Aquellas
personas que de alguna manera se vincularon a esta ideología, los que admiraron
al líder de la revolución, al Teniente Coronel, paracaidista, Hugo Rafael
Chávez Frías, los que se sintieron atraídos por el gran montaje mediático que
llevaron a los más apartados lugares del planeta, cortesía de una chequera
petrolera que nunca paró sino hasta agotarse, de financiar cuanto evento,
producción, foro, concierto, encuentro o feria había, para promocionar la
figura de Chávez como el nuevo mesías del socialismo del siglo XXI y su
discurso de amor a la humanidad, todos, o fueron embaucados, o se trató de un
acercamiento interesado que buscaba o bien dinero, de un cargo en el gobierno,
o publicidad.
Esto
último lo digo porque hay varias personalidades del mundo del espectáculo, del
jet set internacional, que se juntaron con Chávez, por interés meramente
económico, o porque buscaban la publicidad que venía anexa a la aproximación,
por el “glamour” que en su momento traía fotografiarse con el gran líder de las
causas tercermundistas, por la generosa bolsa de dinero que el Comandante
gustaba exhibir para financiar proyectos “revolucionarios”, desde películas de
Hollywood, espectáculos musicales, proyectos editoriales, documentales para la
T.V., sus famosas anti-cumbres de mandatarios mundiales, carreras de fórmula
uno, sus legendarios encuentros con líderes anti-imperialistas, con todos
aquellos sátrapas del totalitarismo fundamentalista, de las peores dictaduras
africanas y asiáticas.
Chávez
llenó un nicho muy especial de figura anti-establishment explotada por todos
los medios de tendencias izquierdistas, que necesitaban de personalidades que
le dieran vida al moribundo marxismo internacional, que luego de la caída del
muro de Berlín, necesitaba un renacimiento del comunismo, y Chávez, de la mano
de Fidel Castro, llenó ese espacio de ilusiones que los utopistas colectivistas
reclamaban, ante la inexorable hegemonía del capitalismo mundial.
Nombres
como el del director de cine Oliver Stone, o los actores Danny Glover, Sean
Penn, el editor de la publicación Le Monde Diplomatic Ignacio Ramonet, , el
escritor Colombiano Gabriel García Márquez, el filósofo mexicano Enrique Dusel,
el intelectual norteamericano Noam Chomsky, los políticos españoles Pablo
Iglesias, Luis Ignacio Zapatero y Juan Carlos Monedero, entre muchos otros, que
vieron en el líder venezolano la figura necesaria para sostener la ilusión
progresista en el mundo, recibieron con simpatía su surgimiento, y lo
aplaudieron como una nueva estrella en el firmamento de celebridades.
Millones
de dólares de los venezolanos se gastaron en aquella campaña mundial sin ningún
rubor, y no fueron pocos los que escamotearon a la revolución de sus dineros,
en un derroche digno de un príncipe en un cuento de las Mil y Una Noche.
Pero
Chávez “no tenía nada en la bola” como se dice en términos beisbolísticos, era
pura pose y nada de sustancia, tome usted cualquiera de sus supuestos libros,
que nunca escribió, sino que eran elaboraciones editoriales de sus discursos,
entrevistas, programas radiales y de televisión, porlegómenos a leyes que hacía
redactar con la ayuda de muchos escritores contratados para darle espesor a la
sopa de ideas, que el hombre, alucinado, predicaba en sus noches de insomne
tras innumerables tazas de café y algo más.
En el
pensamiento de Chávez había de todo menos coherencia y moral, le gustaba bailar
pegado con la moral cristiana, parecerse a Jesucristo fue el él una obsesión, y
su discurso está plagado de citas del nuevo testamento, la filosofía de la liberación
era la base de sus ideales, pero su vida privada y pública estaba reñida con su
supuesta vocación humanista, empesando por su gusto por la magia negra y la
brujería, bastaba una provocación de parte de quienes nos oponíamos a su
pensamiento para provocar un arresto de improperios y amenazas, y muchas veces
de condenas a muerte como lo registrada en contra del productor agrícola,
Franklin Brito, que se atrevió a enfrentarlo defendiendo sus propiedad, y fue
ejecutado en el Hospital Militar.
