Ellington siempre tuvo un prurito en llamar a su música
Jazz pues creía que el término venía cargado con significados denigratorios,
prefería el de “música negra” para de esta manera incluir otros géneros que no
fueran específicos al jazz como la música religiosa, baladas, e incluso
sinfonías, estaba seguro que la raza negra era suficientemente dotada para
acceder a casi todos los géneros y hacerlo con maestría, asunto que demostró
suficientemente, pero si tenía una manera particular de ver el problema negro
en su país y muchas veces fue mal entendido, lo que le trajo no pocos
problemas.
Ya explicamos en la primera parte como Ellington creció y
se formó en un ambiente atípico al resto de las comunidades negras en USA, el
no creía que el racismo existía hasta que salió de Washington y se dio cuenta
de la realidad, pero aun así minimizaba aquella diferencia de clases, entre
otras cosas porque en su medio, la mezcla de razas era permitido, su público
era en una buena parte blanco y con los que tuvo excelente relaciones que entre
otras cosas le permitieron un rápido avance en su carrera.
Pero el motivo de las diferencias raciales lo marcaron de
muchas maneras, las asociaciones que defendían los derechos de los negros
(entre ellos la poderosa NAACP) se sentía incómoda con Ellington, la prensa de
color lo criticaba por su posición cómoda ante la segregación racial, aquello
de tocar conciertos solo para audiencias blancas no lo soportaban, pero es que
la música de su orquesta era irresistible y no pocas veces le sacaban en cara
su primer tour por el sur de los EEUU, que hizo en 1933, luego de su exitosa
gira por Inglaterra, su productor para evitarle malos ratos le preparó el tour
prácticamente aislándolo del mundo, contrató dos enormes autobuses Pullman y
los convirtió, uno en dormitorios para la banda y el otro en restaurant para
que viajaran sin problemas, los conciertos los planificó de manera que primero
tocaban para las audiencias blancas, y tarde en la noche para los negros.
Pero el tema racial lo atormentaba, y en varias de sus
obras lo aborda, como en su compleja pieza a la que ya nos hemos referido, Black, Brown and Beige, que fue uno de
sus rotundos fracasos y con la que la crítica se ensañó sin piedad, una puesta
en escena que fue publicitada como la verdadera visión del problema negro en
USA, un musical lleno de dramatismo y de mensajes que no terminaban de cuajar
en posturas firmes y que aburrieron a la audiencia, con declaraciones y
lecturas de textos supuestamente revolucionarios para el momento, fue estrenado
en el Carnegie Hall y tenía entre sus invitados a figuras como Eleanor
Roosevelt, Leopold Stokowski, Count Basie, y Frank Sinatra.
Para aquellos que lo acusaban de una posición suave y no
militante les decía “tienen que escuchar mi música… lo que no puedo decir en
palabras lo digo con la música”, el radicalismo negro esperaba mucho más de él.
Aquellos años de la primera mitad del siglo XX fueron
irrepetibles para las orquestas grandes, poco a poco la situación se fue
deteriorando y los gustos cambiando, la migración de la gente a los suburbios
alejó al público de los locales en los centros de la ciudad, la industria del
entretenimiento había cambiado, Ellington se las vio difícil para mantener a su
orquesta viva, muchas veces financiándola de los royalties que recibía por sus
composiciones, que era algo que nunca paraba, Duke componía sin pausa y por primera vez necesitaba de las
presentaciones en vivo y tuvo que viajar más frecuentemente, su orquesta fue de
las últimas en sobrevivir y cuando todo parecía indicar que sus días estaban
contados, ocurrió el milagro.
Fue contratado para aparecer en el Festival de Jazz de
Newport en Rhode Islad, en 1956, y estaban tocando para lo que parecía otro
concierto más de la banda, interpretaban dos piezas que habían unido en una y
le tocaba el solo a saxofonista Paul Gonsalves cuando de pronto la gente del
público se levantó de sus asientos y empezó a bailar, Duke y la orquesta
alentados por la respuesta le pusieron el alma a lo que quedaba de concierto y
fue tal el éxito de la presentación que apareció la foto de Duke en la revista Time con un artículo declarando
memorable aquel concierto, esa grabación fue el disco de Ellington con más
ventas en toda su carrera.
