Si alguien le causa
daño en los negocios o en la vida, ¿Debería usted negociar con ellos o
ignorarlos e ir directamente a la guerra o una litigación? Esta es una interrogante
muy estratégica y uno de los asuntos más conflictivos en cualquier negociación.
Si usted intenta hacer un trato con su oponente, usted está legitimando su
autoridad y posición. Por ejemplo, si un gobierno negocia con terroristas,
entonces está efectivamente diciendo que tienen un punto, y que sería
conveniente hablarles para ver si se puede llegar a algún tipo de arreglo mutuo.
De una manera, esto pudiera ser visto como una forma de premio a su mal
comportamiento. De modo, ¿Debería usted resolver alguno o todos sus conflictos
por medio de la negociación en vez de pelearlo? La respuesta depende de
diferentes factores, pero usted debería tener una inclinación hacia la
negociación donde y cuando sea posible. De esta manera usted incrementará las
posibilidades de poder obtener más si lo hace.
Robert Mnookin,
director del Harvard Negotiation Research Project y director del Programa de
Negociación de la Escuela de Derecho de Harvard, de su libro, Negociando con el Diablo (2010).
La palabra negociar nos tomó a los venezolanos
desprevenidos, nos es que no supiéramos negociar, como la gran mayoría de
nuestros congéneres en otras partes del mundo, nos la pasamos negociando los
términos de nuestra sobrevivencia, es algo que hacemos cotidianamente y hasta
la muerte, sólo que la naturaleza y los términos de las negociaciones varían
grandemente dependiendo de los asuntos que trate y de las partes involucradas.
Todos hemos negociado con nuestras esposas e hijos, con
nuestros jefes y compañeros de trabajo, con las autoridades en la calle, con
las instituciones, si somos comerciantes sabemos lo que es negociar en el
mercado, con clientes con los más variados intereses, los abogados se la pasan
negociando con las partes, con los jueces, con los jurados y los fiscales, todo
el mundo negocia algo en algún momento, y en principio me atrevería a decir que
casi todo es negociable, no pasa un día en que no negociemos algo con alguien,
por supuesto, esto es una exageración, hay cosas que no son negociable como
serían nuestros principios y creencias, ciertos sentimientos, algunas memorias,
y la mayoría de nosotros pasamos por esta vida sin negociar un acuerdo de paz,
un tratado limítrofe o un presupuesto nacional.
Como podemos entender hay ciertas escalas en las
negociaciones, algunas llegan a ser muy complejas y requieren expertos, otras
son muy grandes y necesitan de grupos de negociación, unas competen a las
personas individualmente, otras a colectivos mayores donde pueden incluir
naciones, regiones enteras y algunos casos al mundo.
Las negociaciones usualmente buscan resolver conflictos,
reclamos, precios, repartos, toda aquella situación entre dos o más personas
que necesiten limar diferencias, remover obstáculos o transar en
responsabilidades para llegar a un acuerdo, necesitan de la negociación, cuyo
objetivo es que se resuelvan los problemas, que se avance en una situación o se
despejen dudas, las negociaciones bien logradas aclaran el panorama, dan
seguridad en las relaciones y permiten construir relaciones, lo que conlleva a
la paz, a la productividad, a las reparaciones, a la armonía.
El corazón de toda negociación está en la voluntad de las
partes de respetar los acuerdos logrados, si alguien va a una negociación sin
el ánimo de transar, de acomodar sus posiciones de modo que la otra parte pueda
compartir unas resultas, en lo posible favorable para ambas, la negociación se
torna inútil, por ello es que hay todo un proceso anterior a la negociación en
donde las partes se reconocen como negociantes, se estipulan ciertas reglas, se
esbozan sus expectativas, se presentan los intereses en juego, posibles
sacrificios a asumir y ventajas a lograr.
Las negociaciones pueden ser arbitradas o no, dependiendo
del grado de conflicto o de las metas que se quieren alcanzar, algunas
negociaciones necesitan de terceros que no sólo garanticen la pulcritud y
claridad del proceso, sino que puedan exigir el cumplimiento de los acuerdos.
Como podemos reconocer en esta brevísima entrada, la
negociación ha alcanzado un alto grado de sofisticación y especialización,
existen toneladas de libros que desarrollan el tema, hay escuelas, tendencias,
sistemas, estrategias diferentes que abordan esta actividad, pero de todos sus
elementos constitutivos hay uno que en lo personal valoro en extremo por
considerarlo esencial, y es la claridad en el lenguaje, y esto es así porque en
esencia, negociar es dialogar.
Y en este sentido es importante estar absolutamente
seguro de que las partes acuden a una negociación y no a una trampa o un engaño,
que ocurre a menudo, hay personas, instituciones o intereses que se sientan en
una mesa de negociación con la sola intención de imponer al otro sus
condiciones de manera unilateral, o que necesitan la negociación para ocultar
sus verdaderas intenciones, utilizarla como distracción, para ganar tiempo o para
sacarle al otro información vital, para hacer un show mediático, ganar adeptos
o modificar su imagen.
