martes, 20 de julio de 2021

Cuba




¿Y qué decir de la estupidez de la idolización del héroe? Es el fundamento de todos los gobiernos totalitarios. Ninguna nación, ni siquiera los alemanes, experimentan amor por la tiranía y la opresión. Pero cuando la estupidez del instinto gregario infecta la política, cuando la locura del masoquismo nacional se generaliza, surgen los Hitler, los Mussolini y los Stalin. Y quien crea que esto último constituye una simplificación excesiva del problema, que lea unas pocas páginas de Mein Kampf, que estudie los discursos de Mussolini o las declaraciones de Stalin. No hay una sola línea que sea aceptable para la inteligencia o el cerebro normal. La mayoría de los conceptos son tan absurda tontería, que incluso un niño de diez años podría advertir la falsa lógica y la absoluta vaciedad.


Paul Tabori, Historia de la estupidez humana, 1959



Karl Popper en su obra La Sociedad Abierta y sus Enemigos (1948) establece la diferencia entre una sociedad cerrada, primitiva, sujeta al mandato de fuerzas mágicas, una sociedad tribal basada en tabús y tradiciones colectivas, al mando de jefes que deciden lo que los demás deben hacer, y una sociedad abierta, donde cada individuo se hace responsable de sí mismo, toma sus propias decisiones, donde la política consiste en constantes críticas y revisiones, lo que la hace inestable en apariencia, pues todas las decisiones están sujetas a mejoras, los jefes son llamados a brindar explicaciones sobre sus actos y, si no resultaren en sus tareas, son reemplazados.

Producto de una revolución (1959), Cuba decidió convertirse en una sociedad cerrada, bajo la ideología marxista se instaló un régimen comunista, es decir, todas las decisiones importantes eran tomadas por un partido político y todos los ciudadanos tenían que alienar sus voluntades a tales mandatos, y el líder de la revolución, el Comandante Fidel Castro, se convirtió en el dictador de por vida.

Para explicar cómo se dio este importante cambio en la vida de los cubanos, el gobierno comunista recurre a argumentos historicistas, argumentos que Popper analiza a profundidad en su libro, y que explica como un argumento falaz, que pretende reducir la vida del hombre a un determinismo de las fuerzas de la historia, es decir, lo transforma en una simple pieza de una gigantesca maquinaria, que no se puede controlar pero sí predecir sus movimientos.

Bajo esta argumentación, los cubanos, como personas, no tienen posibilidad de afectar los acontecimientos que ya vienen marcados, y por ello, al no tener responsabilidad sobre lo que va a ocurrir, tampoco son libres, son sólo peones del destino histórico que, gracias al marxismo, una ideología que pretende explicar las leyes que rigen los cambios históricos, tiene señalada la ruta segura que los llevará a la utopía roja rojita, a un mundo donde todos somos iguales, felices, solidarios, donde nadie pasará trabajo ni necesidad, gracias a la dictadura del proletariado que, finalmente, también desaparecerá, pues el hombre nació para convivir en paz y armonía, sin gobierno y sin temor a Dios.

Luego de sesenta años de dictadura comunista, pareciera que la isla se encuentra en el mismo sitio donde empezó, a fuerza de consignas y promesas y, para los más rebeldes, a fuerza de palos, torturas y paredones; pero el pueblo sigue viviendo en la más absoluta carestía, hambriento, sin oportunidades, sin futuro.

Durante esas seis décadas, ninguna de las promesas del dictador se cumplieron, el pueblo parece estar en peores circunstancias que cuando empezó, mientras los miembros del partido comunista cubano han prosperado, viven bien, nada les falta y pretenden seguir de esta manera, exportando una revolución que no ha servido nunca para nada, de espaldas al mundo y con muy pocos amigos; aunque, gracias a los negocios logrados por los camaradas del partido, hay muchos intereses, mucho dinero en inversiones, intereses que necesitan que las cosas continúen sin cambiar, con el pueblo comiéndose un cable y los pillos del partido viajando por el mundo como potentados.

Los comunistas siempre han creído que al hombre es posible reeducarlo, manejarlo como si fuera una figurilla de plastilina y darle la forma que quieren, no digamos nada de que piense o sienta, según sus cuentas, todo ser humano es programable, con el suficiente tiempo y perseverancia se puede lograr que olviden que nacieron libres, que tienen una vida y una voluntad que no conoce otro dueño sino cada uno de nosotros… quieren que olvidemos que tenemos voluntad, que somos únicos y que nacimos para andar con nuestros propios pies.

Y esta vez digo “nosotros” porque mi país, Venezuela, un país vecino a la hermosa isla de Cuba, está colonizada por el marxismo comunista de esa revolución cubana, por medio del socialismo, al punto que vivimos una supuesta revolución socialista bolivariana, hija dilecta de esa idea loca, sin fundamento, cruel y absurda, de que los pueblos necesitamos de libertadores, que sus armas y gobiernos revolucionarios nos defenderán del Imperio norteamericano y que, si rendimos nuestras vidas, los dejamos disponer de nuestros países y hacer lo que les venga en gana con nuestras poblaciones, tendremos la oportunidad de ser países desarrollados, de primer orden y llenos de felicidad.

