viernes, 14 de mayo de 2021

Duke Ellington y el Jazz (2da. Parte y última)

 



Ellington siempre tuvo un prurito en llamar a su música Jazz pues creía que el término venía cargado con significados denigratorios, prefería el de “música negra” para de esta manera incluir otros géneros que no fueran específicos al jazz como la música religiosa, baladas, e incluso sinfonías, estaba seguro que la raza negra era suficientemente dotada para acceder a casi todos los géneros y hacerlo con maestría, asunto que demostró suficientemente, pero si tenía una manera particular de ver el problema negro en su país y muchas veces fue mal entendido, lo que le trajo no pocos problemas.

Ya explicamos en la primera parte como Ellington creció y se formó en un ambiente atípico al resto de las comunidades negras en USA, el no creía que el racismo existía hasta que salió de Washington y se dio cuenta de la realidad, pero aun así minimizaba aquella diferencia de clases, entre otras cosas porque en su medio, la mezcla de razas era permitido, su público era en una buena parte blanco y con los que tuvo excelente relaciones que entre otras cosas le permitieron un rápido avance en su carrera.

Pero el motivo de las diferencias raciales lo marcaron de muchas maneras, las asociaciones que defendían los derechos de los negros (entre ellos la poderosa NAACP) se sentía incómoda con Ellington, la prensa de color lo criticaba por su posición cómoda ante la segregación racial, aquello de tocar conciertos solo para audiencias blancas no lo soportaban, pero es que la música de su orquesta era irresistible y no pocas veces le sacaban en cara su primer tour por el sur de los EEUU, que hizo en 1933, luego de su exitosa gira por Inglaterra, su productor para evitarle malos ratos le preparó el tour prácticamente aislándolo del mundo, contrató dos enormes autobuses Pullman y los convirtió, uno en dormitorios para la banda y el otro en restaurant para que viajaran sin problemas, los conciertos los planificó de manera que primero tocaban para las audiencias blancas, y tarde en la noche para los negros.

Pero el tema racial lo atormentaba, y en varias de sus obras lo aborda, como en su compleja pieza a la que ya nos hemos referido, Black, Brown and Beige, que fue uno de sus rotundos fracasos y con la que la crítica se ensañó sin piedad, una puesta en escena que fue publicitada como la verdadera visión del problema negro en USA, un musical lleno de dramatismo y de mensajes que no terminaban de cuajar en posturas firmes y que aburrieron a la audiencia, con declaraciones y lecturas de textos supuestamente revolucionarios para el momento, fue estrenado en el Carnegie Hall y tenía entre sus invitados a figuras como Eleanor Roosevelt, Leopold Stokowski, Count Basie, y Frank Sinatra.

Para aquellos que lo acusaban de una posición suave y no militante les decía “tienen que escuchar mi música… lo que no puedo decir en palabras lo digo con la música”, el radicalismo negro esperaba mucho más de él.

Aquellos años de la primera mitad del siglo XX fueron irrepetibles para las orquestas grandes, poco a poco la situación se fue deteriorando y los gustos cambiando, la migración de la gente a los suburbios alejó al público de los locales en los centros de la ciudad, la industria del entretenimiento había cambiado, Ellington se las vio difícil para mantener a su orquesta viva, muchas veces financiándola de los royalties que recibía por sus composiciones, que era algo que nunca paraba, Duke componía sin pausa y  por primera vez necesitaba de las presentaciones en vivo y tuvo que viajar más frecuentemente, su orquesta fue de las últimas en sobrevivir y cuando todo parecía indicar que sus días estaban contados, ocurrió el milagro.

Fue contratado para aparecer en el Festival de Jazz de Newport en Rhode Islad, en 1956, y estaban tocando para lo que parecía otro concierto más de la banda, interpretaban dos piezas que habían unido en una y le tocaba el solo a saxofonista Paul Gonsalves cuando de pronto la gente del público se levantó de sus asientos y empezó a bailar, Duke y la orquesta alentados por la respuesta le pusieron el alma a lo que quedaba de concierto y fue tal el éxito de la presentación que apareció la foto de Duke en la revista Time con un artículo declarando memorable aquel concierto, esa grabación fue el disco de Ellington con más ventas en toda su carrera.