Se
habla mucho de su supuesta “sensibilidad social” y se pone como ejemplo alguno
de sus múltiples “misiones sociales” que fueron la columna vertebral de sus
políticas públicas, eso fue un invento cubano para elevar sus puntos en la
opinión pública, parte de ese entramado de amor cristiano, justicia social
televisada y ejemplo de las bondades de la unión cívico-militar, que resultaban
de su prédica sensiblera y financiado con dineros públicos, para posicionarse
como el líder necesario y milagroso que lo hizo tan popular.
Toda
aquella puesta en escena de un líder besando viejitas o disfrazado de doctor
auscultando negritos, o manejando un tractor, fueron cálculos muy fríos
diseñados en La Habana y ejecutados por publicistas brasileños, a quienes se le
pagaron jugosas sumas y de eso Maduro nos tiene varios cuentos.
Cualquier
persona que tenga como modelo de vida a alguien como el Teniente Coronel Hugo
Chávez Frías, luego de conocerse lo que sabemos sobre este personaje, y el
resultado de su obrar en la vida, simplemente, o es un cretino moral, o se
trata de un delincuente, de esos que se tranzan con el jefe de la banda.
El
propósito fundamental de hacer ver al Comandante Supremo como un alma
caritativa y de buenos sentimientos, que gastaba los dineros públicos supuestamente
en programas sociales para los más necesitados (en realidad estaba creando más
pobreza y acostumbrando a sus seguidores a la dádiva interesada de un partido
político por sostener su clientela) era con el determinado propósito de
convertirlo en un ícono popular, igual que esos tenebrosos personajes cuyos
semblantes terminan en estampas gráficas junto a los santos y vírgenes que son
usadas en altares de ofrendas por los santeros, a los que los pillos se
encomiendan antes de dar el golpe, para que los protejan con su fuerza en sus
faenas.
Esto
lo digo porque no me cabe en la cabeza como personas como Nickmar Evans, por
ejemplo, a quien considero un joven profesional inteligente y con espíritu
crítico, o los innumerables oficiales de las fuerzas armadas, todos
profesionales en alguna carrera, a algunos profesores universitarios que
acompañaron a Chávez durante sus gobiernos y no pocos “doctores”, estudiados,
viajados y “escribidos”- como decía mi abuela- y como estos venezolanos, al
igual que muchos otros de pocas luces, que en contra de la evidencia, de la multitud
de pruebas condenatorias a su mal obrar, se empecinan en conservar su lealtad
personal y mantener el mito, porque no es otra cosa, un mito, en la figura de
ese gran impostor, alias, el Comandante Eterno.
Se
entiende que mucha gente le deba la oportunidad que les ofreció de avanzar en
sus carreras y proyectos de vida, sobre todo a los más ineptos y a los menos
preparados, que si hubieran tenido que competir en un mercado de trabajo libre,
jamás hubieran podido llegar hasta donde el Comandante los llevó, ese
agradecimiento se entiende aunque no, el confundirlo con idolatría que le
profesan.
Hay
en este gesto algo de oportunismo, de rebeldía fatua, de desprecio hacia la
inteligencia humana, de falta de vergüenza, pero principalmente de un
sentimiento de venganza social, de revanchismo que es, para mí, absolutamente despreciable en
un ser humano, pues con todo la consciencia y voluntad, decidieron hacer de
este pequeño hombrecito, un ídolo de barro al que adorar, por todos quienes se
sientan transgresores, o sea, revolucionarios.
Pareciera
que detrás de este gesto de entrega al líder máximo, lo que los motiva es la
excusa para comportarse como un diablo, hacer cualquier clase de trapisondas en
contra de la razón, del sentido común, de la decencia y el orden público y
luego, como los alcohólicos, salir de las ruinas de sus actos, clamando que
estaban poseídos, que no sabían lo que hacían.
