“La restauración del socialismo en Rusia es imposible…
siempre implica que los gastos superan a los ingresos y eso lleva a un callejón
sin salida en la economía”.
Vladimir
Putin, 21-2-2018
Tuve
noticias en estos días del Plan País para la transición elaborados por el
llamado Frente Amplio y como su programa insignia era el proyecto social, que
privilegiaban por sobre todos los otros para el rescate de la nación, no tuve
tiempo de leerlo en detalle pero una mirada general me bastó para concluir que
estos socialistas, supuestamente demócratas, no aprenden, son absolutamente
obtusos y cortos de entendimiento, cosa que no es un accidente, en su forma de
ser, ostentan daños irreversibles en la razón.
Ponen
los programas sociales a encabezar su plan de transición porque saben que
cuentan con un conglomerado de venezolanos, que están ya enviciados y
acostumbrados a las prebendas del estado que ellos consideran es su derecho, y
que los idiotas socialistas consideran es su deber dárselo, es decir, quieren
continuar con el círculo vicioso de los regalos y los favores a un grupo
clientelar primario, que supuestamente va a votar por sus partidos porque ellos
representan la continuidad del chavismo, pero con otro disfraz.
Los
programas sociales son el caramelo envenenado del socialismo, la hemorragia
imparable de los presupuestos de la nación, el gasto improductivo que sólo se
utiliza para sostener a una cantidad de manganzones y parásitos chupando de los
recursos que tanta falta le hace a nuestra sociedad, son los pobres que se
niegan a salir de su miseria, son los venezolanos improductivos que son
sostenidos por todo el resto de la sociedad productiva y emprendedora, como si
fueran un pesado lastre que tenemos que cargar con ellos.
Los
planes de transición de los países que quieren salir de una profunda crisis de
gobernabilidad y desajustes económicos no pueden plantearse contradicciones,
¿Quién entiende la mezcla contradictoria y repulsiva entre una economía
estatista y la promesa de una liberación de la economía de mercado? Una de dos,
pero no pueden ser las dos, o eres un estatista y te avienes a un aparato de
gobierno fuerte, propietario de las riquezas nacionales, autónomo
financieramente de los contribuyentes, planificador y autoritario, que acabará
finalmente en un totalitarismo, o te abres al mercado, liberas sus fuerzas auto
regulatorias, permites la competencia y defiendes la propiedad privada a
ultranza, para fomentar un régimen republicano y democrático, pero no puede ser
un régimen mixto, eso no existe, es una mentira.
Aquí
se trata de una generación de venezolanos acostumbrados y enseñados a vivir de
las dádivas, de lo que supuestamente les corresponde de la riqueza petrolera,
no quieren trabajar, no quieren contribuir la construcción de la nación,
simplemente esperan que el estado los mantenga porque a unos geniecillos
morales, unos cristianos enternecidos y unos chupa medias insignes, que se
agrupan en organizaciones políticas socialistas, se les ocurre que esa es la
mejor forma de gobernar.
El sociólogo Lewis A. Coser lo había
advertido, las instituciones son voraces, una vez activadas no dejan de
consumir presupuesto, compiten entre ellas por obtener unos recursos escasos,
la sociedad gasta importante energía en mantenerlas, con la esperanzas de que
realicen sus funciones, y estas, compensen a favor de la sociedad lo que se
invierte en ellas, pues si no, no tiene sentido alguno mantenerlas.
El
estado totalitario del chavismo compra las adhesiones de los miembros de las
clases sociales por medio de instituciones del estado que las presenta como si
fueran de su partido, diseñadas para otorgarle beneficios a los individuos que
sometan al colectivismo rojo, en el caso del Seguro Social, por ejemplo, han
deformado de tal manera los objetivos y misión de la institución para
convertirla en el principal extorsionador del poder estatal, da pensiones,
ayudas y fondos de retiro sin importarle si el individuo tiene o no derechos a
ellas, no le importa si se han cumplido los requisitos de ley, si el
beneficiario ha contribuido en algo con sus aportes de toda una vida de
trabajo, con sus ahorros, que el estado debió haber administrado haciéndolos
suficientes para costear una vejes y un retiro con dignidad.
El
chavismo quiere crear una sola clase de humanos dependientes del estado, que no
puedan existir sin sus ayudas, lo cual significa un apego y un vínculo
absolutamente necesario y vital, prescindir de él, sólo acarrearía abandono y
muerte, por lo tanto, tiene a esa población controlada en un puño, y hace con
ella lo que le da la gana, por esas prebendas, que sí son un verdadero derecho
cuando se les han ganado trabajando, pero que el chavismo las ha transmutado en
una forma nueva de esclavitud, al aceptarlas, el pensionado pierde libertad y
dignidad.
Y
así como el Seguro Social, sus programas sociales de acceso a la educación, a
la alimentación, a la salud, a la seguridad, a la justicia, por nombrar unos
pocos, se han convertido no en servicios del estado a la sociedad, sino en
maneras de sobornar y comprar conciencias y voluntades, para someter a la
población a sus designios.
