La
violencia ha sido, es y será una parte importante de la naturaleza humana, de
hecho, es un componente fundamental del orden universal, del Logos; sin la violencia los procesos de
creación de vida, desintegración y muerte sería imposibles, los pasos de un
estado de la materia a otro cuando son de manera repentina, como suele ocurrir,
y aún si se hace de manera gradual, conllevan grados de violencia que son
característicos en los procesos físicos y químicos, no hay sucesos más violento
en el cosmos que el nacimiento o la desaparición de una estrella, de modo que
negar la violencia, no darle su lugar en la realidad, creer en la no violencia
como estado natural del ser humano es una posición artificial, contranatural,
un deseo loco y peligroso que puede tener como resultado indeseable,
convertirse uno mismo en una víctima propicia de la violencia del otro.
Y
esto lo digo porque el ser humano se ha caracterizado por un uso inusual de la
violencia en sus relaciones sociales, la historia es una galería de hechos
donde los conflictos abundan y el exterminio de poblaciones enteras son
comunes, ese lado oscuro de la naturaleza ha prevalecido, aunque hay anuncios
de estudios muy serios como el de Steven Pinker, un científico cognitivo,
profesor de la universidad de Harvard que en su obra, The better angels of our nature (2011) confirma, de manera global y
desde hace ya unos siglos, una reducción de la violencia, en términos
estadísticos.
La
naturaleza en general es entendida por los filósofos como un entorno hostil a
la vida humana (excepto para los románticos, que la exaltan), el hombre, por
medio de la civilización, lo que ha hecho es adaptar el medio ambiente a sus
necesidades, rodearse de una burbuja protectora y climatizarse artificialmente,
precisamente para poder sobrevivir, por eso construye ciudades, moradas que se
ajusten a sus necesidades y mantenga el peligro fuera.
Suelte
usted a una persona común en medio de la selva sin más recursos que su instinto
y conocimiento, lo más probable es que no sobreviva por mucho tiempo.
Todo
estudiante de política lo primero que confronta es el dato, mil veces
reiterado, que la violencia es la manera más expedita para obtener un cambio
político, no es quizás el mejor, el más equilibrado o justo, pero
indudablemente todas las guerras, las revoluciones, los golpe de estado, los
asesinatos políticos, los actos de terrorismo, las ejecuciones, son actos
políticos violentos que pretenden traer cambios sociales en el menor tiempo
posible, no importando el costo.
Hay
una serie de mitos de carácter moral que le otorgan a la violencia producida
por los humanos aspectos negativos, consecuencias en el orden de la ética que
van por el camino de la retribución, de la venganza, de la cadena de hechos
violentos que tales acciones disparan hasta convertirla en una epidemia, eso
puede suceder, pero la historia también demuestra que la violencia puede ser
efectiva para aplacar la resistencia y que se consolide un estado de cosas.
Entendemos
el rechazo a la violencia sobre bases morales, es una manera de tener a raya
comportamientos indeseables para el orden social, pero cuando se trata de
cambios políticos en masa, cuando es un colectivo el que expresa la violencia,
son otras las reglas del juego.
Según
la información que maneja el organismo Armed Conflict Dataset (ADC) para
finales de 1990 sólo el 15% de los países del mundo reportaban picos de
violencia política expresados en represiones del gobierno hacia la población
civil (que es la violencia que proviene de un solo lado), y los que estaban en
guerra civil (violencia de ambos lados), para la fecha del estudio se
reportaban sobre los 15 millones de muertos en los diferentes conflictos en el
mundo.
La
mayor parte de estos países era pobres, con instituciones débiles que no
proporcionaban cohesión social, la mayoría eran estados fallidos, donde una de
las partes tenía el control sobre el presupuesto nacional; una de sus
principales características era el uso de las purgas políticas, o sea, el
asesinato o encarcelamiento de los líderes de la oposición política por parte
del gobierno.
De
acuerdo a los estudios de Urdal (2008) y Bohlken y Sergenti (2010) la escalada
de violencia que hace que un conflicto civil pase a una guerra civil, proviene
de la intensificación de la represión por parte del gobierno y el consecuente
deterioro de las condiciones económicas.
En el
caso de Venezuela, todo parece indicar que sería una guerra civil creada por
los laboratorios cubanos, ordenándole a su agente en Venezuela, el colombiano
indocumentado Nicolás Maduro, que les prometa a los militares corruptos, impunidad
garantizada y mayores fortunas y poder con un nuevo gobierno, si aplastan la
resistencia del pueblo libre y democrático.
Estoy
enterado de las fuertes desavenencias que existen a lo interno de las FFAA, hay
varios componentes y cuadros que no están dispuestos a hacerse parte del
genocidio que quiere perpetrar el chavismo enloquecido y radical, y menos aún
caer como idiotas en la trampa cubana de propiciar una guerra civil en nuestro
país, la manera más expedita de parar toda esta trama cubana, es darle un
parado definitivo a la bestia de Miraflores, pero mientras eso no ocurra,
seguiremos en esta hemorragia de vidas jóvenes, de asesinatos de los mejor de
nuestro pueblo.
