sábado, 6 de julio de 2024

La derrota política del chavismo



En parte fue una derrota que se propinó el mismo chavismo, siendo su principal fracaso la gobernabilidad del país; no supieron y no pudieron concretar sus planes revolucionarios, entre otras razones, porque estos eran inviables, estaban tejidos de ideas difusas, contradictorias, sin sustento en la realidad social, y negaban los principios básicos de la racionalidad económica.

Fueron muy buenos destruyendo la concordia entre el pueblo, demoliendo las instituciones que habían fundado los gobiernos democráticos, aplastando los logros educativos, de salud, de descentralización, de relaciones internacionales, que cayeron en su regazo luego de aquellas desdichadas elecciones de 1999, cuando ganaron las presidenciales, creyendo poder construir su utopía revolucionaria, y desestructuraron un estado moderno hasta hacerlo irreconocible, inmanejable e inoperante, aún para sus líderes.

Lo que hicieron con nuestra industria petrolera fue algo inaudito, propio de esas hormigas llamadas Marabuntas, que acaban con todo a su paso dejando tras de sí una total devastación. Si algún venezolano alguna vez creyó que con el socialismo se podía llegar a alguna parte, construir algo medianamente útil y perdurable, quedó convencido que esos caminos sólo conducen a la pobreza más abyecta. Creo que esa lección, por lo menos, fue aprendida a fuerza de injusticia, hambre y miseria.

Lo que estamos viendo en este inicio de campaña electoral es no solo un fenómeno de liderazgo e inteligencia, hay algo más, y trata de lo que muy poca gente quiere hablar, y es que las multitudes que puede convocar la presencia de María Corina Machado y la instrumentalización de un candidato casi improvisado, como Edmundo Gonzáles Urrutia, sólo se puede entender luego de 25 años de cargar con la cruz de Chávez, primero, y luego la de Maduro.

Tener a los chavistas manejando el gobierno fue suficiente para convencer a cualquiera; estos castrocomunistas querían  convertirnos en esclavos, tal como hicieron en Cuba, como se está haciendo en Nicaragua, y ya fueron develadas sus intenciones, que se explican por los sueldos miserables que ganan los venezolanos, los excesivos impuestos, la falta de oportunidades, las violaciones a la propiedad privada y a la libre expresión del pensamiento, el acaparamiento por parte del estado de las principales fuentes de riqueza, la brutal represión a los emprendimientos, y los groseros privilegios  que ostentan los chavistas cercanos al poder, entre ellos, los militares de alto rango.

Maduro y sus compinches están tan enfermos de poder y cegados por continuar con el expolio de  Venezuela, que es posible que pretendan desconocer la voluntad popular y se pasen las elecciones por el paltó, bajo cualquier fantasiosa excusa, sin siquiera detenerse a pensar que lo que mueve a los venezolanos ya no es un sentir democrático o un apego constitucional; la situación es tan grave que todos esos argumentos retóricos han sido sustituidos por algo mucho más básico, primitivo y peligroso, la voluntad de sobrevivencia, una lucha por la vida contra la pérdida de la libertad y de continuar soportando el ultraje de unos extorsionadores.

Pero entonces viene la parte difícil a los ojos de un simple analista, que está viendo la situación desde una perspectiva muy particular; a los chavistas, que como aquellas personas que sufren un shock por trauma, por ejemplo, por la pérdida de un familiar muy querido, que en este caso sería la posibilidad real de perder todo el poder político que tuvieron a lo largo de 25 años, no les es fácil reconocer que el pueblo que ellos creyeron tener en su bolsillo, a fuerza de dádivas y promesas, ya no los quiere ni ver, están en una etapa de negación de la realidad.

Esta realidad compleja no es fácil de digerir, pero negarla o desestimarla lo que hace es empeorar las cosas. El chavismo no se da cuenta de que están haciendo equilibrio sobre el filo de una navaja, niega la realidad construyendo una fantasía que les permita seguir pensando que nada ha cambiado, que podrán seguir engañando a todo el mundo con su pose de que aquí no pasa nada, que todo está “extremadamente normal”.

Y lo vemos en esa actitud revanchista de carajito malcriado y retrechero que tiene Maduro y replican sus compañeros; porque quiere vengarse de todo aquel que le haga el juego o tan siquiera le hable a sus enemigos, que no opositores. Ha habido acciones represivas contra personas del pueblo que han ayudado a María Corina a cruzar un río, que le vendieron unas empanadas, que la llevaron en un camión de carga, que la acompañaron en una marcha… y situaciones donde funcionarios públicos e instituciones son utilizados para impedirle el paso, para ponerle obstáculos, para negarle su derecho a transitar y hacer campaña política, como se lo garantizan las leyes de la República.

