La historia de la Venezuela petrolera es de reciente
data, algo más de un siglo; aun tomando en cuenta la prehistoria de las lagunas
asfálticas, de donde los habitantes locales tomaban la brea para usarla no sólo
como combustible para antorchas y lámparas, sino también para uso medicinal,
para calafatear embarcaciones e impermeabilizar junturas, como aceite para
cerrojos y otros mecanismos, su uso industrializado vino después, con el
desarrollo de la petroquímica que logró destilar los diferentes combustibles,
desde el kerosene, pasando por la gasolina, el gas, hasta el jet fuel, igualmente se desarrollaron subproductos como asfalto, fertilizantes y
otros derivados químicos utilizados en otros distintos procesos.
Y porque era una industria compleja, de grandes volúmenes
y por lo tanto de procesos modulares, había involucrada una ingeniería de alto
nivel y un sistema de producción y manejo de los productos a escala
internacional, siempre fuimos dependientes de la tecnología foránea, aún en
nuestro mejor momento, cuando PDVSA era considerada una de las empresas líderes
en su ramo, siempre tuvimos necesidad de proveedores extranjeros en partes
claves de los procesos, lo que implicaba pagar regalías sobre patentes, diseños
de refinerías, construcción de oleoductos y puertos de embarque, contratar
técnicos expertos, asesorías, importar gran cantidad de componentes y un largo
etcétera.
De modo que nunca fuimos realmente un país petrolero en
toda la extensión de la palabra, éramos dueños del crudo y socios en las
derivaciones industriales hasta llegar a los productos finales, y nuestros
socios principales siempre fueron los norteamericanos, razón por la cual todo
nuestro plan petrolero nacional lleva la impronta tecnológica de ese país del
norte, esto no quita en nada el gran esfuerzo que se hizo en PDVSA de preparar
a su personal y estructurar un programa de investigaciones que culminó en la
elaboración de la famosa “orimulsión”, un verdadero logro de nuestra
petroquímica.
Llegamos a contar con una notable camada de ingenieros y
gerentes de primera línea, que abrieron operaciones en diversos continentes y
levantaron nuestra propia flota de tanqueros, lo que no era poca cosa, pero era
inevitable la politización de la industria petrolera, se trataba de nuestra
gallina de los huevos de oro, y había demasiado corrupto rondando el gallinero,
de modo que la debacle del país tuvo su componente energético, y éste empezó
con la mal llamada “meritocracia”, por un estricto plan de recursos humanos que
exigía una competencia y una formación especializadas para los puestos de
trabajo, que no eran muchos para el tamaño de las necesidades laborales del
país, y que fueron el objetivo de un plan muy bien diseñado que bosquejó Carlos
Lander Márquez, mucho antes de la nacionalización; pero se empezaron a crear
esas islas de excelencia, un exclusivo club de trabajadores petroleros cuyos
cargos en la industria se hicieron casi que hereditarios entre la familias, y
se creó una nueva clase social, apetecida por muchos, pero disfrutada por muy
pocos, la decadencia de PDVSA vino a la par con la de la democracia.
No deja de sorprenderme que de nosotros mismos nació la
leyenda negra del petróleo, especialmente de la izquierda decimonónica, había
intelectuales y políticos que veían la bonanza petrolera como algo anormal y
hasta maldito; se hablaba del excremento del diablo, de una explotación foránea
que se tragó el idílico campo venezolano, como en el caso de Mene, y que luego lo depuso como
estiércol en Casa Muertas, tuvo que
Rómulo Betancourt que enmendarles la plana con su brillante ensayo, Venezuela, política y petróleo.
Una gran parte de nuestros males era atribuido al
petróleo, desde la perdida de nuestra inocencia ancestral, hasta la
proliferación de un materialismo vano y dependiente; el país se hizo de una
gran riqueza, sus ciudades prosperaron, los venezolanos contaban con
suficientes recursos como para incitar la envidia de otros vecinos, sus
compulsivos hábitos de consumo asombraban a propios y extraños.
