Mis
disculpas a mis fieles lectores si les parezco monotemático, pero mi país ha
sido destruido y su población diezmada por una ideología basura, corrosiva y
antihumana, que se llama socialismo, y todavía siento que, una buena parte de
la población, sobre todo entre la más preparada y culta, la que actualmente
dirige o pretende dirigir los destinos de la transición y la reconstrucción de
la nación (que tendremos que inventar), a pesar del desastre vivido, todavía le
hace “ojitos” al socialismo y está dispuesta a seguir por esa senda de oprobio,
que sólo conduce a la esclavitud del ser humano.
Tal y
como alega el profesor Peter Self, de la Escuela de Economía de Londres y de la
Universidad Nacional de Camberra, Australia, el socialismo no pasa de ser una
crítica al capitalismo derivada de la doctrina marxista, es una ideología
inacabada, que presenta una utopía pero no dice como construirla, que se atiene
a valores colectivistas como el de justicia social (repartición distributiva de
la riqueza), solidaridad e igualdad, pero al momento de concretar su plan de
acción para la gobernabilidad, cae en profundas contradicciones, como la
incorporación de elementos tan básicos y primitivos como la planificación
centralizada en manos del estado y su burocracia, y que entran en franca
contradicción con el auto gobierno de los trabajadores sobre el plantel y la
actividad industrial, lo que conlleva a luchas intestinas entre las clases obreras
y el estado socialista, represión, imposiciones y contrarrevoluciones.
Para
mí, personalmente, fue devastador enterarme y tener que leer la serie de
ditirambos y elegías a la memoria de uno de los socialistas más emblemáticos de
nuestra historia reciente, como lo fue Teodoro Petkoff; entiendo que fue un
hombre de amplias relaciones públicas, un político admirado y un empresario de
las comunicaciones que marcó, no sólo una manera de decir las cosas, sino una
actitud ante el poder; hasta allí lo entiendo, pero tratar de disminuir su
responsabilidad en nuestra tragedia es un error: fue coparticipe y promotor de
un régimen despiadado y que trajo la nefasta influencia político-militar cubana
a nuestro país; fue parte de una plataforma política que permitió que surgiera
un Chávez, y luego un Maduro dentro de nuestra democracia, cuyo único fin era
acabarla y esclavizar a nuestro pueblo, él lo sabía, lo vivió pues fue
perseguido, pero jamás cambió de opinión, murió creyendo que el socialismo (su
particular manera de ver el socialismo) salvaría
a Venezuela.
Igual
me sucede con la indulgencia con que es tratado el establecimiento educadores
de izquierda que controla la Universidad Central de Venezuela (UCV), uno de los
precursores más importantes de esa ideología llamada el Socialismo del Siglo
XXI, un mamarracho informe de retazos de ideas de toda índole, que mezclaba
indiscriminadamente ideas bolivarianas con marxismo, con maoísmo y
cristianismo, con nazismo y creencias astrobiológicas derivadas de la santería
y los mitos indígenas precolombinos, aquello no era solamente un insulto a la
inteligencia racional, sino que esta casa de estudio se convirtió en la
incubadora del oprobioso “talento” que hizo posible la aparición del actual
PSUV, convirtiéndose en un elemento estratégico de primer orden para los
recepciones y propaganda del castrocomunismo en nuestro país.
Nuestras
instituciones políticas, entre ellas la mayoría de nuestros partidos políticos,
todavía sustentan con orgullo, y nos lo restriegan en el rostro, sus
antecedentes socialistas y comunistas, tratando de hacernos ver nuestra
historia como un inevitable matrimonio con esas ideologías de izquierda, y
unidas con lazos de afecto con los más despiadadas totalitarismos del mundo;
esto, sin tener las mínimas bases de formación e ideologización que les permitan
comprender su propia posición y lugar en ese mundo de grises y sombras que
constituye el socialismo internacional, en todas sus variantes.
Todavía
más devastador aún ha sido el rol de la Iglesia, en su papel de meretriz de
todas esas corrientes de pensamiento que jalonean a los débiles y desamparados
al campo del marxismo, de los reclamos existenciales de justicia social basados
en el odio de clases, del repudio a la producción de riqueza y a la propiedad
privada, de ese querer entregar las armas de la espiritualidad humana y
conformarse con el materialismo histórico, una igualdad forzada por la
violencia y la muerte del individualismo, como motor de la diferencias que hacen
posible el progreso social… la iglesia latinoamericana renunció a su papel de
pastor espiritual de los pueblos, para convertirse en un apéndice más de los
intereses comunistas y sus metas políticas.