Ellos creen que “se la están comiendo”, que sus actuaciones son las apropiadas porque con ellas debilitan al enemigo, lo desmoralizan, lo cansan y que, si insisten, es probable que tire la toalla, que desista de hacerle oposición a Maduro en su afán de gobernar por un tercer período y de tener al chavismo enquistado “para siempre”.

Aplican a diestra y siniestra esas absurdas leyes contra el odio, encausan a líderes locales con cargos de traición a la patria y sedición, ponen presos a dirigentes de los partidos de oposición por atentar contra el presidente y pedir la intervención de fuerzas extranjeras en el país. No importa cual rocambolescas sean las acusaciones, mientras más horribles mejor, pues ellos suponen que los venezolanos de a pie y sus representantes políticos entrarán en pánico y se irán a sus casas a meterse debajo de sus camas, a la espera de los funcionarios del SEBIN.

Pero lo peor no está en estas circunstancias, de este empeño sostenido por crear un clima de terror, situación que nos ha sido habitual durante más de dos décadas, lo peor está en la desinformación y los “Fake News” que el chavismo está continuamente publicitando sobre su candidato y la campaña que tiene, para convencernos que sin él la vida es un error, además del despliegue de creatividad para endosar todo tipo de males a sus enemigos.

Ya hemos visto la cantidad de propaganda y de promesas improbables, la primera de ellas es que “ahora sí vamos a hacer las cosas bien”,  y que el PSUV ya tiene como norma comprar las conciencias, con sus bonos, regalitos, cupos, su puñado de dólares, sus “kit” para las marchas, donde no faltan bolsas CLAP, bebidas espirituosas, bonificaciones contra las listas de asistencia, y la presencia obligada de los empleados públicos, con la consuetudinaria amenaza de despido si no se anotan para un evento junto al superbigotes.

Y mientras tanto Interlaces y otras empresas encuestadoras falsifican la realidad de las campañas y juegan a favorito con su “Gallo Pinto”, a pesar de que se descalabra diariamente por sus odiosos actos de revanchismo y abuso de poder, que la gente ve y sufre como una afrenta a su dignidad, mientras los medios públicos de comunicaciones se encadenan para falsificar esa realidad que todos los venezolanos perciben y comparten, sin importarles la credibilidad o el daño que ellos mismos se están haciendo, obligando con amenazas a los medios privados a no publicitar la apabullante ventaja que tiene hoy la oposición democrática en vista al 28 de Julio… el resultado inevitable es que los mismos chavistas se crean sus propias mentiras y sean ellos los que resulten embaucados.

Volvemos al principio, el pueblo, la voluntad popular, el país nacional, todo - incluyendo a una buena parte de ese chavismo “obligado”, que no puede manifestar su repudio y cansancio contra los revolucionarios que los dominan, porque dependen de ellos para ganar el sustento que llevan a sus casas - esa enorme mayoría de venezolanos va a votar contra el presidente Maduro y su pandilla de oligarcas rojos rojitos. Ese chavismo perverso, simplemente, está cerrando los ojos ante el tsunami que lo va a arropar, pretendiendo que la realidad es otra y que basta una orden superior para que la realidad, de un momento a otro, como por arte de magia, cambie.

Pero es allí donde están equivocados, ya perdieron la perspectiva, estamos ante una situación inédita, los magos del PSUV creen que todavía pueden sacar el conejo del sombrero de copa, que pueden hacer de nuevo el truco sin que nadie se dé cuenta y nadie diga nada… creo que, si a estas alturas no han rectificado, si no se han sentado a negociar con la oposición, si todavía creen que pueden torcerle el brazo a los venezolanos, les espera una desagradable sorpresa. Esto escapa al simple evento electoral, esto desborda la política, el país clama por un cambio y es un clamor que viene desde abajo, desde muy profundo, de las entrañas mismas de esta tierra; si no lo han escuchado es porque están aturdidos con tanto ruido que ellos mismos están haciendo.

El mundo entero observa, han tratado de cerrar la puerta para poder cocinar su trampa en las sombras, pero todos los reflectores están sobre Venezuela, la evidencia se ha colado, las pruebas de un gobierno desesperado e ilegítimo cometiendo error tras error ya engrosan los expedientes en su contra; los chavistas todavía creen que los estados y sus autoridades establecerán relaciones con quienes contesten el teléfono en el palacio de gobierno, mucha agua ha pasado desde aquellos tiempos, el poder ya es ubicuo, la tecnología es abarcadora, la democracia, se ha descubierto, es de naturaleza fractal, basta que una parte muy pequeña esté viva para que el rompecabezas tenga sentido, los negreros y esclavistas ya no tienen futuro. 

Y que no digan que nadie se los advirtió. 

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