
Antes de entrar en materia vamos a repasar unos
prolegómenos sin los cuales esta pequeña disertación sería inútil, y lo primero
que debemos reconocer es que estamos gobernados por la ultraizquierda, y de la
ultraizquierda, está en el poder, encarnado por Nicolás Maduro Moros, la
corriente de la extrema izquierda, aunque en el PSUV hay representantes de la
izquierda radical, los llamados socialistas populistas, y los de la izquierda tradicional,
incluyendo a los socialistas democráticos, el núcleo del gobierno es a todas
luces de extrema izquierda.
Mi afirmación es fácil de constatar, el gobierno chavista
es antidemocrático, no cree en la soberanía popular ni en el estado de derecho,
es autoritario, militarista para más señas, violento y mentiroso, y esto último
es una realidad incontestable, se dice democrático pero no respeta ninguna de
las instituciones democráticas, se las quiere hacer pasar por liberal pero su
colectivismo exprofeso lo sitúa entre los gobiernos que se dicen democracias
populares, al mejor estilo asiático como en Vietnam y China.
Todos sabemos y el gobierno lo reconoce a cada momento,
que su ejemplo de revolución es la cubana, bajo la fórmula castrista de un solo
partido y un solo líder, comunistas ambos, pero nada de esto lo han podido
lograr porque la resistencia del pueblo venezolano ha sido contundente, y
rechaza cada una de sus pretensiones.
El socialismo bolivariano en veinte años ha llevado al
país al desastre, la realidad política, social y económica habla de un sistema
que promociona la miseria, acaba con las libertades individuales, la
productividad y el trabajo, impone su ideología a la fuerza, privilegia a unos
pocos dirigentes que gozan de unos niveles de vida absolutamente groseros e inmerecidos
(han hecho de la corrupción una forma de vida), y porque tienen un sustrato
militarista, tienen en el modelo nacional socialista alemán, su paradigma; es
un claro ejemplo de cómo los extremos se tocan, el gobierno chavista en esencia
un tipo de fascismo, un extraño fascismo de izquierda, lo que lo hace mucho más
peligroso.
Los venezolanos hemos vivido en estas últimas dos décadas
un régimen chavista que no soporta ningún tipo de oposición política, la única
oposición que puede aceptar es la que ellos controlan porque si alguien asoma
la cabeza se la cortan, como ya ha sucedido (no en vano hay más de 400
prisioneros políticos encarcelados), de modo que oponerse a este tipo de
tiranía es peligroso, ya lo vemos con los medios de comunicación, cualquier
crítica, protesta o reclamo es manejado de manera más intolerante, a palos,
balas, patadas, expropiaciones y cárcel, todo esto, amparado por sus sistema
judicial absolutamente entregado a complacer a la cúpula en el poder.
Ante esta realidad política ¿Qué tenemos como oposición?
En principio no deberíamos tener oposición debido
justamente a la naturaleza del régimen, pero como el chavismo necesita ser
considerado democrático para sus fines expansionistas y de intervención en
otros países, permite cierto juego político que lo ha concentrado en los
partidos políticos establecidos de la izquierda, sobre los cuales tiene un
control institucional, más bien diría registral, de permisos, para que puedan
concursar en unas elecciones.
Los partidos son en su gran mayoría de centro izquierda
por lo que comparten en cierta medida una misma matriz socialista, hay
coincidencias y áreas comunes de entendimiento, pero hasta allí, el chavismo
los considera partidos de derecha, que no lo son, pero como buenos políticos
socialistas, si la confusión les depara dividendos en votos, se hacen los
locos, y tratan de pasar inadvertidos.
El otro aspecto que pesa sobre la profunda ignorancia de
lo que es derecha e izquierda en Venezuela, es la campaña de desinformación que
tiene el chavismo desde el primer día de su aparición pública, con el expreso
propósito de confundir y que prevalezca el error los términos ideológicos, la
mezcolanza de pensamientos y doctrinas que se atribuye el socialismo del siglo XXI
persigue justamente pasar como una posición política sustentada y organizada,
universal y humanista, cosa que nunca ha logrado ni logrará, alguien la ha
comparado a una colcha de retazos de ideas que nada tienen que ver unas con
otras, excepto para engatusar a la gente, para encantar y que el público
escuche lo que quiere escuchar.
