jueves, 30 de mayo de 2024

Transición e impunidad

 



“… la percepción de que ha sucedido entre nosotros un crimen sin precedentes, la  exterminación clandestina de un grupo de personas – no importa si son diez mil o treinta mil – organizada desde el Estado, convoca a la certeza de que “un crimen tal merece castigo”… en su naturaleza de crimen organizado desde el poder del Estado, involucrando a centenas o miles de agentes, parece no tener precedentes que nos permitirían sin dificultad aplicar las herramientas jurídicas existentes”.

“Por eso, Sr. Eichmann, debe Ud. colgar”. De Eichmann en Jerusalén a los “Juicios” en Argentina

Claudia Hilb

 

El asunto es delicado y complejo, si bien es cierto todos en Venezuela deseamos una transición política hacia la democracia en orden y en paz, con la participación de todos y con anhelo por la verdad, también es cierto que el proceso de reconstrucción del país, la vuelta a la ruta civilizatoria de prosperidad y crecimiento implica cerrar ciertas cuentas, finiquitar algunos asuntos harto desagradables y dolorosos, tratar de olvidar y ejercer el difícil arte del perdón, esto con el fin de avanzar hacia el futuro y no quedarnos chapoteando en el reconcomio, que lo que haría es prolongar el odio y el conflicto.

El discurso del candidato de la oposición democrática, el Sr Edmundo Gonzáles Urrutia está centrado en una promesa de transición pacífica para poder alcanzar la otra orilla de la legalidad, el orden y la creación de riqueza, lo que le daría al país todo una segunda oportunidad en democracia, luego del lamentable extravío por la ruta socialista trazada y ejecutada por el castrochavismo.

Parte importante de cualquier transición política es la llamada justicia transicional, de acuerdo al Centro para la Justicia Transicional se trata de la respuesta a las sistemáticas violaciones de derechos humanos. Persigue el reconocimiento de las víctimas y la promoción de las posibilidades para la paz, reconciliación y democracia. La Justicia Transicional no es una forma especial de justicia, es justicia, adaptada a sociedades que se están transformando luego de un período de constantes abusos sobre los derechos humanos.

Pero debido principalmente a la falta de compromiso del régimen de Maduro con sus propios acuerdos, como fue el caso de las negociaciones de Barbados, se teme por un retroceso en la posibilidad de tener unas elecciones y que el pueblo elija de acuerdo a su voluntad soberana, el discurso político tanto de la oposición como de algunos países aliados al chavismo, se concentra en medidas no punitivas y reconciliación, ya se habla de indultos, de perdón, de juicios políticos y sobreseimiento de las causas, de exilios dorados y otras maneras de “escurrir el bulto”, dejando a todos, principalmente a la gran cantidad de víctimas sin posibilidad de obtener justicia.

Porque si en algo se ha distinguido el chavismo, y todavía insiste en la utilización del terror en su estrategia política, es el de comportarse de manera despótica y populista, entendiendo como unos seres tan crueles y aberrantes, pudieron hacer tanto mal a tanta gente, y dejarles una salida sin ni siquiera decir que están arrepentidos, lo que pudiera acarrear es un mayor malestar social.

Desde Colombia nos llega la idea de un borrador de documento, que Gustavo Petro entregaría a Nicolás Maduro para la búsqueda de la aceptación de los resultados de las elecciones y la garantía de no persecución, de nuevo, vemos en su enunciación la idea que el gobierno de Maduro pudiera pegarle una patada a la mesa electoral y atornillarse en el poder ya de manera abiertamente ilegítima e inconstitucional, una tiranía plena y salvaje, que tiene a toda la región con los pelos de punta, ya que sus efectos serían devastadores para la seguridad hemisférica.

