¿Qué justifica que tengamos a una persona como Nicolás Maduro rigiendo los destinos de la nación, y a una serie de oscuros personajes del llamado chavismo conformando un gobierno impopular, antidemocrático, totalitario y violento, oprimiendo de la manera que lo hace al pueblo de Venezuela?
Tal y
como se desprende del discurso chavista, Maduro y su equipo gobiernan al país
por dos razones fundamentales, la primera: supuestamente los eligió el pueblo,
y en segundo lugar, Chávez los designó como ejecutores de su legado y herederos
del gobierno revolucionario, para ello Maduro se proclama hijo de Chávez, para
no dejar dudas acerca de esa filiación.
De
estas dos razones, solo la primera tendría valor legal o constitucional pues el
deseo personal del ex mandatario, para todos los efectos republicanos y de
origen del poder en nuestra formula de estado nacional, no tendría valor.
Vamos
a analizar esta última, el deseo de Chávez de perpetuar en el poder a los de su
facción política.
El
chavismo ha tratado de imponer, desde el día uno de su gestión como unidad
política y operadores del gobierno, el ideario del Teniente Coronel Hugo Rafael
Chávez Frías como si se tratara de una figura mesiánica.
Han
creado en estos 18 años al frente de la administración del estado, un aparato
de propaganda política por el que hacen del culto a la personalidad de este
militar, un propósito patriótico, tratando de anexar su nombre y figura al
panteón de los Padres de la Patria, entendiendo patria en su sentido más
rupestre y dieciochesco del discurso revolucionario izquierdista y de la
narrativa militar de la Guerra Federal en nuestro país, esa serie de conflictos
cívico-militares de poca monta, necesarios para mantener caudillos y dictadores
en el poder.
Este
esfuerzo mediático e ideológico lo hacen con el propósito de fomentar la idea,
que el deseo de Chávez, su palabra y su plan de la patria son incontestables
por ser palabra sagrada y más que la expresión del deseo de un hombre
cualquiera, es el mandato y voluntad de alguien que tenía una visión
“histórica” y necesaria de los destinos del país.
La
impresión que tratan de dar es que se trató de un demiurgo y profeta, creador
de la Venezuela actual, fundador de lo que ellos llaman la Cuarta República,
genio de la revolución socialista bolivariana con la que pretenden arropar el
sino del país como sociedad y estado.
Pero
el contraste tan salvaje que existe entre el ideal chavista y la realidad del
país pone en entredicho no solo las buenas intenciones del orate, sino que sus
resultados han sido tan calamitosos y desafortunados que colocan en la picota
todo el edificio ideológico, de principios y valores que predican (no así que
practican).
El
chavismo es considerado más como una maldición y una plaga, que como un
proyecto viable de de gobierno y desarrollo del país, empezando porque sus
postulados principales, como los de hacer del socialismo la ideología nacional,
el conformar una unión cívico-militar como fórmula de convivencia nacional, el
tener a las comunas como formas privilegiadas de organización social, el de
hacer del estado un ente centralizado del poder y dueño de las principales
medios productivos del país, entre otros muchos dislates, son todos
inconstitucionales.
Pero
el problema se agrava cuando los venezolanos constatan en la cotidianidad que
la calidad de sus vidas se ha visto deteriorada de manera importante por
problemas graves como la inflación, la escasez, la inseguridad, la falta de
servicios públicos adecuados y hasta mínimos, la contracción del mercado
laboral, la excesiva regulación y vigilancia de operaciones rutinarias en la
economía, la injerencia militar en la vida de la sociedad sobre todo en el tema
alimenticio, la prevalencia de los elementos criminales en los espacios
públicos, la falta de justicia oportuna y equitativa.