Negar
esta situación sobre las bases morales del pacifismo es un problema, ya que
expone a la población a una condición de minusvalía frente al represor, hacerle
creer a las personas que con una actitud pacífica y no violenta tiene asegurada
su sobrevivencia en los mejores términos posible, es una mentira del tamaño de
una montaña.
Las
personas que utilizan los argumentos pacifistas y de la resistencia no violenta
se basan en ciertos episodios de la historia de algunos pueblos, donde sus líderes
en apariencia triunfaron y doblegaron al enemigo por estos medios, lo cual es
una falsificación de la misma historia, empezando por el cristianismo mismo,
que tuvo una actuación de lucha y de guerras de las que la Iglesia no le gusta
hablar, las rebeliones de esclavos, los tumultos en las grandes ciudades en
contra de las medidas imperiales en contra de las comunidades cristianas eran
de todo menos pacíficas, las cruzadas y las guerras entre el papado y las
testas coronadas europeas, nos hablan de años de despiadada confrontación.
La
historia de Gandhi en la India obvia casi un siglo de resistencia violenta y de
enfrentamientos, de hecho, el supuesto triunfo del pacifismo no fue sino una
graciosa y muy hábil jugada política de un Imperio militarista y violento, que
luego de años de salvaje explotación y cuando ya no podía hacerse cargo de ese
país, lo entregó a quienes eran estimados como el más colaboracionista de los
movimientos indios a los intereses de Inglaterra.
Igual
sucede con el movimiento por los derechos Civiles en los EEUU, una lucha llena
de violencia y odio, de bando y bando, que estuvo a punto de convertirse en una
segunda guerra civil, donde de parte de los negros habían organizaciones
paramilitares que se estaban convirtiendo en un verdadero problema de seguridad
interna, tuvo el gobierno federal que negociar con el movimiento más inofensivo
(a pesar de que asesinaron a su líder) antes de sentarse con grupos como La
Nación del Islam o las Panteras Negras, quienes estaban llevando la verdadera
lucha violenta en las calles en contra de la opresión.
No
quiero que mis lectores se confundan, no estoy haciendo una apología a la
violencia, creo que la no violencia es el estado natural para una sociedad que
quiera prosperar, educarse, crecer y desarrollarse, soy un firme creyente que
el capitalismo funciona mejor en la paz que en la guerra, el comercio, la
industria, la cultura y las instituciones democráticas necesitan de la paz para
poder dar lo mejor de sí, la familia funciona mejor en la paz que en la guerra,
pero creo tonto, irresponsable y muy peligroso, obviar la violencia como un
instrumento de cambio y de presión social, sobre todo cuando es una violencia
defensiva, que trata de evitar una agresión injusta.
Dice Derrick
Jesen en el prólogo para Churchill Ward, autor del libro Pacifismo como Patología (1998), que en el decurso de nuestras
vidas no es extraordinario encontrarnos con un psicópata, que en el espíritu
del personaje de Anibal Lecter de la novela El silencio de los inocentes (The
Silence of the lambs), nos dice- Tú estás en mi menú de hoy.
¿Qué vas
hacer al respecto? ¿Te vas a dejar comer porque eres pacifista? Dice Jesen:
He encontrado en mi vida unas pocas
relaciones que podría catalogar como emocionalmente abusivas. Me tomó largos años aprender esta importante
lección: Tú no puedes argumentar con un abusador. Siempre vas a perder, de hecho, pierdes tan
pronto empiezas hacerlo (o más precisamente tan pronto respondes a sus provocaciones). ¿Por qué? Porque ellos engañan, mienten,
controlan las condiciones de cualquier
debate y si te desvías de su guión, te hacen daño hasta que vuelvas a
ponerte en línea (lo mismo sucede a una escala mayor) Si esto sucede repetidamente ellos no tendrán
necesidad de hacerte daño debido a que nunca pasará de la raya que te impuso. Y
si esto verdaderamente sucede por mucho tiempo, es probable que empieces a
tener la creencia, que no pasarse de la raya y recibir el abuso, sea una
virtud.
El gobierno de Maduro por medio de sus pranes, sus
colectivos armados, sus patriotas cooperantes (espías), la Guardia Nacional y
las policías, que tiene bajo su comando no sólo han atacado al pueblo
produciéndole bajas importantes, heridos, han tomado prisioneros a quienes
torturan a gusto, sino que se han dedicado a dejar en diferentes localidades
cadáveres destazados, desmembrados, horriblemente mutilados respondiendo a la
vieja táctica de causar terror entre el enemigo con estas muestras de crueldad,
estas fuerzas de choque han tomado urbanizaciones completas, vejado a sus
residentes, quemado sus propiedades, saqueado sus comercios, han gaseado
urbanizaciones completas, tomado barrios, destruidas sus viviendas convirtiendo
a sus habitantes en refugiados.
