“Era 1974 yo
cumplía los 35 años de edad y estaba regresando al país, luego de culminar mis
estudios de postgrado en gerencia y en economía en los Estados Unidos. Es
entonces cuando conscientemente decido concentrar toda esa vocación de servicio
y pasión por la educación en un proyecto en el que pudiera sintetizar toda mi
experiencia organizacional, gerencial, económica, musical y pedagógica. Ya
contaba con todas las herramientas intelectuales necesarias para construir una
gran institución, una gran empresa educativa, social y cultural para mí país.
Por esos años solo había dos orquestas en el país”.
Entrevista que
brindó el Maestro Abreu al periódico zuliano Versión Final en el año 2011.
Nunca me ha gustado el apelativo de “Sistema” para
designar a las orquestas juveniles en Venezuela, es una palabra con demasiada
carga fascista para identificar a las orquestas y los músicos que hacen arte, y
del más sublime, en nuestro país.
“Sistema” suena a nazismo, a esas organizaciones temibles
y mafiosas que nacieron a la vera de un régimen criminal como lo fue el Reich
de Adolf Hitler, o si lo prefieren, a esas entelequias revolucionarias que
tanto gustaban al Teniente Coronel de Paracaidistas Hugo Chávez Frías, que para
todos los efectos, también era un fascista.
Si bien es cierto, y en opinión del politólogo Aníbal
Romero, el chavismo es un régimen de izquierda radical, guevarista y
antidemocrático, no menos cierto que dentro de su afición populista utiliza y
permite la participación de elementos fascistas, sobre todo a niveles
simbólicos.
Hay todo un movimiento en el país que, agradecido con la
obra del maestro José Antonio Abreu en levantar y sostener a las orquestas en
nuestro país, están dispuestas a olvidar y hasta borrar, ese lado oscuro de su
vida, de complaciente funcionario a favor del régimen y sus capos, de maestro
de ceremonia y productor de eventos masivos y populares, que buscaban darle
brillo a unos pillos sin cultura, de servir como carta de presentación a una
dictadura militar que combatió, asesinó, encarceló, a la juventud rebelde que
le presentó batalla en las calles a sus hordas de Guardias Nacionales,
enfrentando vehículos blindados, armas de fuegos y químicas, con escudos de
cartón y banderas tricolores.
El maestro Abreu era un hombre de muchos talentos, y El
Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela (SNOJIV), son
un recuerdo perdurable de su pasión por la música y de su vocación de cultor de
brillantes músicos que han destacado en el orbe, pero fue un pésimo actor
político, aunque sea admirado por su perseverancia y su fino instinto de
sobrevivencia, tuvo que hacer cosas que moralmente son reprobables, y
políticamente se convirtiera en un cómplice de una maquinaria opresiva y
embrutecedora.
Lo sano sería tratar de buscar el balance justo entre sus
virtudes y pecados, dibujarlo para la historia como un hombre imperfecto, en
vez de tratar de endiosarlo y convertirlo en otra figura falsa de estas décadas
perdidas de socialismo del siglo XXI, pero él mismo se encargó de dejar toda
una hagiografía, que lo pintan más como un santo, que como en realidad era, un
hábil oportunista.
Es posible que sea muy temprano para hacer un balance en
la vida del fundador del “Sistema” y que le corresponda a otras generaciones
hacer la revisión de su obra, lo que si voy a tratar de hacer, es de convencer
a los responsables de las orquestas (incluyendo al sucesor del maestro Abreu,
Gustavo Dudamel), a sus integrantes y administradores, tanto docentes como
alumnos, de sus trabajadores y de su público que siguen con pasión sus
programas y conciertos, que ya es hora de que le cambien ese horrible moquete y
dejen de llamarlo el “Sistema”, que lo que hace es restarle dignidad y aprecio
por lo que hacen tan bien, aunque entiendo que ya es una franquicia
internacional.
Y no es que en la
antigüedad clásica no existieran los sistemas, con esa cualidad de orden, de
suma de elementos, que constituía un todo orgánico y universal, pero no sería
reconocidos como tales, allí está la obra de filósofos como Platón y el mismo
Aristóteles, cuyos trabajos rebozaban coherencia y desplegaban un orden
riguroso, pero en esa época no se conocía la palabra sistema con el significado
que hoy le damos, tuvieron que pasar siglos para que el conocimiento
sistematizado, primero llamado Suma,
llegare a ser sistema.
