Los resultados de las recientes elecciones tienen una
causa principal, y esa causa es política: una pésima oferta de los partidos de
la oposición y un tremendo deslave de la convocatoria política chavista; para
Maduro fue una victoria pírrica, ha sido mayor el daño recibido que las
ganancias logradas, obtuvieron 22 gobernaciones que no van a poder sostener, y
un puñado de alcaldías que les van a pesar cuando traten de remontar la cuesta.
Los partidos políticos de la oposición presentaron una
oferta y unos candidatos muy pobres; sus dirigentes se cruzaron de brazos,
esperando que los votantes acudieran a las urnas por inercia, por una
obligación moral del electorado con la democracia como ideal dominante, y no
hicieron el menor esfuerzo por brindarle confianza, por proponer una estrategia
política razonable en medio de tanta incertidumbre, por una imagen
independiente y autónoma dentro de tanta componenda y negociaciones turbias…
los votantes, ante tal actitud, decidieron abstenerse.
Pero fue una abstención compleja y con sentido; la gran
mayoría de los venezolanos no creyó que, pactando con el gobierno de Maduro, la
oposición obtendría beneficios; todo lo contrario, lo vieron como una traición,
y el divorcio se agravó con el nombramiento a dedo de candidatos, con
competencias desleales, con promesas que no pasaban de un listado de buenas
intenciones - si es que había intenciones entre esos discursos que proclamaban
una ilusoria “Nueva Era” - sus objetivos no eran relevantes, ni había los
recursos para hacerlos realidad.
Los partidos de oposición se presentaron con un reparto
de puros “bates quebrados” y escondidos detrás de las faldas de la lógica de un
enemigo en común; es decir, esperaban que la gente votara por ellos para que no
ganara el chavismo, el miedo al contrario era su principal baza. Pero el
planteamiento de la abstención era otro, ir en contra de la legitimación de un
régimen criminal, que era hacer todo lo contrario de lo que hizo la oposición
colaboracionista, que fue negociar con el enemigo.
Ese amargo sabor a traición se fue produciendo a
distintos niveles de decisión política, desde los hechos públicos y notorios de
los desaciertos en la presidencia encargada, la injerencia del G-4 en episodios
de corrupción, el papel lamentable de los negociadores en México, la
designación arbitraria de candidatos, la falta de transparencia en la guerra de
las encuestas, la proliferación de candidatos de partidos intervenidos, un CNE
desbalanceado, la falta de coherencia entre los directivos de los partidos y la
ausencia de una estrategia común.
Esta estrategia de la abstención, de no reconocer ni a
Maduro ni a sus elecciones como legítimas, viene en dos partes: la primera es demostrar
que la mayoría de los venezolanos no acudieron a votar en un proceso viciado y
poco confiable, que es la que acaba de terminar, con una abstención superior al
80%, y que incluía a un importante sector del chavismo, ya desencantado y
cansado de tantos fracasos y promesas incumplidas.
Viene ahora la segunda parte, la verdaderamente política
y que se necesita del concurso de los verdaderos partidos de oposición, que es
la de hacer visible, público y efectivo ese desconocimiento masivo de la
legitimidad del gobierno, lo que significaría crear un frente común y unificado
que haga notorio este hecho al mundo, que lo convierta en un tema político.
La primera parte de la abstención, de más del 80% de los
votantes, ya la tiranía la está maquillando y llevándola a un porcentaje más
aceptable, adulterando las cifras, manipulando los votos, introduciendo cifras
artificiales, cosa que sólo se puede hacer con anuencia de un CNE intervenido y
dócil al amo, dispuesto a enterrar las evidencias de esa abstención masiva que
realmente se produjo este 21 de Noviembre.
Para la segunda parte no podíamos ponernos de acuerdo
anteriormente al hecho, porque sería fácilmente detectable y desactivada por el
chavismo, de modo que debíamos esperar a que fuera un asunto consumado, para poder
tomar esa lanza como baluarte señero; pero es aquí donde los egos heridos de la
oposición fundamentalista, las personalidades quejosas por la supuesta falta de
coherencia y responsabilidad de los abstencionistas, no les dejan ver la
posibilidad que abre la abstención, ése es el problema de creerse moralmente
superior.
Los que votaron de manera colaboracionista para legitimar
a Maduro, bajo el supuesto de que el voto es un derecho que hay que honrar bajo
cualquier circunstancia, no se están dando cuenta de las oportunidades que
tenemos de debilitar al régimen de Maduro al revelar que esa victoria electoral
tiene otra lectura, contraria a la que ellos proponen: no fue una victoria
electoral, fue una derrota importante que los deja desnudos.
Apenas el 20% de la población está apoyando la gestión
del PSUV en todo el país; con ese margen, tan escaso de apoyo, es imposible que
el gobierno de Maduro pueda sostenerse, menos aún si se mantienen las sanciones
internacionales y no cuentan con colaboradores para sostener la tiranía.
Tenemos que hacerle ver a esa oposición fundamentalista,
la que creyó que votando por el colaboracionismo tenía la mejor vía para acabar
con nuestro problema, que deben recoger velas y unirse a los abstencionistas,
porque el abstencionismo tiene sentido y pone al chavismo al descubierto, porque
no son mayoría, no son demócratas, no son gobiernolegítimo y no son patriotas.
Es probable que la estocada que les dimos no sea mortal y
el derrumbe no sea inmediato, pero estamos abriendo el hueco y ya están rodilla
al suelo. - saulgodoy@gmail.com
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