Tenemos una negra vena de ingratitud con aquellas
personas y cosas que de alguna manera enaltecieron el país, el petróleo es una
de ellas… y todavía, la gente habla pestes de “la renta petrolera”, de la
dependencia de los hidrocarburos, no les cuento la fiesta que hicieron cuando
desde Washington se anunciaba el fin de la era del petróleo y el inicio de las
energías alternativas; los chavistas se atribuían el haber sido quienes
sepultaron la economía rentista, medio país respiró con alivio cuando “las
reservas más grandes del mundo” fueron condenadas a no ver la luz del sol,
nunca jamás, fue como si nos hubieran liberado de unas cadenas.
Las nuevas políticas energéticas del partido demócrata
norteamericano, la izquierda anglosajona, tenían como prioridad en sus
programas políticos cambiarle el patrón de consumo energético al mundo, entre
otros argumentos, porque el consumo de hidrocarburos contribuía al
calentamiento global y a la contaminación atmosférica, la idea era privilegiar
las energías alternativas limpias y suprimir definitivamente el uso del
petróleo, para ello contaban con toda una gama de industrias energéticas
“verdes” que de pronto se vieron beneficiadas por ingentes inversiones y
subsidios para sus productos y servicios que, lamentablemente, todavía eran
inmaduros y muy costosos, aunque ninguno de ellos podía aún substituir las
ventajas del petróleo como fuente primaria de energía.
Ésa era la misma izquierda que quería imponer un Nuevo
Orden Mundial, cambiando los hábitos de consumo del planeta, harían quebrar a
las industrias que sostenían a sus adversarios ideológicos y hacer prosperar
las inversiones de ese fundamentalismo ecológico, de allí nace el nuevo
fascismo ambientalista que trató de imponer su agenda de progreso al mundo, utilizando el
miedo al cambio climático.
Pero no habían tomado en cuenta el altísimo costo que
implicaba tamaña transformación global, implicaba nada menos que detener el
desarrollo del Tercer Mundo, subsidiar el cambio energético del petróleo a las
nuevas energías alternativas, y conservar unas islas de bienestar y prosperidad
en solo algunos puntos del Primer Mundo, las cuentas no daban, pero tampoco contaban
con imprevistos como una pandemia y, luego, una guerra europea.
Pero, en el caso de Venezuela, las principales reservas
de petróleo del mundo, no tendrían por qué preocuparse, el llamado Socialismo
del Siglo XXI, a cargo de Chávez y su fiel escudero, Maduro, se encargarían de
hacer lo imposible y, de la manera más eficiente, y eso fue, quebrar una
economía petrolera del tamaño e importancia de la que Venezuela tenía al ellos
asumir el poder.
La ignorancia, la maldad, la corrupción y el egoísmo
marcaron el destino de PDVSA al momento que el chavismo asumió el poder, allí
estaba la izquierda más retrógrada y fundamentalista de todas, dirigida a
control remoto desde Cuba, encargada de destruir la gallina de los huevos de
oro, e hicieron su trabajo con verdadera saña.
Debo destacar que las políticas internacionales en las
que se embarcó el chavismo en nombre de todos los venezolanos, fueron en su
mayor parte en contra de la civilización occidental, del capitalismo, de los
valores individualistas, del libre pensamiento y el respeto de los derechos
fundamentales del hombre, esto se resumió en la llamada pluripolaridad, es
decir, el poder global repartido en una sociedad de países mayoritariamente
socialistas y asiáticos, con presencia del fundamentalismo islamita y de los
grupos subversivos que luchaban en procesos de liberación del yugo
colonialista.
Esta posición política, que era la ideología que el
chavismo asumía y que predicaba al mundo, era la posición de Venezuela como
país, nos afectó de manera severa ya que muy pronto nos encontró involucrados
en conflictos en contra del occidente al que pertenecemos de origen, creando de
esta manera indisposiciones y mala voluntad en contra de nuestro país.
