Celebro
con admiración la decisión del pueblo hermano de Colombia, pudieron darse
cuenta del caramelo envenenado que Raúl Castro les estaba ofreciendo y dijeron
NO, esa era una paz de mentira, conveniente sólo para los comunistas y
revolucionarios, injusta y muy peligrosa que colocaba a los responsables de la
guerra en los pasillos del poder democrático.
A
estas alturas no entiendo porque el presidente Santos se prestó para esta
jugada aunque presumo, se dejó convencer y apoyó esta visión errada del
Departamento de Estado de los EEUU, que está leyendo muy mal la situación
Latinoamericana, y me explico, el gobierno demócrata del Presidente Obama, con
simpatía hacia los factores de izquierda, se planteó una estrategia a la vista
de un tablero de ajedrez desfasado por lo menos en tres años, sus analistas
vieron a un subcontinente prácticamente en poder de las fuerzas revolucionarias
de la izquierda, liderados por Cuba y con un operador exitoso que era el gobierno
de Chávez; habían conquistado el poder político en Brasil, Argentina, Bolivia,
Ecuador, Chile, Uruguay, Nicaragua, en muchas islas y territorios del Caribe.
Washington
no entendía el juego político en el sur del continente y decidió jugar a
ganador, le apostaría a Cuba aprovechando el desgaste político de Venezuela y
las perspectivas de su indetenible crisis social y económica.
La
idea detrás de esta jugada era, que si podía hacer entrar a Cuba dentro de unas
normas mínimas de convivencia, obligándola por medio de unas condiciones
favorables para su economía, apadrinándola como un país en vía hacia la
democracia, dándole protagonismo en algunas iniciativas en la región, podría,
creía el Departamento de Estado, conducir a La Habana hacia una transición democrática
una vez que Raúl Castro se acogiera a su retiro dorado, y de esta manera, al
tener a La Habana con las bridas cortas, pudieran tener algún control sobre los
acontecimientos en Latinoamérica.
Pero
el deterioro de la situación en nuestro país, la degeneración del gobierno de
Maduro en un espectáculo tan bochornoso, despertó un rechazo unánime del
continente, jugó en contra de los intereses de La Habana.
Los
acontecimientos en Brasil y Argentina se aceleraron a favor de las posiciones
de centro derecha, la estructura de la izquierda en el continente tanto
política como armada, perdieron “momentum” ante las expectativas de la supuesta
paz en Colombia y el distanciamiento que debieron tomar del impresentable de
Maduro que ya desvariaba y se hacía más y más repugnante.
La
crisis de la baja de los precios del petróleo, y las generosas contribuciones
de recursos por parte de Venezuela se hicieron sentir, las actividades
criminales de la guerrilla no llenaban los cofres del tesoro, el narcotráfico
sufrió un bajón debido a las denuncias y los errores que se cometían desde el gobierno de Miraflores, el que estuviera
su familia inmediata involucrada en un juicio por drogas, lo hacían demasiado
visible para prestarse a empeorar su situación.
Raúl
Castro creó a un monstruo que ahora le estaba haciendo daño, Maduro probó ser
un muy mal agente del castrismo, complicándole la situación a La Habana, era
obvio que la careta había caído, las conversaciones de paz en La Habana
probaron ser una constatación de que Raúl era el hombre detrás de todo el
malestar Latinoamericano, era él el elemento perturbador, el verdadero señor de
la guerra en Colombia.
La
situación en nuestro continente se ha acelerado como si fuera una singularidad,
el índice del rechazo se multiplicó exponencialmente, Venezuela se convirtió de
un simple furúnculo en un apestoso tumor que mantiene a todos los países del
área en alerta máxima, no sólo porque el país esté pasando por una crisis
humanitaria que afecta a todos, sino porque se ha convertido en el ejemplo de
cómo la izquierda puede convertirse en un cáncer donde la representación
popular ya no importa, donde la ley y el orden son una fantasía, donde la
dictadura salvaje del crimen organizado tiene secuestrado a todo un país
utilizando a sus FFAA, la peor distopía del marxismo se volvía hacer realidad.
Clinton
y Obama pensaron que Chávez era un problema que solamente le concernían a los
venezolanos y resulta que ahora tienen al chavismo metido en sus filas
políticas, alterando los acontecimientos internos de ese gran país, incluso
inmiscuyéndose en la campaña electoral, Cuba resultó ser una papa caliente,
Obama creyó en una jugada de bandas que Raúl Castro podría devolverle algún
tipo de control sobre los acontecimientos en la región y lo que hizo fue
revertírsele.
Raúl
con su orgullo revolucionario intacto, con su comportamiento insolente hacia
Washington, se niega a introducir reformas en su gobierno, ha empeorado su
comportamiento represor y violatorio de los derechos humanos en contra de sus
opositores, anda buscando en el mundo una nueva teta de la cual chupar para
obviar sus obligaciones con los tratados con los EEUU.
Obama
tiene ahora su propio dictador comunista bajo su ala, una persona que ha pasado
de ser reconocido como un factor de poder a una persona non-grata que es en la
actualidad, la situación Latinoamericana se le escapa de las manos, hay una
mayor conciencia de lo que Latinoamérica quiere de Norteamérica, que
afortunadamente, es de una mayor simetría en cuanto a intereses económicos y
mejores relaciones de intercambio, pero hay una conciencia de la necesidad de
una mayor independencia política.
El
péndulo político se devuelve hacia la derecha en Latinoamérica, la izquierda ha
quedado muy mal parada en medio de escándalos de corrupción, trampas, mafias y
procesos antidemocráticos que fomentan luchas armadas innecesarias, violencia
gratuita e imposiciones de condiciones como si fueran secuestradores.
Venezuela
fue el precio que tuvo que pagar el continente para encontrarse con esa realidad,
fuimos la víctima propiciatoria, el sacrificio necesario para que los pueblos
abrieran los ojos sobre tanto utopismo y populismo, ya estamos a punto de salir
de esta pesadilla y estoy seguro que ahora, en plena conciencia de lo que nos
ha sucedido en estas décadas con una izquierda irresponsable.
Ahora
más que nunca es necesaria la presión internacional para que se haga el
referendo revocatorio en nuestro país, es la única manera democrática para que
podamos retomar, todos los Latinoamericanos el camino de la paz, el trabajo y
el progreso. - saulgodoy@gmail.com.
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