Y en este punto debe hacer una aclaratoria, en Venezuela
no hay partidos de derecha desde hace mucho tiempo, fue el General José Antonio
Páez el fundador del partido conservador allá por el año de 1839 hasta más o menos 1848 cuando dejó de ser
gobierno, que más o menos tenía una visión política de derecha y que utilizó
para proteger y conservar el poder y la forma del incipiente estado
republicano, pero después de él, los conservadores se fueron deslavando de
tendencias ideológicas, hasta quedar apenas la denominación para proteger
ciertos intereses mercantilistas o de clase, pero sin ningún contenido
específico en cuanto a forma de gobierno, en la política del siglo XIX todo giraba
en torno a caudillos y líderes revolucionarios.
La posibilidad de una organización política de derecha
fue ahogada por la enorme ola liberal que llegó al país como un Tsunami, y copó
todas las instancias políticas prácticamente durante el resto del siglo XIX,
con el protosocialismo, y todo el siglo XX, con el desarrollo del New Deal de Rooselvet, programa político
que definió a muchos gobiernos en la región.
La influencia del liberalismo norteamericano fue de mucha
influencia para los venezolanos de la época, si hubieron algunas señales de
vida de la derecha estas no pasaban de las buenas intenciones, o una apetencia
personalista para diferenciarse de los socialistas, revolucionarios y
comunistas que coparon el paisaje.
No voy a entrar a explicaciones de por qué la Venezuela
Republicana fue siempre de izquierda, pero ese es un hecho incontrovertido, la
historia evidencia una y otra vez que la imaginación de los venezolanos solo
tuvo acogida para la ideología socialista o marxista como patrón político.
Luego de la pérdida del ideal monárquico y la filiación
al Imperio Español, no hubo en nuestro país modo de acomodar un ideario
conservador u oligarca, la referencia a godo o legalista o incluso los
movimientos políticos que aparecieron a la vera de los militares, ninguno
desarrolló más allá de unas confusas intenciones de diferenciarse de los
comunistas un pensamiento propio y de derecha.
Esto tiene una explicación, las ideas socialistas son
fáciles de entender y porque supuestamente buscan mejorar al hombre y su mundo,
en un plan para hacernos iguales, solidarios, en la búsqueda de la justicia
social, se hace casi imposible negar las bondades de la ideología, además se
parece tanto a las ideas del cristianismo primitivo que son fácilmente
asimilables por la población menos ilustrada.
No sucede lo mismo con las ideas de la derecha, son mucho
más abstractas y difíciles de explicar, se requiere de un poder de observación
más profundo, y en la práctica se necesita repetir en el tiempo sus usos para
llegar a ver las bondades en los resultados, por ejemplo, como la fuerza del
mercado autoregula la competencia y los precios sin necesidad de intervenciones
de una autoridad.
La izquierda, con sus dogmas de altruismo y colectivismo
garantizaban satisfacciones inmediatas en términos de felicidad y contento
personal, teniendo el bien del prójimo como prioridad hacía sentir a sus
seguidores superiores moralmente y de esta manera había tomado el sistema
educativo, las universidades, las expresiones de la alta cultura, las artes,
pero principalmente las humanidades estaban empapadas primero de un socialismo
utópico, luego del marxismo y posteriormente de sus derivaciones latinoamericanas
propiamente revolucionarias.
El pensamiento económico estaba “entubado” en el ideal keynesiano
de un estado necesario, benefactor, redistributivo de la riqueza, y de
gobiernos altamente intervencionistas, las tesis de pleno empleo, de seguridad
social universal, y de control de los mercados era el paradigma a seguir, las
teorías y planteamientos de la derecha, en boca de Adam Smith, Von Mises y de
Fredrich Hayek eran exóticas y accidentales, el libre mercado era apenas una
categoría que dependía de la visión del gobernante de turno, no eran la base
del intercambio económico de una nación.
Me atengo a la versión fundamental que expresa Noberto
Bobbio en que la gran diferencia entre la izquierda y la derecha es un asunto
de como manejamos el tema de la igualdad, el pensamiento único y la uniformidad
son para la izquierda un desiderátum, la igualdad es el norte de la sociedad,
el estado ideal de la humanidad es que nadie sea dueño de nada, que el estado
lo provea todo, para la derecha es todo lo contrario, las diferencias sociales
deben ser preservadas y son necesarias para la sobrevivencia de un país, el
individuo es el único dueño de su destino, en eso consiste la libertad, nadie
nace igual al otro, cada hombre y mujer tienen distintas capacidades y enfrenta
la vida con diferentes oportunidades y desventajas; en Venezuela la igualdad es
el sueño utópico de un pueblo esencialmente egoísta, lo que genera una gran contradicción
que solo producen inconsistencias y problemas.