No pocas veces Chávez se declaró contrario y hasta
enemigo de los EEUU y nuestras relaciones se hicieron tirantes, bajo este
contexto, altamente negativo para el desarrollo del país, nuestras relaciones
comerciales con el mundo occidental se fueron enturbiando, si a esto aunamos
las actividades de lavado de capitales ilícitos, el tráfico de drogas y una
política de micrófonos altamente beligerante y violenta, el clima de relaciones
de Venezuela con el occidente se fue deteriorando, con el propósito deliberado
de hacerlo imposible.
Lo que dejó claro el chavismo, y lo continúa haciendo
Maduro, es que a ellos les importa un comino el bienestar y la seguridad de los
venezolanos, no piensan en el país, ni en el interés común, sólo en esas
pequeñísimas parcelas de sus relaciones personales y su ideología chatarra, prefieren
ver al país pasando trabajo pero satisfacen los requerimientos de sus amos
cubanos y rusos, y a la hora de las chiquitas, lo que prevalece es su apetito
por el dinero mal habido; para tener a un gobierno de esa calaña, dueño de todo
y haciendo lo que les da la gana, es preferible ser una colonia de alguna
potencia.
Cuando Maduro se dio cuenta del inmenso error que habían
cometido, de asociarse con puro perdedores o extranjeros a quienes no les
entendía lo que decían y menos descifrar su estilos de vida, ya era tarde,
habían condenado a todo el país a la miseria; mientras las cuentas secretas en
el extranjero de los crápulas del PSUV reventaban de las riquezas robadas,
crisis de todo tipo estallaban en Venezuela, la gente moría como moscas, los
que pudieron escaparon, los que nos quedamos, tuvimos que convivir con una de
las peores mutaciones del chavismo, la llamada oposición colaboracionista… pero
no contaban con las jugadas del destino, con los llamados cisnes negros…
El Sr. Vladimir Putin, Zar de Rusia, socio histórico del
comunismo latinoamericano, se enredó en una invasión a Ucrania, que
supuestamente duraría horas, para convertirla en la primera guerra europea
luego de la Segunda Guerra Mundial, que no se sabe cuánto terminará, pero cuyas
consecuencias han sido desastrosas para el mundo entero y que ha puesto de
manifiesto, entre las muchas cosas que nos ha descubierto esta guerra, las
paticas cortas de ese Nuevo Orden Mundial que la izquierda mundial le quiso imponer
al mundo, quedando en evidencia la imposibilidad de prescindir del petróleo
como fuente principal energética del planeta.
Cuán rápido cambian los sentimientos confundidos con
ideologías basura… casi de inmediato nuestros revolucionarios endógenos
empezaron a sacar sus cuentas, la noticia nos sorprendió justamente cuando
estaban desmantelando los campos e instalaciones petroleras para venderlas a
China como chatarra ferrosa, pensando que nuestra historia petrolera había sido
un mal sueño y, de pronto, Mr. Joe no era el malo de la película, una sola
visita y la mención a una posible vuelta a unos “bussiness as usual” encendieron las alarmas por todo el país,
todavía había una oportunidad para una secuela del “ta´barato dame dos”.
Maduro Moros no dudó en soltar de sus jaulas a dos
gringos, a los que colecciona como fichas de canje, para negociar con el
abuelito Baiden, como gesto de buena voluntad, para demostrar que en Venezuela
estamos dispuestos a hacer negocios, a perdonar agravios y abrir embajadas; eso
sí, nadie nos va a decir con quien debemos estar, de modo que los rusos y su
líder Putin, seguirán siendo nuestros socios, a pesar del corralito que les
tiraron a los ahorros de todos esos prohombres del PSUV, que se han partido el
espinazo por el país, ahorros que descansaban en los bancos en Moscú, libres de
las sanciones de los EEUU, pero que Putin los hizo parte de su cofre de guerra.
