En nuestro país, Venezuela, jamás se ha practicado el capitalismo y menos en los llamados 40 años de democracia. Entiendo, por algunas de las cosas confusas que dicen los voceros comunistas sobre el capitalismo salvaje, que ustedes se refieren con esta expresión a un período de explotación colonial por parte de una potencia imperial, lo cual no es capitalismo. Marx tenía una confusión tremenda al asociar al Imperialismo como una fase del capitalismo.
Para su ilustración, señor Maduro y toda esa corte de economistas
productivos socialista de los que se rodea, en un sistema capitalista operan
las fuerzas de un mercado, del libre juego de la oferta y la demanda, que son
las que determinan los precios de los bienes y los servicios. En
Venezuela esto no ha ocurrido jamás, y no ha ocurrido porque nuestros
gobernantes nunca lo han permitido; me explico.
Aparentemente, en la naturaleza del venezolano, se encuentra la noción básica y errada, que el Estado es un órgano de control e injerencia sobre la vida pública y privada del país y sus habitantes.
Aparentemente, en la naturaleza del venezolano, se encuentra la noción básica y errada, que el Estado es un órgano de control e injerencia sobre la vida pública y privada del país y sus habitantes.
El hombre o mujer, que llega
a funciones de gobierno y no pueda entorpecer la vida de sus conciudadanos con
mandatos, normativas, planes, regulaciones, impuestos, alcabalas, permisos y
demás injerencias nocivas y atentatorias a los principios fundamentales de la
libertad humana... quien no haga algo de eso, pues, no está gobernando.
Gracias a este pernicioso influjo, ningún gobernante de la primera,
segunda, tercera o cuarta república ha permitido que en Venezuela pueda
funcionar el capitalismo, al contrario, sus actuaciones de gobierno están
plagadas de recetas de un fuerte contenido socialista y hasta comunista razón
por la cual, son esencialmente intervencionistas.
El poco, el poquísimo capitalismo que hemos podido cultivar ha sido por el esfuerzo de los empresarios en ganarse la voluntad de los gobiernos de turno para que no los arruine, y convencerlos de la importancia de tener un sector privado próspero y diversificado, frente a un estado poderoso y dueño de todo.
Los casos de empresarios actuando como explotadores, aprovechándose de las circunstancias políticas y “llevándose en la pata el chivo y el mecate”, perjudicando a la sociedad, afortunadamente, han sido pocos, y todos, con complicidad probada de funcionarios del gobierno, del alto gobierno.
El otro factor que hace imposible la práctica del capitalismo en
Venezuela es el poder económico y el tamaño del Estado. Al reservarse el Estado para sí, las principales actividades
productivas del país; petróleo, minería, industrias básicas, servicios
esenciales, etc., deja sin efecto al capitalismo en áreas importantes de la economía nacional, el
monopolio estatal, la falta de competitividad, el tener que estar pidiendo
permisos y concesiones, el gigantismo y la ineficiencia de la administración
pública, hacen a todas estas actividades un peso muerto que el país debe
arrastrar junto a su enorme costo.
Lo que sí ha existido y en este gobierno se ha incrementado, es el
capitalismo de Estado, es decir, propiciar desde el gobierno el peor de los
capitalismos salvajes, que es la injerencia del Estado en cada una de las
actividades productivas económicas del país, haciéndose socio o financiando
directamente la participación de grupos estadales o paraestatales, en la
adquisición de industrias y comercios para competir deslealmente contra la
empresa privada.
Esta enfermedad de la economía que se llama socialismo, ha infectado al Estado venezolano desde el día uno de su nacimiento, y todos los gobiernos que han pasado durante el llamado período democrático, han contribuido a que la infección progrese, en nombre de una mal entendida solidaridad social y la peor de las mentiras: que dicen actúan en nombre del “pueblo”.
Donde sí ha practicado, particularmente el chavismo, el capitalismo salvaje, en su más pura expresión, es en la destrucción de nuestro sistema agroalimentario para pasar a depender de una economía de puertos y de una sujeción a países extranjeros, y por supuesto, en las oscuras contrataciones que hace con las empresas extranjeras petroleras.
