sábado, 22 de diciembre de 2018

El Tarot de Jorodowsky



Soy un estudioso del Tarot desde hace mucho tiempo; en los años 70 del pasado siglo pude hacerme de unos bellísimos juegos de cartas entre los que destacan el de White, el Español, el de Crowley, el de Dalí, del tradicional de Marsella sólo tengo los Arcanos Mayores, y tengo otros sets de barajas de artistas contemporáneos, con la particularidad de que jamás he leído las cartas, ni siquiera he hecho consultas personales… veo esos naipes como obras de arte pero, principalmente, como herramientas de un lenguaje antiguo, para iniciados, que es lo que he estado investigando por todos estos años, lo que esas figuras y dibujos dicen del mundo.
¿Se puede ser un estudioso del Tarot sin nunca haber utilizado sus cartas leyendo el augur? O algo similar ¿Se puede ser un estudioso de la literatura italiana sin leer en italiano?
Ser un estudioso no es ser un experto, ni un especialista… el que tiene curiosidad sobre un asunto lo estudia, lo cual no significa que un escritor de novelas- digamos- tenga que obligatoriamente volar un avión caza Cero de la Mitsubishi para sentir plenamente los efectos de una caída en picada desde uno de estos aeroplanos de la Segunda Guerra Mundial, saber sobre los efectos de la gravedad, de la velocidad, de su poder de fuego, etc.
Fue de esta manera que me encontré con el trabajo del chileno y hombre cosmopolita Alejandro Jorodowsky, un artista multifacético y una personalidad de culto en los ambientes de iniciados, donde desarrolló su propia técnica terapéutica que llamó psicomagia.
A Jorodowsky lo conocí por medio de su película El Topo, una obra underground que vi recién llegado a Detroit. A John Lennon le había gustado y, de alguna manera, era promotor del film y del artista, luego realizó otras películas que nunca vi, pero muchas fueron grandes éxitos en el llamado cine de autor.
Me enteré luego que Jorodowsky trabajó con Marcel Marceau y es un mimo  de reputada fama; luego hizo teatro y conoció lo más granado del movimiento avant garde en Francia, fue allí donde desarrolló con fuerza su temprana afición por las cartas del Tarot y se dedicó a su estudio a profundidad, al punto de convertirse en un tarotista de fama mundial, principalmente por su largo trabajo de investigación sobre el Tarot de Marsella, del que logró producir una versión modificada que, se presume, es la más cercana a la original; fue un trabajo que requirió de una minuciosa labor de arqueología, a la manera de Foucault, horas de procesamiento de datos en grandes computadoras y el trabajo de varios artistas, impresores e historiadores, que dieron como resultado una obra reconocida como de gran aliento por museos y coleccionistas.
La versión revisada del Tarot de Marsella de Jorodowsky es hoy un clásico y los libros que escribió sobre esta arte adivinatoria son de los más completos y eruditos que se pueda conseguir, de modo, que si hay alguien en el mundo que sabe de Tarot, ese hombre es Alejandro Jorodowsky… que debe parte de su fama a haberse convertido en una de las figuras descollantes del movimiento New Age y de la autoayuda, eso es otro cantar; el hombre vende sus libros y videos como panes recién salidos del horno, hay colas de gente para adquirirlos… yo no soy precisamente un fan de este tipo de literatura y, aún así, me parece que Jorodowsky, al igual que otro autor, Osho, han logrado una comprensión de la naturaleza humana que hace interesantes muchas de las cosas que dicen, o por lo menos plantean puntos de vista originales, lo que los hace escritores potables.
El Tarot es un juego de cartas de 78 barajas, dividido en 56 arcanos menores y 22 arcanos mayores; sus ilustraciones son de lo más variado. Dependiendo del juego que se escoja, serán más primitivas o modernas en su diseño, algunas se toman grandes libertades, en cuanto a los sujetos y diagramación de las mismas, aunque en realidad nadie sabe cómo fueron originalmente… se supone que las más antiguas en occidente, justamente corresponden al Tarot de Marsella.
Una de las versiones de su historia indica que fueron utilizadas por magos y sacerdotes en el mundo antiguo para entrever el futuro, tal como hacían al arrojar caracoles, leer las hojas del té, las entrañas o el vuelo de las aves o lo que decían las estrellas. Hay una corriente que emparenta al Tarot con la astrología y la numerología egipcia, los estudiosos hablan de un proceso muy lento de sincretismo y evolución, durante el cual se iban adhiriendo conocimientos ocultos de diferentes culturas en la interpretación de las cartas.
Pero hubo sus derivas, estos naipes eran usados popularmente como un simple juego de cartas, sin otra pretensión que ganar apuestas y pasar un rato de diversión, cosa que favoreció ese lado esotérico de los lectores comprometidos con descorrer el velo del destino; fue de esta manera como el pueblo judío contribuyó con su cábala y ese conocimiento profundo de lo que llamaban El Árbol de la Vida y sus sefirots; fue así como empezaron a aparecer letras del alfabeto hebreo marcando las cartas… pero lo más importante, un cúmulo de conocimiento oculto que engrosó el repertorio hermenéutico en las lecturas de la baraja.