Y por
si no fuera poco, el importante repunte en la corrupción de funcionarios y la
impunidad que los protege, el estilo de vida excesivo e impropio de las
personas afectas y cercanas al poder, la doble moral y medida que priva entre
los que son revolucionarios y quienes no lo son, la persecución política a
quienes piensan distinto al gobierno o critican sus acciones y omisiones, ha
destruido la base moral y la posibilidad de convivencia en el país.
El
modelo socialista que el chavismo le ha impuesto al país es tan desastroso, que
ya la propaganda y la manipulación mediática que pretenden vía los medios de
comunicación masivos en manos del estado, se les está revirtiendo en su contra,
debido principalmente a la brecha que cada día aumenta entre la realidad real
(no virtual) y la imagen disociada y manipulada que el estado pretende imponer
en la psique de los ciudadanos.
La
imagen y figura de Chávez la están convirtiendo en un fraude y ya mucha gente
se siente engañada por el chavismo.
Pero
es la primera razón que los chavistas esgrimen, al momento de querer sustentar
su supuesto derecho a gobernarnos, la que verdaderamente nos interesa, el
chavismo está allí manejando el estado venezolano porque el pueblo los eligió,
eso es lo que alegan.
A
estas alturas son pocos los venezolanos que ignoran los manejos irregulares y
claramente ventajistas del CNE, si en el 2013 había todavía alguien que dudara
de la truculencia y poca honestidad del árbitro electoral, hoy está claramente
confirmado para quien trabaja esa institución, y cuáles son sus intereses.
En
esas elecciones del 2013 por la presidencia de la República el margen por el
cual el chavismo ganó fue de muy poco, al punto, que produjo una fuerte
reacción por parte de los partidos políticos de la oposición acusando al
gobierno de haber hecho trampas en complicidad con el CNE.
La
respuesta del candidato Maduro y del chavismo en un primer momento, fue la de
revisar las actas de votación para certificar los resultados y alejar todo duda
del proceso, pero a las pocas horas esta decisión la echaron para atrás, y el
reconteo de votos nunca se produjo.
Para
todos los venezolanos fue una sorpresa que el candidato de la oposición
Henrique Capriles Radonsky, aceptara sin mayor resistencia esta decisión luego de haber
asegurado ser el ganador de la justa, con pruebas en la mano.
Pero
el evento que verdaderamente ha conmovido la opinión pública y por el cual toda
la legitimidad de origen de la presidencia de Nicolás Maduro y la pretensión de
poder del chavismo se pone en entredicho, es porque el candidato Maduro mintió
sobre su identidad, sobre quien es él en realidad, y como, el CNE permitió que
una persona se postulara y le permitiera ganar la más alta magistratura del
país, recurriendo al delito de utilizar documentos forjados, asumiendo una
falsa identidad, cometiendo perjurio y permitiendo que una conspiración, urdida
desde el seno del partido político PSUV, de manera continua en el tiempo,
prevaleciera antes los impedimentos de ley y se conformara este engaño en
contra del electorado venezolano.
Pero
antes de entrar a considerar este punto debo hacer mención hacia una actitud
absolutamente inaceptable por parte de cierto sector de la oposición
venezolana, entre ellos varios políticos venezolanos que ocupan y pretenden
ocupar cargos públicos violando expresamente la ley que exige como condición
ser de nacionalidad venezolana.
Para
estos individuos, el problema de la nacionalidad de Nicolás Maduro es un
problema menor y hasta ridículo, entre otras razones porque se trata de un
hecho consumado, porque el asunto de la nacionalidad es subsidiario al interés
de la persona en ocupar el cargo, porque el aspecto de la nacionalidad en el
derecho, dado la alta migración de los pueblos del mundo, teniendo en cuenta
los patrones de globalización que reportan las sociedades en intercambio, por
las nuevas doctrinas de incorporación de extranjeros residentes a sus
nacionalidades, por la apertura que se está dando en los países de permitir la
mayor participación posible a quienes viven en una nación en los asuntos
políticos, por todas estas razones, que ninguna está considerada en la actual
legislación venezolana, creen, se trata de un asunto de poca monta.