El candidato Gonzáles Urrutia, estoy seguro está viendo el panorama que le toca resolver desde el punto de vista de su experiencia diplomática, la cual es muy rica en ejemplos de resolución de conflictos, transiciones y reparaciones en otros países, con las intervenciones de organismos internacionales con vasta experiencia en estos menesteres de pasar la página y de nuevos comienzos para naciones que han sufrido de esas pesadillas de horror, y en la cual, Latinoamérica tiene un largo camino recorrido, son pocos los países de nuestro hemisferio que no hayan tenido que recurrir a los muchos y variados instrumentos para la pacificación y transiciones productos de conflictos.

Eran casos principalmente de guerras, de confrontaciones civiles, de golpes de estados, de dictaduras, de revoluciones, situaciones políticas que implicaban violencia al por mayor, conmociones sociales, perdida de las garantías constitucionales para los ciudadanos, que se traducían en persecuciones, migraciones forzosas, cárcel, campos de concentración, torturas, juicios sumarios y muerte.

Luego de estos conflictos o durante la resolución de los mismos, era necesario gestiones para lograr la paz cuando no había una derrota militar que obligara a los agresores a deponer sus armas, allí intervenían coaliciones de naciones, organismos internacionales, instituciones como la iglesia para lograr la negociaciones que muchas veces duraban años.

Pero muy recientemente se ha venido involucrando un elemento perturbador que ya no es político como es el caso del crimen organizado. El caso venezolano es una amalgama de todos estos ingredientes arropados por una pretensión política, lo que lo hace muy complicado definir y combatir, es en extremo maleable y difícil de distinguir de los intereses que Venezuela tiene como país petrolero, por ejemplo, el chavismo se aprovechó toda la infraestructura de relaciones internacionales que Venezuela había logrado durante los años de gobiernos democráticos, de modo que el chavismo, cuando accedió al poder, tenía una plataforma global a la que le sacó provecho para avanzar en sus intereses y el de sus asociados.

No es lo mismo un gobierno criminal, a cuando el crimen organizado se hace gobierno, un gobierno criminal viola las leyes para proteger su autoridad y la sobrevivencia del aparato estatal y sus líderes, pero el crimen organizado hecho gobierno tiene un horizonte mucho más amplio, tiene carácter global y sus intereses abarcan otros aspectos: una tupida red de negocios ilícitos que van desde la pornografía, las drogas, el juego, el estupro; intereses políticos de gobiernos golpistas, teocracias asesinas, terroristas y gobiernos fascistas, todo lo que tenga que ver con la esclavitud y la explotación humana para hacer dinero rápido.

Es por ello que las causas políticas del chavismo no solo abarcan movimientos fundamentalistas, poderes imperiales de la extrema izquierda, elementos revolucionarios de distinta naturaleza, preferiblemente los más radicales, que necesitan de aliados que le suministren mercados negros que estén fuera del control de occidente, territorios que les den santuario, nuevas identidades y rutas de escape, redes de transporte y financieras que les permita mover recursos y resistir persecuciones y ataques, y muy importante, apoyo en el seno de los organismos multilaterales que se consigue con votos, como en la ONU y otras instituciones que operen en regiones e influyan en gobiernos no alineados.

Cuando un país es rehén del Crimen Organizado como en el caso venezolano, hay muchos intereses ocultos al momento de ver amenazado su sustento y estabilidad, y conforman frentes de apoyo, en esta red de auxilio se encuentran poderosos factores como el socialismo internacional, gobiernos autoritarios asiáticos interesados en hacerle daño a occidente, países europeos contagiados por el chavismo, y aún dentro de EEUU, esa corriente liberal enloquecida que pretende llevar a esa gran nación al igualitarismo y la dependencia en un estado benefactor.