La
academia y los intelectuales están conformados por gente que ha lactado
socialismo desde sus cunas, son un reducto de esa izquierda terca y
acomodaticia y, a pesar de que últimamente se han dado reacciones y contra
movimientos, para balancear desde el liberalismo esas opiniones y puntos de
vista, no han encontrado la fuerza ni los momentos adecuados para plantar su
bandera y sostener su trinchera a todo evento; los argumentos están allí, al
igual que la convicción, pero falta esa masa crítica de personas necesarias
para una contraofensiva de importancia.
Todavía
más triste es el mundo de nuestra farándula y artistas, personajes mediáticos y
de gran proyección entre el público de masas, muchos de ellos educados en los
cuadros de la izquierda de fin de siglo, con esa mentalidad menesterosa y
populista, hecha a fuerza del rating, de los volúmenes de venta, de los
televisores encendidos y ahora, de la exposición en las redes sociales, al
servicio de la hegemonía roja rojita y sus innumerables tentáculos culturales,
predicando el evangelio de la igualdad y el sometimiento al estado
paternalista. Algunos de estos “anclas” y figuras públicas, con fuerte imagen
entre sus seguidores, pareciera no importarles el daño que pueden hacer
manteniendo posiciones comprometidas con su pensamiento izquierdista primitivo,
como si el asunto fuera algo más personal que otra cosa.
El
mundo empresarial y financiero privado, desesperado en un acto último de
sobrevivencia ante el estado acaparador, normativo, intervencionista y enemigo
de la propiedad privada, hace intentos desesperados de negociación, y acomodos insólitos,
con el régimen en la búsqueda de esos meses, semanas y días que podrían
continuar operando sin tener que declararse en quiebra, ya no hay un clima para
inversiones y productividad; aquella luna de miel entre el estado socialista y
la empresa privada está terminando en un uxoricidio, donde el estado ahoga
suavemente con la almohada en el rostro a su amada de los emprendimientos; el
capitalismo en nuestro país está totalmente desnaturalizado.
El fracaso definitivo del
socialismo
El
país nacional debería sentirse violado, abusado y maltratado pero,
sorpresivamente, quedan muchos izquierdistas e idiotas condicionados, que lo
que hacen es besarle la mano al gran torturador, al violento, que nos muestra
constantemente el látigo, y no dejan de alabarlo y pedir clemencia, a sabiendas
que aquella adulación obligada lo excita todavía más; los más disociados
piensan todavía que el socialismo es rescatable, que hay una manera de hacer
las cosas bien, dentro de la tesis del estado centralista, poderoso, dueño de
los medios de producción y dispensador de canonjías… el chavismo fracasó porque,
en opinión de estos sufridos socialistas, sus operadores se equivocaron de
camino.
He
pensado incluso que nuestro caso es uno perdido, que nos merecemos todo este
camión de estiércol que nos está cayendo y del cual pareciéramos no haber
aprendido la lección, pero me doy cuenta que esto nos está sucediendo por
simple inercia, porque el foco de la atención pública está ocupado por factores
colaboracionistas, que no quieren perder su papel protagónico en este
apocalíptico final; los medios de comunicación no tienen otros interlocutores,
la derecha venezolana se encuentra a la defensiva, tratando de pasar
inadvertida, para que no le caigan a palos, o peor, la apresen, la torturen y
asesinen, de allí mi admiración por la valentía de una mujer como María Corina
Machado.
Pienso
y siento que en el país todavía queda una gran reserva moral, una gran
oposición de centro derecha y de un poco más allá; la gente está hastiada del
comunismo y sus aliados socialistas, el castigo ha sido excesivo y hay un
fuerte repudio que se traduce en una conducta agresiva y vengativa a la que hay
que dejar seguir su curso. En lo personal, yo no estoy de acuerdo en tratar de
detener la catarsis social que el pueblo necesita; tiene que haber una ruptura
general, traumática e histórica para ponerle punto final a este triste episodio
nacional; se hace necesario un hito que nos recuerde, y a las próximas
generaciones, que hay situaciones límites que tienen consecuencias y un
altísimo precio.
