Antonio Gramsci (1891-1937) era un escritor comunista que tiene una inmensa ascendencia entre los revolucionarios chavistas, durante el tiempo que pasó en la cárcel bajo el mandato de Mussolini en Italia, escribió unos cuadernos donde planificó de manera detallada lo que llamó el dominio hegemónico de un régimen sobre la población.
No es otra cosa que un plan de control mental a gran
escala, usando las herramientas de la ideologización por medio de la educación
y la propaganda, para cambiar la percepción de la realidad de las masas por medio
de la destrucción del “sentido común” y la sustitución de valores en el
individuo.
Buena parte de los conceptos emitidos por los
funcionarios del gobierno revolucionario bolivariano y por el dictador Maduro
tienen su origen directo en las ideas de este atormentado hombre, las ideas
sobre educación, cultura, medios de comunicación, ideología y la creación del
nuevo hombre tienen en los escritos de Gramsci el recetario de donde emanan
tanto sin sentidos y maldad.
En una carta a su cuñada
decía en referencia a la educación de su niño mayor: “¿Por qué haberlo
forzado de pequeño a que se acostumbre a vestir como los demás? ¿Por qué no
haber dejado a su libre personalidad también el modo de vestirse y haberlo
forzado a un conformismo mecánico? Habría sido mejor dejar a su alrededor los
objetos de uso y esperar luego a que él eligiera espontáneamente: ¿los
calzoncillos en la cabeza, los zapatos en las manos, los guantes en los pies,
etc.?; o mejor todavía, ponerle cerca vestidos de arrapiezo y de niña y darle libertad
de elección. ¿No te parece?”
Impresionado por la influencia de la Iglesia Católica
sobre la sociedad de su tiempo, Gramsci se dispuso hacer del marxismo algo
parecido, para ello debía enraizar las doctrinas marxistas en el alma de los
hombres, de allí que el tema de la educación se convirtió en leit motiv de gran parte de su obra.
Su pensamiento influyó de manera importante, a ese otro
escritor comunista brasilero, Paolo Freire, que tanto citan nuestros comunistas
endógenos, y tenían a ambos como faros que iluminan esta avanzada por el
control de la formación de las mentes de las jóvenes generaciones de
venezolanos.
Gramsci propone influenciar directamente a las personas
en sus ámbitos emocionales y de imaginación, por ello los niños son importantes,
como no tienen desarrollado aun el sentido crítico, los manipuladores
comunistas pueden dejar “huella” en sus mentes y prepararlos para el socialismo.
Esta influencia debe hacerse despacio pero constantemente,
sustituyendo en la mente de los jóvenes todos los valores que le han sido
inculcados por sus padres y la sociedad, deben desmontarse pieza por pieza,
utilizando para ello la mentira, las medias verdades, los sofismas.
La propaganda del Estado que debe constar de una nueva
historia patria, con nuevos héroes y eventos, con figuras que poco a poco vayan
sustituyendo el santoral cristiano por uno de mártires revolucionarios, que en
nuestro caso serían los pistoleros de Puente Llaguno, el Diputado Serra, los
pranes, el bandido de Zamora, el Ché Guevara y tantos otros criminales del
Partenón chavista.
Es un deber para Gramsci romper con el conocimiento en su
forma racional, que un individuo sea incapaz de reconocer la verdad de la
mentira, abolir su sentido crítico, desarraigar cualquier concepción filosófica
de la tradición occidental para inculcar en su lugar la visión política del
momento, convertir a ese ser en una expresión y vocero de las necesidades del
régimen, de las inclinaciones de sus líderes, de las expresiones de su “clase
social”, hacerlos, en una palabra, instrumentos ciegos del comunismo.
Dice Gramsci: “Creer que una
concepción del mundo pueda ser destruida por críticas de carácter racional es
una superstición de intelectuales fosilizados. Cuántas veces no se ha hablado
de ‘crisis’ de la filosofía de la praxis? y ¿qué significa esta crisis
permanente? ¿No significa, acaso, la vida misma que procede por negaciones de
la negación?”
Para ello Gramsci
pregona una cruzada ética, una confrontación de valores que es llevada a
términos de una guerra y en donde al hombre socialista se le da por adelantado
una carta absolutoria de cualquier crimen que pudiera cometer en nombre de la
revolución.
El profesor y filósofo
brasileño Olavo Caravhalo lo expresa de la siguiente manera: “…el publico nacional ignora la inspiración directamente
gramsciana del Movimiento por la Ética en la Política y no sospecha en lo más
mínimo que su único objetivo es politizar la ética, canalizando las
aspiraciones morales más o menos confusas de la población para que sirvan a los
objetivos que no tienen nada que ver con lo que un ciudadano común entiende por
moral. El Estado Ético no solo es compatible con la completa inmoralidad, sino
que en realidad la requiere, pues consolida y legitima dos morales antagónicas
e inconciliables, donde la lucha de clases es colocada por encima del bien y
del mal y se convierte en un supremo criterio moral. A partir de ese momento,
la mentira, el fraude o incluso el homicidio pueden ser encomiables, si son
cometidos en defensa de “nuestra” clase mientras que la decencia, la
honestidad, la compasión pueden tener algo de criminal, si favorece a la clase
adversaria.”
Esta ideología, por medio de los deseos, sueños, anhelos y
temores, conquista el corazón de la masa idiotizada y carente de formación y afecto, les ofrece ser
“camarada”, les da un uniforme, un catecismo, la oportunidad de expresar sus
confusas ideas en círculos, foros y programas de televisión donde se encuentran
con gente igual a ellos, donde se dan no solo la razón y apoyo sino que se les
quita cualquier oportunidad de pensamiento libre y crítico.
Por medio de las misiones o programas de gobierno encuentran
emolumentos económicos, créditos, posibilidad de acceder a servicios públicos y
sin dejar de ser manipulados se encuentran finalmente conectados, agradecidos y
comprometidos con un proceso y un líder que al momento de decir que la tierra
es cuadrada y el sol un bombillo, todos, al unísono repetirán cualquier mentira
como si fuera verdad.
Gramsci no es Simón Rodríguez, pero el proceso los confunde
con el propósito expreso de hacernos creer que los niños uniformados,
repitiendo como robots loas a Fidel y a Chávez, criaturas capaces de denunciar
a sus propios padres como contrarrevolucionarios, vestidos como aborígenes para
manifestar odio hacia el hecho del descubrimiento de América por Europa, niñas
vestidas como bandoleras cantando el odio de clases zamorano durante la guerra
federal, no son precisamente los ciudadanos que pensaba Robinson para nuestras
repúblicas aéreas, sino el producto de una mente enferma y criminal como la de
Antonio Gramsci que tanta aceptación ha tenido entre nuestros intelectuales
“orgánicos”, seres emasculados de toda capacidad de pensar por ellos mismos.
- saulgodoy@gmail.com
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