La obra de Robert Nozick, Anarquía, Estado y Utopía, es uno de los libros de filosofía más importante del siglo XX, en el que desarrolla el tema de los derechos del individuo frente al Estado.
Pero el problema que establece Nozick es que el
tamaño del Estado, incide directamente en las posibilidades de que esos
derechos sean violados, a mayor tamaño y más amplia esfera de intervención
estatal, esas probabilidades de obligar al ciudadano a hacer ciertas cosas que
lo perjudican, se incrementan.
De acuerdo al estudioso Tom Campbell en su obra La Justicia (1988) Nozick desarrolla su
propia teoría de la justicia y hace de los derechos su esencia, derechos que
son “títulos” y que Dworkin, uno de los grandes teóricos del derecho, califica
como triunfos que deben ser reconocidos y respetados por las mayorías e incluso
por las políticas que pretenden el bien general de la sociedad.
La propuesta de Nozick ha sido identificada como
anarquista por algunos sectores intelectuales, debido a que en la situación de
un Estado que hace lo posible por mantener su monopolio en el uso de la fuerza
y proteger a todos dentro de un mismo territorio pueda, en determinado momento,
violar ciertas garantías y derechos individuales, lo que es considerado inmoral
destruyendo el sentido de la justicia.
Como bien señala Nicolás Abbagnano en su
monumental Historia de la Filosofía, el libro de Nozick es una respuesta al de John Rawls
Una Teoría de la Justicia (1971), ambos filósofos sostienen que las libertades individuales son uno de los absolutos
necesarios para poder vivir en sociedad,
ningún pensamiento o ideología, ni práctica por parte del Estado puede disminuir ni derogar esos derechos individuales, y menos, si se trata de aplicar la
justicia.
El profesor y filósofo de la Universidad de Harvard John Rawls |
Pero para Rawls, la justicia es el primer
objetivo de toda institución social y se
llega a ella por vía contractual, por una elección basada en la equidad. Las desigualdades económicas y
sociales (riqueza y poder) son aceptadas
como justas, sólo y si reporta beneficios compensatorios
para los menos favorecidos.
Rawls eleva a principio moral la obligación de
que la sociedad, por medio del Estado,
“repare” las desventajas de los grupos sociales menos favorecidos, esto se logra con igualdad de oportunidades
y con una obligación de las personas más
aventajadas y favorecidas socialmente en
lograr, para los que están relegados en la sociedad, un bienestar mínimo. En ésta idea Rawls basa su necesidad de
justicia y de argumentar a favor de los
sistemas de redistribución de la riqueza, con
fuertes imposiciones tributarias hacia los más ricos.
Pero entra Nozick, y plantea que no se puede
sacrificar la libertad para conseguir la
justicia, y menos la igualdad, los regímenes y estados que así lo hagan inmediatamente se hacen inmorales e injustos,
ningún estado tiene el derecho de obligar por
medio de su aparato coercitivo a que una
persona auxilie a otra, o que prohíba ciertas actividades supuestamente por su propio beneficio.
Propone, a contrapelo de Rawls, la creación de un Estado mínimo, que podría pensarse, sigue la tradición de los anarquistas, la libertad perfecta trata de que las personas regulen sus propias acciones, dispongan de sus personas y bienes como bien les parezca, sin tener que pedirle permiso a nadie, sin que medie otra voluntad ajena, sus límites sólo se encuentran en el derecho de los demás, que si son sobrepasados, existe el recurso a la defensa, o de exigir resarcimientos si hubiere daños.
El estado mínimo nace de lo que Nozick llama “Asociaciones
Protectoras”, el origen de la sociedad tuvo
lugar porque se reunían grupos de
individuos con el fin de protegerse de transgresores, estos
grupos trabajando por sus intereses, evolucionaban monopolizando la fuerza dentro de cierto territorio y aplicando la justicia de la comunidad, tanto en querellas internas, como en la defensa de un enemigo exterior, prohibiendo la justicia privada.
