Para
la tesis política clásica, esa que tiene en mente un estado nacional dentro de
un orden constitucional, para que se dé un golpe de estado deben concurrir
varios factores simultáneamente: 1- El uso de las armas y la participación de
las FFAA, 2- Que el gobierno depuesto, sea un gobierno legítimo de origen y
desempeño, 3- Que sea un evento planificado, con una dirección, con nombres y
apellidos, 4-Que su intención sea la toma del poder, sustituir un régimen por
otro, 5- Que sea un acto violento o que la promesa de violencia sea real, 6-
Que se efectúe de manera sorpresiva, producto de una conspiración planificada,
7- Cuyo resultado sea la interrupción del orden constitucional.
El
chavismo, que es un movimiento político oportunista y parasitario, no se ha
distinguido por el respeto a los argumentos y a la lógica, y como medio de
defensa ha utilizado la ambigüedad argumental para calificar de golpe de
estado, cualquiera actividad o planteamiento que atente en contra de la
continuidad de su mandato despótico.
Para
comprender la actitud del chavismo debemos partir del hecho cierto, público y
conocido que se trata de un movimiento político surgido de una serie de
intentos de golpes de estado, que su liderazgo proviene del estamento militar,
que la conspiración política para derrocar gobiernos ha sido su principal
actividad, que su intención hecha pública ha sido la de permanecer en el poder
a toda costa, sin importar la letra de la constitución.
Hugo
Rafael Chávez Frías y toda la camarilla cívico-militar que lo rodeó, incluyendo
al ciudadano indocumentado de origen colombiano, Nicolás Maduro Moros, eran y
son golpistas, y los distingue su adherencia a la ideología de la extrema
izquierda vinculada al régimen castro comunista que actualmente existe en Cuba.
Para
estos comunistas caribeños si un golpe de estado lo dan las fuerzas de
izquierda deja de ser un golpe de estado y se convierte en revolución, por
aquello que ellos son el pueblo en armas y que sus acciones políticas incluidas
las violentas, son actos de liberación y de justicia social en contra de
regímenes opresivos, colonialistas y explotadores.
Bajo
este argumento circular es imposible hablar en términos de golpe de estado, al
menos, que sean acciones dirigidas a terminar con su propio apetito por el
poder, ya que el comunismo, una vez que se hace con el poder, se comporta de
manera totalitaria, hegemónica y pretende, permanecer en el poder para siempre.
Esta
imposibilidad que presenta el comunismo extremista, de compartir o alternase en
el poder tal y como los sistemas democráticos exigen de sus actores políticos,
es lo que históricamente ha hecho imposible una convivencia civilizada entre
regímenes totalitarios y democracias, esta sed hegemónica por el poder es
incompatible con las formas republicanas, lo que ha creado un ambiente de
conflicto y violencia entre ambas visiones del mundo.
Pero
hay otra característica del chavismo que debemos tomar en cuenta al momento de
entender el problema venezolano, y es que el chavismo accede al poder por
medios democráticos, por elecciones libres, universales y secretas, el pueblo
creyendo en sus propuestas electorales le dio a este grupo político su aval
para que llegara al poder, razón por la cual debía y tenía que comportarse como
si fuera democrático.
Pero
como toda promesa política en democracia, sino se cumple con lo ofrecido, el
pueblo le retira a los políticos su favor y procede a cambiarlos por otros que
satisfaga sus requerimientos.
Es
justamente en este punto donde se tranca el juego, el chavismo no es un
movimiento político democrático, nunca lo ha sido y nunca lo será, se quedaron
únicamente en el juego electoral, haciendo y ganado elecciones a como dé lugar,
comprando los votos, haciendo trampas, controlando al árbitro electoral,
amenazando y utilizando la fuerza, su propósito siempre ha sido permanecer
indefinidamente en el poder sin importar si gobiernan mal o bien, sin tener al
pueblo como norte de sus acciones, sin importarles su bienestar, lo único
válido para el chavismo es su agenda política.
Esta
agenda política del chavismo se volcó más hacia el exterior, buscando apoyos,
interviniendo en otros países con la intensión de propagar su ideología,
creando una red de gobiernos afines aprovechando la internacionalización de la
subversión izquierdista latinoamericana dirigida desde Cuba, este apoyo
significó una erogación de recursos económicos gigantesca para el país con un
marcado detrimento en la calidad de vida de los venezolanos.