Según Martin Heidegger en su libro, Schelling y la Libertad Humana (1941), nos explica:
… la
palabra en griego significa “yo pongo junto”. Ello puede significar dos cosas.
En primer lugar: yo ensamblo en un orden… quiere decir también: yo acumulo,
incluso sin una red ordenadora previamente dada, cualquier cosa con cualquier
cosa, sin escogencia ni fin… Entre esos extremos opuestos de la significación,
ensamble interno y mera acumulación, se encuentra otra, según la cual sistema
significa: marco… todo esto indica que el sistema posee esta interna
posibilidad de oscilar entre ensamble, amontonamiento y marco, que todo sistema
auténtico permanece siempre amenazado de decaer en inauténtico.
Por cierto Schilling utilizaba la palabra sistema, como
una “concepción científica del mundo” y de las maneras de pensarlo, era
utilizando como la herramienta fundamental para el idealismo alemán. Y fue esta
noción de sistema la que evolucionó con un fuerte contenido matemático, que
trataba de darle orden a las cosas de acuerdo a unas fórmulas que
contabilizaban grupos, series, familias de objetos y actividades y que llegan
hasta el día de hoy como una de las formas fuertes del pensamiento científico
actual, en el principio fue la manera de describir a los seres vivientes con
sus sistemas nerviosos, digestivos, respiratorios, etc. La medicina y la
biología destacaron sus usos para comprender a los distintos elementos y sus
interrelaciones al momento de explicar la vida misma.
Pero para filósofos como Nietzsche el sistema era fuente
de reproches y cautelas, decía en su obra El
Ocaso de los ídolos (1888): “Desconfío
de todos los sistemáticos y me aparto de su camino. La voluntad del sistema es
una falta de probidad.” Y en La Voluntad de poder (1884) no podía
ocultar su desagrado: “La voluntad de
sistema en un filósofo es, expresado moralmente, una corrupción más fina, una
enfermedad de carácter, expresado inmoralmente, su voluntad de hacerse el
tonto, más de lo que es; más tonto significa: más fuerte, más simple, más
imperativo, más inculto, más mandón, más tiránico…”
A pesar de estas reservas y otras que surgieron
posteriormente, en especial luego de la Segunda Guerra Mundial, cuando el mundo
cayó en cuenta de los sofisticados sistemas de exterminio humanos y
discriminatorios en contra de razas denominadas “inferiores”, vistos los
diversos sistemas de aniquilamiento masivo que se desarrollaron con las armas
atómicas, los sistemas ya no eran herramientas inocentes y que expresaran el
conocimiento humano en términos de humanidad y progreso.
Sin embargo, los sistemas se convirtieron en las
herramientas más poderosas para el pensar racional en occidente, y tuvieron
espectaculares desarrollos en la estadística, donde se desarrolló una Teoría
General de los Sistemas, en las investigaciones operacionales de las
ingenierías más avanzadas, en las investigaciones del futuro, en la Teoría del
Caos, en el llamado pensamiento impreciso (Fuzzy
Thinking), en la Teoría de los Juegos, que permitieron, en su conjunto, entre
otras cosas el desarrollo de la exploración espacial, el desciframiento del
genoma humano y los grandes adelantos en la Inteligencia Artificial.
El encantamiento
fascista por los sistemas.
Contados son los grandes sistemas de pensamiento que
tienen que ver con valores y el espíritu humano, Descartes, Spinoza, Schelling,
Kant, Hegel, Freud, Marx, son algunos de los más descollantes, aunque debemos
decirlo, son más numerosos los sistemas que tienen que ver con el control y
sujeción del hombre a las normas, ideologías, religiones, instituciones y
gobiernos (sistemas jurídicos, de inteligencia, políticos, etc.).
La naturaleza humana está sujeta a la costumbre, a la
repetición, al hábito, es moldeable de acuerdo a ciertos usos y más si estos
tienen premios y castigos; el comportamiento y las creencias están sujetas a
manipulaciones, si no hay libertad ni educación, el ser humano es moldeable y
puede ser dirigido hacia ciertos fines contrarios a su propio destino e
independencia.
Todos los sistemas políticos que existen tienen a su vez
la necesidad de que otros muchos subsistemas apoyen y den orden y contenido a
sus objetivos, muchos de ellos intentan anular la persona humana para darle
sentido y relevancia a los fines colectivistas y comunales, el fascismo es uno
de ellos.
