Soy
un estudioso del Tarot desde hace mucho tiempo; en los años 70 del pasado siglo
pude hacerme de unos bellísimos juegos de cartas entre los que destacan el de
White, el Español, el de Crowley, el de Dalí, del tradicional de Marsella sólo
tengo los Arcanos Mayores, y tengo otros sets de barajas de artistas
contemporáneos, con la particularidad de que jamás he leído las cartas, ni
siquiera he hecho consultas personales… veo esos naipes como obras de arte pero,
principalmente, como herramientas de un lenguaje antiguo, para iniciados, que
es lo que he estado investigando por todos estos años, lo que esas figuras y
dibujos dicen del mundo.
¿Se
puede ser un estudioso del Tarot sin nunca haber utilizado sus cartas leyendo
el augur? O algo similar ¿Se puede ser un estudioso de la literatura italiana
sin leer en italiano?
Ser
un estudioso no es ser un experto, ni un especialista… el que tiene curiosidad
sobre un asunto lo estudia, lo cual no significa que un escritor de novelas-
digamos- tenga que obligatoriamente volar un avión caza Cero de la Mitsubishi
para sentir plenamente los efectos de una caída en picada desde uno de estos
aeroplanos de la Segunda Guerra Mundial, saber sobre los efectos de la
gravedad, de la velocidad, de su poder de fuego, etc.
Fue
de esta manera que me encontré con el trabajo del chileno y hombre cosmopolita
Alejandro Jorodowsky, un artista multifacético y una personalidad de culto en
los ambientes de iniciados, donde desarrolló su propia técnica terapéutica que
llamó psicomagia.
A
Jorodowsky lo conocí por medio de su película El Topo, una obra underground
que vi recién llegado a Detroit. A John Lennon le había gustado y, de alguna
manera, era promotor del film y del artista, luego realizó otras películas que
nunca vi, pero muchas fueron grandes éxitos en el llamado cine de autor.
Me
enteré luego que Jorodowsky trabajó con Marcel Marceau y es un mimo de reputada fama; luego hizo teatro y conoció
lo más granado del movimiento avant garde
en Francia, fue allí donde desarrolló con fuerza su temprana afición por las
cartas del Tarot y se dedicó a su estudio a profundidad, al punto de
convertirse en un tarotista de fama mundial, principalmente por su largo
trabajo de investigación sobre el Tarot de Marsella, del que logró producir una
versión modificada que, se presume, es la más cercana a la original; fue un
trabajo que requirió de una minuciosa labor de arqueología, a la manera de
Foucault, horas de procesamiento de datos en grandes computadoras y el trabajo
de varios artistas, impresores e historiadores, que dieron como resultado una
obra reconocida como de gran aliento por museos y coleccionistas.
La
versión revisada del Tarot de Marsella de Jorodowsky es hoy un clásico y los
libros que escribió sobre esta arte adivinatoria son de los más completos y
eruditos que se pueda conseguir, de modo, que si hay alguien en el mundo que
sabe de Tarot, ese hombre es Alejandro Jorodowsky… que debe parte de su fama a
haberse convertido en una de las figuras descollantes del movimiento New Age y
de la autoayuda, eso es otro cantar; el hombre vende sus libros y videos como
panes recién salidos del horno, hay colas de gente para adquirirlos… yo no soy
precisamente un fan de este tipo de literatura y, aún así, me parece que
Jorodowsky, al igual que otro autor, Osho, han logrado una comprensión de la
naturaleza humana que hace interesantes muchas de las cosas que dicen, o por lo
menos plantean puntos de vista originales, lo que los hace escritores potables.
El
Tarot es un juego de cartas de 78 barajas, dividido en 56 arcanos menores y 22
arcanos mayores; sus ilustraciones son de lo más variado. Dependiendo del juego
que se escoja, serán más primitivas o modernas en su diseño, algunas se toman
grandes libertades, en cuanto a los sujetos y diagramación de las mismas,
aunque en realidad nadie sabe cómo fueron originalmente… se supone que las más
antiguas en occidente, justamente corresponden al Tarot de Marsella.
Una
de las versiones de su historia indica que fueron utilizadas por magos y
sacerdotes en el mundo antiguo para entrever el futuro, tal como hacían al
arrojar caracoles, leer las hojas del té, las entrañas o el vuelo de las aves o
lo que decían las estrellas. Hay una corriente que emparenta al Tarot con la
astrología y la numerología egipcia, los estudiosos hablan de un proceso muy
lento de sincretismo y evolución, durante el cual se iban adhiriendo
conocimientos ocultos de diferentes culturas en la interpretación de las cartas.
Pero
hubo sus derivas, estos naipes eran usados popularmente como un simple juego de
cartas, sin otra pretensión que ganar apuestas y pasar un rato de diversión,
cosa que favoreció ese lado esotérico de los lectores comprometidos con
descorrer el velo del destino; fue de esta manera como el pueblo judío
contribuyó con su cábala y ese conocimiento profundo de lo que llamaban El
Árbol de la Vida y sus sefirots; fue así como empezaron a aparecer letras del
alfabeto hebreo marcando las cartas… pero lo más importante, un cúmulo de
conocimiento oculto que engrosó el repertorio hermenéutico en las lecturas de
la baraja.
