En 1972 el Colegio de Guerra del Ejército de los EEUU invitó a la historiadora Barbara Tuchman para que diera una disertación sobre el tema del generalato, Tuchman había publicado su exitosa obra sobre la vida del General Stilwell y su experiencia en China (1911-1945) que le valió su segundo premio Pulitzer, aparte de ser una reconocida experta en la historia de la Primera Guerra Mundial, de modo que tenía curriculum para tal honor.
Lo
primero que observó es la importancia de la figura del General en el campo de
batalla, en acción, es muy diferente al General en los tiempos de paz, la
tradición apunta que un General en un campo de batalla es importante porque
tiene el poder en un breve período de tiempo en determinar la vida o la muerte
de miles, incluso el destino de naciones.
La historiadora Barbara Tuchman |
Y es
del interés no solo de los militares sino de los civiles también el enterarse
cuáles son esas condiciones especiales de los hombres que ocupan esos rangos
tan importantes.
Es
casi un lugar común decir que un Comandante en batalla, es la única actividad
humana que abarca en una totalidad las facultades físicas, intelectuales y
morales de un hombre.
Según
Tuchman las cualidades de un buen General residen en dos categorías, el
carácter o el liderazgo personal y la capacidad profesional.
El
más brillante táctico no puede ganar batallas si tiene el alma de un
subalterno, y el más corajudo de los generales tampoco, sino sabe conducirse en
el terreno frente al enemigo.
El
coraje para algunos, es el motor de todo lo demás, pero debe de ser un coraje
tanto físico como moral, y tiene que tener ambos, unido a una astucia natural,
la inteligencia, ya los chinos lo decían siglos atrás “Un general con coraje
pero estúpido, es una calamidad”.
El
coraje físico y moral es lo que hará que un General prevalezca sobre las
circunstancias, será un combatiente resuelto y estará por encima de sus
subordinados, sus aliados y sus enemigos, es la determinación de ganar lo que
lo llevará a la victoria aún en situaciones comprometidas y difíciles, esta
voluntad de prevalecer es la condición más importante en una acción militar.
Pero
también es importante tener buen juicio que no es otra cosa que la habilidad de
manejar varios asuntos a la vez, en sus interdependencias, sus relaciones de
importancia y sus consecuencias, el buen juicio muchas veces se deriva de lo
intuitivo más que de lo racional, se basa en sentir la situación combinado con
la experiencia.
Siempre
es conveniente tener reservado el factor riesgo, ser capaz de tomar una
decisión arriesgada incluso en contra del buen juicio y de las opiniones en
contrario, son jugadas extremas hechas para sobrevivir cuando todo está
perdido, o para aprovechar la sorpresa del enemigo ante una jugada inesperada,
pero se requiere de un general con coraje para hacerlo y triunfar.
El
otro elemento que juega a favor de un buen general es mantener la calma en
medio del caos, conservar el control de la situación aún cuando la balanza se
incline a favor del enemigo, la historia ha demostrado que se requiere un
enorme valor para hacer una retirada con el menor número de bajas posibles,
conservar la tropa para reorganizarla y volver a la carga en otro momento, eso
significa que el general debe vencer cualquier sentimiento de derrota anticipada,
no entregarse al pánico.
Tuchman
expresa en su discurso que la gran diferencia entre el hombre común y un
general es su capacidad de mando, que cuando dice lo que hay que hacer, se hace,
y se hace porque un comandante sabe de sus tácticas, de sus recursos y
posibilidades, del terreno, conoce a su enemigo y está seguro de la fe que sus
hombres tienen en él, esas estrella de general en el uniforme no son gratuitas,
detrás hay conocimiento, experiencia, tradición y cuando un general sabe lo que
hace, la tropa lo nota y obedece.