En Europa se dieron tres grandes manifestaciones del
fascismo en el siglo XX, el alemán, el italiano y el español, todos en esencia
eran sistémicos y buscaban su propio orden de la sociedad en términos donde las
expresiones de individualidad eran necesariamente suprimidas.
En la Enciclopedia Británica, edición de 1962, de una de
las bibliotecas que heredé durante la pandemia, el artículo sobre el fascismo
dice lo siguiente:
Desde
un principio el fascismo actuó como un enemigo implacable de la democracia y de
los derechos del hombre. La Sociedad
estaba construida estrictamente sobre un orden jerárquico; sus líderes no eran
electos, y tampoco eran responsables ante el pueblo, todo lo contrario, el
pueblo era responsable antes sus líderes cuyas designaciones, dependían sólo de
quienes estaban sobre ellos. La disciplina militar y una ciega obediencia debían
permear toda la vida civil. Uno de los famosos slogans del fascismo italiano
era: credere, obbedire, combatire.
Las instituciones culturales jugaban un papel estelar en
el sostenimiento y difusión de la ideología del régimen, sobre todo el aspecto
musical, de allí la labor del poeta norteamericano Ezra Pound al servicio de
Mussolini, junto al gran músico Alfredo Casella y su esfuerzo por revivir la
música de Vivaldi en unos memorables conciertos de la Accademia di Santa Cecilia, para luego desembocar en la música
futurista que sería la música del nuevo orden fascista en Italia.
En España fue algo más complicado, no solo eran las
marchas e himnos militares de la Legión Española, o de la canción que
identificaba a La Falange, Cara al Sol,
o las zarzuelas o los cuplés, los actos oficiales eran muchos más litúrgicos,
con elementos religiosos incorporados, como el coro de Santo Domingo de Silos interpretando un canto mozárabe del siglo X,
dedicado a príncipes y que recibían al Caudillo cuando entraba pomposamente en
la basílica de las Salesas Reales, o el resurgimiento de la música de Falla
para las sinfónicas y grupos de cámara, aunque hay que tomar en cuenta las
diferencias entre un Madrid Neoclásico y una Barcelona mucho mas avant garde.
Pero fue quizás con la Filarmónica de Berlín, el mejor
ejemplo de la música al servicio del régimen Nazi, penetrando en los
sentimientos del público como expresión artística, para dar una imagen
totalmente opuesta a los hechos y realidad de una arrolladora maquinaria de
guerra, con programas especialmente diseñados para colonizar el alma.
Los norteamericanos se tomaron muy en serio la enorme
influencia cultural que el nazismo tenía no solo en Alemania sino en el resto
de Europa, al punto, que crearon un organismo especial para la desnazificación
de occidente, el gobierno militar aliado por medio de la División de Control de
la Información (ICD, siglas en inglés) se encargaron de controlar y contener el
poderoso influjo que tenía la Filarmónica de Berlín y todo su aparataje de
grupos de cámara, solistas y coros asociados, la orquesta era una poderosa herramienta
de propaganda que era utilizada por el ministro Joseph Goebbels para celebrar
los cumpleaños de Hitler, acompañar a las juventudes hitlerianas en sus enormes
congregaciones, darle lustre a los aniversarios de estado, despedir héroes del
partido, musicalizar películas y mensajes radiales, inaugurar eventos
deportivos, pero también era enviada como embajadora de buena voluntad a los
países invadidos, y como era una orquesta tan respetada y admirada, eran los
mejores representantes del Tercer Reich, y esa imagen había que cambiarla de
raíz.
Fue un proceso harto difícil y complicado que ameritó la
presencia de expertos musicólogos, psicólogos y sociólogos norteamericanos para
poderlo llevar a cabo, y en este esfuerzo de limpieza, resultaron las historias
de artistas de la talla de Richard Strauss, Gerhard Hauptmann, and Wilhelm Furtwängler,
y posteriormente de genios como Herbert von Karajan, Eugen Jochum, Hans
Knappertsbusch, quienes fueron mantenidos en observación y finalmente
“certificados” para retornar a sus actividades.
Lev Nikolaevitch dijo una vez: “Allí donde se quiere tener esclavos, hay necesidad de toda la música
posible”.
