Las guerras de independencia habían dejado a Venezuela
desahuciada, luego de la Batalla de Carabobo solo quedaban algunos focos
realistas en Venezuela, en Puerto Cabello, Coro y Maracaibo (justamente los
puertos principales, los cuales fueron liberados en 1823), Venezuela estaba
libre de las tropas de ocupación pero había quedado arruinada, y esto lo sabía
Bolívar al momento de incorporarla a Colombia, y a pesar de ello, Venezuela
siguió suministrando hombres y pertrechos para la Campaña del Sur, agudizando
aún más su terrible situación económica. Desde Santa Fe de Bogotá empezaron a
salir edictos con nuevas cargas impositivas y restricciones que afectaron a
Venezuela.
El mismo Santander cuando le escribe una carta a Páez en 1822
reclamándole su supuestos roces con Soublette, quien había sido nombrado Vicepresidente,
le dice: “Cuando rehusaba tenazmente
admitir la vicepresidencia y se quejaba de su suerte, era porque se le
presentaba en Venezuela un país asolado por la guerra, escaso de recursos,
habitado por gente de carácter raro, con altos representantes acostumbrados a
obrar por sí, con llaneros descontentos y que desesperaba que pudiese remediar
tantos males”.
Páez le responde al granadino muy elegantemente pero de manera contundente
que ni somos raros ni él tenía pretensiones de poder otra, que la de servir a
la nación, los colombianos le tenían terror a Páez, sobre todo Santander quien
reconocía en el general venezolano la primera línea de defensa de Colombia en
caso que al Imperio español se le ocurriera un plan de reconquista continental,
aunque siempre maniobró en las sombras para enredarlo en conspiraciones contra
Bolívar.
La Nueva Granada estaba en mejores condiciones económicas gracias
a la actividad minera, pero Venezuela, que dependía de su ganadería y
agricultura, ya no tenía cómo hacerle frente a los nuevos impuestos.
El cacao, el tabaco y el café eran sus principales productos de
exportación y la producción estaba disminuida a la mitad de la de 1810
(Codazzi), aparte de enfrentar el problema de tener que hacerse de nuevos
mercados una vez que España, su mercado tradicional, salía del juego; el
contrabando, sobre todo de cacao, desangraba la producción en el mercado
negro para las islas del Caribe.
La ganadería había sufrido una importante merma por la misma
guerra, lo que quedaba en las haciendas que estaban en manos de realistas,
fueron repartidas como compensación a tropas y oficiales, pero se desató un
saqueo sobre todo en Apure, y Páez tuvo que enviar algunas fuerzas a restaurar
el orden, lamentablemente el algodón y el añil no tenían competencia en Europa
con los precios de las Indias Orientales.
Colombia había contratado un empréstito con Inglaterra de 30
millones de libras esterlinas, la mayor parte con la casa Goldschmidt de
Londres, que retuvo una parte del dinero para operaciones especulativas,
lamentablemente estos financistas quebraron en 1826, lo que puso presión sobre las
garantías y los pagos a desembolsar por la recién fundada nación.
Una buena parte de estos dineros del empréstito (todo manejado en
Bogotá) se perdieron en corrupción, malos negocios y robos, y muy pronto, hasta
el mismo Santander tuvo problemas en afrontar la nómina del gobierno, y peor
aún, en satisfacer las urgencias del Libertador para financiar sus tropas en
el Perú.
Aún así Páez preparó y envió un contingente de 2.694 efectivos
bajo las órdenes del coronel José Gregorio Monagas a Perú.
Santander, siempre le jugó un doble juego a Páez |
Aún después de la Batalla del Lago de Maracaibo, que sellaría la
victoria definitiva de las fuerzas patriotas contra España, una gran cantidad
de propaganda de guerra y desinformación y rumores provenientes de Cuba y Puerto Rico pusieron en
alerta a Bogotá y Caracas, se hablaba de un plan coordinado por la Santa
Alianza en Europa para levantar un enorme ejército para recuperarlas colonias
perdidas, y como habían quedado algunos focos de guerrilla, sobre todo en
Higuerote y Barlovento, y todavía habían simpatizantes de la corona en los
territorios liberados, la amenaza era tomada muy en serio.
