martes, 25 de diciembre de 2018

El socialismo voraz



“La restauración del socialismo en Rusia es imposible… siempre implica que los gastos superan a los ingresos y eso lleva a un callejón sin salida en la economía”.  

Vladimir Putin, 21-2-2018

Tuve noticias en estos días del Plan País para la transición elaborados por el llamado Frente Amplio y como su programa insignia era el proyecto social, que privilegiaban por sobre todos los otros para el rescate de la nación, no tuve tiempo de leerlo en detalle pero una mirada general me bastó para concluir que estos socialistas, supuestamente demócratas, no aprenden, son absolutamente obtusos y cortos de entendimiento, cosa que no es un accidente, en su forma de ser, ostentan daños irreversibles en la razón.
Ponen los programas sociales a encabezar su plan de transición porque saben que cuentan con un conglomerado de venezolanos, que están ya enviciados y acostumbrados a las prebendas del estado que ellos consideran es su derecho, y que los idiotas socialistas consideran es su deber dárselo, es decir, quieren continuar con el círculo vicioso de los regalos y los favores a un grupo clientelar primario, que supuestamente va a votar por sus partidos porque ellos representan la continuidad del chavismo, pero con otro disfraz.
Los programas sociales son el caramelo envenenado del socialismo, la hemorragia imparable de los presupuestos de la nación, el gasto improductivo que sólo se utiliza para sostener a una cantidad de manganzones y parásitos chupando de los recursos que tanta falta le hace a nuestra sociedad, son los pobres que se niegan a salir de su miseria, son los venezolanos improductivos que son sostenidos por todo el resto de la sociedad productiva y emprendedora, como si fueran un pesado lastre que tenemos que cargar con ellos.
Los planes de transición de los países que quieren salir de una profunda crisis de gobernabilidad y desajustes económicos no pueden plantearse contradicciones, ¿Quién entiende la mezcla contradictoria y repulsiva entre una economía estatista y la promesa de una liberación de la economía de mercado? Una de dos, pero no pueden ser las dos, o eres un estatista y te avienes a un aparato de gobierno fuerte, propietario de las riquezas nacionales, autónomo financieramente de los contribuyentes, planificador y autoritario, que acabará finalmente en un totalitarismo, o te abres al mercado, liberas sus fuerzas auto regulatorias, permites la competencia y defiendes la propiedad privada a ultranza, para fomentar un régimen republicano y democrático, pero no puede ser un régimen mixto, eso no existe, es una mentira.
Aquí se trata de una generación de venezolanos acostumbrados y enseñados a vivir de las dádivas, de lo que supuestamente les corresponde de la riqueza petrolera, no quieren trabajar, no quieren contribuir la construcción de la nación, simplemente esperan que el estado los mantenga porque a unos geniecillos morales, unos cristianos enternecidos y unos chupa medias insignes, que se agrupan en organizaciones políticas socialistas, se les ocurre que esa es la mejor forma de gobernar.
 El sociólogo Lewis A. Coser lo había advertido, las instituciones son voraces, una vez activadas no dejan de consumir presupuesto, compiten entre ellas por obtener unos recursos escasos, la sociedad gasta importante energía en mantenerlas, con la esperanzas de que realicen sus funciones, y estas, compensen a favor de la sociedad lo que se invierte en ellas, pues si no, no tiene sentido alguno mantenerlas.
El estado totalitario del chavismo compra las adhesiones de los miembros de las clases sociales por medio de instituciones del estado que las presenta como si fueran de su partido, diseñadas para otorgarle beneficios a los individuos que sometan al colectivismo rojo, en el caso del Seguro Social, por ejemplo, han deformado de tal manera los objetivos y misión de la institución para convertirla en el principal extorsionador del poder estatal, da pensiones, ayudas y fondos de retiro sin importarle si el individuo tiene o no derechos a ellas, no le importa si se han cumplido los requisitos de ley, si el beneficiario ha contribuido en algo con sus aportes de toda una vida de trabajo, con sus ahorros, que el estado debió haber administrado haciéndolos suficientes para costear una vejes y un retiro con dignidad.
El chavismo quiere crear una sola clase de humanos dependientes del estado, que no puedan existir sin sus ayudas, lo cual significa un apego y un vínculo absolutamente necesario y vital, prescindir de él, sólo acarrearía abandono y muerte, por lo tanto, tiene a esa población controlada en un puño, y hace con ella lo que le da la gana, por esas prebendas, que sí son un verdadero derecho cuando se les han ganado trabajando, pero que el chavismo las ha transmutado en una forma nueva de esclavitud, al aceptarlas, el pensionado pierde libertad y dignidad.
Y así como el Seguro Social, sus programas sociales de acceso a la educación, a la alimentación, a la salud, a la seguridad, a la justicia, por nombrar unos pocos, se han convertido no en servicios del estado a la sociedad, sino en maneras de sobornar y comprar conciencias y voluntades, para someter a la población a sus designios.
Pues lo que está proponiendo el llamado Frente Amplio es más de lo mismo, en su esbozo de un Plan País, el día después, lo que se lee es la permanencia imperturbable de un estado poderoso, grande, centralistas y autoritario, quieren llenar el paisaje de programas sociales sin importarles de donde saldrá el dinero (hablan de pedir financiamientos extraordinarios internacionales para pagarles la factura dispendiosa de sus programas sociales), diera la impresión que tanto los partidos como los empresarios que participaron en este envite tienden al socialismo estatista, uno de los peores y que tiene como resultado inevitable el debilitar la participación ciudadana.
Con ese plan lo que quieren es continuar con el proceso de estatización de la sociedad, que el estado continúe siendo el dueño de todos los medios de producción, no sueltan la idea del estado petrolero y minero, de convertir a los ministerios en las cajas chicas de sus programas sociales, que la justicia social sea entendida como una manera de distribución equitativa de la riqueza por parte del nuevo gobierno socialista, de ellos en vez de los chavistas, porque ellos son más justos, más buenos, y son demócratas.
En una palabra, el Frente Amplio, la ex MUD, lo que quiere es que nada cambie, que todo continúe igual, que sea de nuevo el socialismo el que dirija los destinos del país, es como si nada de lo que nos ha ocurrido en estos últimos veinte años hubiera sucedido, quieren cambiarle la norma jurídica a los consejos comunales pero no cambiar su estructura corrupta y desviada de la autonomía de las comunidades, le cambiarán a los CLAP el nombre, emitirán otro carnet de la patria, llamándolo quizás el carnet del demócrata, seguirán las becas, los contratos colectivos asfixiantes e interventores de la industria privada y pública, seguirán las “misiones” con otros nombres, los privilegios para los pobres, que esperan se traduzcan en votos para sus partidos, porque de ahora en adelante “tener pueblo” será fundamental.