Pues los venezolanos tenemos ya veinte años y dele con esos revolucionarios dirigiendo el estado en nuestro nombre, liberándonos de nuestras cadenas imperialistas y haciendo un “nuevo hombre y mujer”, creando, junto a los revolucionarios cubanos, una sola casa, una misma cosa, un continente unido libre del capitalismo.

Lo mismo le está pasando a los nicaragüenses, a los bolivianos, a los argentinos, a los peruanos, hasta a los mismos colombianos y brasileños los están enamorando para que caigan todos, con Cuba y nosotros, en esta trampa solo para bobos.

Porque solo un bobo le entregaría a otro sujeto, de mala conducta, ignorante, militarista, violento y mentiroso, su casa y su familia, para que haga lo quiera, hasta quitárnosla… hay que ser bien pendejos para creerles el cuento de que todos estamos embarcados en el devenir de la historia y que solo ellos saben lo que va a suceder, sin ningún tipo de pruebas, sino un libro que escribió un alemán barbudo y tan exitoso, que casi se muere de hambre en Inglaterra hace ya dos siglos.

Se valen de los sentimientos altruistas que nos ha inculcado la Iglesia Católica y que, para nuestra mala suerte, cuenta en este justo momento con un Papa Comunista, cómplice de muchos de los actos criminales que estos regímenes de muerte y violencia les han propinado especialmente a Latinoamérica, un Papa que se ha destacado por utilizar el Banco del Vaticano (Instituto para Obras de Religión) para lavar dinero mal habido de estos gobernantes, que utiliza su alta investidura para silenciar los horrores de las dictaduras de izquierda, para avanzar en la promoción de sus ideas retardatarias, ocultar vicios y acusar a las economías de mercado como las causantes de los problemas del mundo; su silencio sobre la situación en Cuba es vergonzosa, su preferencia ideológica es obvia, nunca un silencio ha sido tan estruendoso como el suyo y esto ha causado que la Iglesia pierda prestigio y autoridad moral en el mundo.

El comunismo cubano convirtió al estado en un ídolo para la adoración de las masas, el discurso lo hacía dueño y señor de lo existente, de la tierra cubana, de sus recursos, de sus espacios, de la vida de sus habitantes y, de vez en cuando, podía exigir sacrificios humanos; el estado extendía su soberanía sobre el cuerpo, alma e ideas de sus hijos, ser cubano equivalía a dejarse posesionar por el demonio del colectivismo más primitivo.

Los socialistas que son unos comunistas disfrazados de demócratas, y que en Venezuela crecen como arroz, son personas sin escrúpulos, que no tienen otro discurso que el revanchismo y la violencia, y mueven a las personas despertándoles sentimientos de odio; necesitan crear divisiones sociales y enfrentamientos para polarizar las diferencias, su discurso es dirigido a la razón moral cristiana, aquella que tiene a la pobreza como valor humano, como condición superior ante Dios, a ellos, “a los elegidos”, los manipula para llevar a los dirigentes socialistas al poder sin argumentos políticos otros que gobernar en nombre de los que no tienen voz, de los desposeídos.

Los socialistas son perezosos mentales, no se dan mala vida planificando grandes obras o complejos esquemas productivos para crear riqueza, a menos que de eso dependa su propia subsistencia, en ese caso crean medios para movilizar y tener ocupada a una parte importante de la población; les basta con la redistribución de lo que hay, quitarle a los que tienen para dárselo a los que no tienen y, en el camino, cobrar comisiones, pedir porcentajes, hacer negocios con las necesidades de la gente, crear alcabalas en las que despojan a los gobernados de sus bienes, pues para el socialista la verdadera razón de ser está en su bienestar personal, la acumulación de riqueza a través el robo y la extorsión.

La concepción del estado, para todo socialista, es una inmensa maquinaria de despojo de la riqueza de los ciudadanos, la política entendida como una manera de acumular dinero, sin trabajo productivo y creativo, únicamente ejerciendo el poder del estado para recaudar capital y acaparar la propiedad privada por medio de la expropiación, la nacionalización, la incautación disfrazada de necesidad pública.

Pero sucede que el ser humano nació para la libertad; así como nace con pulmones para respirar el aire, de la misma manera necesita ser libre para desarrollar su vida y darle sentido a su existencia; tiene manos para el trabajo, inteligencia para resolver problemas, voluntad para sobreponerse de las dificultades, imaginación para soñar futuros y una vida mejor… la historia está llena de episodios donde el hombre es subyugado por fuerzas ajenas a su entorno, por pueblos invasores, por líderes funestos borrachos de poder, por errores de juicio de políticos y de la masa engañada, y han caído en la esclavitud más abyecta y permanecido bajo cadenas durante generaciones; pero si hay una lección de la historia que es reiterativa, es que, en algún momento, esos grupos humanos sometidos se van a liberar.