No contento con esto se burla del pueblo con el
programa de los CLAP, jugando con el hambre de la nación, entregándole comida a
quienes están de su lado y dejando morir de hambre a quienes no, le cortan los
servicios públicos a poblaciones completas, los dejan sin hospitales, sin
medicinas, contaminan su entorno para que proliferen las enfermedades
contagiosas, se enfermen, y mueran de mengua.
Ante este dantesco espectáculo ¿Cuál ha sido la
estrategia de la oposición política? La
no violencia, el pacifismo militante, nuestras marchas y movilizaciones de
protesta se han convertido en un espectáculo digno de un circo romano, las
manadas de corderos desarmados caminando hacia los cuadros cerrados de
militares armados, dispuestos a caerles a palos, a gasearlos, a dispararle con
perdigones, a ejecutarlos con tiros en la cabeza en plena vía pública, a
proteger a las bandas armadas de terroristas que en poderosas motos embiste las
multitudes de venezolanos con ánimos de castigarlos, por la sencilla razón de
que no se someten al amo extranjero.
¿Qué vaina es esta?
En qué cabeza cabe que esa es la manera que tenemos
los demócratas y los venezolanos de confrontar a un enemigo tan cruel ¿Es
dejarnos matar y torturar, la vía a nuestra salvación? ¿Es con el pacifismo
militante como vamos a rescatar nuestro país en manos de estas hordas? ¿Es con
nuestra muerte o discapacidad como vamos a convencer a estos abusadores de que
se equivocaron?
Jesen continúa en su libro diciendo:
Pienso en tantas cosas por la que vale
la pena luchar, por la integridad de mi cuerpo y de aquellos que amo, por si
asentamiento, mi propiedad donde se hace posible la vida digna de quienes
amo. Pensé en la mamá osa que arremetió
en mi contra no hace ni una semana, cuando sintió que era una amenaza para su
cachorro… Pensé en esa ratona que es capaz
de arremeter contra un intruso ocho veces su tamaño por proteger a su cría ¿Qué
sucede con nosotros? -Me dije- ¿Y si lo que quieren es apoderarse de todo el
planeta, los vamos a dejar?... Todo encaja en una verdad universal: los
derechos de la persona a defenderse siempre están por encima del derecho de
quien ataca, mi derecho a la libertad está muy por encima al derecho a que otro
me explote. Tengo el derecho a pararte
cuando abusas de mí, aún cuando implique eliminarte.
Estoy seguro que si el pacifismo y la no violencia
sirvieron de algo, ya culminó su etapa, ahora viene una nueva aproximación a
nuestro problema, mucho más activa, comprometida y probablemente más efectiva,
eso sí, para poder defendernos y no caer en la servidumbre tenemos que escalar
el conflicto y hay que estar conscientes que corremos el peligro de entrar en
una guerra civil.
Creo que ya es momento de igualarnos en el asfalto,
creo que las fuerzas armadas deben sentir que esos enfrentamientos no son
gratuitos, ni para su placer de matar a sus conciudadanos, debemos disuadirlos
de atacarnos, debemos hacer que sientan miedo de enfrentarse a un pueblo
hambreado y harto de injusticias, debemos hacer que se les ponga la piel de
gallina cuando vean al pueblo acercarse arrecho, que piensen muy bien si vale
la pena defender al extranjero indocumentado y su banda de narcos, o atacar a
su propia gente, ya está bueno de que todos los muertos y heridos lo pongamos
nosotros.
Somos millones y ellos unos miles, es verdad, tienen
las armas, pero podemos pedírselas, podemos quitárselas, sabemos donde están y
no hay que ser un científico nuclear para usarlas, esas tanquetas podemos
tomarlas y usarlas, esos helicópteros pueden volar para nosotros, esos
cuarteles podemos visitarlos y hasta quedarnos con ellos, los pagamos nosotros,
todo lo que usan, lo que comen, lo que visten los militares, lo pagamos cada
uno de nosotros, sino es por vía de los impuestos, es por lo que nos roba el
estado y dejamos de percibir para dárselo a ellos, hasta sus sueldos los pagamos.
¿Cuál es la alternativa a nuestro lamentable caso? ¿Que
30 millones de venezolanos nos convirtamos en refugiados?, ¿Que le entreguemos
el país a Cuba?, ¿Que nos metamos la cola entre las piernas y pasemos, de ser
unos orgullosos venezolanos que luchan por su libertad y su país, a unos parias
que dan lástima por su cobardía y tengan que rogar por cobijo en países vecinos?
¿Qué nos dejemos matar sin defendernos?
Parte importante de nuestras FFAA, decidieron
traicionarnos, se vendieron a un gobierno extranjero y ahora usan nuestras
armas, que se la dimos para que nos protegieran de dementes como los que ahora
nos desgobiernan, y esas armas las están usando contra el pueblo, tal y como
les advirtió Simón Bolívar, que no lo hicieran.
- saulgodoy@gmail.com
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