Surge un contrato que beneficia a quienes contribuyen con el sustento de estas asociaciones protectoras, una especie de “póliza” que garantiza la paz social, y que evoluciona cuando la asociación garantiza un mínimo de orden y paz en el territorio.
grupos trabajando por sus intereses, evolucionaban monopolizando la fuerza dentro de cierto territorio y aplicando la justicia de la comunidad, tanto en querellas internas, como en la defensa de un enemigo exterior, prohibiendo la justicia privada.
Surge un contrato que beneficia a quienes contribuyen con el sustento de estas asociaciones protectoras, una especie de “póliza” que garantiza la paz social, y que evoluciona cuando la asociación garantiza un mínimo de orden y paz en el territorio.
Cuando surgen problemas
entre las asociaciones protectoras y no hay negociación posible, éstas entran en guerra y la que predomine en
el conflicto, absorbe para sí los
clientes y el territorio del perdedor (recuerden que estamos hablando de los
antecedentes del Estado tal como hoy lo conocemos).
Y como solo el individuo es referencia moral en
la teoría de Nozick, no acepta ningún
argumento que permita que una mayoría o la totalidad de la comunidad utilicen a una persona para beneficio
de otro grupo o persona, el discurso del
bien social general a costa del sacrificio de un individuo o de unos pocos, no es aceptable.
No se puede ni se debe contraponer al individuo a la sociedad en términos
utilitarios, ningún estado debería
agredir a sus ciudadanos con pretensiones de mayor felicidad para la mayoría, la vida de cada persona es
única y valiosa, y todo Estado está en la
obligación a ser neutral en el tratamiento de cada uno de sus ciudadanos.
En ese estado mínimo, el mundo vivencial de la
sociedad está basado fundamentalmente en
la propiedad privada y el acto voluntario de transmitirla bien sea por venta, trueque o donación; ya al final de su
obra Nozick explica: “El estado mínimo nos trata como individuos inviolables,
que no pueden ser utilizados por otros en ciertas maneras como medios o arneses o instrumentos o recursos; nos
trata como personas que tienen unos
derechos individuales con toda la dignidad
que de ellos proviene. Tratándonos con respeto porque respeta nuestros derechos, nos permite, individualmente o con quien creamos mejor, elegir nuestra vida y alcanzar nuestros fines y la idea que tenemos de nosotros mismos, en el límite de nuestras capacidades, ayudados por la
cooperación voluntaria de otros individuos investidos de la misma dignidad”
que de ellos proviene. Tratándonos con respeto porque respeta nuestros derechos, nos permite, individualmente o con quien creamos mejor, elegir nuestra vida y alcanzar nuestros fines y la idea que tenemos de nosotros mismos, en el límite de nuestras capacidades, ayudados por la
cooperación voluntaria de otros individuos investidos de la misma dignidad”
Es por ello que todo socialismo es injusto en
origen, se trata de un sistema que
utiliza a una parte de la población en beneficio de otra, y no porque sean mayoría los beneficiados, la
situación de hace más justa. Para obtener los fines de una sociedad del
bienestar, para incrementar las oportunidades y la asistencia pública a los que
menos poseen, o no pueden sobrevivir por sus propios medios, el tamaño de
estado necesariamente se incrementa, y con él, la posibilidad cierta de que en
algún momento, para lograr sus fines “justicialistas”, tenga que coaccionar a
ciertos individuos y obligarlos ciertos comportamientos que van en contra de
sus propios intereses.
El caso es, que históricamente, donde el
socialismo se ha hecho gobierno, el Estado se ha convertido ya no en
instrumento para la Justicia Social, sino en un ente per se, necesario,
totalitario, autoritario, omnipresente y asfixiante de los verdaderos intereses
de la sociedad.
Donde triunfa el socialismo necesariamente muere
el individuo, y si esto sucede, deja de existir la justicia. - saulgodoy@gmail.com
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