Debido
a nuestro carácter abierto y cosmopolita, a nuestra gran capacidad de
adaptación, hemos incorporado a nuestra cultura ideologías perniciosas,
disfrazadas de humanismo, patriotismo y cristianismo; no hubo quien nos
advirtiera sobre la trampa que nos tendían, nuestra historia contemporánea
estuvo marcada por los instintos revolucionarios de algunos justicieros
sociales, que nos arruinaron la vida; la pobre e insuficiente preparación
política y ciudadana, esa enfermiza necesidad de figuras autoritarias y en
uniforme, nos cegó al momento de querer buscar los cambios que el país pedía;
caímos en manos del populismo más feroz y patrañero del mundo, de un grupo de
resentidos sociales e ignorantes que, de inmediato, nos pusieron la bota en el
cuello.
No
teníamos un sistema inmunológico suficientemente desarrollado y la gripe
socialista se nos convirtió en un monstruo totalitario… y nadie hizo nada
porque confiamos, creímos en sus cantos y utopías, pensamos que teníamos
instituciones y fibra democrática para sobrellevar ese asalto y todas nuestras
expectativas fallaron.
Lo
que apareció en escena fueron más socialistas, más gente confundida,
esperanzada en un cambio de rumbo que nunca se dio; todo se inclinó hacia lo
peor, hacia la barbarie… nos fallaron nuestros líderes, nos engañaron los que
suponíamos mejor preparados y, en el ínterin, mientras nuestra juventud moría
asesinada en el asfalto en manos de nuestras Fuerzas Armadas, éramos
traicionados una y otra vez por pacifistas, por negociantes, por expertos en
resolución de conflictos, por gobiernos que creíamos amigos, por intereses
inconfesables de millones de dólares, por la más salvaje de las corrupciones, de
esas que trafican con las miserias humanas…
Repito,
el comunismo y sus asociados socialistas nos han propinado un castigo que no
merecíamos. Éste era un país de socialistas felices y bobos y, en algunos
aspectos, lo sigue siendo, a pesar de todo, por ello insisto en llevar nuestra
situación al límite, sólo de manera traumática podremos extraer el socialismo
de nuestra alma.
El
socialismo es el caldo de cultivo de los peores regímenes criminales del mundo,
no lo digo yo, lo tiene establecido la historia política del mundo, por ello es
que las mafias prosperan en socialismo, por ello es que los embaucadores hacen
sus mejores negocios en socialismo, porque no hay defensas, no hay respeto, no
hay autoridad legítima sólo terror.
Pero ahora
hay una circunstancia que podría hacer la diferencia, está encendida la lumbre
de la libertad y del individualismo, y se levantan hogueras en varias partes
del país; la gente se reúne y conversa, conspira, resiste y critica… ya hay
consciencia de nuestra realidad y de nuestra estupidez; ya sabemos lo que no
queremos, valoramos lo que nos han quitado y nos arrechan los que quieren que
permanezcamos oprimidos y en silencio.
Tengo
la esperanza y me llegan las señales de que la racionalidad y el pensamiento
práctico están renaciendo en la población, las contradicciones existenciales
son tan rudas y notorias que ya el aparato de propaganda se hace inoperante,
los aumentos de salario se entienden como lo que son, un nuevo ataque del
gobierno hacia nuestra capacidad productiva y de trabajo, los nuevos precios
regulados de los productos como avisos de escases y acaparamiento, los nuevos
bonos, becas y “regalos” vía el carnet de la patria, como nuevas cadenas para
la esclavitud, el aumento de combustibles y del transporte como el tributo de
nuestra gente a los nuevos poderes coloniales de Cuba, China y Rusia.
Venezuela
se va a levantar de sus cenizas, vamos a reinventar al país, no para
regresarnos sobre nuestros pasos y volver a ser lo que fuimos, porque la
Venezuela que una vez conocimos, ya no existe; debemos inventar una nueva, vamos
en pos de nuestro destino y ese destino no se encuentra en el socialismo, ni en
las promesas de un mundo feliz de rentistas, que nos fue negado; vamos a tener
que luchar y muy duro, vamos a competir y a ser creativos, vamos hacer de nuestra
tragedia una lección de vida. Nos sale un cambio de piel completo, con un nuevo
papel en el concierto de naciones civilizadas y con un futuro que será el
proyecto de una legión de hermanos que nos tendrán como ejemplo; en eso creo y
tengo fe. - saulgodoy@gmail.com

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