Es
inaceptable, porque todos sabemos que están haciendo el mal, como no tienen la
capacidad de obrar por cuenta propia y hacer el bien, todos los chavistas, y
aquí me deslindo de todos aquellos analistas políticos que ven en los chavistas
descontentos unos aliados a la causa de los demócratas, son personas mal
estructuradas mentalmente, son almas fallidas, enfermas, disminuidas,
moralmente incompletas, piensan y actúan pensando que son como nosotros, pero
son más cercanas a los animales que a los humanos.
El
chavismo al igual que todo comunismo, es una ideología que ya vienen con los
problemas de la vida resueltos, en una fórmula mágica, “Sigue al líder, no hagas preguntas, obedece y todo te será permitido”,
el gran sueño de toda persona humana que no quiere ser humano, ni persona, que
le da pavor la libertad.
Los
chavistas van directo a la comisión de ilícitos y latrocinios que les pueda
propiciar una fortuna rápida e inmerecida, no se andan por las ramas, desde el
primer día en sus puestos, en sus oficinas y despachos, empiezan a delinquir, a
apropiarse de lo que no es suyo, algunos de billetico en billetico, otros en
gruesas sumas que nunca ven sino en sus “laptops” con números de siete y ocho
cifras que continuamente crecen en sus cuentas cifradas.
Todo
esto lo hacen frente al retrato de su benefactor, Hugo Rafael Chávez Frías, su
padre, su protector, su ticket hacia una mejor vida… suponen ellos.
Hugo
Rafael Chávez Frías no dejó nada bueno en su paso por la tierra, su familia es
un desastre, no tienen como ocultar sus fortunas mal habidas, sus vidas
personales son lo más inestable que existe, no pueden mantener una relación
personal común con nadie, siempre están a la defensiva, rodeados de la intriga
de que quieren estafarlos de sus riquezas, viven rodeados de guardaespaldas, de
abogados, de contadores que constantemente les recuerdan que están atados a
unos dineros supervigilados por autoridades fiscales extranjeras, siempre bajo
el temor de una investigación, de una comparecencia ante un tribunal, muchos
viven en otros países en constante escrutinio.
Todos
son propensos a enfermedades degenerativas, al alcoholismo, a la demencia
precoz, al cáncer, siempre hay un puesto en la mesa para la paranoia y la
culpa, no duermen tranquilos, no conocen la paz, por supuesto los hay quienes
tienen la piel gruesa, carcamales y saurios que se sienten a gusto entre el
festín hediondo de sus cofres rebozando de dinero, mientras sus compatriotas en
Venezuela mueren de hambre y falta de medicinas.
Para
ellos la vida tiene un significado único, cuidar el dinero, viven y mueren para
ello, no pueden ir a una ópera, ni disfrutar de una cena, sin estar pensando en
los intereses, en los movimientos de cuentas, en lo que les queda, o en las
inversiones que harán en la mañana, ni siquiera son capaces de mantener una
erección sino ven aumentar sus saldos diarios en los paraísos fiscales, y es
que los montos de dinero que manejan son tan grandes, que no tienen otra
ocupación que estar sacando cuentas, todo el bendito día.
El
chavismo es un arma de la disociación mental, quien no esté alerta a su
pretensión de ideología dominante está perdido, su discurso es rico en
deformaciones del lenguaje, no solo le cambia el sentido a las palabras sino
que les da otros que no tienen, en la mejor tradición orweliana utiliza el
montaje del doble discurso, trata de crear una neo-lengua a partir del
castellano original, con una nueva sintaxis y semántica.
Es
muy rico en el uso de metáforas la mayor parte absurdas y con la intención de
crear conflictos, hurga en el subconsciente colectivo en busca de claves
sentimentales a las que despoja de todo sentido razonable y estimula el odio
social en contra de la burguesía, su meta es la destrucción del sentido común o
más bien, la construcción de un nuevo sentido chavista de la vida, una vuelta
al mundo animista y primitivo donde predomina la relación del chamán con la
tribu y donde el enemigo está claramente identificado.