Y fue durante la Edad Media, cuando confluyeron en Europa la cultura árabe y cristiana, que el Tarot se llenó de significados y su lectura fue perseguida y castigada con la hoguera; la mitología clásica, la alquimia, las sectas masónicas y de rosacruces dejaron su impronta en algunas de estas interpretaciones, ya nadie podía proclamar el dominio y la pureza de su conocimiento, el Tarot se convirtió en una tierra gruesa y muy rica, tanto en interpretaciones como en caminos hacia el conocimiento.
Sorprendentemente, durante todo ese tiempo las ilustraciones no variaron mucho; había detalles y sobre todo limitaciones técnicas en cuanto a los colores y las técnicas de reproducción de las barajas, que no permitieron un desarrollo cónsono con su significado, lo que, en mi opinión, estabilizó el Tarot; por supuesto, hubo cartas pintadas a mano, que son joyas de coleccionistas y que son invalorables, pero debido justamente a las dificultades de su reproducción, quedaron como lo que son, rarezas.
En el siglo XIX el panorama volvió a cambiar, se desarrolló en Europa una serie de organizaciones y grupos esotéricos que revivieron antiguas tradiciones mágicas y de conocimiento oculto; la egiptología surgió con fuerza, el pensamiento budista, parte fundamental de ese orientalismo que tanto disgustaba a los orientales, se hizo fundamental, sobre todo para entender los diversos mandalas que surgían de las presentaciones de las cartas en el Tarot, las influencias del I Ching o del Tao Te King, los legados sufíes; La Orden del Templo del Oriente marcó toda una época, sobre todo con Alisteir Crowley, como el gran mago de la pérfida Albión, los franceses rescataron las maneras de los gitanos de tirar las cartas, los rosacruces tuvieron su aporte… el Tarot se convirtió en una tendencia de alcance mundial ligado a la modernidad y la decadencia.
Cuando el psicoanálisis abrió nuevas puertas de la percepción y Freud descubrió para la humanidad esa otra mitad del mundo, que era el inconsciente, los sueños, los deseos reprimidos, y su dilecto alumno, Carl Jung se topó con ese continente inexplorado del inconsciente colectivo, la lectura de las cartas se convirtió en una delicada estratagema de indagación, de intuición, en terrenos del simbolismo, que sobrepasaba cualquier expectativa… leer las cartas era ingresar a otro portal de la existencia.
Y para terminar, les hago una infidencia, en una ocasión no hace mucho, mi compañera de vida fue víctima de uno de esos “secuestros express” tan populares en la Venezuela chavista, donde a una persona la secuestran por unas horas para conseguir dinero rápido y por bajos montos. Por unas seis horas, aproximadamente, mi pareja desapareció del radar, yo no sabía absolutamente nada sobre su paradero, aunque su desaparición fue reportada a las autoridades y varios amigos relacionados con cuerpos de seguridad se abocaron a su búsqueda; yo no sabía absolutamente nada sobre su paradero, no sabía a dónde ir, por donde comenzar mis pesquisas, la sensación de abandono y vacío era horrible, una amiga que se enteró de la situación me dijo:
-Mira Saúl, no sabemos nada de nada sobre tu A, de modo que vamos a preguntarle a las cartas… no tienes nada que perder y todo que ganar.
Me sentí como uno de esos generales romanos, que pagaban a las sacerdotisas del templo para que leyeran las entrañas de las palomas y les auguraran las resultas de la batalla del día siguiente; cuando el universo te deja ciego en el camino, solo queda la fe o la magia, y las cartas del Tarot fueron lo único que me dio una pista sobre lo que pasaría… y como un naufrago en el medio del océano, me aferré a esa ilusión, resultando, tal cual me dijeron las cartas, que recuperé a A, sin mayores traumas, y aquella pesadilla terminó sin novedad. Todavía pienso en aquellos terribles sucesos y no sé si las cartas me dijeron la verdad, pero me dieron esperanza en un momento de absoluta soledad y abandono… supongo, ésa es la razón de que mucha gente se acerque a las cartas, o a la oración, o a creer en milagros… cuando no hay nada, el Tarot es algo.  -   saulgodoy@gmail.com

PD. Quiero aprovechar para desearles a todos mis fieles lectores una muy feliz navidad; sé que estamos viviendo, probablemente, la época más nefasta de nuestra historia patria, que el régimen de Maduro y sus narcotraficantes están empeñados en destruir nuestros sueños y esperanzas para reducirnos a subhumanos, pero no podrán. Inevitablemente, viene el cambio, ellos lo saben y están en pánico total… abracen a quienes aman, si no están a su lado, piensen que este sacrificio bien vale la pena, celebren estas navidades a pesar de todo, no le demos el gusto de la tristeza o la derrota. El año que viene será diferente, mucho mejor, y sin ellos.

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