Pero hay una diferencia fundamental entre el caso Venezuela y el resto de los países que han tenido que ser auxiliados en la transición hacia la democracia, la gran mayoría viene de un conflicto armado donde existen dos o más bandos enfrentados en la lucha por el poder, en Venezuela el chavismo llegó por medio de unas elecciones democráticas, fue el pueblo quien lo elevó a la dirección del país. Pero los chavistas, incluyendo a su líder Hugo Chávez no eran políticos, carecían de la más básica formación política, todo lo que hicieron con el estado venezolano fue transformarlo en un esperpento socialista con aires maoísta, apuntalado con una estructura de la revolución castrista importada directamente desde La Habana.

El Crimen Organizado no hace política, cuando es necesario, compran políticos y los utilizan para sus fines, el PSUV ha sido comprado innumerables veces para hacer de nuestro país un portaviones de las mafias mundiales, desde vendedores de comida podrida, chatarra eléctrica, helicópteros que se caen al poco uso, libros basura con ideas y conceptos equivocados, es solo un operador estatal, es un grave error creer que el chavismo es un ente político, no representa a nadie, se mantiene de mentiras, es completamente irresponsable e inmoral. En varias ocasiones he manifestado mi deseo de ilegalizar al PSUV pues es una organización que vive de la ignorancia y la manipulación, darle un estatus político, permitirle competir en elecciones es un insulto a la idea de democracia.

Pero igual, están los demócratas que llevan su idea de tolerancia y libertad hacia regiones muy peligrosas, que ven en los chavistas a unos contendores políticos no a unos enemigos peligrosos, se trata de posiciones idealistas de políticos que pregonan que le abramos las puertas a los bárbaros que acampan afuera, dispuestos a pasarnos por el cuchillo, y aun así estos políticos alucinados creen poder convencerlos de las bondades del respeto mutuo y el apago a la ley.

El problema principal que no podemos obviar, es que en esta justicia transicional que necesariamente tiene que venir y pronto, es que si no se dice la verdad, si no se hace justicia, si no hay reparaciones a las víctimas que vieron violadas su integridad y derechos, nos vamos ver enfrentados de nuevo a una marea de descontento y malestar social que puede hacer peligrar de nuevo el retorno a la democracia.

Al no haber justicia se alimenta la venganza y resentimiento, y el número de personas agraviadas fácilmente se amonta a más de la mitad de la población del país, una cifra peligrosa para la estabilidad y la paz social, allí incluyo a los familiares de los inmigrantes que fueron obligados a abandonar el país, a las personas de la tercera edad, personas incapacitadas y con enfermedades complicadas, a los grupos indígenas, al altísimo número de familias afectadas por el deficiente servicio de salud pública, especialmente entre neonatos que están sufriendo de la incapacidad del estado en atender sus necesidades básicas para la vida, a los presos políticos y sus familiares, a los desaparecidos y ejecutados en razias policiales… la lista de agraviados es enorme, justamente en los estratos más vulnerables y en números que alcanzan magnitudes de crímenes de lesa humanidad, una situación que pase lo que pase hayan o no elecciones tiene que haber algún tipo de válvula de escape a tanta presión social.

La tesis que esgrime el gobierno chavista-madurista de que esa mortandad es producto de las sanciones, se cae por el peso de las cifras sobre corrupción, de la ineptitud de los funcionarios responsables, por la misma tendencia de las instituciones de ocultar cifras, prohibir la información al público, de crear fake news para complacer al alto gobierno; las bajas dentro de la población civil están manipuladas con fines de ocultar el desempeño, por ejemplo, las víctimas que expresa el gobierno durante la pandemia de COVID, es una clara muestra de esa intensión de manipular la evidencia.

El país yace en ruinas, y las expectativas de un cambio son enormes, las elecciones han encausado los esfuerzos ciudadanos por vías institucionales y esperemos que sigan por ese camino, cualquier cambio en la ruta y de las expectativas del país, nos adentraría en parajes desconocidos y de mucha entropía, lo que debemos evitar a toda costa, los márgenes de aguante del país están al límite y hasta el momento, la oposición democrática ha sabido jugar en un tablero harto difícil.

 

 

 

 

 

 

 

 

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