Aquí en Venezuela, el salvaje ha sido el Estado, los más capitalistas han sido los que se llenan la boca de socialismo y que son justamente los funcionarios públicos que salen de sus cargos llenos de dinero y de bienes que no pueden justificar.
Esta enfermedad de la economía que se llama socialismo, ha infectado al Estado venezolano desde el día uno de su nacimiento, y todos los gobiernos que han pasado durante el llamado período democrático, han contribuido a que la infección progrese, en nombre de una mal entendida solidaridad social y la peor de las mentiras: que dicen actúan en nombre del “pueblo”.
Donde sí ha practicado, particularmente el chavismo, el capitalismo salvaje, en su más pura expresión, es en la destrucción de nuestro sistema agroalimentario para pasar a depender de una economía de puertos y de una sujeción a países extranjeros, y por supuesto, en las oscuras contrataciones que hace con las empresas extranjeras petroleras.
Aquí en Venezuela, el salvaje ha sido el Estado, los más capitalistas han sido los que se llenan la boca de socialismo y que son justamente los funcionarios públicos que salen de sus cargos llenos de dinero y de bienes que no pueden justificar.
Le propongo, a nuestros socialistas endógenos, para aclarar el
panorama y sincerar los términos, que hablemos de ahora en adelante de un
Socialismo Salvaje y de la dominación de los pobres por una camarilla de
corruptos, que tienen en La Habana a su amo, y en el patrioterismo, la excusa
de sus crímenes.
El presidente Chávez detestaba con fervor, como buen comunista que era, la
noción de La Mano Invisible dentro de
la concepción capitalista de los procesos económicos. Como sé que Chávez tenía
una equivocada y sesgada concepción del concepto, y como transmitió por medio
de sus inconstitucionales cadenas tal error a su público, trataré de explicar lo
que la expresión significa.
En 1776, por casualidad el mismo año de la Independencia de Estados Unidos de Norteamérica, el pensador de origen escocés Adam Smith publica su obra La Riqueza de las Naciones.
En 1776, por casualidad el mismo año de la Independencia de Estados Unidos de Norteamérica, el pensador de origen escocés Adam Smith publica su obra La Riqueza de las Naciones.
En ella, Smith analiza cómo los hombres libres interactúan, impulsados por su
propio beneficio en resolver el cúmulo de necesidades de la vida diaria, desde
la producción de comida y ropa hasta de darse un gobierno y defenderse de los
enemigos.
Cada individuo tiene sus propios y egoístas objetivos y gracias a la libertad que otorga un sistema de mercado, este intercambio, multiplicado por una extensiva e intensiva actividad en los mercados donde sin darse cuenta los miembros de la sociedad colaboran y cooperan satisfaciendo necesidades, lleva inevitablemente a la creación de riqueza, de puestos de trabajo, de innovaciones, de una mejor calidad de vida y de prosperidad.
Cada individuo tiene sus propios y egoístas objetivos y gracias a la libertad que otorga un sistema de mercado, este intercambio, multiplicado por una extensiva e intensiva actividad en los mercados donde sin darse cuenta los miembros de la sociedad colaboran y cooperan satisfaciendo necesidades, lleva inevitablemente a la creación de riqueza, de puestos de trabajo, de innovaciones, de una mejor calidad de vida y de prosperidad.
La piedra angular del sistema que Smith observa, es justamente la libertad de
cooperación entre dos o más individuos. No
existirá intercambio al menos que las dos partes involucradas se beneficien.
Si alguien los obliga, si intervienen elementos coercitivos, si un tercero usa la fuerza para obligar tal cooperación, o imponer un precio, o prohibir un producto, el sistema deja de funcionar.
De allí que Smith afirme, que un individuo que sólo intenta satisfacer su propio beneficio, sin darse cuenta y sin proponérselo, promueve la prosperidad de otros, y al final el bienestar de la sociedad como un todo.
Si alguien los obliga, si intervienen elementos coercitivos, si un tercero usa la fuerza para obligar tal cooperación, o imponer un precio, o prohibir un producto, el sistema deja de funcionar.
