Si les preguntara, desde el punto de vista militar ¿Quién fue el guerrillero más exitoso en la historia? muy pocos reconocerían el nombre del Teniente Coronel Paul von Lettow-Vorbeck (1870-1964), un oficial alemán que durante la Primera Guerra Mundial tuvo el privilegio de nunca haber sufrido una derrota en el campo de batalla, conocido como el León Africano, llegó al grado de General y tuvo el gusto de mandar bien largo al carajo a Adolfo Hitler, cuando éste le exigió ser su embajador en Inglaterra, un privilegio que solo él sustentaba, pues vivió para contarlo.
Tuvo
su bautizo de fuego durante la Rebelión de los Boxers, en China, donde formó
parte de la Alianza de Fuerzas Internacionales, curiosamente se enfrentó a
estos revolucionarios que utilizaban tácticas de guerrilla, una manera de
pelear que no le gustó, pues contrariaba todo su entrenamiento militar.
Pero
luego le tocó servir en África, primero en lo que es hoy Namibia, donde tuvo
que sofocar las rebeliones de Namaqua y Herero (1904), ambas terminaron en
genocidios, pero él no participó en tales episodios pues tuvo que ser evacuado
hacia Suráfrica por heridas en combate.
En
1914 fue nombrado, a la edad de 45 años, como jefe de las fuerzas del
protectorado (Schutztruppe) y enviado al Este
Africano Alemán, a Tanganica, hoy Tanzania.
Educado en los valores del ejército Imperial
Alemán, conoció por esos años a la joven escritora danesa, Isak Dinisen, de
quien fue amigo y dejó una memoria describiéndolo como uno de los caballeros de
la vieja estirpe europea, culto, galante y calculador.
La Primera Guerra Mundial había empezado y su
fuerza de tarea era de 260 oficiales blancos y 4.600 nativos askaris, en un
territorio rodeado por el enemigo y con un bloqueo naval de los británicos, el
Gobernador Colonial que era su superior le ordenó mantener a toda costa la
neutralidad, pero la mente de Lettow-Vorbeck
urdió un plan, él quería ser una parte activa de la confrontación y si podía
servir de distracción en aquella parte del mundo, suficiente como para que los
ingleses enviaran tropas para someterlo, sería fuerzas que le restarían a los
escenarios bélicos europeos.
Los
ingleses creyéndose dueños de la situación en el África del este alemán,
empezaron a ocupar los pueblos costeros, a comienzos de noviembre dos brigadas
de India hicieron un desembarco cerca de la población de Tanga donde
supuestamente se iban a encontrar con otra brigada que venía por tierra.
Lettow-Vorbeck
organizó con los granjeros blancos y la población negra un pequeño ejército, y
con tácticas de guerrilla y auxiliados por enjambres de abejas locales,
obligaron al enemigo a reembarcar dejando tras de sí 800 muertos, 500 heridos y
cientos de prisioneros, como premio a este lance obtuvo ametralladoras,
fusiles, municiones y pertrechos para resistir un buen rato.
Pronto
extendió sus operaciones atacando la línea de tren a Uganda, montó campamentos
en los bosques que rodeaban el monte Kilmajaro, no descuidó la línea costera a
pesar de los continuos bombardeos de la RAF, penetró profundo en territorio
ocupado por los británicos buscando destruir sus fuertes, líneas de
comunicaciones, atacando sus convoyes.
Muy
pronto se convirtió en verdadero dolor de cabeza para los Ingleses, había
dividido sus fuerzas en pequeñas unidades de de 10 efectivos, usualmente dos
blancos y ocho negros, pero contaba con oficiales negros que le eran
absolutamente fieles, Lettow-Vorbeck hablaba perfecto swahili, y cuando los
arengaba se refería a “nosotros, africanos”, para 1915 contaba con 3.000
blancos y 11.000 askaris.
El
terreno era tan difícil y como no había carreteras, el principal medio de carga
eran los portadores nativos, ambos ejércitos, alemanes e ingleses, tenían que
mover sus equipos y materiales a caballo y mulas, cuando no a pié.
Los
ingleses decidieron ponerle punto final a este elusivo enemigo y se trajeron al
hombre que más sabía de tácticas contra la guerrilla, que era ni más ni menos
que el Mayor General Jan Smuts, héroe de la guerra contra los Boers en
Suráfrica, Smuts había sido un jefe guerrillero y conocía cada truco en el
libro, se trajo una impresionante brigada montada de soldados Boers fogueados
en este tipo de lucha irregular y por dos largos años persiguió a
Lettow-Vorbeck por el Africa belga, portuguesa e inglesa sin lograr jamás
atraparlo.
