Como
todos ustedes saben tengo tiempo investigando ese fantástico y complejo mundo
de la metáfora, empecé mi aproximación como parte de los tropos
correspondientes a la retórica y a la poética según los cánones de Aristóteles,
esto fue cuando me dio por perfeccionar mis dotes argumentativas y profundizar
en mis estudios en lógica jurídica, a la que considero una de las herramientas
más poderosas y refinadas de la retórica.
En el
ya clásico estudio del profesor George Lakoff, La teoría Contemporánea de la Metáfora (1992) empieza señalando que
la metáfora es un asunto del pensamiento más que del lenguaje, nos clarifica: “La palabra metáfora fue definida como una
expresión lingüística propia de las novelas o la poesía, donde una o más
palabras son usadas fuera de su significado convencional para expresar un
concepto similar”. Y pone como ejemplo la famosa frase del escritor Stevens
Wallace “La muerte es la madre de la
belleza…”
Lakoff
complica el concepto cuando lo lleva a términos semánticos, cuando recurre a
todo un sistema de dominios de conocimientos, y a la metáfora, como unos
señaladores de ruta entre estos mapas de conocimientos, en sus estudios e
investigaciones sobre la metáfora, Lakoff y su equipo han descubierto que
nuestro mundo se encuentra tramado de metáforas, aún en el lenguaje ordinario
de las personas el uso de la metáfora es predominante, y nos da un pequeño
ejemplo en la siguiente expresión que pudiera ser usada por cualquier pareja de
amantes: “Nuestra relación a entrado en
una calle ciega”, para indicar por un lado, que nuestro amor lo
consideramos como un viaje, con la implicación que nuestra relación ya no
funciona, que no podemos continuar en esa ruta, que debemos retroceder o
abandonar nuestra relación del todo.
Para
nadie es una sorpresa que nuestras emociones pueden ser ilustradas, comunicadas
y entendidas de mejor manera utilizando metáforas, de hecho cada vez son menos
los sentidos literales que aplicamos en nuestra cotidianidad, a mayor
complejidad descriptiva y a grados superiores de abstracción, las metáforas
parecieran ser perfectas para llevar los significados difíciles de explicar, e
incluso, son perfectas para comunicar los incomunicable, como sería el caso de
experiencias místicas o de percepción no ordinarias, traumas y situaciones
límites, como en el tratamiento de pacientes con perturbaciones mentales.
Cuando
hice contacto con la filosofía de Martin Heidegger tomé un curso gratuito por
internet de la Universidad de California en Los Angeles, donde el profesor
hacía especial referencia a la metáfora en el contexto del lenguaje, Heidegger
rompe con la tradición hasta el momento sostenida desde Descartes, que es por
medio del conocimiento teórico que el hombre le da significación al mundo, resulta
todo lo contrario, es haciendo, actuando, construyendo, que el hombre le da
significación a las cosas que están en el mundo, no es en la mera contemplación
que surgen los significados, es en la acción.
Esta
avasallante hipótesis va a tener sus consecuencias para varios filósofos
importantes contemporáneos con Heidegger, este daño colateral tendrá como bajas
a Husserl, a Dilthey, a Cassirer y al propio Hans Blumenberg (1920-1996), pero
Blumenberg resultaría duro de matar, y su extensa y variada obra irá rescatando
para la filosofía la importancia de sus colegas y de sus contribuciones en la
fenomenología, especialmente el concepto de “el mundo de la vida” desarrollado
por Edmund Husserl, pero dejemos que sea el profesor Cirilo Flóres Miguel de la
Universidad de Salamanca, en su ensayo Hans
Blumenberg: los márgenes de la Hermenéutica (2003) quien nos explique:
Para apreciar la peculiaridad de la
posición de este autor podemos partir de su antropología, que está muy bien
expuesta en su libro: Las realidades en
que vivimos, publicado en alemán en 1981. En él destaca la concepción del
hombre como un animal deficiente, o pobre, o enfermo, como diría Nietzsche. Ese
animal deficiente que es el hombre, se transforma en homo faber como consecuencia de su debilidad; y la técnica pasa a
ser el constitutivo fundamental de este hombre, que no se relaciona con la
naturaleza directamente, sino indirectamente; pasando a ser, como dice
Cassirer, un animal simbólico, creador de la historia, que es precisamente el
terreno que Blumenberg analiza y explica con su filosofía de la metáfora. Para
llevar a cabo su explicación de la historia se sirve del concepto
fenomenológico de «mundo de la vida»,
como el espacio de lo «obvio» que ha ido siendo creado por el hombre; y que es
el «nicho cultural» en el que se desenvuelve la existencia humana. El hombre ha
creado la cultura como la capa protectora, que hace posible que ese «animal
pobre» que él es pueda llevar una existencia más o menos gratificadora. En ese
espacio de la cultura creado por el hombre concede un papel relevante al
lenguaje como conjunto de «formas simbólicas» que diría Cassirer, y que él
califica como metáforas. Lo propio del animal humano es el relacionarse con las
cosas indirectamente, de ahí que en él funcione como un mecanismo fundamental
la «traslación», que vendría a ser la «esencia de la metáfora».