Hay personas que llaman “negociación” a otros procesos
muy distintos como serían el montaje de una operación propagandística de
acuerdos ya logrados, o de mandatos unilaterales que quieren hacerse pasar como
acordados en el momento, o de disfrazar una situación para hacer creer que
cambia cuando en realidad permanece igual, o transformarla en otra cosa que no
es lo acordado utilizándola negociación como excusa; la negociación puede ser
falsa, es decir, las partes se han puesto de acuerdo anteriormente pero
necesitan la negociación para legitimar la decisión y la usan para engañar a
sus representados o interesados.
Y aquí caemos en uno de los problemas fundamentales de la
negociación, sobre todo en los procesos políticos, una de las partes dice
representar a un grupo pero en realidad está maniobrando en su contra, o
marcando unas condiciones que no tienen que ver con los intereses de sus
representados, o está controlado por la contraparte para que acuerde sus
intereses, a medida que el universo de representantes se hace más grande y
anónimo, menos control hay sobre sus actuaciones.
Quienes acuden a una negociación deberían ser personas
capaces y responsables tanto en el conocimiento del tema a tratar, como de las
condiciones que debe defender y aquellos temas donde puede ceder, no basta con
ser político, que aparentemente es una denominación que da carta blanca a la
persona designada, para que haga lo que le venga en gana en una mesa de
negociación, en la creencia que lo que es bueno para él o ella, es bueno para
sus representados; quien se sienta en una mesa de negociación debe y tiene que
responder por los resultados, entendiendo que una negociación puede aumentar
las diferencias en pugna o crear un nuevo conflicto, o puede no llegar a
soluciones satisfactorias para las partes.
Dicho esto, quiero analizar con ustedes lo que significa
“negociar” con el gobierno socialista bolivariano el retorno del país a la
senda democrática, lo que significaría unas elecciones libres, con un CNE
confiable e independiente como lo exige nuestra constitución para que sea el
pueblo soberano quien con su voto, exprese su voluntad sobre quienes son las
personas que van a gobernar el país, y que esta decisión sea plenamente
respetada por todos.
Este ánimo de negociar nace de la idea que en democracia
la mejor salida, pacífica y consensuada, obligatoriamente pasa por el acto
electoral ya que es el único que imprime legitimidad a un gobierno, es la
solución más civilizada y menos traumática, sin violencia y apegado al estado
de derecho.
Por supuesto, optar por la vía electoral implica permitir
que todos los partidos políticos y otras organizaciones civiles concursen,
presentando candidatos a los distintos puestos de elección popular, incluyendo
el del próximo Presidente de la República, y para que esto suceda deben
concurrir una serie de eventos, entre ellos, una depuración y puesta al día del
Registro Electoral, que incluye la posibilidad de que todos los venezolanos,
incluyendo los que se encuentran en el exterior, puedan votar; que no existan
presos políticos; que se restituya la plena libertad de expresión; que el CNE
garantice la imparcialidad y la equidad durante la campaña electoral, que las
FFAA no intervengan en ninguna fase del proceso que debe ser enteramente civil,
que contemos con una observación internacional equilibrada, que el conteo de
los votos sea manual y no electrónico.
Para mi entender, negociar estos puntos que están en la
Constitución y son ley de la República, es un poco absurdo, significaría, como
de hecho es así, que el régimen de Maduro, el socialismo bolivariano, no es
democrático, lo cual lo demuestran los hechos, por lo que partimos en nuestra
agenda negociadora con una contradicción de fondo, estamos negociando algo que
la contraparte no puede brindarnos ya que significaría no solo su final
político, sino de hecho, su final existencial, tendría que dejar de existir
para que se reinstaure la democracia en Venezuela.
Esto es así porque se trata de un supuesto gobierno
revolucionario, militarista, socialista, autoritario, de un pensamiento único,
de un partido único, con una serie de crímenes de lesa majestad y de
violaciones masivas de DDHH a cuestas, de protagonizar graves etnocidios y la
migración forzada de una parte importante de sus habitantes para convertirlos
en refugiados, se trata de una organización acusada internacionalmente de
corrupción y narcotráfico, con órdenes de arresto en contra de sus jefes y
recompensas por sus capturas.
¿Cómo se puede
negociar retornar a la democracia con quien la ha destruido? Probablemente si
hubiera un acto de contrición por parte de sus ejecutores, si estuviera
enviando señales de querer cambiar su situación y resarcirle al país los muchos
daños causados por sus acciones, quizás pudiera explorarse la posibilidad de
negociación, pero sería bajo otros términos, no contando con ellos como
protagonistas políticos de una vuelta a la democracia, en la que ellos saben,
estarían irremediablemente perdidos, porque simplemente, no son demócratas.