Sus
interpretaciones de la realidad, la hermenéutica que utiliza para descifrar los
códigos sociales y políticos son como el chicle, se estira hasta lo absurdo,
hace que las normas pierdan su sentido, le dan la vuelta a la realidad y le dan
la lectura opuesta, un chavista puede sin ningún problema aceptar que el día es
la noche, que ser pobre es bueno y ser rico es malo, en esto tienen mucho en común
con ese personaje que devino en el que llaman, Papa Francisco
Y ese
es el socialismo que Chávez vendió, ese es el socialismo con el que los cubanos
los atraparon en su madeja de corrupción, porque por algún atavismo histórico
los hermanos Castro se convirtieron en los dispensadores de esos perdones
extraordinarios, que como en la Edad Media vendían para el perdón de los
pecados y alcanzar la bienaventuranza, ese perdón castrista es ser “revolucionario”,
sólo los otorga Cuba, parece que son reconocidos en el cielo de los comunistas por
un Dios marxista leninista, que si pagan, si se “bajaban de la mula” con La
Habana, tendrán la absolución total de sus pecados, compran la impunidad total,
porque para un verdadero revolucionario no hay culpa, no hay castigo, sólo el
agradecimiento eterno… y unos cuantos venezolanos cayeron como los perfectos
pendejos.
Chávez
era un hombre absolutamente despreciable, no tiene en mí ningún tipo de
simpatía, ni reconozco ninguno de los valores que la propaganda comunista
internacional trata de de atribuirle, su intelectualidad era nula, su catadura
moral era la de una prostituta, sus sentimientos eran controlados por el
cerebro de Brocca, es decir, eran los de una sierpe que encantaba a sus
víctimas antes de devorarlas, tengo la impresión que llevaba una vida sexual
desordenada y desviada, sus sentimientos eran los de un violador, atraía con
sus buenos deseos hasta tener a sus presas enrolladas y apretaba, era un extorsionador
contumaz y fue, cuando era requerido, un asesino de sangre fría.
La
gente se queda muchas veces en su expresión mediática, en el contacto que hizo
con el país de las esperanzas rotas, con sus apariciones públicas y
multitudinarias, en el showman que
conquistaba corazones con su discurso de justicia social y de igualdad, con sus
ofrecimientos de amor, con sus terribles canciones, danzas y declamaciones de
clásicos de la poesía venezolana, pero principalmente, era, y esto estaba
oculto para la gran masa de venezolanos, un pobre títere en manos de ese genio
del mal llamado Fidel Castro, que entre muchas de sus marionetas, controlaba,
al menos sentimentalmente, a los Obama y a los Clinton en los EEUU, lo que
explicaría como se permitió avanzar el proyecto satánico de Chávez y luego de
Maduro, en Latinoamérica.
A
Chávez, como a su engendro, el indocumentado Nicolás Maduro, no hay que
tenerles miedo, constituyen simplemente una expresión del mal, una enfermedad
social, de la que hay que enfrentar y salir tan pronto se pueda y de manera
radical, para que no sigan afectando la vida de la región, y aquí debo incluir
al nefasto régimen de los hermanos Castro en Cuba, que en algún momento,
espero, más temprano que tarde, se le dé el finiquito pendiente y extraigamos
ese tumor que tanto dolor ha producido en nuestro continente.
Espero
que con estas líneas, las personas inteligentes que se hayan visto retratadas
en la argumentación, se aparten de cualquier relación que pudieran tener con el
chavismo, el socialismo es una ideología muy rica y variada para estar
partiendo lanzas con esta triste versión, paupérrima, ladrona, asesina y
militarista, por decir lo menos, del progresismo izquierdista. -
saulgodoy@gmail.com
Excelente descripción!!!
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