Pienso que esencialmente los venezolanos nos dejamos
atrapar por el sueño socialista, una idea en principio bella pero que para
hacerla realidad hay que sacrificar la libertad, y por ello, siempre resulta un
desastre social de gran magnitud, esa es la experiencia histórica, y esa ha
sido la historia del socialismo en nuestro país, excepto por un desmesurado
desarrollo en muy poco tiempo, gracias a una economía rentista petrolera, el
resto de nuestra historia moderna ha sido un retroceso de nuestra calidad de
vida.
Sólo con López Contreras y con Isaías Medina Angarita,
Venezuela se asumió distinto al socialismo pero sin llegar a ser completamente
de derecha, tuvimos muy pocos políticos que no eran socialistas, Arturo Uslar
Pietri fue uno de ellos, era un conservador inmerso en un mundo socialista en
el cual apenas pudo convivir, de allí sus perennes choques con Rómulo
Betancourt y el partido AD, y con Rafael Caldera y COPEI, creo que Don Arturo
ha debido sentirse un político muy solo en medio de la marea roja que le tocó
vivir.
Todavía hay personas que no pueden ubicar la dictadura de
Pérez Jiménez en el espectro político, una parte dice que era de la derecha,
pero el nacionalismo que modeló su gobierno no fue suficiente para darle esa
credencial, su posición estatista y militarista lo sitúan más hacia el fascismo
de derechas y persiguió sin piedad a los partidos de la izquierda, de modo que
sí, en algunos aspectos tenía inclinaciones de derecha pero negando las
libertades fundamentales a los ciudadanos se autoexcluyó de esta facción
política.
La iglesia venezolana fue otro de los factores que jugó
un rol destacado en la polarización de la política hacia la izquierda, la
muerte de Pablo II y la renuncia de Ratzinger acabaron con la posibilidad de
una consolidación de una derecha en el Vaticano, pero por esas coincidencias históricas,
por una “sincronicidad” como le llamaría Carl Jung, el Papa Francisco trajo
consigo todos los malos resabios de una izquierda populista; la curia criolla
ya estaba en manos de afiebrados
teólogos de la liberación y creyeron que con el Teniente Coronel de paracaidista
como presidente del país, el futuro de la iglesia sería fulgurante, craso
error.
El primer intelectual y hombre de medios que empieza
hablar sobre una posición de derecha en todo su alcance, ideológico, histórico
y cotidiano fue el periodista Carlos Rangel (1929- 1988) quien con su aguda
mirada desnudaba para el público una realidad incómoda y que muchos trataban de
ocultar, en su opinión era obvio que muchas de nuestras libertades
fundamentales estaban condicionada por un estado gendarme y socialista, fue un
gran polemista y un brillante analista, por primera vez el gran público tenía
acceso a algunas nociones básicas de la filosofía de la derecha, sobre todo de
su maestro, el aclamado politólogo francés Jean François Ravel.
Otro periodista e historiador de valía fue Jorge
Olavarría (1933- 2005) quien expresó una contundente crítica a los distintos
gobiernos socialistas, pero era un hombre apasionado y durante su actuación
política tuvo serios problemas apoyando y peleándose con los partidos del establishment,
su principal error fue apoyar la candidatura de Chávez en 1998 pero luego
rectificó cuando ya el mal estaba hecho, pero su visión política tenía mucho
del pensamiento liberal clásico, Olavarría siempre significó para mí esa
derecha que en la práctica política nunca pudo conservar su identidad, cosa que
le sucedería posteriormente a María Corina Machado.
Del frente empresarial venezolano empezaron a surgir
disidencias que por primera vez argumentaron y se posicionaron hacia el
espectro ideológico de la derecha, se fundaron algunos tanques de pensamiento,
entre los que destaca CEDICE, Henrique Salas Römer incursiona en la política
con su partido Proyecto Venezuela con
un perfil más formal de derecha y una obra como gobernador de su estado que
hablaba muy bien de su estilo de gobierno, otros empresarios como Carlos
Cisneros Rendiles, Reinaldo Cervini, Marcel Granier, Nicomedes Zuloaga y
algunos banqueros de las élites regionales y capitalinas igualmente empiezan a
demarcarse de la izquierda decimonónica y a opinar sobre política desde el
punto de vista de las libertades económicas, esto tuvo su surgimiento entre los
80 y los 90 del pasado siglo, cuando se destacó el perfil académico del IESA,
una institución educativa superior privada, donde convivían tecnócratas de izquierda
y de derecha.
