La
naturaleza del régimen es la mentira, la falsedad y la hipocresía, su lenguaje
está hecho de argumentaciones sustentadas en la falsificación del pasado, en
explicaciones de hechos tamizados por la ideología socialista, en un
historicismo determinante no sólo del futuro sino de la utopía… el chavismo
cuando juega a la política, siempre lo hace con cartas marcadas.
Esto
es así porque, supuestamente, el comunismo es el estadio superior de toda
sociedad humana, que primero debe transitar por el socialismo antes de que se
realice la armonía y la igualdad de todos los seres humanos viviendo en
comunidad, sin gobiernos, sin clases sociales, sin religión, en un estado de
felicidad universal.
Quienes
creen en esta receta mágica saben que el dogma recomienda, en primer lugar, la
destrucción del orden establecido: acabar con las instituciones (entre ellas,
la familia), destruir el aparato de producción económica capitalista, abolir la
propiedad privada, sacar a la población de su “alienación” provocada por el
sistema de mercado y del trabajo hecho mercancía… esto, para poder construir,
desde una tabula raza, el nuevo orden
y el nuevo hombre.
La
superioridad moral del comunismo, históricamente emparentado con el cristianismo
primitivo, por aquello de que el núcleo central de la convivencia humana debe
centrarse en el amor, la solidaridad, la justicia y el destierro definitivo del
egoísmo humano, hacen de esta ideología el disfraz perfecto para el
autoritarismo totalitario; quien se presente con esta facha y bajo estas
premisas ante los pueblos del mundo debe tener siempre la razón y la verdad de
su lado, y si no se le reconoce, si no se acepta su supuesta autoridad moral,
que viene de la razón humana, del desarrollo científico de sus postulados y de
un verdadero humanismo, entonces, quien lo rechace, lo único que hace es
demostrar su alto grado de “enajenación”, de confusión, y se le hará un bien
inmenso al obligarlo a “ver” la verdad, a vivir entre hombres justos y en una
sociedad encaminada a la perfección.
Por
ello es que los comunistas se creen con el deber de obligar a los pueblos a
tomar el sendero seguro e históricamente necesario de la perfección humana, así
tengan que doblegarlos, hacer la guerra o exterminarlos. Bajo esas improbables
premisas, todo está permitido.
Esa
ha sido la tarjeta de presentación de socialistas y comunistas en el mundo. Ahora,
de allí a ajustar sus vidas y necesidades a sus dogmas, eso es otro cantar,
pues, como bien supone el proletariado del mundo unido, los líderes, por ser
los pastores de los hombres, tienen que llevar unas vidas distintas, la
nomenclatura se sale de la horma por una necesidad revolucionaria, porque ellos
piensan, organizan, sostienen los partidos políticos que los llevarán a ese
comunismo que está allá, lejos en la realización histórica, porque el camino es
tortuoso, no es fácil y está lleno de peligros, la vida del líder tiene que ser
necesariamente distinta, después de todo, el poder lo ejercen ellos en nombre
del colectivo.
Si el
pueblo sufre de carencias, de incomodidades, de hambre, sus líderes no pueden
ser sometidos a esas condiciones, porque como cabezas de la fuerza
insurreccional, necesitan no ser distraídos con los problemas de la
sobrevivencia, del hombre y la mujer común; ellos son la fuerza y la
representación del colectivo, por lo que no pueden vestir harapos, ni comer con
frugalidad, ni vivir en una choza, ni andar pidiendo prestado… los líderes son
el orgullo y la imagen de la revolución ante el resto del mundo y están por
encima de cualquier tentación materialista.
Como
bien puede imaginarse el lector de estas breves líneas ¿No es ésta la excusa
perfecta para un don nadie, para un timador y ladrón, de escalar posiciones en
un partido político que predique tales disparates y llegar a la cima del poder?
Tal
discurso tiene una gran cabida en las mentes simples de gente analfabeta y sin
luces, pues apela directamente en las fantasías que tiene ese sector de personas
excluidas, pobres y segregadas de las economías de mercado, que no tienen las
herramientas para competir y ser productivas, que es la razón por la que el
lumpen y los miserables se sientan atraídos por una ideología que les promete
igualdad, una familia instantánea (el partido), una comunidad a la que
pertenecer y un futuro glorioso donde serán ellos quienes gobiernen el mundo.
