We look forward to a world founded upon four essential human freedoms. The first is freedom of speech and expression—everywhere in the world. The second is freedom of every person to worship God in his own way—everywhere in the world. The third is freedom from want... everywhere in the world. The fourth is freedom from fear...anywhere in the world.
Franklin
D. Roosevelt 1882-1945- Message to Congress, 6 January 1941.
Primero: ¿Quiénes son los negociantes sentados en estos
momentos en México para discutir el futuro inmediato de Venezuela? En mi
opinión son los EEUU, específicamente el gobierno del presidente Biden, y del
otro lado, un conglomerado difuso de intereses y gobiernos, entre los que
destacan Rusia, China, Cuba, algunos países europeos, España y Francia entre
otros, el llamado Foro de Sao Paulo, el colectivo de organizaciones conocido
como el Acuerdo de Puebla y, por último, prestando su imagen y haciendo de
vocero, Maduro con su gobierno bolivariano.
El gobierno de Biden está utilizando la plataforma
unitaria (que no es tal), de partidos supuestamente de la oposición democrática
venezolana, y cuyo eje principal lo caracteriza Juan Guaidó, la figura política
a la que Washington decidió apostar sus fichas, pieza fundamental de los
intereses de la organización política conocida como Voluntad Popular, liderada
por Leopoldo López desde España.
El gobierno del reino de Noruega está sirviendo de
mediador en esta ronda negociadora, y aunque es cierto que el actual gobierno
en Oslo es de derecha, las instituciones que han desarrollado las metodologías
de negociación son todas de izquierda y de tendencia marxista, con claras
preferencias por los revolucionarios latinoamericanos, tal y como lo
demostraron en las conversaciones entre las FARC y el gobierno colombiano;
igualmente, el sitio de la reunión, Ciudad de México, es hoy por hoy un enclave
de la izquierda más retardataria del continente, un lugar donde el chavismo debe
sentirse como pez en el agua; éstas son condiciones objetivas, todas a favor de
una posición para el triunfo de los socialistas que apoyan al chavismo.
Segundo; ¿Qué es lo que, en realidad, se está negociando?
Bueno, eso es algo complicado y voy a tratar de explicarlo sucintamente, creo
que se está negociando tiempo, un tiempo que el gobierno de Biden necesita para
clarificar la situación de Cuba, luego de la ola de protestas y detenciones que
se han dado en la isla, justo en el momento más delicado de transición de poder
y en medio de una muy deteriorada situación social y económica.
Las políticas de sanciones económicas de los EEUU hacia
algunos gobiernos forajidos en Latinoamérica están rindiendo sus frutos, son
medidas que toman su tiempo en hacerse sentir, con un costo social grande en la
población civil, que es quien lleva la carga más pesada, pero que a su vez
traslada ese malestar social en presión política hacia los gobiernos,
imponiendo costos políticos demasiado elevados en el liderazgo de estos
gobiernos, de allí el desespero de sus líderes para que estas sanciones se
levanten, convirtiéndose en importante palancas de negociación en la búsqueda
de salidas civilizadas para estos gobiernos autoritarios.
Cuba y Venezuela son los países a los que se les aplicó
estas medidas de coerción y que están resultando; pero gracias a organizaciones
socialistas revolucionarias, que llevan el caos y la subversión a los países
del área, en la forma de conferencias u asociaciones de organizaciones de
trabajadores, intelectuales, expresidentes, defensores de derechos humanos y
exguerrilleros, que financian y promueven paros, protestas, acciones revolucionarias
y atentados, se ha logrado desbordar el malestar social en países vecinos e,
incluso, llevar candidatos comunistas al poder para ir construyendo un movimiento
de resistencia, y a su vez atacar los intereses norteamericanos en el área,
creando presión para que se retiren las sanciones y provocando una situación de
inestabilidad y zozobra.
El tercer elemento a tomar en cuenta es la situación
mundial que tiende hacia la inestabilidad creciente; hay factores nuevos, que
han aparecido y sirven de catalizadores hacia el caos, entre ellos la pandemia
de COVID19, que tiene una presunción no resuelta entre error humano y ataque
deliberado, por parte de potencias en conflicto, y que ha afectado de manera
profunda la manera de vida de la población mundial, generando una crisis
sanitaria de enormes proporciones.