El comunismo, como sistema político, ha logrado elaborar mecanismos de opresión y miedo que utiliza contra la sociedad que quiere dominar para ejercer su gobierno y control; ha desarrollado métodos y discursos, aparatos políticos y policiales para mantener a la población marchando por un estrecho pasillo de prohibiciones, de premios y castigos, de amenazas y regalos, para lograr su sumisión absoluta al estado.

Los revolucionarios piensan que solo ellos tienen la verdad de su lado, que todos los demás somos seres incompletos que necesitan tutelaje, por ello se creen indispensables y que lo mejor es que gobiernen para siempre; ésa es la razón por la que no hacen elecciones y, si la hacen, forjan trampas para ellos quedar en los puestos ganadores; el resto de la humanidad no puede distinguir qué es bueno o malo, qué les favorece o les perjudica, y creen un deber irrenunciable asumir la conducción de las masas y llevarnos al paraíso. 

Esas formas de gobiernos se conocen como totalitarismo, y empiezan siempre como una forma de autoritarismo, con el líder convertido en la única razón de ser de una cultura social, gracias al culto a la personalidad, a la propaganda insidiosa, a la hegemonía comunicacional, a la censura y al control absoluto del sistema educativo; el primer paso hacia la esclavitud es el control sobre los medios de comunicación, las limitaciones al derecho del libre pensamiento y expresión de las personas, la prohibición a la crítica y a la protesta.

Muchas son las formas de control que utilizan estos regímenes para lograr sus propósitos de dominio sobre la gente, siendo uno de los más elementales los cambios que imponen sobre el lenguaje, la reinterpretación o resignificación de las palabras más comunes, como podrían ser amor, familia, patria, verdad o nación, e indudablemente, sobre la palabra libertad.

Esa manipulación del lenguaje tiene el propósito de crear, primero, confusión en las personas, pero luego tiene la intención de que actúen contra sus propios intereses y a favor de quienes los gobiernan; muchos de esos ministerios de información y las alocuciones oficiales de la dictadura se dedican a direccionar el pensamiento hacia fines que favorecen la autoridad del estado, de los funcionarios, del poder de quienes tienen las armas, porque una vez que los ciudadanos internalizan estas palabras cambiadas, deformadas y hasta contrarias a su verdadero significado, empezarán a ver democracia en una tiranía y libertad en la servidumbre.

Pero, repito, la naturaleza humana es irreprimible; por más que traten de cambiarla, siempre vuelve a su cauce. Ustedes, en Cuba, han experimentado los llamados “triunfos de la revolución” por más de seis décadas; les han querido hacer ver que son felices, cuando en realidad son desgraciados; que tienen de todo, cuando ni siquiera el alimento que los nutre lo ven en las mesas; tienen sus hogares cayéndose a pedazos, sin servicios de agua o electricidad, pero les dicen que la vivienda es plena, que todos tienen un techo.

Y llega el momento de la verdad, que es el momento que están viviendo, cuando las máscaras caen, cuando la música ya no suena y se les devela la realidad tal como es:  que la revolución fue una estafa continuada y todavía pretenden seguir con el engaño; van a tratar de convencerlos de que pueden vivir juntos y en concordia, que los revolucionarios pueden cambiar y ser mejores… les prometerán el paraíso, de nuevo, les pintarán la Cuba que les han negado a fuerza de leyes y decretos, les prometerán liberar la economía, pedirán los nombres de sus representantes para que sienten con ellos a deliberar en el nuevo gobierno…

Mucho cuidado hermanos cubanos, nosotros los venezolanos caímos en la trampa del totalitarismo a causa de nuestras debilidades y descuidos, y tenemos ahora la bota de los que fueron sargentos en la nuca, pero ahora son generales todos y con ganas de quedarse por siempre mandando, ya tenemos suficiente experiencia para no volver a caer en las trampas del comunismo, algunas muy sutiles y elaboradas, pero si algo hemos aprendido es que a los comunistas no se les puede creer ni el Credo.

En Venezuela nos han aplicado todas las técnicas de control de masas que existen en los manuales rusos, chinos y norcoreanos, todas sus promesas conducen a una trampa, todos sus acomodos y arrepentimientos son falsos; cuando los tengan a su merced, acorralados y sin salida, van a tratar de volverlos a engañar y a traicionar, les harán promesas y los instarán a negociar, pero ya que empezaron y los agarraron con los pantalones abajo, que han pagado el alto precio de la libertad, con mucho sacrificio y sangre, no se detengan, derrótenlos, hagan que les tengan miedo… sólo cuando sientan que el pueblo se hartó de ellos y que no hay vuelta atrás, podrán ustedes asegurar esa ansia de libertad que hoy los sacude como un huracán.   -   saulgodoy@gmail.com









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