
Lo que en estos momentos está ocurriendo en Europa,
Norteamérica, Asia y Oceanía debería ser tomado como una advertencia sobre el
verano que inevitablemente se nos echa encima; esta advertencia que estoy
haciendo circular en medio de los intensos aguaceros e inundaciones que azotan
a nuestro país (estamos en plena temporada de huracanes en el Caribe) y que,
como siempre, ha tomado al país en estado de indefensión.
Pero debo advertir, si el cambio climático ya está siendo
tomado muy en serio por los gobiernos del mundo y se preparan para aminorar el
impacto en sus poblaciones y economías, en Venezuela estamos asumiendo estos eventos
globales como si no tuvieran que ver con nosotros, seguimos apostando a la
improvisación y confiando en la buena suerte, cosa de la que, en las últimas
dos décadas, no hemos visto ni su sombra.
Y aunque las inundaciones son un problema mayor, los
incendios encarnan definitivamente la desolación absoluta, por donde pasa la
candela sólo quedan las cenizas, la destrucción es total.
Pero los veranos que estamos viendo se abaten sobre el
mundo, son muy diferentes a todo lo que hemos visto con antelación, empezando
por las altísimas temperaturas que están alcanzando algunos sitios del planeta,
cuando se forman unas burbujas enormes, que abarcan cientos de kilómetros y,
como si se tratara de una olla de presión, concentra todo el calor atmosférico
en ese territorio, con fuertes vientos secos, una vegetación llevada a punto de
combustión y una temperatura en asenso, que no se detiene sino entre los 45
grados Celsius (113 grados Fahrenheit) o más.
Una persona no puede funcionar correctamente a esas
temperaturas por mucho tiempo, sus sistemas de control corporal empiezan a
fallar, le cuesta respirar, su sistema circulatorio empieza a enloquecer, los
niveles de su temperatura corporal llegan al límite consumiendo internamente
líquidos y minerales, produciendo desbalances metabólicos difíciles de
compensar, llevando a los individuos a un rápido agotamiento y probablemente pérdida
de la consciencia.
Cuando se empiezan a producir los incendios forestales,
es sumamente difícil evitar la propagación de los mismos; según la experiencia
de estos últimos años, afectan principalmente las áreas naturales
principalmente pero también áreas urbanas, instalaciones eléctricas y sitios
históricos.
La semana pasada, Grecia tuvo la terrible experiencia de
tener que evacuar por mar a cientos de personas de la isla de Evia, que
quedaron atrapados en una rápida conflagración y no les dio tiempo de hacerlo
de manera ordenada; los guardacostas tuvieron que intervenir de emergencia,
recogiendo sobrevivientes en las aguas que huían de los incendios.
Atenas fue atacada por varios flancos, faltó poco para se
perdieran los monumentos olímpicos que celebran el nacimiento de los juegos; el
norte de la ciudad tuvo que ser evacuada; los residentes recibían en sus
celulares la orden de evacuación de emergencia a medida que el fuego avanzaba
indetenible, consumiendo propiedades a pesar del auxilio que recibió de países
miembros de UE, que contabilizaban 1.000 bomberos y 20 aviones trabajando sin
descanso.
Ya son más de diez días con temperaturas infernales y fuertes
vientos que no descansan; son los peores incendios que se recuerdan desde el
2018, donde murieron más de cien personas; Turquía se encuentra en iguales
inconvenientes, 36.000 personas fueron evacuadas de la provincia de Mugla, mientras
trataban de proteger las plantas eléctricas abriendo con tractores y
excavadoras enormes cortafuegos alrededor de las instalaciones.
Varias infraestructuras vacacionales en la playa en
Marmaris, Bodrum y Antalis, el pueblo de Oren al sur, tuvieron que ser evacuados
de urgencia cuando se perdió el control sobre los fuegos forestales que los
rodeaban; los cortes y el racionamiento de energía son medidas vigentes en
varias partes del país, donde se han contabilizado 108 incendios forestales
hasta el momento.
En California, en los EEUU, en la legendaria Sierra
Nevada de la época de la fiebre del oro, el pueblo de Greenville fue consumido
hasta sus cimientos; más de cien casas fueron reducidas a cenizas por el
incendio conocido como Dixie, que ya tiene tres semanas ardiendo en las
montañas de ese estado; a pesar del peligro y de la imposibilidad de detener lo
inevitable, los residentes se niegan a evacuar hasta el último momento, y las
pérdidas son incalculables.
Dixie ha consumido alrededor de 1.464 kilómetros
cuadrados de vegetación, un área más grande que el área metropolitana de la
ciudad de Los Angeles y, según las investigaciones preliminares, fue ocasionado
por un árbol que cayó sobre líneas de electricidad y las chispas que produjo
ese evento.
El Alemania y Francia, en medio de la ola de calor que
los azota, una buena parte de las plantas nucleares están trabajando a media
máquina, debido a que el agua que tienen para enfriar los reactores está muy
caliente; estas olas de calor con más intensas y regulares que hace unos años,
hasta 5 grados Fahrenheit ha aumentado el registro calórico debido al cambio
climático.
En Islandia, donde el hielo cubre el 80% de la isla, en
algunos puntos con más de dos millas de ancho, la temperatura se ha elevado de
manera alarmante a los 50 grados Fahrenheit, afectando hasta un 60% de su
cobertura de hielo y produciendo un intenso deshielo, que podría afectar el
nivel de los océanos si el fenómeno se repite de manera crónica.