Luego
Smuts fue relevado por el General van Deventer, quien continuó la persecución
por 3.000 millas por el corazón de África y de vuelta hacia las colonias
alemanas, en 1918 cuando Lettow-Vorbeck reorganizaba sus fuerzas para reiniciar
los ataques, el armisticio en Europa termina con la guerra.
El
resultado fue impresionante, las fuerzas de Lettow-Vorbeck pierden 2000
hombres, 9.000 heridos, 7.000 prisioneros y desaparecidos, 7.000 de sus
cargadores mueren, principalmente de hambre y enfermedades, pero logró su
objetivo, distrajo 160.000 tropas que los ingleses utilizaron en su búsqueda,
en la cacería murieron 10.000 tropas británicas , 7.800 heridos, 1000
capturados, 50.000 cargadores muertos, y unas 4.700 bajas portuguesas y belgas,
sin lugar a dudas una de las cacerías humanas más feroces de la historia.
El
gobierno Británico tuvo que pagar cerca de los 72 millones de libras por
mantener un ejército completo, durante cuatro años, cazando al guerrillero más
peligroso del mundo
Pero
tales números ante la inmensidad de pérdidas humanas en la guerra en Europa,
era apenas una nota marginal.
¿A
qué se debió el éxito de Lettow-Vorbeck como guerrillero? El Capitán del cuerpo
de Marines de los EEUU e historiador militar Robert B. Asprey, en su libro War in the Shadows (1975), hace un
estudio del personaje y nos dice cosas muy interesantes: “El adoptó y retuvo una simple y claramente delineada misión, una que
sus subordinados entendieran y para la cual los entrenó. El conocía a sus nativos, les permitía sus
costumbres, los entendía, les mostraba compasión y les reconocía sus
éxitos. Conocía su terreno, y
constantemente hacía apreciaciones sobre las localidades y el clima donde
operaba. Constantemente improvisaba,
nunca dejó de experimentar con las maniobras de campo, Era, por sobre todo un
comandante indomable que reconocía pero no se dejaba dominar por sus
debilidades, que ganaba fuerzas cuando el enemigo le demandaba rendirse.”
En
palabras del propio Lettow-Vorbeck: “Tuve
que enseñarles a los europeos que era posible, en estos parajes desérticos,
beber su propia orina para mitigar la sed.
Que era un mal negocio para todos caer enfermo o ser herido, a pesar de
la mejor voluntad era imposible llevarlos con nosotros. Cargar con un herido de gravedad desde las
vías del tren de Uganda hasta el campamento alemán, como se hizo varias veces,
era una tarea formidable.”
Durante
la campaña, que se dio en desiertos, pantanos, junglas, montañas, sabanas y
ríos, lo usual era que en un descanso durante la persecución, a los heridos le
quitaba armas y municiones, le disparaban en la cabeza y lo dejaban para los
leones, hienas y buitres.
Lettow-Vorbeck
sufrió su cuota de padecimientos, tuvo cuatro repuntes de malaria, las moscas
del desierto y otros insectos vivían en su piel, sus dientes se infectaron, su
único ojo bueno se rayó con la alta hierba elefante, su pié izquierdo casi
tuvieron que amputárselo, padeció de sed y hambre como sus tropas, dirigió
batallas con fiebre y diarreas, no pocas veces tuvieron que abandonar todo, su
equipo y provisiones, para poder huir rápidamente de emboscadas.
Los dos guerrilleros mas peligrosos de su época, Lettow-Vorbeck y Smuts |
Pero
probó una y otra vez las tres leyes de la guerrilla: Conoce el terreno, aprende
a vivir de él, mantente móvil.
Aún
antes de terminar la guerra su fama en Alemania era inmensa, y cuando regresó a
su país, lo recibieron como el héroe que era, tuvo la oportunidad de viajar a
Inglaterra y conocer personalmente a quien fuera su más despiadado contrincante,
el general Smuts, se hicieron grandes amigos hasta el fin de sus días.
El
episodio con Hitler fue real, Lettow-Vorbeck despreciaba al dictador racista,
luego del impase, Hitler lo mandó a vigilar y restringir sus movimientos, no se
atrevió a más por la fama y el cariño que el pueblo le manifestaba al León Africano.
Siempre
estuvo pendiente de sus tropas askaris, y no descansó hasta lograr que el
gobierno reconociera y les pagara a los sobrevivientes de sus fuerzas en
África, los sueldos y pensiones a que tenían derecho; sorprendentemente el
general vivió 94 años. - saulgodoy@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario