lunes, 11 de abril de 2016

La maquinaria chavista para la victimización


El chavismo tiene una especial necesidad de construir su historia particular de héroes y mártires de su revolución, de hecho, esta necesidad les nace, por un lado, por su gusto por la necrofilia, por la exaltación a la muerte y a los muertos, se la pasan creando y recreando escenarios donde los chavistas que son muertos los muestran como dando la vida por la causa del socialismo del siglo XXI, así hayan terminados sus días en un accidente de tránsito, se hayan suicidado, fallecido de causas naturales, por enfermedades, por sobre dosis de alguna sustancia enervante, como víctimas del hampa común  o fueron asesinados por sus amantes, en truculentos actos pasionales.
Ya los venezolanos estamos acostumbrados que cuando un chavista expira, el aparato de propaganda del régimen lo primero que asume es que fue asesinado por la ultraderecha endógena e inmediatamente salen a relucir los sospechosos habituales nacionales e internacionales.
Pero también lo hacen para compensar su imagen de crueles torturadores y asesinos que ya no se pueden quitar dado el enorme prontuario del régimen en estas especialidades, el estigma que tienen en el mundo como un régimen intolerante y antidemocrático que se jacta de sus presos políticos, no lo pueden manipular como ellos querían, en algún momento de su estrategia, la credibilidad se les agotó señalando a sus enemigos políticos como golpistas y asesinos, y la opinión internacional empezó a señalarlos como mentiroso y manipuladores.
Por cada acusación que le hacían las ONG’s de defensa de los derechos humanos de anular a sus opositores apresándolos, montándoles sendos expedientes, procesándolos como criminales en sus tribunales de “justicia”, y enviándolos a las cárceles para que fueran torturados, agredidos, enfermados, degradados y vueltos locos al punto del suicidio (con el asesoramiento y la experiencia de los cubanos), la maquinaria de victimización del chavismo escupía por el otro lado una serie de víctimas, entre muertos, heridos, lisiados, desparecidos que según la dirigencia de los rojos los golpistas de la oposición habían producido, principalmente dirigentes campesinos, líderes sindicales, jefes comunales o funcionarios menores del chavismo.
Cuando se trataba de eventos de calle, de manifestaciones de protestas, marchas o concentraciones políticas que eran atacadas por las huestes violentas chavistas, siempre aparecían, a manera de compensar la pizarra del enfrentamiento, los muertos del régimen, que en no pocas ocasiones, fueron hechas de tan mala manera y sin importarles lo público del lugar, que se descubrió, eran los mismos escuadrones de la muerte chavistas quienes agredían a mansalva a algún chavista que le tocó el número de mártir de la revolución.
Venían entonces las cadenas presidenciales honrando a los caídos, las capillas ardientes donde desfilaba el pueblo acongojado por la desaparición del compañero, los fiscales y funcionarios policiales prometiendo la venganza, las plañideras pidiéndole justicia al mandatario, los niños con su madre siendo reconfortadas por la promesa de seguridad social para la familia y los discursos de odio, uno tras otros, nosotros los buenos, ellos los malos, nosotros los revolucionarios llenos de amor pero armados, ellos tan cobardes y violentos como siempre, fascistas asesinos con sus discursos llenos de intolerancia…
Vienen entonces los expertos en operaciones psicológicas de guerra del gobierno, y montan los clubes de víctimas chavistas, que murieron en los mismos sucesos donde fueron eliminados algunos de los enemigos de la patria, les entregan apartamentos, vehículos, becas, puestos en el gobierno, les pagan los viajes al extranjero para que declaren ante los diferentes organismos de investigación y den la versión rojita de los sucesos, donde ellos son los que llevaron la parte más dura.
A estos clubes de víctimas, asociados a la labor que cumplieron las Madres de la Plaza de Mayo en Argentina y que se vendieron al kirshnerismo y al chavismo como piezas de propaganda populista de la izquierda victimizada, se les preparan sendos libretos, coberturas de prensa, apariciones en eventos políticos, y a pesar de que algunas víctimas son legítimas y auténticas, sus dolores y ausencias son capitalizados por los gobiernos manipuladores que esperan obtener ganancias para su imagen e ideologías.
Como una exhibición del horror estos clubes de víctimas manejados y financiados por el gobierno viajan a todas partes del mundo en que sea necesario defender a la revolución de acusaciones de pecados de lesa humanidad, pero principalmente es la excusa perfecta, así lo cree el chavismo, para justificar tener en jaulas a los supuestos monstruos de la oposición.
La idea de combatir sus crímenes con otros crímenes de sus acusadores les funciona mientras tengan en sus manos la hegemonía comunicacional, cuando sus milicias violentas y grupos de choques atacan las manifestaciones pacíficas de la oposición siempre apelan a la excusa de que se están defendiendo, de que fueron provocados por la sola presencia de los escuálidos en los territorios liberados por la revolución.
Con el auxilio del aparato de inteligencia del gobierno, con los fiscales y jueces que tienen comiendo de la mano, tienen la capacidad de poder construir en tiempo record cualquier expediente judicial que necesiten, para comprometer y enjuiciar a quien vean como una amenaza, cualquier ciudadano que proteste o haga sentir su inconformidad con la situación política del país corre el riesgo de parar a una celda de castigo, ser aislado y privado de comunicación y contacto con el mundo y por medio de la vejación, la tortura y la manipulación quebrarles la voluntad y obtener de ellos confesiones de crímenes que jamás cometieron.
Es de ésta manera como tratan a los presos políticos, pero se encuentran con huesos duros de roer como el caso del líder de Volanta Popular, Leopoldo López, que por medio de uno de los casos judiciales con más vicios y trampas en la historia de nuestro país, utilizando toda la maldad y saña de unos torturadores de oficio, han tratado de romperle el alma a éste joven venezolano, de destruir su familia, de desanimar a sus seguidores pero con resultados terribles para el régimen de Maduro y sus secuaces, han quedado expuestos ante el mundo como lo que son, esbirros del régimen cubano, del peor y más sanguinario de los dictadores latinoamericanos, Raúl Castro.
¡Asesino! Le grita Maduro cada vez que se refiere a él, sin importarle las implicaciones de tal acusación, que le ha sido imposible probar en los tribunales que le obedecen, a pesar de los testimonios de uno de los clubs de víctimas que utiliza para acusarlo, sin importar los expertos que han declarado que los discursos de Leopoldo fueron la instigación para que se produjera la violencia que acabó con la vida de los chavistas, que según, fueron sus víctimas.
Maduro no parece darse cuenta que cada vez que grita asesino, la gente recuerda los cientos de miles de venezolanos que han perdido la vida en esta revolución sangrienta, en los miles de pacientes que a diario mueren por falta de medicinas y atención médica, en los cientos de motorizados que conforman sus círculos bolivarianos armados con armas de guerra y actuando con impunidad en las calles del país, cegándoles la vida a gente inocente con disparos a quemarropa.
Es la marca de Caín de la izquierda Latinoamericana cuando llega al poder, las dictaduras castrocomunistas huelen a muerto, están sustentadas en muertos y solo tienen un final en la ruina de las naciones donde prosperan y se hacen fuertes, esa es la principal razón por la que los demócratas de éste continente debemos unirnos para derrotarlas y que nunca más permitir que sacrifiquen una sola vida en su proyecto de horror.  -  saulgodoy@gmail.com















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