Este
falso pragmatismo y desprecio por la nacionalidad venezolana solamente se
entiende en personas que tienen un interés muy puntual en que su doble
nacionalidad, permitida por las leyes de Venezuela, no sea obstáculo para la
ocupación de ciertos cargos públicos claves, reservados, por asuntos de soberanía,
seguridad y para evitar conflictos de intereses, al exclusivo ejercicio de
personas nacidas en el país y que no ostenten otra nacionalidad.
Es
decir, muchos de los que opinan que no es importante esta ley y sus efectos es
porque ya la están violando o la quieren violar, el resto lo hace por pura
ignorancia y desafecto a su nacionalidad.
No
puede ser que un venezolano acepte sin más, que un extranjero se haga pasar por
venezolano con papeles falsos, que jure
que es venezolano sabiendo que es mentira, firme y comprometa al país en
asuntos que afectan a la nación diciendo que es alguien que no es y
sosteniéndolo en el tiempo, haciendo imposible que se le investigue,
destruyendo evidencia y teniendo como cómplice y encubridor no solo a un ex
presidente, a un partido político nacional, al organismo electoral que
supuestamente debería ocuparse de que estos delitos no se cometan para mantener
el proceso lo mas pulcro posible, sino también a unos políticos que pertenecen
a la oposición venezolana y que supuestamente debería estar del lado de la
verdad y de la ley.
Precisamente
lo que ha venido haciendo el gobierno chavista como práctica usual, es degradar
nuestra nacionalidad al expedir pasaportes diplomáticos a personas que no lo
son, para encubrir actividades ilícitas o darle protección a personas
solicitadas por la justicia internacional, o otorgándole papeles de identidad
falsos a guerrilleros, terroristas y hampa común trabajando bajo su protección,
y al mismo tiempo dejando sin atención y seguridad a venezolanos en el
extranjero, impidiendo que nacionales puedan acceder a su derecho por
documentos de identidad, o modificando nuestros padrones de identificación para
variar identidades de personas fallecidas, o que no existen, con fines de
fraude electoral o para cobro ilícito de pensiones, etc.
La
nacionalidad venezolana tanto la formal como la de hecho, están pasando por un
momento terrible, no solo somos rechazados como si fuéramos unos parias por la
comunidad internacional sino que internamente nuestros documentos de identidad
se venden al mejor postor sin cuidado de su uso y destino, si no le damos la
importancia que realmente tiene nuestra identidad, es probable que terminemos
como indocumentados.
Es
por ello que es vital la clarificación sobre la identidad real de Nicolás
Maduro, que estas investigaciones lleguen a resultados concretos, el asunto es
ya público y notorio, no debemos aceptar que este escándalo quede sin
soluciones legales y sin efectos políticos, le estaríamos dándole al mundo
razones para desconfiar y restringir a los venezolanos en su tránsito por las
fronteras internacionales, un pasaporte sin estado ni gobierno responsable es
solo un pedazo de papel.
En
resumen, el chavismo sólo tiene el sustento de la violencia y las armas para
continuar en el poder, ni es un gobierno legítimo, ni es democrático, todas las
instituciones que controla, incluyendo el CNE y el Tribunal Supremo de
Justicia, lo hace claramente por vía de facto, no de derecho, son todas
instituciones cuyo origen está viciado de ilegitimidad y que no deben ser
reconocidos como garantes de la constitución y las leyes.
Al no
tener su poder un origen legal y basado en la voluntad popular, que el único
poder original y soberano del país, el gobierno chavista se encuentra usurpando
un poder que no le pertenece por lo que ninguno de sus actos es legítimo y no
importa cuanta formalidad trate de aparentar, ni que sus actuaciones aparezcan
en Gaceta Oficial o en sendas sentencias en papelería del TSJ, con actos
írritos, sin ningún valor legal. - saulgodoy@gmail.com
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