Cuando
un general es parte de un conflicto todas sus habilidades, inteligencia y
voluntad y nervios están al servicio de una enorme maquinaria de guerra
obedeciendo a su mandato, su única misión es comandar para obtener la victoria
y para ello debe estar siempre preparado en el pico de sus facultades tanto
físicas como mentales, es por ello que muchos ejércitos modernos no tienen
generales mayores de los 46 años, el generalato no es un premio de retiro, o
una posición para vegetar, un general en el medio de una batalla debe estar en
óptimas condiciones, con capacidad de respuesta a todo nivel.
Un
general debería tener un conocimiento lo más completo del enemigo, sus
capacidades, su entrenamiento, su psicología e incluso hasta la manera de cómo
maneja la inteligencia a lo interno, en
una guerra el patriotismo no es suficiente, tampoco lo es la tecnología, mil
veces se ha demostrado que si el enemigo está motivado, si tienen la
iniciativa, si tienen la voluntad suficiente será muy difícil vencerlo, ver la
guerra como un problema de simple ingeniería, es un costoso error.
Una
guerra nuclear es una guerra total, todo el mundo pierde, solo tiene sentido
las guerras limitadas y en la actualidad muchas de ellas cumplen propósitos
políticos más que militares, las operaciones militares preventivas tienen ahora
mucho más sentido que antes. La amenaza hay que difuminarla al detectarla, y
esto implica más contrainsurgencia que otra cosa.
La
tecnología esta gradualmente sacando el factor humano del campo de batalla, las
guerras son ahora remotas, con comandos de campañas al otro lado del mundo, con
un poder de fuego automatizado y de una precisión mortal, con máquinas que
eliminan las debilidades y el error humano y con todo esto ahora más que nunca
los generales se hacen necesarios.
Es
importante que el elemento militar esté bajo el control civil, se trata de una
herramienta política la más dura y extrema por lo que es importante la claridad
de objetivos y misión, la institución militar es costosa, absorbe una buena
parte de los presupuestos nacionales, definitivamente hay una importante
influencia de lo militar en los gobiernos, es inevitable; cuando hay una casus
belli, no hay problema, el escenario es claro, pero cuando las intervenciones
no tienen ni claridad ni razones suficientemente explicadas, el soldado piensa,
y un soldado pensante ya no es soldado, sino un pésimo civil, y unas fuerzas
armadas pensantes, se convierten en deliberantes y es cuando el panorama se
complica.
La
historia ha demostrado que cuando un ejército empieza a pensar por su cuenta la
sociedad civil se fractura y el país entra en dificultades.
En
Venezuela, la casta militar a tenido un indudable papel protagónico en nuestra
historia, al contrario de otros países, la sociedad civil ha tenido que
contener a los militares en sus ambiciones que muchas veces implican la
conducción política del país, el problema de los militares es que tienen las
armas y manejan el monopolio de la violencia, es la principal razón de que sea
una institución neutra, no deliberante, a la orden del gobierno civil.
Nuestras
FFAA están altamente politizadas, y aunque no se hayan dado cuenta, son
manipuladas por elementos ideológicos y sirven propósitos que son ajenos al
mundo militar, e ir a la confrontación política armado y con permiso de
destruir al enemigo, desnaturaliza totalmente el concepto de lo militar y el
concepto de lo político.
Los
rangos de generales son más bien premios a la lealtad política que grados
profesionales en la carrera, de allí la gran cantidad de altos oficiales que
existen, y cuando esto es así, los generales que la Sra. Tuchman ha descrito,
no tienen nada que ver con lo que nuestra realidad nos presenta, la mayoría son
personas de edad, en muy mal estado de salud, llenos de vicios, muy mal
preparados, que nunca han visto combate y que su único interés es ocupar un
alto cargo burocrático en el mundo civil o hacerse empresario o configurar su
propia mafia, casi en su totalidad, están incapacitados para cumplir las tareas
de seguridad y defensa de la nación.
De
las prioridades que tiene que enfrentar un nuevo gobierno y un nuevo modelo de
país, se encuentra hacerle una reingeniería a nuestras FFAA, lo que gasta el
país en ellos no hay manera de justificarlo.
- saulgodoy@gmail.com
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