A partir de ese momento hay resurgimiento de la orquesta
de Duke, no hay artista famoso que no quiera grabar con ella y las
presentaciones se multiplican, hasta el Departamento de Estado lo nombra
embajador de buena voluntad para sus programas de intercambios culturales, pero
la biología no perdona y muchos de los integrantes originales de la orquesta o
han fallecido o buscaron su propio camino, la historia le reconocerá el haber
sido uno de los líderes de orquesta con mayor grado de fidelidad por parte de
sus músicos.
En cuanto al estilo de Duke, el investigador y musicólogo
de la Universidad de Kentucky Eric S. Strother, nos dice en su trabajo El Desarrollo del Estilo de Composición de
Duke Ellington (2001):
Hay
cuatro estilos diferenciados atribuidos a la orquesta de Ellington a través de
su carrera. El estilo “jungle”
caracterizado por los expresivos sonidos de las trompetas y trombones, evocando
la imagen de voces de la jungla en la noche; el estilo “mood” que es más reposado y triste indicativo del sentimiento
original del blues. El “concerto”
referido a un grupo de pequeños conciertos para diferentes solistas de su
orquesta; el estilo “standard” en el
que incluye todo el repertorio jazzístico empaquetado en colores y timbres
típicos de su orquesta, su estilo composicional se centraba en su actitud hacia
la música y el ritmo, la contribución de sus solistas y su facilidad en tocar
los teclados…en cuanto a la forma y el ritmo estuvo influenciado por las
tempranas formas de la música negra americana, como el blues y el ragtime, así
como la música popular de los blancos creada en el Tin Pan Alley. Las convenciones melódicas del blues y los ritmos
del temprano ragtime siempre estuvieron
presentes durante toda la carrera de Ellington.
Billy Strayhorn quien
contribuyó en los arreglos y la composición de Ellington en sus años de maduréz
dice algo muy interesante en como percibía Duke a los miembros de su orquesta,
Strayhorn explica al respecto:
Cada
miembro de su banda era para él un tono de color y un tipo de emoción, lo que
él mezclaba con otro diferente para producir una tercera cosa, que para mí era
lo que yo llamo el efecto Ellington. Algunas veces este efecto sucedía en el
papel y frecuentemente arriba en el escenario. Muchas veces lo ví cambiando
partes en el medio de una interpretación porque el músico y su espíritu no
estaban en el mismo sentimiento.
El historiador de la música Gunther Schuller
en su obra Early Jazz: Its origins and
development, apunta a que una de las notas distintivas de la orquestación
de Duke era la estricta separación que hacía de los instrumentos de metal de
las maderas en la sección de los vientos, no los mezclaba, los ponía a jugar en
contra de ellos, unos respondían y los otros contestaban, se hacían seguidillas
pero nunca contrapuntos.
Sus papeles, correspondencia
y el grueso de su obra permanecen en el
Smithonian Institute donde los investigadores acuden para estudiar su obra
que suman más de mil composiciones diferentes, una buena parte de ellas no son
obras definitivas pues en subsiguientes trabajos Ellington las recompone
añadiendo nuevas partes, Duke trabajó en sus partituras hasta el último día de
su vida, tenía un pequeño piano eléctrico cerca de su cama en el hospital donde
seguía trabajando hasta que pudo.
Murió el 24 de mayo de 1974
de neumonía y cáncer en los pulmones, recuerdo que yo estaba estudiando en
Michigan cuando me enteré por las noticias y pude ver por televisión los
honores que le rindieron sus amigos en New York en la Catedral de St. John El
Divino, entre otros estuvieron presentes Count Basie y Ella Fitzgerald.
El grado de sofisticación y
maestría que le imprimió Duke al jazz es sin duda alguna la razón por la que el
género ha llegado a alcanzar la importancia que hoy tiene, y termino esta breve
reseña con una invitación a mis lectores, a que exploren ese inmenso legado que
este maestro de la música nos dejó.
- saulgodoy@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario