Hace
muy poco estuve escuchando a Elías Jáua, supongo que Ministro de Educación o
algo parecido (uno pierde la ubicación del funcionario entre tantos relevos que
los mismos nombres dan entre los mismos cargos), que estaba amenazando a los
colegios de educación privada con cierre, si suspendían actividades sin el
permiso correspondiente de su administración.
Y fue
cuando me hice la pregunta ¿Cómo puede algún funcionario del chavismo, tener el
desatino y mal gusto, de hacerse pasar por una figura de autoridad y aparecer
ante los medios públicos de comunicación, a estas alturas, y tratar, disimular,
como si tuviera la potestad y el mandato soberano, actuando como alguien
investido de poder?
La
pregunta no es retórica, para mí fue de lo más patético y retrataba a cuerpo
completo a estos despreciables seres humanos que sin ningún contenido moral, ni
cultural, ni siquiera de respeto por sus propias personas, intentan hacerse
pasar por líderes políticos de una sociedad como la venezolana, esa actitud de
Jáua, que la repite el mismo Nicolás Maduro y todo su entorno, es reflejo de la
más degradante circunstancia en la que un ser humano puede caer en la vida en
su relación con los otros.
Se
trata de un simulacro en que caen los individuos obcecados cuando pierden toda
traza de respeto ante los demás, y tratan de aparentar que las circunstancias
que les deslavó su “persona” no existieron, que las resultas de sus acciones u
omisiones en las relaciones con los demás nunca se produjeron, y tratan de
seguir sus vidas de modo “normal” como si nada hubiera pasado.
Es el
caso del marido que encuentra a su esposa con otro hombre en la cama, arma un
escándalo, pero luego resume su cotidianidad como si ese episodio nunca hubiera
pasado, sigue actuando como un amantísimo esposo, evita hablar sobre el tema y
prosigue su vida como si su matrimonio no estuviera herido de muerte, donde ya
la confianza no existe y la intimidad jamás puede ser recuperada (en este caso
hablo del marido cornudo, pero puede ser perfectamente al revés).
Esta
negación de la realidad que practica Nicolás Maduro y a su troupe de
revolucionarios bolivarianos, es el signo más evidente de que se trata de seres
humanos defectuosos, de que están rotos por dentro, de que les falta alma y por
ende actúan como enfermos mentales, y creo, que en algunos casos, y en esto
tengo que inferir que la situación de Nicolás Maduro es ciertamente, un caso de
insania mental, pues no tienen la capacidad de reconocer el entorno donde vive
y actúa.
Igual
que el esposo cornudo, a partir del incidente de infidelidad, se aparece en su
casa a destiempo, manda a intervenir el teléfono de su esposa, le pone un
detective privado para que la vigile, le revisa la cartera cuando ella no se da
cuenta… la vida de la pareja parece la misma, pero no lo es.
Nicolás
Maduro, Elías Jáua, Jorge Rodríguez y muchos otros que componen el alto
gobierno saben que el vínculo entre el chavismo y el pueblo de Venezuela está
roto y que es imposible repararlo, pero hay una gran diferencia con el caso de
la pareja infiel, el gobierno es violento en su naturaleza, su carácter es
torvo y criminal, no tiene ningún respeto por la vida humana, de modo que su
respuesta ante la realidad es caerle a palos al pueblo con el argumento que lo
hace por amor.
¿Con
que autoridad aparece en los medios de comunicación un ser como Elías Jáua,
amenazando a la comunidad de padres y representantes, a los dueños y
administradores de los planteles educativos, a los profesores y estudiantes, al
país entero?
Ninguna
excepto la de las armas, y eso no es autoridad, es dominio.
Olvidemos
para efecto de esta discusión el asunto de la democracia, que el chavismo no
cree en esa forma política, de la continua violación de la Constitución
Nacional por parte del gobierno que la utiliza de acuerdo a sus necesidades,
del respeto a los derechos humanos, que ha demostrado, le da placer pasar
coleto con ellos, del respeto por las tradiciones, la historia y los valores
del país, principalmente porque quienes manejan el gobierno están al servicio
de intereses extranjeros que no les importa el país para nada, vamos a poner
nuestra atención sobre el poder desnudo, el único vínculo que tiene el chavismo
con el pueblo de Venezuela, la promesa de violencia.
Hay
diversas formas de aproximarse al poder, la más primitiva y elemental es
aquella que se afianza en la dominación y la lucha, es el poder que no está
sometido a ninguna ley ni a ningún tribunal, es el poder desnudo que sólo puede
ser dominado por una derrota de un poder superior, éste tipo de poder lo
llamaba Max Weber Matchpolitick, o
sea la política de las tribus guerreras, que fue una idea de política que se
conservó aún en el desarrollo de los estados-nación, y por el cual, regímenes
como el de Hitler, desencadenó la Segunda Guerra Mundial.
Es un
una forma de entender el poder muy básico, casi que en términos darwinianos, el
poder del más fuerte, que tuvo elaboraciones complejas con Maquiavelo y
Nietzsche, que veían en este estado de conflicto permanente al hombre fuerte,
al superhombre, como los conductores naturales de sus tribus de guerreros, esta forma de ver la política va impresa en el
código genético del marxismo bajo la fórmula de la lucha de clases.
Por
supuesto Weber entendió que muchas personas y pueblos, por su carácter
pacífico, por su vocación no violenta, por la contextura moral de sus hombres y
mujeres, que tienden a la pasividad y la aceptación del tirano cuando se impone
a la fuerza, son naciones inferiores (para Weber, que exaltaba el espíritu capitalista,
competitivo y dominante de las sociedades blancas y protestantes), son pueblos
que tienden al acomodo, a la convivencia con el amo y a la aceptación de su
papel de servidumbre y que son la comida de la que se alimentan los estado coloniales.
Pero
la civilización dio un vuelco histórico importante, tomaron varias revoluciones
y guerras para que poco a poco fueran surgiendo otras formas de entender y
manejar el poder, de que surgiera la idea de unos derechos humanos universales,
de unas instituciones supranacionales que velaban por el mantenimiento de un
orden internacional con miras a evitar y minimizar conflictos, manteniendo a
raya a los practicantes del poder desnudo.
Aparecieron
nuevas formas e instancias de negociaciones, de intervenciones para las
resoluciones pacíficas de los conflictos, de exigencias de comportamiento
democrático y veedurías que establecían controles y alarmas en el desempeño de
los países.
El
estado liberal capitalista ha creado una concepción y un aparato jurídico ideal
para el fortalecimiento de las instituciones democráticas, que respetando sus
normas, permitiendo que las libertades se desarrollen con un mínimo de
intervención del estado, pueden los pueblos organizarse de manera pacífica, y
dedicarse a la actividad productiva tanto material como espiritual, en aras de
una idea de progreso.
La
cooperación, el intercambio, la buena voluntad, la confianza en las
instituciones, proveyeron un marco global para el desarrollo de una comunidad
internacional vigorosa y en una gran parte del mundo, libre de las personas y
gobiernos que todavía creen y practican el poder desnudo.
Venezuela,
mi país, es un caso de esa minoría de países donde el poder por la fuerza es
una triste realidad, y les voy a resumir rápidamente las razones del gran salto
hacia atrás que dio nuestra sociedad, y el porqué hoy tenemos a individuos como
Elías Jáua y Nicolás Maduro, reprimiendo a un pueblo libertario en su lucha en
contra de la tiranía.
Históricamente
y culturalmente el pueblo de Venezuela es un pueblo guerrero, hay varias
gestas, en diferentes momentos de nuestro decurso como nación, que dan fe de
tal característica del espíritu nacional, tan solo en los últimos tiempos y
precisamente porque la democracia fue norma de vida en nuestro país,
imperfecta, con problemas, con instituciones poco desarrolladas, pero era
democracia, pudimos vivir sin necesidad de apelar a la violencia política al
por mayor.
Pero
aprovechando la debilidad estructural de nuestro organización social, donde el
gobierno, centralista y presidencial acumuló una gran discrecionalidad en los
asuntos públicos, un grupo de militares comunistas, apoyados por el régimen
totalitario de los hermanos Castro en Cuba, luego de varios intentos de golpes
de estado, llegaron al poder utilizando los mecanismos abiertos de nuestra
democracia, se montaron en un discurso de justicia social, de poder popular y
en medio de la decadencia de los partidos políticos del momento y la ausencia
de una élite con algo de sentido común, llegaron al poder por vía electoral.
Este
militarismo comunista, con un caudillo de fuerte presencia mediática, lograron
en poco tiempo, y gracias a la economía petrolera en franco crecimiento,
posicionarse ante la opinión pública nacional e internacional como un gobierno
democrático y respetuoso de la paz y el orden.
Esta
ilusión de gobierno democrático fue mantenida ante el mundo gracias a un uso
estratégico de las elecciones, a una chequera de petrodólares que fue usada
para comprar conciencias y exposición mediática, con una campaña de mentiras y
dobleces para reducir resistencia y a una presencia global del líder
revolucionario en todos los foros mundiales, que a pesar de su discurso
beligerante y a veces violento en contra del orden mundial, no pasaba de ser
tomado como una opinión exótica de un líder tercermundista, pero nada de qué
preocuparse.
Pero
a lo interno del país, el desmontaje de las instituciones democráticas iba a
toda marcha y estaba siendo sustituida por un sistema colectivista, la censura
y el control estatal se multiplicó exponencialmente, se empezaron a perder
libertades sobre todo de carácter económico y se militarizó buena parte del
gobierno.
Pero
paralelamente al avance de un sistema estatista y comunista, el gobierno empezó
a perder apoyo popular, el venezolano es por naturaleza un ser individualista,
emprendedor, consumista y libertario, no está hecho para el comunismo o el
socialismo bolivariano, y tan es así, que los especímenes más notorios de la
fauna chavista son lo más lejano a un comunista ideal que existe.
Con
la pérdida del apoyo popular el gobierno incrementó sus medidas de vigilancia y
control sobre la población, aumentó la violencia del estado hacia sus oponentes
políticos, y se desinteresó en los mecanismos electorales como manera de darle
legitimidad a su poder.
Esta
tendencia la incrementó el gobierno de Maduro quien tuvo que ganar su
presidencia con un gran fraude electoral, pero contaba con una gran ventaja y
que ha sido altamente perjudicial para la resistencia del pueblo libertario de
Venezuela y es que los partidos políticos de oposición y sus líderes,
pertenecían justamente a ese grupo social cuya mentalidad pacífica, no
violenta, acomodaticia, negociadora, práctica para resolver sus propios
intereses, no solo aceptaron el fraude electoral sin luchar, sino que trataron
de imponerle al pueblo guerrero esa mentalidad de esclavos, aguantándolos para
que no lucharan por su libertad y aceptaran, en aras de una constitución y unos
principios que no era respetados por los comunistas militares, términos
inaceptables de convivencia con el régimen totalitario.
Lo
que yo siempre les reclamaré a estos hombres y mujeres que se decían nuestros
líderes, es que impusieron su ética de servidumbre a un pueblo de guerreros,
sobre todo a nuestras mujeres, que son indoblegables, en vez de guardar sus
principios pacifistas para su vida personal y su entorno familiar, lo hicieron
público y lo predicaron como si fuera un dogma a seguir; el gran error de la
oposición política venezolana es no haber contado con guerreros en sus filas,
pero eso está cambiando.
Y el
cambio fundamental viene de la desaparición por completo del piso de apoyo
popular que alguna vez sustentó al chavismo, se trata de un movimiento
revolucionario sin seguidores, sin proletariado, sin pueblo, lo cual es grave
para ellos, y lo saben.
Lo
único que nos separa de volver tener control sobre el país, sobre nuestras
vidas, son las armas de unos militares traidores, que le vendieron su alma a
Raúl Castro en Cuba, y las están utilizando en nuestra contra, lo que sostiene
al régimen del brutal Nicolás Maduro son unos colectivos pagados y armados por
el general Padrino López, ni es la constitución, ni es nuestro miedo a morir ni
al sacrificio, peor de lo que estamos no podemos estarlo, quedan nuestros
políticos, nuestros supuestos líderes de la oposición libertaria, que nos
disuaden continuamente de nuestra única y verdadera misión: Demostrarle a estos
patéticos enfermos, quien es el verdadero soberano en Venezuela. –
saulgodoy@gmail.com
Extraordinariamente claro! Ojalá que los líderes de la MUD hablaran o escribieran así.
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