Un cambio de paradigma y de modelo.

Todo esto contrasta con la verdadera necesidad del país, que ni es electoral, ni populista, ni estatista, Venezuela está quebrada y en un estado de postración económica que la está ahogando, lo que necesita es convertirse en un mercado, libre, competitivo, creativo, tecnológico, globalizado, donde el pobre sea desplazado por el emprendedor y el innovador, al pobre hay que transformarlo en otro ente, no preservarlo y multiplicarlo, eso sería un error fatal y es justamente lo que pareciera querer el Frente Amplio.
Lo primero que se debe notar, es que estos promotores del estado benefactor no hacen ninguna diferencia entre el programa de emergencia humanitaria que la comunidad internacional tiene preparado para el país, y sus programas sociales, que vendrían a ser como una continuación del mismo esfuerzo (redundancia) por dotar de elementos necesarios a la población más vulnerable para que continúen su sobrevivencia.
Si bien es cierto la ayuda humanitaria no abarcará a toda la población ni a todos sus necesidades, la lógica detrás de éste esfuerzo de auxilio internacional es que el país se prepare para en producción y trabajo para que se haga autosuficiente, para que pueda atender por sí mismo sus propias condiciones existenciales, no con ayudas, no con regalos, sino que cambie el paradigma.
Esa población necesitada, que recibirá la ayuda del mundo debe poder, al cabo de un tiempo, auto sostenerse y esto sólo se logra con producción, con la creación de empleo, con emprendimientos, con trabajo, con buena remuneración, con una economía de libre mercado, pero de nuevo, notamos que en el Frente Amplio han decidido utilizar de nuevo la locomotora del estado para tratar de sacar al país del hueco, gran error.
El estado es apenas una parte de la sociedad, el gran recurso humano, inventivo, de trabajo, de ideas, de voluntades no está en el aparato de gobierno, allí apenas hay una fracción de operadores políticos que porque están en el poder creen no sólo tener la razón, sino la capacidad para solucionar nuestros problemas como país, el estado está devaluado, ha demostrado ya demasiadas veces que no le ha servido al país sino para meterlo en problemas, creer que el estado grande y burocrático es la fórmula mágica, los condena a equivocarse de nuevo e ignorar la complejísima estructura social del pueblo de Venezuela.
El estado debe ser mediador, no director, debe colaborar con la sociedad no obligarla a caminar detrás del estado, debe servirle a sus ciudadanos, tener claros cuáles son esos objetivos de la nación y hacer todo lo posible por obtenerlos en un clima de paz y seguridad, pero despreciando la capacidad creativa del país los políticos estatistas se ponen en minusvalía, ciegos por su orgullo y lecciones mal aprendidas, creen que la política sirve para todo, incluso para levantar a un país postrado sin el concurso de lo más valioso que tienen las naciones, su gente.
El sector privado organizado debe jugar un papel estelar en este intento de recuperación, basta ya de centralismo y autoritarismo, no queremos saber del estado empresario, ni petrolero, ni banquero, ni comerciante, la fórmula que propone el Plan País es volver a los orígenes de nuestras desgracias, a la continuación de la hegemonía de un estado poderoso y sin control.
Hay que liberar las fuerzas creativas de la nación, destrabar la economía, facilitar las gestiones, proveer de servicios al empresario, darle créditos y asistencia técnica, vigilar su rendimiento y exigirle responsabilidad en su desempeño pero darle un voto de confianza, igual con las comunidades, con las ONG’s, con los comerciantes e industriales, coadyuvar en que se levante y anden, que produzca, que prosperen, que se encargue de todo lo que el estado ha dejado de hacer, por incapaz o por corrupto.