Y fue
durante la Edad Media, cuando confluyeron en Europa la cultura árabe y
cristiana, que el Tarot se llenó de significados y su lectura fue perseguida y
castigada con la hoguera; la mitología clásica, la alquimia, las sectas
masónicas y de rosacruces dejaron su impronta en algunas de estas
interpretaciones, ya nadie podía proclamar el dominio y la pureza de su
conocimiento, el Tarot se convirtió en una tierra gruesa y muy rica, tanto en
interpretaciones como en caminos hacia el conocimiento.
Sorprendentemente,
durante todo ese tiempo las ilustraciones no variaron mucho; había detalles y
sobre todo limitaciones técnicas en cuanto a los colores y las técnicas de
reproducción de las barajas, que no permitieron un desarrollo cónsono con su
significado, lo que, en mi opinión, estabilizó el Tarot; por supuesto, hubo
cartas pintadas a mano, que son joyas de coleccionistas y que son invalorables,
pero debido justamente a las dificultades de su reproducción, quedaron como lo
que son, rarezas.
En el
siglo XIX el panorama volvió a cambiar, se desarrolló en Europa una serie de
organizaciones y grupos esotéricos que revivieron antiguas tradiciones mágicas
y de conocimiento oculto; la egiptología surgió con fuerza, el pensamiento
budista, parte fundamental de ese orientalismo que tanto disgustaba a los
orientales, se hizo fundamental, sobre todo para entender los diversos mandalas
que surgían de las presentaciones de las cartas en el Tarot, las influencias
del I Ching o del Tao Te King, los legados sufíes; La
Orden del Templo del Oriente marcó toda una época, sobre todo con Alisteir Crowley,
como el gran mago de la pérfida Albión, los franceses rescataron las maneras de
los gitanos de tirar las cartas, los rosacruces tuvieron su aporte… el Tarot se
convirtió en una tendencia de alcance mundial ligado a la modernidad y la
decadencia.
Cuando
el psicoanálisis abrió nuevas puertas de la percepción y Freud descubrió para
la humanidad esa otra mitad del mundo, que era el inconsciente, los sueños, los
deseos reprimidos, y su dilecto alumno, Carl Jung se topó con ese continente
inexplorado del inconsciente colectivo, la lectura de las cartas se convirtió
en una delicada estratagema de indagación, de intuición, en terrenos del
simbolismo, que sobrepasaba cualquier expectativa… leer las cartas era ingresar
a otro portal de la existencia.
Y
para terminar, les hago una infidencia, en una ocasión no hace mucho, mi
compañera de vida fue víctima de uno de esos “secuestros express” tan populares en la Venezuela chavista, donde a
una persona la secuestran por unas horas para conseguir dinero rápido y por
bajos montos. Por unas seis horas, aproximadamente, mi pareja desapareció del
radar, yo no sabía absolutamente nada sobre su paradero, aunque su desaparición
fue reportada a las autoridades y varios amigos relacionados con cuerpos de
seguridad se abocaron a su búsqueda; yo no sabía absolutamente nada sobre su
paradero, no sabía a dónde ir, por donde comenzar mis pesquisas, la sensación
de abandono y vacío era horrible, una amiga que se enteró de la situación me
dijo:
-Mira
Saúl, no sabemos nada de nada sobre tu A, de modo que vamos a preguntarle a las
cartas… no tienes nada que perder y todo que ganar.
Me
sentí como uno de esos generales romanos, que pagaban a las sacerdotisas del
templo para que leyeran las entrañas de las palomas y les auguraran las resultas
de la batalla del día siguiente; cuando el universo te deja ciego en el camino,
solo queda la fe o la magia, y las cartas del Tarot fueron lo único que me dio
una pista sobre lo que pasaría… y como un naufrago en el medio del océano, me
aferré a esa ilusión, resultando, tal cual me dijeron las cartas, que recuperé
a A, sin mayores traumas, y aquella pesadilla terminó sin novedad. Todavía
pienso en aquellos terribles sucesos y no sé si las cartas me dijeron la
verdad, pero me dieron esperanza en un momento de absoluta soledad y abandono…
supongo, ésa es la razón de que mucha gente se acerque a las cartas, o a la
oración, o a creer en milagros… cuando no hay nada, el Tarot es algo. - saulgodoy@gmail.com
PD.
Quiero aprovechar para desearles a todos mis fieles lectores una muy feliz
navidad; sé que estamos viviendo, probablemente, la época más nefasta de
nuestra historia patria, que el régimen de Maduro y sus narcotraficantes están
empeñados en destruir nuestros sueños y esperanzas para reducirnos a
subhumanos, pero no podrán. Inevitablemente, viene el cambio, ellos lo saben y
están en pánico total… abracen a quienes aman, si no están a su lado, piensen
que este sacrificio bien vale la pena, celebren estas navidades a pesar de
todo, no le demos el gusto de la tristeza o la derrota. El año que viene será
diferente, mucho mejor, y sin ellos.

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