica, si se burlan de ti a tus espaldas, si te traicionan cuando no estas presente, si tu abogado no ejecuta tu testamento tal y como lo dejaste establecido ¿Te hace daño? Mientras no sufras de sus consecuencias, no importa, pero las cosas no son de esta manera, la burla y la traición no son buenas, el desconocimiento de la voluntad expresda por un abogado ejecutor de un testamento no es bueno, es un delito, por lo que habría que preguntarnos de nuevo, que es bueno y malo acerca de la muerte.

Nagel le da una gran importancia al tiempo y lugar (o condición de la persona) al momento de juzgar si algo es bueno o malo para esa persona, los hijos no nacidos de una persona ni sufren ni afectan a la persona que nunca los tuvo, lo cual es muy importante al determinar el sufrimiento o no de personas nunca nacidas o cuyo nacimiento se interrumpe, como en caso de los abortos.

Nuestro filósofo pone un ejemplo para ubicarnos en el caso que quiere demostrar:


Supongamos que una persona inteligente sufre una lesión cerebral que lo reduce a la condición mental de un infante feliz, y que todos sus deseos puedan ser satisfechos por un custodio, de modo que está bien cuidado y atendido. Ese hecho sería considerado como una grave afectación, no solamente para sus amigos y familiares, o para la sociedad, pero principalmente para la persona misma. Esto no significa que el infante feliz sea desgraciado. El adulto inteligente que se ha visto reducido a esta condición ha sido víctima de un desgraciado accidente. Por él sentimos pena, pero por supuesto a él no le importa su condición. De hecho, se encuentra en el mismo estado que cuando tenía tres meses de edad, solo que ahora es más grande. Si no sentíamos lastima por él en aquel entonces ¿Por qué la sentimos ahora?, en todo caso ¿Por quién sentimos lástima? El adulto inteligente ya no está allí, y la criatura que se encuentra ante nosotros sólo le importa tener un estómago lleno y unos pañales secos y limpios.


Es un ejemplo que nos resulta muy útil para entender que cuando decimos que la muerte es mala, por lo general es porque estamos relacionándola con tiempos y circunstancias de nuestra propia existencia que ya no están allí, que le asignamos arbitrariamente males, tragedias y sufrimiento a circunstancias desplazadas en nuestra memoria.

La muerte la ve Nagel como un punto en nuestras vidas, una puerta por la que retornamos a la no existencia de la cual venimos originalmente, y que aparte de la forma de morir, del miedo a sufrir una larga y dolorosa agonía, que hoy en día son evitables, tenemos los humanos un margen de vida máximo de unos cien años; vivir cinco, veinte u ochenta años no tiene nada que ver con hechos de justicia o de preferencias personales, tampoco importa si la persona es prolífica en alguna área de la ciencia, el arte  o las finanzas, o si es noble y hace el bien  o si se comporta como un demonio y hace daño a mucha gente, la muerte simplemente termina con el existir, lo que viene después, si algo viene después, son puras especulaciones o creencias.

El morir no se prolonga más allá del acto biológico del cuerpo cesando en sus funciones vitales, hay personas que se aferran a la vida de manera determinante, esta voluntad de vida que descubrieron Nietzsche, Schopenhauer, Freud y otros, esa pulsión, esa fuerza vital que hace que la vida se resuelva por la vida, es considerada un instinto básico, el instinto más fuerte que poseemos los seres vivos.

Hay una serie de cualidades que no son del todo materiales que para Nagel constituyen el núcleo de fortaleza de la vida y consisten en “… la percepción, el deseo, la actividad y el pensamiento” que acompañan al hombre durante su vida y es lo que hace, que a pesar de que tenemos una vida limitada, y que todos sucumbiremos a la muerte en algún momento, hacen que planifiquemos y vivamos la vida como si no tuviera final, es justamente esa esperanza de continuar viviendo la que se corta con la muerte, son esos deseos irrealizados los que nos hacen pensar que la muerte es mala porque nos roba de esas posibilidades. 

Para Nagel la muerte es un fenómeno inimaginable, no hay manera de que ningún hombre pueda comprenderla menos aún explicarla, la muerte simplemente carece de contenido, para nosotros lo que pensemos de ella es pura especulación, de modo que tenerle miedo no es a la muerte sino al misterio, Nagel cree que el nudo del problema se encuentre en el factor tiempo, y es que para que una persona le atribuya perjuicio o beneficio a una situación dada, necesita asignársela a esa persona en un momento específico de tiempo, el asunto se complica cuando los valores que queremos asignar, necesitan de una historia y de unas posibilidades.

Ya hemos discutido en este blog como artistas y filósofos, en el proceso de completar una obra y sabiéndose cerca de su final, ruegan por más tiempo a la vida, como decía Husserl, no les importaría mendigar en una esquina el próximo cuarto de hora, con tal de tener tiempo.

Al final del artículo nos encontraríamos ante dos aparentes realidades, por un lado la muerte significa el cese de inmediato de todo sufrimiento, lo que es bueno, pero también el final de todo lo potencialmente positivo, lo que es malo, Nagel plantea el problema pero no da soluciones… al igual que todos nosotros, no puede.

Hay algunos filósofos que se oponen a esta idea de caracterizar a la muerte como buena o mala, y lo hacen bajo la idea de que si algo nos daña o nos beneficia deberíamos en principio sentirlo, padecer su daño o gozar de su beneficio, que solo podemos hacerlo si estamos vivos.

Estas ideas preliminares sobre la muerte son una buena introducción a un tema harto complejo y polémico, esperamos seguir discutiéndolo en otros artículos, por lo pronto despidámonos como lo hace Mr. Spock del planeta Vulcano: “Ten una larga vida y prospera”.  -  saulgodoy@gmail.com







 







 

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