De allí que Smith afirme, que un individuo que sólo intenta satisfacer su propio beneficio, sin darse cuenta y sin proponérselo, promueve la prosperidad de otros, y al final el bienestar de la sociedad como un todo.
"Un individuo- escribió
Adam Smith - que pretende su propia
ganancia está guiado por una mano invisible a promover un fin que no era parte
de su intención. Tampoco es un problema que la sociedad no haya tomado parte en
ello. Persiguiendo su propio interés esa persona frecuentemente promueve el
interés de la sociedad más efectivamente que si hubiera decidido hacerlo. Nunca
he conocido que se haya hecho ningún bien por aquellos que intervienen en el
libre comercio en nombre del bien común."
Para explicar mejor esta idea, nadie mejor que el premio Nobel de la economía Milton Friedman, que en el libro que escribió junto a su esposa Rose, De la manera como escogemos, tomaremos algunas ideas. Los Friedman inician su libro con una afirmación contundente: La libertad económica es fundamental para la libertad política.
Para explicar mejor esta idea, nadie mejor que el premio Nobel de la economía Milton Friedman, que en el libro que escribió junto a su esposa Rose, De la manera como escogemos, tomaremos algunas ideas. Los Friedman inician su libro con una afirmación contundente: La libertad económica es fundamental para la libertad política.
"Permitiendo que la gente coopere
unos con otros sin ninguna forma de coerción o dirección centralizada, se
reduce el área sobre la que actúa el poder político, el libre mercado provee
una defensa cuando la concentración del poder político se establece. La
combinación de poder económico y político en las mismas manos es la receta
segura para una tiranía."
En todo sistema democrático se hace necesario proteger al ciudadano ordinario de los poderes del gobierno, la ecuación es simple; a mayor poder del gobierno menos libertad para los ciudadanos.
La democracia venezolana se ha caracterizado, desde su nacimiento, en alimentar un gobierno central fuerte y todo poderoso, que ha venido sistemáticamente limitando la libertad de sus ciudadanos, el gobierno de Chávez era el resultado anunciado de tales políticas, que han desembocado, en que estamos encabezando la lista de las economías más reguladas y menos libres del mundo.
En todo sistema democrático se hace necesario proteger al ciudadano ordinario de los poderes del gobierno, la ecuación es simple; a mayor poder del gobierno menos libertad para los ciudadanos.
La democracia venezolana se ha caracterizado, desde su nacimiento, en alimentar un gobierno central fuerte y todo poderoso, que ha venido sistemáticamente limitando la libertad de sus ciudadanos, el gobierno de Chávez era el resultado anunciado de tales políticas, que han desembocado, en que estamos encabezando la lista de las economías más reguladas y menos libres del mundo.
Esa mano invisible de la que habla Smith es la que hace posible que de una
simple transacción económica entre dos personas, se genere en cascada en una
serie de consecuencias positivas para otras muchas personas, que de manera
indirecta, también se benefician de ese proceso generador de riqueza.
En una economía nacional intervienen tantos factores y resultan tantas
consecuencias que es simplemente imposible seguirle la pista a cada una, y
menos tratar de controlarlas, pero los comunistas y sus planificadores
pretenden hacerlo, su necesidad de control es tal, que el objetivo final es
despojar a las personas de todo derecho e iniciativa para poder lograr sus
metas, por supuesto, quedando el estado como el gran benefactor y el dador de
felicidad.
En Venezuela no hemos tenido la oportunidad de experimentar los beneficios de la mano invisible actuando en nuestra economía, debido justamente a la insoportable injerencia del Estado en los procesos económicos, de allí las distorsiones y desviaciones que hemos experimentado aun, en los períodos más libres de nuestra economía.
En Venezuela no hemos tenido la oportunidad de experimentar los beneficios de la mano invisible actuando en nuestra economía, debido justamente a la insoportable injerencia del Estado en los procesos económicos, de allí las distorsiones y desviaciones que hemos experimentado aun, en los períodos más libres de nuestra economía.
Para producir riqueza, verdadera riqueza, tendremos que desaprender esa
necesidad de contar con un Estado intervencionista. -
saulgodoy@gmail.com
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