Los
gobiernos militaristas de extrema izquierda son por naturaleza conquistadores,
expansionistas, terrofagos, su punto en la mira es el dominio ideológico sobre
grandes parcelas de territorio y población, de allí su necesidad innata de
crear polos de fuerza propios que compitan con los ya establecidos, el objetivo
del poder es el del dominio absoluto sobre las sociedades para que sus élites
disfruten sin competencia del poder absoluto.
El
régimen chavista para poder mantenerse en el poder, ante la disparidad de fines
y objetivos entre el gobierno y las necesidades internas del país, todavía
mayoritariamente democrático, tuvo que derivar hacia posiciones cada vez más
autoritarias y empezó a desmontar el estado de derecho y sus instituciones.
El
costo fue la perdida acelerada de el apoyo popular, la destrucción de su base
electoral y debido a una sumatoria de circunstancias ajenas al proceso (baja de
los precios del petróleo, crisis económica, inflación, desabastecimiento,
carteles del crimen organizado dictando pautas dentro del gobierno, pésimas
políticas en las relaciones internacionales), el gobierno fue poco a poco
quedando en evidencia ante el mundo de que no era un gobierno democrático, que
era en realidad una dictadura.
Pero
hubo un cambio del péndulo político en la región, quizás por cansancio, por
ineficiencia, por la corrupción, la gran cantidad de gobiernos de izquierda que
conformaban esa red sobre la que el chavismo descansaba sin mayores oposiciones
y críticas, se fue deshilando y las democracias en la región se movieron hacia
el centro buscando un equilibrio ante los abusos de mandatos muy largos, de
intentos de hegemonía y de un estilo de vida de sus líderes tan grosero y
ofensivo al soberano, que ya era difícil de aceptar.
Ahora,
que el chavismo siente en sus carnes que ya no tiene conexión con el pueblo que
lo llevó al poder y lo mantuvo por 18 largos años, acostumbrado al abuso, a que
su palabra era ley y su voluntad un mandato, pretende desconocer los más
básicos principios de la democracia, empezando por la misma Constitución Nacional,
a la que modifica constantemente a su favor, por medio de sentencias de un
Tribunal Supremo de Justicia al que tiene comiendo de su mano.
De
la manera más impúdica e ilegal maneja al Consejo Nacional Electoral para que
niegue, retrase, manipule, complique, las formulas de salida políticas,
pacíficas, constitucionales que tiene el país para expresar su voluntad de
cambio, pretenden sin más eliminar las elecciones.
Para
lograr estos fines de imposición a la fuerza, utilizan a las FFAA como si
fueran el brazo armado de su partido político, para tratar de controlar,
inmovilizar, atemorizar e impedir que el pueblo soberano y libre de Venezuela
se movilice y exprese su voluntad de terminar con un gobierno nefasto que ha
arruinado al país y lo ha convertido en un paria internacional.
Y
es en este momento cuando Nicolás Maduro Moros, un extranjero indocumentado,
apoyado por organizaciones del crimen internacional, que asumió la presidencia
del país en circunstancias oscuras y cuestionadas, cuya legitimidad de origen
aún no ha sido probada, con un desempeño de gobierno desastroso para la vida de
la república y sus habitantes, convertido ahora en un dictador y apuntando las
armas de la república hacia el pueblo que quiere terminar con su mandato, es
ahora, en éste momento, que el dictador alega, que la oposición política le
quiere dar un golpe de estado.
El
revocatorio a su mandato es un derecho constitucional que tiene el pueblo de
Venezuela a ejercerlo cuando lo estime necesario, nadie ni nada lo puede
impedir, obligar al pueblo a sacarlo del poder por otros medios, no es solo
irresponsable sino peligroso.
Tratar
de impedir que el pueblo soberano se exprese sobre si continúa o no en el
gobierno lo colocaría como un usurpador, y su desalojo sería un acto de
justicia, la movilización del país para el 1º de Septiembre en la Toma de
Caracas es un ejercicio en el restablecimiento de la democracia, no un golpe de
estado. - saulgodoy@gmail.com
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