Por ello Santander ordena desde Bogotá que Páez reclute en
Venezuela gente para las milicias y el ejército con el fin de reponer las
fuerzas que continuamente pide Bolívar desde el Perú.
Esta orden de reclutamiento forzado, muy mal recibido por Páez en
Venezuela, sería la chispa, que junto a la calamitosa situación económica,
prendería la mecha de lo que se conocería como La Cosiata.
Cuando Bolívar muere en diciembre de 1830 ya le era imposible a
Venezuela cumplir con sus cargas y obligaciones como miembro de Colombia, era
justamente el eslabón más débil de la cadena y por allí se partió el proyecto
de unión.
Venezuela tuvo que asumir obligaciones importantes de la deuda
Colombiana, Páez se queja que los abogados y negociadores por Venezuela
permitieron que cantidades enormes de dinero fueran aceptadas como válidas,
cuando el país jamás se benefició de aquellos empréstitos.
Cuando Páez funda la patria y asume la Presidencia de la República
de Venezuela, el país contaba con menos de un millón de habitantes (comparado
con USA 9.6 millones, o Francia 30 millones) de los cuales solo un tercio
estaban en capacidad productiva, no le quedó otro camino sino aliarse con la
única parte de la economía venezolana que sobrevivía, que eran los
comerciantes, los exportadores e importadores, eran de los pocos que se
mantenían con alguna actividad importante, además tuvo que ayudarles a abrirse
paso en los nuevos mercados, Holanda, Francia, Estados Unidos, Alemania y
Bélgica ya que con España no había relaciones.
La relación con los EEUU era bastante particular, aunque el
gobierno norteamericano veía con simpatía el movimiento independentista y la
conformación de las nuevas naciones, fue muy cauto al momento de ofrecer ayuda
efectiva, sobretodo en pertrechos para la guerra, con el propósito de honrar su
política de neutralidad.
Veían con desconfianza las iniciativas de Bolívar en montar el
Congreso anfictiónico de Panamá, sus planes para liberar a Puerto Rico y Cuba
de la dominación española, aplicaba la Doctrina Monroe con un doble rasero
siempre favoreciendo sus propios intereses como lo fue en el caso de México,
pero siempre ofreció el reconocimiento a los nuevos gobiernos como fue en el
caso de Colombia.
Páez admitiría en sus memorias que los sucesos que se dieron a
partir de 1826 serían los más difíciles de su vida, su enfrentamiento con las
autoridades de Colombia, sus diferencias con su jefe y amigo Bolívar sobre el
futuro del país, las demandas y juicios en su contra por desacato, las
exigencias de reformas políticas de los partidos, era un ajedrez complejo que
Páez jugó con suma inteligencia y tacto.
Páez
no tenía mucho de dónde escoger, los acreedores extranjeros lo presionaban para
que pagara, el aparato productivo estaba en cero, el país sufría de conmociones
internas rechazando las imposiciones desde Bogotá, le pedían definiciones ante las diferencias,
Santander conspiraba a sus espaldas acusándolo ante Bolívar de tener su propia
agenda.
Sin
dejarse enredar en intrigas se dedicó
primero a estabilizar su país, trabajando con lo que había y lo hizo muy bien,
ya que al poco tiempo las aduanas empezaron a registrar entradas para el
erario público, lamentablemente descuidó a los artesanos y a los
terratenientes, que al cabo de unos años, se convertirían en poderosos enemigos
políticos.
Ya
para 1829 el movimiento separatista en Venezuela era indetenible, Bolívar le
ofreció a Páez hasta la presidencia de Colombia pero ya El Libertador estaba en
su ocaso.
Para
1830 todos los eventos y actores confluyen en un solo objetivo, la fundación de
la República de Venezuela, se elige un Congreso Constituyente y en septiembre,
Páez jura como Presidente la Constitución de la República.
Se
inicia de esta manera un nuevo período en nuestra convulsionada historia que
para la buena suerte de la patria, fue uno de los tramos más importantes y
fecundos tanto en instituciones como en valores republicanos.
Páez
se distinguió como un buen administrador de la hacienda pública en este primer
período como mandatario nacional, al punto que, al final de su primer gobierno,
ya empezaba a pagar parte de la enorme deuda pública que Venezuela había
asumido. – saulgodoy@gmail.com
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