Tenemos que cambiar de visión, nos estamos jugando la vida en esta oportunidad, no debemos desperdiciarlas con formulas fracasadas, debemos demostrarle al sector privado que el estado es su verdadero socio y garantía para el éxito, esto implica un viraje de 120˚, el estado no debe ser la locomotora socialista del progreso, esa imagen es ya de museo, lo que el país necesita son millones de propietarios con buenas ideas, con acceso al crédito, con la protección del estado para crear más riqueza y hacer un país desarrollado.
Un estado mínimo y eficiente, no el mismo aparato oficialista con funcionarios públicos enemigos de los ciudadanos, un programa agresivo de privatizaciones sobre todo en el área petrolera, no esperar ver el resurgimiento de PDVSA que ha sido una de las causas principales de deformación de nuestra democracia, hay de desmalezar toda la vida nacional de las alcabalas, intervenciones, regulaciones, imposiciones que lo que han logrado es frenar cualquier intento de independencia económica de los empresarios.
Mientras se aplique el programa de ayuda humanitaria para Venezuela debemos aprovechar para entrenar, educar, enseñarle oficios a toda esa gente que va a recibir asistencia, mientras los estemos curando y alimentando debemos darle herramientas de trabajo, asignarle labores, poniéndoles tareas productivas, remuneradas, que se ganen la vida con honestidad, que aprendan que las cosas cuestan, que no son gratis.
Para un gran número de venezolanos no capacitados, debemos ofrecerles trabajo como obreros en las grandes obras públicas, pero también en las industrias intensivas de labor y baja en tecnología, empresas de maquila, de confección, de muebles, de juguetes, que hay lugar para ellas en nuestros planes, para otro grupo debe haber la instrucción para industrias con niveles medianos de preparación tecnológica, como ensamblajes de televisores, celulares, computadores, y debemos preparar a toda una generación para escalar todavía más alto, a las industrias de la biotecnología, la Inteligencia Artificial, el mundo cuántico, la nanotecnología, a las que nunca hemos accedido y para las cuales necesitamos algunos años de preparación, mientras estos ocurre, debemos ser los grandes de la metalmecánica, de la industria petrolera y del gas, de la agricultura tecnificada, donde hasta hace poco descollábamos en el continente.
Hay una enorme pesadez en esos planes de recuperación económica socialista, me van a perdonar, pero a mi José Guerra, el economista de izquierda que acapara los titulares de la prensa venezolana, me parece un oscuro economista de tiempos del socialismo soviético, su apego a las estructuras como la del Banco Central, sus fórmulas monetaristas y de evolución lenta en los sistemas de control financiero, de cambio, de impuestos, de intereses, de crédito, me parecen demodé, poco ágiles para las circunstancias que vamos a enfrentar.
La prudencia y los cánones de la vieja escuela de economía keynesiana hacen a éste economista un espécimen inoperante para lanzar al país en un nuevo curso para una economía libre, abierta y globalizada, su constante marxista de ver a los obreros y sus organizaciones sindicales como co-propietarios de las empresas es una idea jurásica e impracticable, al menos que sea por medio de fondos de pensión e inviertan en la bolsa, de otra manera, los trabajadores deben tener las manos fueras de las empresas (al menos que sean cooperativas), no creo que este personaje sea la mejor opción para poner a cargo de la economía, es un enemigo natural de la libre empresa y su formación burocrática (no le conozco de otra ocupación que de funcionario público y profesor) lo hace ser un interventor y regulador nato, esa es mi opinión.
Todavía no nos enteramos de todo el plan, pero por esta primera parte, me temo, que se trata de un viaje en el tiempo donde algunos de estos políticos socialistas, retoman la senda interrumpida en 1999, creo simplemente que están “meando fuera del perol”, y me perdonan lo ordinario, pero es un símil imbatible.   -    saulgodoy@gmail.com



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