La versión
nacional del Mago de Oz.
Para quienes estuvieron al lado del maestro durante sus
últimos años concuerdan que su gran preocupación, su gran temor, era que el
Sistema se quedara sin el financiamiento del estado.
Recordemos que durante muchos años el maestro Abreu y su
“Sistema” contaban con el apoyo de las empresas privadas, principalmente bancos
y grandes corporaciones, la misma naturaleza de su organización había ya
acaparado importante contribuciones, dejando al resto del mundo de grandes y
pequeñas orquestas, con un muy escaso margen para el financiamiento de sus
actividades, el “Sistema” lo consumía todo golosamente, era como un gran panal
de abejas, allí estaban la propia Orquesta Simón Bolívar, que era la flor y
nata del sistema, los mejores músicos de la organización que solo se
presentaban en ocasiones y para públicos especiales, de allí para abajo, había orquesta
para todos los gustos y de diversa calidad.
Coros, orquestas de Jazz, grupos de cámara, de percusión,
de vientos, solistas, y aunque no contaban con agrupaciones bailables, muchos
de sus programas contaban con pachangas y un show donde los músicos bailaban
con sus instrumentos como era el caso del “Mambo”
de Bersntein, y es que para la mayoría del público era un espectáculo
conmovedor ver aquellos niños aporrear sus instrumentos con versiones de Tchaikovsky
que arrancaban lágrimas y suspiros, Abreu fue un gran vendedor de sentimientos y
mientras estos espectáculos sucedían ante nuestros ojos y oídos, nadie se
preocupaba de dónde venían los reales y cuanto costaba aquello, y quizás lo más
importante, si aquel aparataje tenía algún sentido.
El maestro Abreu revivió la figura arcaica de la gran
orquesta, mientras más músicos, mejor, y desempolvó un repertorio de obras
europeas del canon más conservador, con la promesa al público que escucharían
algo nuevo y original.
El sistema fue creciendo y complejizando su estructura a
medida que fue obteniendo el financiamiento, se apoyaba en una logística y
movilizaciones que requerían de mucha preparación, variados y costosos equipos,
instrumentos musicales, partituras, profesores, personal administrativo,
viáticos, transporte, publicidad, seguridad, imprevistos… no importaba si eran
conciertos nacionales, o internacionales, el flujo de dinero era constante y en
grandes volúmenes.
Contaba con un presupuesto gigantesco que le permitía no
solo traer a los mejores directores y solistas del mundo, sino desplegar una
campaña internacional de presentaciones e intercambios que muy pocos países en
el mundo podían permitírselo, o construir sendos teatros con lo último de la
tecnología del sonido.
El Sistema, sin los cofres de petrodólares que le
brindaba el estado venezolano era apenas una entelequia más, un sueño imposible
de un idealista y nacionalista, si ustedes le quitan a este plan sus adornos y
afeites principistas, lo que queda es una estructura fascista altamente eficiente
y aterradora, sus slogans, como el de “Tocar y luchar” eran muy a lo Mussolini,
o el meme que repetiría Dudamel en sus viajes “la música es un derecho humano fundamental”, no decía nada de la
estricta disciplina interna, la política del silencio, la reverencia obligada
hacia los jefes, la importancia del grupo sobre el individuo, era una
estructura que ligaba de manera íntima su suerte y prestigio al de los entes
patrocinantes y gobiernos que lo financiaban, y fue con los gobiernos
socialistas que pudo levantar una
organización como la que finalmente pudieron lograr.
Con el pasar de los años el Sistema consolidó un inmenso
aparato de ideologización al servicio del régimen chavista, estaba diseñado
como una Caja Negra, pocas personas conocían de su presupuesto, como se
administraba, Abreu no le rendía cuentas a nadie, lo que salía de esa
organización eran los conciertos, la música, que hacía suspirar a los
venezolanos, que tocaba los más profundos sentimientos, sobre todo de ver
aquellos jóvenes y niños empeñados en sacarle a sus instrumentos lo mejor del
repertorio de música clásica universal.
¿Quién podría oponerse a tal labor de humanismo y
construcción de país? ¿Quién sería capaz de levantar una crítica ante
encomiable labor de hacer patria, de verdad, verdad? El sistema era perfecto en
su trama y fines.