Esta
corrosiva forma de pensar también tiene un gran público en la gente resentida,
que les ha ido mal en la vida por sus propios errores y con esta ideología
pueden transferirle la culpa a otros, en el caso del socialismo, a quienes han
tenido éxito, a los empresarios, a los ricos, a las clases burguesas, que son
quienes les han robado las oportunidades, sus tierras y bienes.
Por
ello es que en las revoluciones vemos esa transferencia violenta de bienes de
una clase a otra, jamás por transacciones honestas y legales, sino por medio de
la expropiación, las nacionalizaciones o el simple robo, que en muchos casos
terminan en la ruina de las economías locales, pues cuando se le entrega una
fábrica, una hacienda o un comercio a un ignaro, a alguien que no tiene la
menor idea de cómo funciona la economía real, entonces vienen los fracasos, las
quiebras y las ruinas.
Pero,
créalo o no, amigo lector, el socialismo y el comunismo apelan a otro grupo de
personas que nada tiene que ver con las clases sociales menos favorecidas, ni
con la acusa falta de oportunidades, sino con gente más bien pudiente y con
cierta educación, pero dominada fuertemente por sus sentimientos de justicia
social, de igualdad y de un gregarismo que, muchas veces, los lleva a la
desgracia, arrastrando a la ruina a sus familias y al patrimonio de sus
familias; son los idealistas suicidas, románticos patológicos en la búsqueda de
un reconocimiento de las masas y de una supuesta paz espiritual que sólo atribuyen
a la generosidad indiscriminada.
Y por
último, y aquí viene el grueso de las personas que se suman a estos partidos
socialistas y comunistas, vienen los oportunistas, los pragmáticos, los
cazadores de fortunas, los que quieren lograr la máxima fortuna con el menor
esfuerzo posible, escalando sobre los hombros de sus “camaradas” (hombres y
mujeres del partido que obedecen cualquier orden de sus líderes), los que pagan
cualquier precio por llegar a las posiciones de poder, a esos cargos con
privilegios dentro de los partidos, convertidos en opciones para ganar
candidaturas, o para serle útiles al líder y estar cerca de él (o ella),
sirviéndole en cualquier deseo que tenga a bien pedirles, pero seguros de que
hay envuelta una jugosa compensación.
Los
socialistas y los comunistas son capaces de destruir, asesinar, secuestrar,
robar, engañar… porque lo importante para ellos es el fin, el objetivo es
acercar a la sociedad entera a la utopía del mundo perfecto, que está allá
lejos en el futuro jamás probable, por
la cual hay que trabajar mucho, en resumen se trata de sacrificarse por un bien
mayor.
La
naturaleza del chavismo es la misma que la del escorpión: no importa la verdad,
no importa la realidad, no importa el momento, te clavará el aguijón y te
matará porque eso es lo que sabe hacer, para ello se siente autorizado por la
historia y las fuerzas sociales a sentirse superior a cualquiera que le diga
cuál es la verdad, es por ello que la oposición democrática venezolana no debe
esperar que Maduro y el chavismo comprendan, se den por aludidos, entiendan que
la mayoría de los venezolanos no los queremos. Para ellos, el acto de este
pasado domingo 16 de julio no pasa de ser un acto de alienación, de locura
colectiva, de gente desquiciada por el capitalismo.
Si en
la oposición, compuesta en su mayoría por socialistas, no somos capaces de
aplastar al escorpión por pruritos morales, porque todavía hay quienes piensan
que podemos vivir en santa paz con un escorpión dentro de la casa, que podemos
dialogar con él y llegar a términos, no hemos percibido claramente la
situación. Entonces los exhorto a que contratemos a unos profesionales de
control de plagas que hagan el trabajo, que capturen al bicho y lo ponga a buen
resguardo, porque nunca se va a poder convivir y menos negociar con
escorpiones. Ah, esa labor tiene un costo ¿Estamos dispuestos a pagarlo? -
saulgodoy@gmail.com
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