Estoy leyendo un muy interesante trabajo de investigación del Instituto Cato de los EEUU titulado Los mileniarianos y la política exterior en U.S. (2015), de los investigadores A. Threvor Thrall y Erik Goepner, me llama la atención como algunos sociólogos han agrupado a grandes grupos demográficos y los han identificado con unos acontecimientos, que de alguna manera han marcado a unas generaciones, asignándoles algunas características existenciales y de estilos de vida influenciados por estas condiciones, los identifican como grupos especiales, con sus propias características y maneras de ser.
De allí se desprenden generaciones como los
Baby Boomers (1946- 1964) que son los nacidos luego de la Segunda Guerra Mundial
en una época de gran expansión económica y urbana, la Generación X (1965-1979)
marcados por la Guerra de Vietnam, las protestas, el movimiento Hippie y ahora
nos hablan de la Generación del Milenio (1980-1997), casi todos han puesto sus
“sefies” en las redes sociales y corresponden a aproximadamente 87 millones de
adultos, mujeres y hombres, que hoy están rondando la treintena y dele de años,
y que han experimentado unos cambios fundamentales en las políticas de
globalización y el desarrollo de internet, esta generación de norteamericanos
fue particularmente marcada por los ataques terroristas del 9-11 y por las
guerras de Irak y Afganistán, ésta Generación del Milenio representa
aproximadamente un tercio de la población total y según el estudio, es muy
influyente en asuntos de política exterior.
Para
el estudio de estas generaciones, se utiliza la figura del comportamiento de
una cohorte, que es un instrumento
que los demógrafos utilizan para determinar un comportamiento colectivo común a
grandes grupos, la manera como una cohorte piensa y actúa viene dado por el
impacto de ciertas eventos históricos comunes y por experiencias de vida que
definen sus puntos de vista.
Pensando
en maneras novedosas de ver nuestra historia reciente, que no sea esos odiosos
y arbitrarios calificativos impuestos por la neolengua revolucionaria de
Tercera y Cuarta República, que me parecen particularmente engañosos, creo que
podríamos hablar de una Generación Socialista (1959-1999, en realidad en 40
años hay cabida para dos generaciones), una Generación Revolucionaria
(2000-2017), y una Generación que podríamos llamarla del Gran Cambio, que es la
que está naciendo hoy, en medio de la peor crisis institucional y humanitaria
del país.
Del
primer gobierno de Rómulo Betancourt al segundo gobierno de Rafael Caldera el
signo de los tiempos era la ideología socialista, fueron 40 años donde se
consolidó el sistema democrático y la primacía de lo civil sobre lo militar,
fueron gobiernos de la izquierda moderada que invariablemente se alternaban
entre los partidos socialdemócrata y socialcristiano, todos sin excepción eran
presidencialistas, centralistas, planificadores, estados benefactores, hubo
intentos de descentralización, de privatizaciones en algunos servicios
públicos, la riqueza principal del país estuvo en manos de estado quien se
ponía los sombreros de empresario, inversionista, banquero y socio de
multinacionales.
Durante
esos 40 años la empresa privada creció a la sombra del petro-estado, un
circunstancia que marcó de manera rotunda la manera como se hacían los negocios
en el país que obligatoriamente tenía que contar con el visto bueno del estado
para poder operar y tener algún éxito, y que era la manera, como la casta
política del país se asociaba con el capital.
Con
este poder y privilegios por parte de los burócratas, se arruinaban o tenían
éxito los emprendimientos más variados, quebraban bancos y surgían nuevos
grupos financieros, nacieron poderosas empresas constructoras y compañías de
servicio, surgieron grandes conglomerados petroquímicos, gigantes de la
industria alimenticia y exitosas empresas de transporte, era una empresa
privada muy sui generis ya que en su mayor parte estaba tutelada por el
gobierno de turno, lo que significaba, que con cada cambio de gobierno surgían
favoritos y perdedores, y aún los capitales más fuertes se cuidaban de estar
del lado correcto en cada elección.
Durante
este período, el capitalismo que se permitió se desarrollara en el país era muy
limitado debido a los controles por parte del estado, no había libre mercado y
las garantías económicas eran usualmente suspendidas, pero aún así, se
desarrolló una infraestructura industrial y del agro importante, una buena
parte de las empresas del estado tuvieron éxito en el sentido que redujeron su
dependencia de los subsidios del gobierno.
La
política petrolera fue llevada con éxito y el sector creció sin problemas lo
que se tradujo en un aumento de la clase media, reducción de la pobreza, pero
se acentuó el problema de un estado rico y sin control efectivo de su gestión,
lo que alimentó la corrupción y la ineficiencia de los servicios que prestaba
el estado, sobre todo en la educación, donde se coronaron éxitos en la
educación superior, pero la formación ciudadana fue un completo fracaso.
La
mentalidad socialista de dirigentes y pueblo sobre la creencia de un estado
fuerte y centralista como necesidad para aplicar una justicia social a las
masas, basado en un esquema redistributivo de la riqueza petrolera, empezaron a
vérsele las costuras cuando las diferencias de ingreso se hicieron groseras, al
punto, que permitió la existencia y el desarrollo de una izquierda radical que
veía las condiciones propicias para una revolución.
Debo
observar que uno de los principales vicios de esta fase socialista de nuestra
historia, y que deviene por la manera centralizada del poder, fue la injerencia
política en la administración de justicia, fue un daño tan grave en la
estructura institucional del estado, que hasta el día de hoy parece
irrecuperable.
En
cuanto a la institución militar, se permitió que fuera infiltrada por elementos
subversivos, especialmente comunistas enemigos de la república, y como este
componente estaba lejos del escrutinio civil, el contagio prosperó sin que se
encendieran alarmas ni se aplicaran correctivos, la ideología socialista y la
militarista se mezclaron en un peligroso coctel y era cuestión de tiempo antes
de que se convirtiera en una amenaza real.
Como
corolario, lo más positivo de la Generación Socialista fue la instauración de
la democracia en nuestro país, a estas generaciones socialistas en las cuales
nací, crecí y fui educado, el poder político fue celosamente guardado por las
generación que combatió la dictadura y no le quiso entregar el testigo a la
nuestra, que fue educada en la ideología socialista cuyo fin primordial era el
enaltecimiento del pobre, la construcción de un estado bienestar y el
resentimiento colonial hacia el Imperio, olvidándonos de lo que verdaderamente
era importante, como construir una economía productiva, eficiente, de libre
mercado, conformada por ciudadanos realmente libres y republicanos.
La
siembra del socialismo en las mentes de mi generación y la que nos seguía,
daría como resultado la incapacidad de hacerle frente a la revolución
bolivariana, principalmente porque el discurso era muy parecido, el objetivo de
la “justicia social” era el mismo, pero los medios revolucionarios no
escatimaron en brutalidad y violencia.
En
próximos artículos analizaremos lo que podemos esperar para las próximas
generaciones de venezolanos si continuamos alimentando la manera socialista de
entender el mundo, que considero ha sido nuestra perdición, y alerto, nuestra
oposición democrática sigue siendo fundamentalmente de izquierda, y quienes
posiblemente sean el relevo en el gobierno, siguen siendo socialistas y de un
atraso ideológico que dan ganas de llorar.
- saulgodoy@gmail.com
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