Los espectáculos que escogían eran masivos,
multitudinarios, competían con los mejores conciertos de música popular,
intentaban romper records de audiencia, se aunaba a artistas de prestigio y se
presentaba ante públicos internacionales, los montajes que hacían eran dignos
de los mejores conciertos como lo de la opera Aída al pie de las pirámides de
Egipto, o las galas de Bayreuth celebrando a Wagner.
Lo que proponía Abreu no era cualquier cosa, aparte de
una inmensa carpa para sus shows, estaba construyendo un aparato educativo
nacional paralelo, la música era su ariete para abrir las puertas del gobierno,
una organización nacional que se iba a replicar en cada pueblo, que iba a
disponer sin ninguna oposición de los niños venezolanos y que se convertiría en
su tutor y maestro hasta la edad adulta, lo decía en su entrevista:
Entonces
me planteé ese reto: un proyecto estructural que le diera una nueva dimensión a
la educación musical en Venezuela, que ofreciera a los jóvenes instrumentistas
plataformas sólidas, en sus estados de origen, para que pudieran tocar y tener
una carrera artística. Un proyecto que generara fuentes de trabajo para los
músicos, para gerentes culturales, para los directores de orquesta. Era el
momento de dar a todas nuestras ciudades y pueblos la posibilidad de que
tuvieran sus propias orquestas sinfónicas y juveniles. Y soñé que con ese
proyecto podríamos transformar nuestra sociedad desde abajo, desde la formación
y la valoración del talento de nuestros niños…
Pero no contento con esto, su
apetito quería mucho más de lo que podía tragar, ideó un plan verdaderamente
totalitario en sus fines, y hasta con ribetes mágicos, decía más adelante:
El
Sistema ha sido, durante sus 36 años de existencia, una verdadera
transformación social y cultural, sin exclusiones ni estigmas de ningún tipo.
De allí que hemos crecido en la incorporación de nuevos Programas que
benefician a un amplio espectro de la población venezolana. Por ejemplo, tenemos
El Programa de Educación Especial, de alcance nacional, para niños, niñas y
adolescentes con necesidades especiales (sordomudos, invidentes, niños y
jóvenes con Síndrome de Down y con otras dificultades) a manera de tratamiento
y rehabilitación, a fin de que progresivamente sanen y se incorporen a la
sociedad con toda normalidad. El Sistema incorpora a niños abandonados, en
situaciones de riesgo y con muy pocas oportunidades económicas y sociales,
además, le da oportunidad a aquellos jóvenes que no han contado con
herramientas para desarrollar una profesión, y les ofrecemos capacitación
laboral, por ejemplo, en el área de la construcción y reparación de
instrumentos musicales, o en la formación como gerentes culturales o bien como
promotores y productores artísticos. Además, tenemos el Programa de Orquestas
Penitenciarias para procurar la reincorporación a la sociedad de aquellos
hombres y mujeres que están privados de su libertad, ya estamos presentes con
este Programa en ocho centros de reclusión del país. El Sistema es de todos y
para todos.
La orquesta se convirtió en
un fetiche, el único lugar donde todos los venezolanos estábamos de acuerdo,
los músicos ejecutando las piezas y el público en sintonía con la puesta en
escena, en ese momento no habían contradicciones, todos éramos iguales,
comulgando en paz con la armonía universal.
Houston, tenemos un problema.
Dejé para último dos aspectos
importantes de todo este entramado, el primero es el aspecto ideológico ¿Cuáles
son las razones que mueven los engranajes de este aparato?, pues bien, no hay
publicación oficial del Sistema, o declaraciones de sus miembros, que no dejan
de mencionar la doctrina que desarrolló Abreu para su trampa cazamoscas, y es
de utilizar la música como vía para escapar de la pobreza, que según tengo
entendido es la causa fundamental que los benefactores del sistema, han
accedido para entregar de manera totalmente ciega sus contribuciones a la
causa.
Hay un autor norteamericano,
el profesor Robert Fink, de la Universidad de California Los Angeles,
musicólogo, que ha publicado un estudio sobre este aspecto titulado, Resurrection Symphony:
El Sistema as Ideology in Venezuela and Los Angeles (2016), en la
que aborda el asunto de la ideología de manera detallada, Tanto Abreu como
Dudamel están convencidos que el Sistema no solo trata de un programa para
educar a los jóvenes en la música, sino que también es un programa social; en
una entrevista que realizó en el país (2006), la investigadora Diana Hollinger,
Abreu le responde a la pregunta de que
si él ha visto como el Sistema transforma la vida de los muchachos, le dice: “Sí, ¡Absolutamente! La música ataca los
niveles de pobreza material porque transforma al niño completamente. Esta
transformación lo hace un niño especial, opulento. De la misma manera que su
mente mejora, sus aspiraciones, sus ideas también cambian. Ya no es un niño
pobre. La pobreza material es superada.”