A partir de ese momento hay resurgimiento de la orquesta de Duke, no hay artista famoso que no quiera grabar con ella y las presentaciones se multiplican, hasta el Departamento de Estado lo nombra embajador de buena voluntad para sus programas de intercambios culturales, pero la biología no perdona y muchos de los integrantes originales de la orquesta o han fallecido o buscaron su propio camino, la historia le reconocerá el haber sido uno de los líderes de orquesta con mayor grado de fidelidad por parte de sus músicos.

En cuanto al estilo de Duke, el investigador y musicólogo de la Universidad de Kentucky Eric S. Strother, nos dice en su trabajo El Desarrollo del Estilo de Composición de Duke Ellington (2001):

 

Hay cuatro estilos diferenciados atribuidos a la orquesta de Ellington a través de su carrera. El estilo “jungle” caracterizado por los expresivos sonidos de las trompetas y trombones, evocando la imagen de voces de la jungla en la noche; el estilo “mood” que es más reposado y triste indicativo del sentimiento original del blues. El “concerto” referido a un grupo de pequeños conciertos para diferentes solistas de su orquesta; el estilo “standard” en el que incluye todo el repertorio jazzístico empaquetado en colores y timbres típicos de su orquesta, su estilo composicional se centraba en su actitud hacia la música y el ritmo, la contribución de sus solistas y su facilidad en tocar los teclados…en cuanto a la forma y el ritmo estuvo influenciado por las tempranas formas de la música negra americana, como el blues y el ragtime, así como la música popular de los blancos creada en el Tin Pan Alley. Las convenciones melódicas del blues y los ritmos del temprano ragtime  siempre estuvieron presentes durante toda la carrera de Ellington.

 

Billy Strayhorn quien contribuyó en los arreglos y la composición de Ellington en sus años de maduréz dice algo muy interesante en como percibía Duke a los miembros de su orquesta, Strayhorn explica al respecto:

 

Cada miembro de su banda era para él un tono de color y un tipo de emoción, lo que él mezclaba con otro diferente para producir una tercera cosa, que para mí era lo que yo llamo el efecto Ellington. Algunas veces este efecto sucedía en el papel y frecuentemente arriba en el escenario. Muchas veces lo ví cambiando partes en el medio de una interpretación porque el músico y su espíritu no estaban en el mismo sentimiento.

 

 El historiador de la música Gunther Schuller en su obra Early Jazz: Its origins and development, apunta a que una de las notas distintivas de la orquestación de Duke era la estricta separación que hacía de los instrumentos de metal de las maderas en la sección de los vientos, no los mezclaba, los ponía a jugar en contra de ellos, unos respondían y los otros contestaban, se hacían seguidillas pero nunca contrapuntos.

Sus papeles, correspondencia y el grueso de su obra permanecen en el Smithonian Institute donde los investigadores acuden para estudiar su obra que suman más de mil composiciones diferentes, una buena parte de ellas no son obras definitivas pues en subsiguientes trabajos Ellington las recompone añadiendo nuevas partes, Duke trabajó en sus partituras hasta el último día de su vida, tenía un pequeño piano eléctrico cerca de su cama en el hospital donde seguía trabajando hasta que pudo.

Murió el 24 de mayo de 1974 de neumonía y cáncer en los pulmones, recuerdo que yo estaba estudiando en Michigan cuando me enteré por las noticias y pude ver por televisión los honores que le rindieron sus amigos en New York en la Catedral de St. John El Divino, entre otros estuvieron presentes Count Basie y Ella Fitzgerald.

El grado de sofisticación y maestría que le imprimió Duke al jazz es sin duda alguna la razón por la que el género ha llegado a alcanzar la importancia que hoy tiene, y termino esta breve reseña con una invitación a mis lectores, a que exploren ese inmenso legado que este maestro de la música nos dejó.   -    saulgodoy@gmail.com

 

 

 

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