Pues
lo que está proponiendo el llamado Frente Amplio es más de lo mismo, en su
esbozo de un Plan País, el día después, lo que se lee es la permanencia imperturbable
de un estado poderoso, grande, centralistas y autoritario, quieren llenar el
paisaje de programas sociales sin importarles de donde saldrá el dinero (hablan
de pedir financiamientos extraordinarios internacionales para pagarles la
factura dispendiosa de sus programas sociales), diera la impresión que tanto
los partidos como los empresarios que participaron en este envite tienden al
socialismo estatista, uno de los peores y que tiene como resultado inevitable
el debilitar la participación ciudadana.
Con
ese plan lo que quieren es continuar con el proceso de estatización de la
sociedad, que el estado continúe siendo el dueño de todos los medios de
producción, no sueltan la idea del estado petrolero y minero, de convertir a
los ministerios en las cajas chicas de sus programas sociales, que la justicia
social sea entendida como una manera de distribución equitativa de la riqueza
por parte del nuevo gobierno socialista, de ellos en vez de los chavistas,
porque ellos son más justos, más buenos, y son demócratas.
En
una palabra, el Frente Amplio, la ex MUD, lo que quiere es que nada cambie, que
todo continúe igual, que sea de nuevo el socialismo el que dirija los destinos
del país, es como si nada de lo que nos ha ocurrido en estos últimos veinte
años hubiera sucedido, quieren cambiarle la norma jurídica a los consejos
comunales pero no cambiar su estructura corrupta y desviada de la autonomía de
las comunidades, le cambiarán a los CLAP el nombre, emitirán otro carnet de la
patria, llamándolo quizás el carnet del demócrata, seguirán las becas, los
contratos colectivos asfixiantes e interventores de la industria privada y
pública, seguirán las “misiones” con otros nombres, los privilegios para los
pobres, que esperan se traduzcan en votos para sus partidos, porque de ahora en
adelante “tener pueblo” será fundamental.
Un cambio de
paradigma y de modelo.
Todo
esto contrasta con la verdadera necesidad del país, que ni es electoral, ni
populista, ni estatista, Venezuela está quebrada y en un estado de postración
económica que la está ahogando, lo que necesita es convertirse en un mercado,
libre, competitivo, creativo, tecnológico, globalizado, donde el pobre sea
desplazado por el emprendedor y el innovador, al pobre hay que transformarlo en
otro ente, no preservarlo y multiplicarlo, eso sería un error fatal y es
justamente lo que pareciera querer el Frente Amplio.
Lo
primero que se debe notar, es que estos promotores del estado benefactor no
hacen ninguna diferencia entre el programa de emergencia humanitaria que la
comunidad internacional tiene preparado para el país, y sus programas sociales,
que vendrían a ser como una continuación del mismo esfuerzo (redundancia) por
dotar de elementos necesarios a la población más vulnerable para que continúen
su sobrevivencia.
Si
bien es cierto la ayuda humanitaria no abarcará a toda la población ni a todos
sus necesidades, la lógica detrás de éste esfuerzo de auxilio internacional es
que el país se prepare para en producción y trabajo para que se haga
autosuficiente, para que pueda atender por sí mismo sus propias condiciones
existenciales, no con ayudas, no con regalos, sino que cambie el paradigma.
Esa
población necesitada, que recibirá la ayuda del mundo debe poder, al cabo de un
tiempo, auto sostenerse y esto sólo se logra con producción, con la creación de
empleo, con emprendimientos, con trabajo, con buena remuneración, con una
economía de libre mercado, pero de nuevo, notamos que en el Frente Amplio han
decidido utilizar de nuevo la locomotora del estado para tratar de sacar al
país del hueco, gran error.
El
estado es apenas una parte de la sociedad, el gran recurso humano, inventivo,
de trabajo, de ideas, de voluntades no está en el aparato de gobierno, allí
apenas hay una fracción de operadores políticos que porque están en el poder
creen no sólo tener la razón, sino la capacidad para solucionar nuestros
problemas como país, el estado está devaluado, ha demostrado ya demasiadas
veces que no le ha servido al país sino para meterlo en problemas, creer que el
estado grande y burocrático es la fórmula mágica, los condena a equivocarse de
nuevo e ignorar la complejísima estructura social del pueblo de Venezuela.
El
estado debe ser mediador, no director, debe colaborar con la sociedad no
obligarla a caminar detrás del estado, debe servirle a sus ciudadanos, tener
claros cuáles son esos objetivos de la nación y hacer todo lo posible por
obtenerlos en un clima de paz y seguridad, pero despreciando la capacidad
creativa del país los políticos estatistas se ponen en minusvalía, ciegos por
su orgullo y lecciones mal aprendidas, creen que la política sirve para todo,
incluso para levantar a un país postrado sin el concurso de lo más valioso que
tienen las naciones, su gente.