El otro factor es el cambio climático, cuyos efectos
catastróficos tienden a arreciar sobre todo el planeta y que exige una
respuesta global, lo que implica, entre otras cosas, cambios fundamentales en
las formas de producción y consumo, pero principalmente en una sustitución del
patrón energético, lo que necesariamente conlleva a severos ajustes macroeconómicos
y, en algunos casos, a frenar el desarrollo en algunas partes del mundo.
Hay analistas que suman a esta situación una ineludible
confrontación bélica entre oriente y occidente, una guerra entre China y los
EEUU, para determinar espacios vitales y áreas de influencia; se prevé que sea
algo local, con fuerzas convencionales, en un enfrentamiento breve y brutal,
pero que definirá límites y fuerzas.
Detrás de estos tres marcadores irán las demás tendencias
que ya estamos viendo en pleno desarrollo, el auge del autoritarismo y una
drástica disminución de los espacios democráticos, un encarecimiento del agua y
los alimentos, el aumento de las migraciones de refugiados buscando una mejor
vida, el acrecentamiento del proceso de islamización en Europa, guerras
religiosas en el Medio Oriente y un peligroso giro, a lo interno de los EEUU,
al éxito de movimientos separatistas motivados por diferencias económicas y el
racismo.
Lamentablemente para el presidente Biden, el Departamento
de Estado ha venido perdiendo control y comprensión sobre Latinoamérica; el
espejismo de que Norteamérica puede vivir detrás de un muro del resto del
mundo, que el Continente Americano son solo ellos, prácticamente los ha
colocado de espalda a la otrora Doctrina Monroe, pasando de un extremo al otro
y teniendo que pagar los altos costos del autismo internacional, porque permitieron
la presencia de demasiados y muy agresivos gallos dentro del gallinero y, para
algunos observadores, Washington está llamando “negociación” a la entrega de
Venezuela al socialismo internacional.
Visto sin otro argumento, lo que está sucediendo en
México es una jugada ciega y sin sentido; no hay un plan, ni siquiera hay razón
para seguir en la negociación; aunque a Washington le den urticaria los
pronunciamientos de la Corte Penal Internacional, es sin duda el aval más
completo, desde el punto de vista de la justicia internacional, de quienes son
en realidad los que se dicen “gobernantes” de mi país. En la declaración
preliminar de la Corte sobre el juicio sobre violaciones de lesa humanidad, por
parte de las autoridades del gobierno de Maduro, afirma que encuentra
suficientes indicios de que, efectivamente, se trata de un gobierno criminal al
que se le debe someter a proceso; si el gobierno norteamericano no negocia con
terroristas, menos debería hacerlo con reos acusados de estos delitos.
Juan Guaidó y su grupo, jamás se levantarán de sus
asientos por voluntad propia; en esta triste parodia, que se está dando a la vista
de todo el mundo, ellos sólo tienen sus pequeños intereses en juego, no nos
representan; pero otra cosa es el gobierno de los EEUU, a quienes hemos
confiado como amigos, vecinos y aliados, pero surgen serias dudas sobre cuáles
son los principios y valores que en la actualidad está moviendo el poder en
Washington. Ha sido verdaderamente lamentable y un pésimo ejemplo para el mundo
libre su retirada de Afganistán, para dejar entendiendo, frente a enemigos
despiadados, a una parte de la población, que creyó en el compromiso de los
EEUU con la libertad; se entiende los cambios de realidades y paradigmas y los
ajustes que se tienen que hacer para sobrevivir en estos tiempos tan inciertos,
pero una huida del terreno, tan improvisada y sin explicaciones, sólo exacerba
la desconfianza.
Conservando la buena fe hacia la responsabilidad que
tiene los EEUU sobre su propio continente, y en la creencia de que Washington
está jugando una arriesgada movida, pienso que la retirada de Afganistán fue el
primer paso para preparar una ofensiva militar para recuperar la hegemonía
norteamericana en el área, que Cuba, Nicaragua y Venezuela serán liberadas y
sus opresores apresados y procesados.
Que las negociaciones en México son simplemente un
ejercicio para cumplir con el último recurso diplomático internacional y agotar
esas vías pacíficas para despejar la ruta para la intervención militar
humanitaria; si esto no sucediera, entonces no entiendo el sacrificio del
pueblo afgano. Si no hay una intervención humanitaria militar en Latinoamérica
a gran escala, coordinada con países aliados, el cerco comunista a los EEUU
continuará hasta derribar en vuelo al águila calva, para que sea capturada y
encerrada en una jaula… será entonces cuando el pueblo norteamericano caiga en
el mundo de las sombras.