Yo veo claramente a un grupo de fascistas de izquierda
enquistados en el poder absoluto, haciendo lo que les viene en gana sin ningún
tipo de control excepto el de las sanciones internacionales que los tienen
sometidos a una incómoda inmovilidad, por lo que no han podido disfrutar de
manera libre de sus riquezas mal habidas y han tenido que atrincherarse en el
país, pero la crisis económica mundial y la situación sanitaria global los ha
afectado por igual, y los está llevando a no poder sostenerse más con la
fachada de que son gobierno, porque simplemente no gobiernan, y no pueden
gobernar porque prácticamente se han quedado sin dinero.
Y esto es un hecho que puede ser constatado en la
realidad cotidiana, el estado venezolano se va reduciendo de manera acelerada,
los presupuestos municipales y estadales son inexistentes, no hay fondos para
actividades tan básicas como la educación y la salud, no hay combustible, el
sector agroindustrial está en bancarrota, la industria está desapareciendo, los
apagones eléctricos son cada vez más frecuentes a nivel nacional, el país se
encuentra aislado, las telecomunicaciones son precarias, ni siquiera el
ejército puede ganarle a las bandas armadas que pululan en el territorio
nacional sin control porque ya no hay militares, lo que hay son políticos
disfrazados.
La poca vida económica que existe la provee el sector
privado y los ciudadanos vía remesas que les llegan del exterior, el gobierno
apenas dispone de lo que le entra por sus actividades ilegales, la producción
de dinero inorgánico y las ayudas humanitarias, hay un desespero entre los
chavistas pues saben que la situación se hace insoportable, y que llegará el momento
en que esa fina hilacha que los ata al gobierno se romperá.
Bajo estas circunstancias ellos sí están interesados en
negociar, pero no en el marco absurdo de está planteado de negociar una
restitución democrática en la que ellos serían los principales perdedores, aún
con la promesa de perdones y amnistía, de que les levanten las sanciones y les
revoquen las alertas rojas que tienen en el mundo, no, a ellos les interesa
negociar porque saben que nadie moverá un dedo por el país, no en este momento,
por lo que las negociaciones son un respiro si logran llevarlas como hasta
ahora lo han hecho, el chavismo estaría dispuesto a aceptar compartir el poder
con algunos opositores, con “sus opositores”, a los que les ordenan dar la
patica y la dan, les ordenan revolcarse y lo hacen con vigor, o que se hagan
los muertos y son mejores que cualquier zombi.
Tienen más de una década negociando de distintas maneras,
con diferentes árbitros, en distintos escenarios y circunstancias y han sido
siempre los triunfadores de estos torneos, se retiran, le dan una patada a la
mesa, logran algunos acuerdos que no cumplen, cumplen algunas promesas a
medias, rompen compromisos, liberan algunos presos, reciben algunos artistas de
Hollywood, se toman la foto con sus mediadores internacionales, empujan a
alguien de un piso décimo, le caen a balazos a algún renegado, le nombran
“protectores” a los opositores que se creen independientes, los invitan a
reuniones secretas, publican las fotos y las grabaciones de la reunión secreta,
allanan una morada de algún incauto, cierran un periódico y así van, “un pasito pa´lante y otro pa´tras”.
Pero lo más patético son los discursos, las diferentes cancillerías
del mundo apoyando de manera unánime los esfuerzos por un retorno a la
democracia, aupando a los líderes de la oposición que no representan a nadie, los
demócratas de corazón pidiéndole a la gente para que vaya y vote porque eso es
lo que hace un demócrata, dándole cuerdas a una “porfiao” que siempre repite
los mismos movimientos, se dobla con el viento y vuelve a estar listo para el
próximo desafío, sonriente, como si nada hubiese ocurrido.
Las potencias mundiales tienen otros temas y asuntos en
agenda que la arruinada y desastrosa Venezuela, pero como no pueden ignorarla
pues es el globo de ensayo del Nuevo Orden para el mundo del siglo XXI,
epicentro de la desestabilización en las Américas y ejemplo de todo lo malo que
puede suceder sino se entra en el redil de algún mastodonte regional, prefieren
la solución a largo plazo, a muy largo plazo, que es pedirle a la oposición que
se siente a negociar una salida democrática con el menos indicado para
proveerla, y al pueblo de Venezuela a elegir a quienes son incapaces de
gobernarla.
De esta manera tendremos a los políticos de siempre,
probando suerte en algún cargo público junto al chavismo, serán maltratados,
humillados y escarnecidos, les harán imposible que gobiernen pero ellos preservarán,
lo importante es mantener la llama de los partidos vivas, conservar los
espacios políticos hasta que vengan mejores tiempos, quizás dentro de veinte o
treinta años… o hasta que la estructura colapse, y el país se desintegre, luego
se verá qué hacer con las ruinas.
De acuerdo a la fórmula del Sr. Mnookin, lo que nos queda
es pelear. - saulgodoy@gmail.com
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