El
sector privado organizado debe jugar un papel estelar en este intento de
recuperación, basta ya de centralismo y autoritarismo, no queremos saber del
estado empresario, ni petrolero, ni banquero, ni comerciante, la fórmula que
propone el Plan País es volver a los orígenes de nuestras desgracias, a la
continuación de la hegemonía de un estado poderoso y sin control.
Hay
que liberar las fuerzas creativas de la nación, destrabar la economía,
facilitar las gestiones, proveer de servicios al empresario, darle créditos y
asistencia técnica, vigilar su rendimiento y exigirle responsabilidad en su
desempeño pero darle un voto de confianza, igual con las comunidades, con las
ONG’s, con los comerciantes e industriales, coadyuvar en que se levante y anden,
que produzca, que prosperen, que se encargue de todo lo que el estado ha dejado
de hacer, por incapaz o por corrupto.
Tenemos
que cambiar de visión, nos estamos jugando la vida en esta oportunidad, no
debemos desperdiciarlas con formulas fracasadas, debemos demostrarle al sector
privado que el estado es su verdadero socio y garantía para el éxito, esto
implica un viraje de 120˚, el estado no debe ser la locomotora socialista del
progreso, esa imagen es ya de museo, lo que el país necesita son millones de
propietarios con buenas ideas, con acceso al crédito, con la protección del
estado para crear más riqueza y hacer un país desarrollado.
Un
estado mínimo y eficiente, no el mismo aparato oficialista con funcionarios
públicos enemigos de los ciudadanos, un programa agresivo de privatizaciones
sobre todo en el área petrolera, no esperar ver el resurgimiento de PDVSA que
ha sido una de las causas principales de deformación de nuestra democracia, hay
de desmalezar toda la vida nacional de las alcabalas, intervenciones,
regulaciones, imposiciones que lo que han logrado es frenar cualquier intento
de independencia económica de los empresarios.
Mientras
se aplique el programa de ayuda humanitaria para Venezuela debemos aprovechar
para entrenar, educar, enseñarle oficios a toda esa gente que va a recibir asistencia,
mientras los estemos curando y alimentando debemos darle herramientas de
trabajo, asignarle labores, poniéndoles tareas productivas, remuneradas, que se
ganen la vida con honestidad, que aprendan que las cosas cuestan, que no son
gratis.
Para
un gran número de venezolanos no capacitados, debemos ofrecerles trabajo como
obreros en las grandes obras públicas, pero también en las industrias
intensivas de labor y baja en tecnología, empresas de maquila, de confección,
de muebles, de juguetes, que hay lugar para ellas en nuestros planes, para otro
grupo debe haber la instrucción para industrias con niveles medianos de
preparación tecnológica, como ensamblajes de televisores, celulares,
computadores, y debemos preparar a toda una generación para escalar todavía más
alto, a las industrias de la biotecnología, la Inteligencia Artificial, el
mundo cuántico, la nanotecnología, a las que nunca hemos accedido y para las
cuales necesitamos algunos años de preparación, mientras estos ocurre, debemos
ser los grandes de la metalmecánica, de la industria petrolera y del gas, de la
agricultura tecnificada, donde hasta hace poco descollábamos en el continente.
Hay
una enorme pesadez en esos planes de recuperación económica socialista, me van
a perdonar, pero a mi José Guerra, el economista de izquierda que acapara los
titulares de la prensa venezolana, me parece un oscuro economista de tiempos
del socialismo soviético, su apego a las estructuras como la del Banco Central,
sus fórmulas monetaristas y de evolución lenta en los sistemas de control
financiero, de cambio, de impuestos, de intereses, de crédito, me parecen demodé, poco ágiles para las circunstancias
que vamos a enfrentar.
La
prudencia y los cánones de la vieja escuela de economía keynesiana hacen a éste
economista un espécimen inoperante para lanzar al país en un nuevo curso para
una economía libre, abierta y globalizada, su constante marxista de ver a los
obreros y sus organizaciones sindicales como co-propietarios de las empresas es
una idea jurásica e impracticable, al menos que sea por medio de fondos de
pensión e inviertan en la bolsa, de otra manera, los trabajadores deben tener
las manos fueras de las empresas (al menos que sean cooperativas), no creo que
este personaje sea la mejor opción para poner a cargo de la economía, es un
enemigo natural de la libre empresa y su formación burocrática (no le conozco
de otra ocupación que de funcionario público y profesor) lo hace ser un
interventor y regulador nato, esa es mi opinión.
Todavía
no nos enteramos de todo el plan, pero por esta primera parte, me temo, que se
trata de un viaje en el tiempo donde algunos de estos políticos socialistas,
retoman la senda interrumpida en 1999, creo simplemente que están “meando fuera
del perol”, y me perdonan lo ordinario, pero es un símil imbatible. -
saulgodoy@gmail.com

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