Esto es importante para entender a cabalidad la
fuerza disruptiva de la idea de Daseing
que desarrolló Heidegger en su obra Ser
y Tiempo, y la idea de metáfora de Blumenberg, éste toma prestado de
Dilthey la idea de significado, para
el hombre primitivo la naturaleza era un todo indistinto, muy pocas cosas
tenían sentido, era la naturaleza bruta en todo su esplendor, pero habían cosas
en el entorno que resaltaban y que el hombre le atribuía cierta preñez; lo que
estaba preñado de significancia se oponía a lo indiferente.
De esta manera el mundo se fue poblando de vida y
significancia en contra de las probabilidades de un determinismo sin sentido,
gracias a esta cualidad de la preñez, que es una muy bella metáfora, como si
fuera un vientre materno, dador de sentido, en un mundo indistinto, otorgándole
al entorno difusión y sobre todo, resistencia al tiempo, de esta manera Husserl
nos dice “el mundo de la vida” fue evolucionando para cada uno de nosotros,
para poder combatir con éxito ese instinto de la muerte que siempre nos
acompaña.
Este descubrimiento de significados en el mundo es
producto, para estos filósofos de la primera escuela de fenomenólogos, de la
contemplación pasiva del mundo, y es, de acuerdo a sus estudios, una fuente de
placer para el hombre y una derrota para esa miserable e indiferente uniformidad
del espacio-tiempo continuo; Dilthey, Cassirer, Husserl y Bumenberg apuntaban a
que eran precisamente los poetas quienes tenían el privilegio de constituir esa
avanzada de espíritus sensibles que le daban sentido y belleza al mundo.
Contrario a Heidegger, el filósofo campesino de la
Selva Negra, que le otorgaba este honor a un carpintero y a su martillo,
descubriéndole utilidad y propósito a cada cosa a medida que iba construyendo y
reparando su mundo, era la actividad, nos recuerda Heidegger, no la
contemplación, la que nos pone en
relación con las cosas relevantes, las que le da ese sentido, quizás no
trascendental y pletórico de significado, pero si al menos de la utilidad
inmediata, de hacer los objetos funcionales y útiles para mis propósitos.
El Daseing
es ese cuchillo que iba separando en perfectas rebanadas el mundo con sentido
pragmático, estar involucrado se hace más importante que contemplarlo, poner
las manos a la obra es mucho más vital que soñar el mundo, las cosas son vistas
como herramientas, como equipamiento, listas y a la mano, para la construcción
de nuestra casa.
El mundo se convierte en una esfera de apropiaciones,
en donde las cosas tienen una utilidad y un propósito, la misma naturaleza ya
no tiene sentido si no tiene un uso potencial, el bosque se convierte en
madera, la montaña en una cantera de piedras, el río en fuerza por sus
corrientes de agua, el viento en impulsor de velas y molinos.
Gracias a la obra de Hans Blumenberg, el pensamiento
de Heidegger ha sido contenido en ciertos aspectos y temas, Blumenberg se hace
cada día más importante en los asuntos concernientes al mito, al peliagudo tema
de la secularización y la modernidad, en torno a la metáfora, que ha sido su
bandera en la primera etapa de su obra, sus opiniones sobre la filosofía de la
ciencia y de la historia son importantes para entender donde estamos, es una
lectura que requiere de paciencia debido a su erudición y profundidad, pero es
sumamente gratificante una vez que se le toma el gusto, afortunadamente hay muy
buenas traducciones en castellano, léanlo.
- saulgodoy@gmail.com

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