Y lo repitió en la UNESCO en
el 2001, cuando recibió el premio Right
Livelihood Award: “La pobreza
material está siendo vencida por la riqueza espiritual”
Una riqueza espiritual que
confluye en la vieja doctrina de la armonía universal, armonía que puede ser
adquirida tocando para sus orquestas, que por medio de una alquimia espiritual
transforma a la persona, y por un acto de fe, hace que deje de ser pobre.
La efectividad de esta
ideología la vemos hoy en nuestra Venezuela, los niveles de pobreza en el país
han aumentado de manera alarmante, si el Sistema hubiera sido efectivo sobre
los más del millon de jóvenes, que dicen, ha incorporado en sus programas, en
sus más de 300 núcleos por todo el país, Venezuela hubiera sido otra… pareciera
que la “la labor social” de las orquestas de llegar a los más pobres es tan
solo una intención, la realidad es muy distinta, Hay más pobreza, más
desnutrición, más miseria extrema y hasta allí no llega el Sistema, de hecho
pareciera haber estado diseñado para niños de clase media, o cuando menos, de
familias pobres pero estables, con un mínimo de seguridad social y alimenticia.
Pareciera ser que aprender a
tocar un violín y ser parte de una orquesta, trabajar muy duro para aprenderse
su parte en la Segunda Sinfonía de Mahler
(La Resurrección), hubiera bastado para dejar de ser pobre, pero eso no es así,
no es verdad… la realidad indica que por más riqueza espiritual que tenga el
ser humano, sus necesidades básicas siguen siendo prioritarias, por lo que esta
oferta del Sistema siempre fue un fraude.
Pero el otro asunto es mucho
más grave, y es la denuncia sobre abusos sexuales puertas adentro del Sistema,
por parte de personas mayores, principalmente instructores y profesores que
medran sobre los niños y jóvenes, buscando sus víctimas para actos pedófilos,
podemos imaginar por qué estas denuncias, casi todas, nos llegan desde el
exterior, las que se hacen en el país son eficientemente acalladas y metidas
debajo de la alfombra.
La olla la destapó el
musicólogo británico Geoff Baker en un libro, El Sistema: Orchestrating Venezuela’s Youth (2014), inmediatamente tanto los periódicos el Washington
Post como el New York Time, recogieron la denuncia, algunos ex miembros del
sistema salieron a la palestra pública con denuncias ya más concretas, de modo
que ya no pudieron ocultar el escándalo que se cernía sobre la organización, más
que todo por presiones del exterior, se nombró un fiscal del Ministerio Público
para continuar las investigaciones, el Sistema se puso a la orden de las
autoridades y a favor de las presuntas víctimas, pero hasta allí, no sabemos
nada sobre la evolución de los casos.
La presión internacional ha
sido mucho más efectiva que la nacional, aparentemente el Sistema tiene a su
favor una nómina de periodistas, influencers,
funcionarios e intelectuales, encargados de pastorear la opinión pública lejos
de los guisos y situaciones incómodas; el maestro Abreu y el Sistema tiene
dolientes, que pretenden anteponer el “milagro” de las orquestas, y la figura
casi santa del maestro Abreu, antes que encarar una posible realidad donde, una
vez más, fuimos tomados por tontos.
Para muchos venezolanos es
injusto que casi la única obra que vale la pena en el país en los últimos 40
años, que son el sistema de orquestas juveniles, sea cuestionada como si se
tratara de una organización criminal, y creen ciegamente, que personas como el
maestro Abreu y Dudamel han hecho posible algo diferente por el país, y
detestan, que personas como quien les escribe, se atreva siquiera a dudar de la
honorabilidad y de la buena voluntad de estos personajes, pero visto los socios
que exhiben estos ilustres venezolanos, y los antecedentes que se abultan a sus
puertas, creo que lo menos conviene, es quedarse en silencio. -
saulgodoy@gmail.com
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