Por ello afirmo que lo que necesita el gobierno de Biden
es ganar tiempo, para cuadrar una ofensiva dirigida a derrotar al comunismo
internacional y a los enemigos de los EEUU en esos tres frentes, los más cercanos
a sus fronteras. Las fuerzas que salen de Afganistán serán dispuestas para
tales fines y la negociación es la última oportunidad para llegar a términos por
vías políticas. Si no funciona, entonces actuarán por otros medios.
No creo que los políticos responsables del partido
demócrata estén embarcados en una estrategia ciega y equivocada, menos todavía
antipatriótica; cuando los comunistas leen debilidad y miedo en sus oponentes,
utilizan sus temores para derrotarlos y sólo retrocederán ante el valor y los
tambores de la guerra. El terror que han generado los hermanos Castro, Daniel
Ortega y Nicolás Maduro debe terminar para poder consolidar un territorio de
paz y prosperidad.
Una América unida, consciente de su propia seguridad,
donde impere la libertad y la democracia, liderada por Norteamérica, es la
única vía de sobrevivencia en un mundo tan fragmentado y amenazado.
Si esta no fuera la explicación correcta a lo que está
sucediendo, entonces tanto Venezuela como occidente se encuentran en graves
aprietos, y tendríamos que reformatear nuestro espíritu desde cero, o decir
como lo planteó Slavoj Žižek: “el auténtico
coraje consiste en admitir que la luz que hay al final del túnel probablemente
es el faro de otro tren que se acerca en dirección contraria”. -
saulgodoy@gmail.com
Notificación
Hay un servicio en la red, denominado Academia.Edu, una
empresa norteamericana que tiene buscadores (algoritmos) que actúan en las
principales universidades e instituciones de educación superior en el mundo, en
la búsqueda de los últimos trabajos de investigación realizados por académicos,
algo muy parecido a lo que hace Google Scholar; los trabajos entran en
circulación en internet y esos buscadores son capaces de encontrar cuando un
nombre es mencionado en estas investigaciones; según sus cuentas, fueron 22
millones de trabajos digitalizados y sometidos a búsqueda, y registra 15.000
trabajos diariamente en el mundo.
De acuerdo a la última cuenta de la semana pasada,
Academia.Edu me informa que mi nombre, Saul Godoy (y algunas de sus variantes,
por lo que he estado respondiendo a encuestas de Academia.Edu para depurar la
búsqueda, descartando nombres parecidos en diferentes áreas de conocimiento),
ha sido mencionado noventa y nueve (99) veces en distintos trabajos de
investigación académica en áreas como Ciencias Sociales, Comunicaciones,
Ciencias Políticas, Literatura, Filosofía, Psicología, Historia… y el servicio
de Academia.Edu es utilizado por 16.880 universidades en el mundo.
Una buena parte de estos trabajos donde mi nombre es
mencionado (positiva o negativamente, siempre de manera crítica), se refiere en
particular a artículos publicados, bien en mi Blog El Tambor El Hortador, o en
mi página de Facebook. Las menciones comprenden desde tesis de grado en
distintas universidades, así como trabajos especializados por áreas u autores;
el asunto es que hay un segmento de mis lectores que me usan como referencia
para sus trabajos de investigación académica, o escritos en otras lenguas
distintas al castellano, y eso tiene importancia para algunos círculos del
conocimiento.
Esos registros son considerados de valor para personas
que optan para trabajos de ascenso en sus universidades, para la obtención de
becas, para la elaboración de perfiles profesionales, para la consecución de
financiamiento para investigaciones o, simplemente, para enriquecer sus
currículos, convirtiéndose en una herramienta muy preciada para ciertos
profesionales. Lo traigo a colación para compartir con mis lectores, a nivel
nacional o internacional, el creciente interés que hay sobre lo que sucede en
nuestro país, y lo asumo como un afirmación del valor del trabajo hecho con
disciplina y constancia, finalmente reconocido por investigadores y estudiosos.
Hago a mis lectores partícipes de esta forma de reconocimiento.
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