Hace menos de tres semanas en Rusia, más de trecientos
fuegos sin control quemaban los extensos bosques Siberianos, el presidente
Putin tuvo que movilizar el ejército en una operación, la más grande en tiempos
de paz, para combatir los incendios.
Esto que le estoy diciendo está sucediendo ahora,
mientras usted lee mi artículo. Ahora, hágase la pregunta, ¿Por qué quedaría
Venezuela fuera de estos acontecimientos en el verano que se aproxima?, hay un
dato muy interesante, prácticamente, el año pasado (2020), el verano en nuestro
país fue corto y muy leve, el ciclo de lluvias se adelantó, rompiendo con la
tendencia de los veranos ardientes a los que estamos acostumbrados.
¿Cree usted que se mantendrá esta tendencia? El gobierno
de Maduro le está haciendo sacrificios a Ogún para que sea así, pues en esta
ocasión podríamos estar en graves problemas si la ola de calor nos aprieta
aunque sea dos o tres grados; en la actualidad y debido a la pandemia del
COVID19, no tenemos ni como brindarle mascarillas, detergentes, guantes y
vacunas a nuestro personal sanitario para que tengan el mínimo de protección
adecuada en su lucha contra la epidemia, ¿Cree usted que el gobierno tiene
recursos suficientes para tener a punto helicópteros, aviones tanques,
maquinaria pesada, barcos de rescate, bomberos forestales equipados con equipos
para sofocar estos incendios, con una logística para varias semanas de labor?
Como todos sabemos, este gobierno no está preparado para
combatir nada, ni al Koki, ni a la fiebre amarilla, debemos prepararnos
nosotros, los venezolanos, para el peor escenario posible; debemos empezar por decir que principal causa de incendios
forestales son las personas que, por descuido o por una conducta delictual,
inician estas quemas y las dejan por su cuenta, principalmente campesinos
limpiando con candela las parcelas, o rellenos sanitarios sin supervisión, o
excursionistas con poca experiencia.
Cuando el terreno está seco y la vegetación deshidratada,
un solo fósforo basta para provocar un foco incendiario que, en muy poco tiempo,
puede transformarse en un voraz incendio que destruye todo a su paso; uno de
los incendios que casi acaba con mi vida empezó a diez kilómetros de mi casa, y
en día y medio estaba sobre mi mundo, arrasándolo todo.
Es importante que las alcaldías y las autoridades locales
estén pendientes de esas quemas para las cosechas, que deben hacerse de manera
supervisada, con ciertas medidas de seguridad, como contar con cortafuegos,
hacerlas por parte, nunca en horas del mediodía y jamás dejarlas por su cuenta,
de modo que al final de la jornada el fuego esté apagado y no exista el peligro
de que vuelva a encenderse.
El gobierno debe tener ciertas instalaciones limpias y
protegidas, sobre todo las centrales eléctricas, refinerías petroleras, lugares
donde estén acumulados materiales inflamables, debe contar con una
infraestructura estratégica mínima para operaciones de emergencia, grandes
áreas protegidas para recibir refugiados, debe disponer con depósitos de
alimentos, medicinas, agua potable, con grupos de respuesta rápida que atiendan
emergencias .
Las Fuerzas Armadas deben tener un papel fundamental en
la limpieza y aseguramiento de áreas vitales cerca de los grandes centros
urbanos, limpieza de corredores viales y de servicios (electricidad, agua,
gas), aeropuertos, puertos, parques nacionales, centros turísticos… debe tener
una logística preparada para recoger agua para combatir los incendios, sitios
de reposta aéreos, terrestres, materiales químicos para retardar las llamas,
explosivos para cegar focos rebeldes de la candela; por ser la institución con
mayor personal bajo sus órdenes, le corresponde el trabajo más duro de limpiar
los sitios más críticos.
En la actualidad, hay una serie de sensores remotos que,
desde el espacio, pueden identificar las zonas más propensas para incendios,
que pueden medir la humedad de los suelos y la vegetación, e identificar
“puntos calientes” donde podrían producirse estas conflagraciones, esta
información es vital para una correcta planificación para evitar desastres.
La minería ilegal, la agricultura sin supervisión
técnica, los desarrollos urbanos informales, el turismo de aventura durante
estas olas de calor, pueden ser precursores de estos eventos y deben ser
vigilados o prohibidos mientras dure el peligro, tiene que existir desde ya una
campaña de información constante hacia la población.
El gobierno debe tener muy en cuenta este tipo de
emergencias y prever los equipamientos, combustibles, recursos y logística para
una gran movilización en todo el territorio nacional y para ayudas
internacionales; los ciudadanos deben estar atentos a las informaciones de
Defensa Civil, bomberos, policía y otras autoridades, tener identificados los
centros de salud con capacidad de atender quemaduras, asfixiados y pacientes
colapsados por el calor.
La mayoría de los centros urbanos en la región central
costera son muy vulnerables a grandes incendios, entre otras cosas, porque
están inmersos en grandes extensiones de bosques y montañas propensas a los
incendios estacionales.
Dios quiera que este verano próximo sea benigno con
nuestro país, dadas las precarias condiciones en las que se encuentra; eso no
hay manera de saberlo hasta cuando llegue el momento, pero un buen comienzo es
reconocer nuestra vulnerabilidad y, en lo que podamos, sea a nivel comunitario
y personal, estar preparados. Espero que esta breve información llegue a buen
recaudo. - saulgodoy@gmail.com
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