Los chavistas han demostrado con creces que son unos
expertos en técnicas de sobrevivencia, a pesar de la “guerra económica”
impuesta por los gringos, contra esas recompensas que ofrecen por sus capturas,
rehuyendo de todas esas notificaciones rojas que tienen en los aeropuertos del
mundo, ignorando las demandas y denuncias que cursan en tribunales
internacionales por evadir impuestos, narcotráfico, lavado de dinero, torturas,
asesinatos, secuestros, corrupción, perjurio y demás “pecadillos” propios de
políticos en funciones, han logrado superar la crisis petrolera con verdadera
inventiva.
Ahora nuestras refinerías son verdaderas instalaciones multipropósito,
a pesar de la falta de apoyo tecnológico por parte de las empresas de
occidente, de la escasez de repuestos, de la falta de soporte de los
diseñadores originales de las instalaciones, los chavistas han traído
tecnología China, de la India, de Rusia, de Irán, de Turquía, de Corea del
Norte y han ensamblado casi que nuevas instalaciones que, a pesar de los
incendios, derrames y explosiones, funcionan a las mil maravillas… Ah, lo más
importante, producen suficiente combustible para enviar a Cuba a cambio de sus ensayos
de vacunas contra el COVID19 y sus variantes. Tremendo negocio, petróleo por
salud.
Escríbanlo en las paredes si quieren, a Venezuela le toca
su segundo debut como país exportador de petróleo, los norteamericanos y los
europeos necesitan de nuestro oro negro y del gas, para poder ganarle la guerra
a los rusos; y, si pagan nuestro precio, pues se lo vendemos ¿Cuál es el
problema? En eso de conservar amistades y ocuparse de los familiares que caen
en desgracia Maduro es una persona muy pragmática, su sentido moral y ético da
para todo.
El problema es, y esto me tiene atormentado, ¿De quién es
realmente el petróleo que yace en el subsuelo de nuestro país? Si nos vamos a
la fórmula de que el petróleo es de todos los venezolanos, lo que estamos
afirmando es que en realidad, el petróleo no es de nadie, por aquello de que,
lo que es de todos no le pertenece a nadie, sucede con el aire, con el calor
del sol, con tantas cosas que son tan abundantes y están por doquier, que
simplemente impiden la apropiación del bien por alguien determinado.
Esa fórmula colectivista, idealista o nacionalista es el
truco más perverso de toda nuestra Constitución, estoy seguro que quienes la
escribieron eran unos socialistas, de esos que creen en los intereses colectivos
e innominados, o sea, en fantasías marxistas, pues lo único real son las personas,
el individuo, no las masas que carecen de pensamiento y voluntad propia; estoy
seguro de que, con toda la mala intención del mundo, los legisladores pusieron
esa trampita para darle al gobierno de turno (y que creían para siempre) el
poder económico supremo sobre los ciudadanos venezolanos.
Darle a ellos el poder de administración de la riqueza
energética (minera, de aguas) que se encuentra en el subsuelo de la nación, era
darle a los políticos de turno en el gobierno, el poder de dominio absoluto sobre
la sociedad y su desarrollo; el petróleo se convertía así en el botín por el
que iban a las elecciones los candidatos y sus partidos políticos, no era por
el interés del bienestar de los venezolanos.
Hemos descubierto, de la manera más ruda posible, algunas
verdades de la política práctica; una de ellas es que, si quieres un gobierno
que gobierne para la gente, con la gente y por la gente, no debes darle la
independencia económica, no puedes permitir que sea más fuerte, que no dependa
de sus ciudadanos, porque estás criando a un monstruo, como el actual gobierno
de Maduro, sostenido por las armas de la República y cuyo único interés es
perpetuarse en el poder.
Se le abre al país una oportunidad de rehacer su economía
gracias al nuevo valor del petróleo, razón más que poderosa para impulsar los
cambios políticos necesarios; la guerra en Ucrania ha demostrado que esto es
imposible hacerlo solos, que necesitamos la ayuda internacional, pero debemos
resolver el problema de la oposición colaboracionista primero, que le hace un
daño tremendo a la percepción de nuestro país entre nuestros aliados y socios,
debilita todos nuestros esfuerzos libertarios y le está dando nuevas fuerzas al
Socialismo del Siglo XXI. - saulgodoy@gmail.com
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