El empresariado venezolano se debatiría en una constante
lucha entre aquellos que necesitaban del estado para prevalecer y los que
pudieron hacerse independientes, prosperar en sus emprendimientos y mantener
unas buenas relaciones con el poder político, el estado había acumulado un
poder absoluto sobre la economía del país, no había manera de que una empresa
prosperara sin una buena relación con los gobiernos, libre empresa como tal, en
toda la extensión de la palabra nunca ha existido en nuestro país.
Y esto es importante que se diga, el empresariado empieza
también un giro de la izquierda hacia la derecha, de manera tímida y lenta para coincidir, en algunos
aspectos constitucionales sobre la defensa de libertades fundamentales para el
sector privado, fue una maniobra asumida solo por una minoría, para separarse
de la influencia del estado había que tener inversiones fuertes en el
extranjero, haber logrado un rango de multinacional que no todos tenían, los
que pudieron hacerlo le pagaban tributo al socialismo pero también construían
alternativas hacia la derecha, ya para ese momento (finales de siglo) era más
que obvio que el estado venezolano era un monstruo hipertrofiado, ineficiente y
muy costoso, una experiencia que no debía repetirse.
Pero vino Chávez y acabó con aquella recomposición
ideológica, justamente cuando se estaban dando las conexiones entre ONG´s,
empresa privada y políticos de derecha, lamentablemente la derecha en Venezuela
no logró concretarse en una red institucional de financiamiento, ideas y
partidos, cada una permanece por su lado, y es la razón por la que no hay juego
de equipo, no hay proyectos comunes.
En este somero cuadro que les he pintado vemos que
efectivamente la derecha en Venezuela tiene tiempo cultivándose, a pesar de las
condiciones adversas en su contra, lo que pasa es que no ha logrado establecer
los vínculos entre sus múltiples componentes que ya existen, y que esta
plántula sufre de una de las condiciones negativas de toda derecha incipiente,
el complejo originario.
Este complejo pretende para algunos activistas de la
derecha el exclusivo honor de ser originarios desde la cuna, el de ser parte los
verdaderos libertarios, y por ello desprecian a aquellos que vienen de la
izquierda, que por alguna razón están desencantados con esa ideología y anda
tras algo diferente, es el caso de la gran mayoría de los venezolanos, no todos
tuvieron la oportunidad de estudiar y comprender el basamento filosófico del
pensamiento conservador, o las tesis neoliberales o las del estado mínimo, o
los principios de libertad, propiedad y responsabilidad que es la tríada que
soportan a una sociedad libre.
Hay un proceso educativo que no puede ser obviado, hay
que formar a la gente en las ideas de la derecha, demostrarles porqué son
mejores que las del socialismo, explicarles las consecuencias lógicas de sus
procesos y la historia de su desarrollo, muy pocas personas e instituciones se
han ocupado de esta labor.
Pero es allí justamente que la derecha debe labrar, es la
tierra rica en oportunidades para hacer de las organizaciones políticas de la
derecha bastiones de resistencia y bases para la futura prosperidad de una
Venezuela libre y democrática, la derecha se construye, hay que trabajarla, en ese sentido María
Corina Machado es buen ejemplo, una líder que ha cometido errores, que se ha
levantado cuando ha caído, que ha aprendido la lección de mirarse en falsos
espejos, es mucho más valiosa la experiencia de su lucha política que de
aquellos fanáticos que se creen las únicas almas puras de la derecha, que no
comprenden del todo de que se trata el juego político de la derecha en
democracia, y que jamás podrán crecer más allá de sus tribus de “sking heads”.
Sí hay unos
extremistas incendiarios de derecha que no quieren saber nada del socialismo,
pero sus organizaciones son apenas incipientes, hay líderes de la derecha que están
siendo perseguidos y están envueltos en injustos procesos judiciales, por lo
que sus perfiles son bajos y sus organizaciones tienen mucho más vida fuera del
país.
En Venezuela hay una derecha en construcción, su
desarrollo ha tenido sus problemas, pero los elementos están allí, existe un
ecosistema liberal clásico a la espera de ser organizado y conducido hacia un
proyecto de país que nos lance definitivamente hacia la prosperidad y la paz,
la izquierda en Venezuela ya dio lo que tenía que dar, ahora llegó el tiempo de
levantar ese frente de la derecha que necesita inspiración, dirección y mucha
gente convencida de que nos llegó la hora de andar por nuestros propios medios. -
saulgodoy@gmail.com
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