miércoles, 26 de diciembre de 2018

La Asamblea Nacional y sus horas aciagas



Ninguna institución debe estar por encima de la crítica de los ciudadanos de una nación; confundir el respeto con el servilismo, el silencio con la idolatría, y la colusión con la coincidencia, es tratar de hacer un fetiche de un órgano del estado, y en democracia eso es inadmisible… más aún, tratándose de un órgano cuyo objetivo es la discusión y aprobación de las leyes de la República, en este caso, del Parlamento, prefiero mil veces pecar de exceso en los requerimientos, exigencias y exámenes que se le hagan, a permitir que un grupo de interés se crea dueño del foro, actúe por cuenta propia e imponga a los demás su decisión; eso desnaturaliza su función.
Más todavía tratándose de un poder legislativo venido a menos, con integrantes que se dicen representantes del pueblo, que muy poca gente conoce o que votó por sus nombres; todo lo contrario, muchos de estos parlamentarios salieron en listas “unitarias” o como suplentes de figuras importantes, se metieron por los entresijos de un sistema electoral imperfecto e injusto, pudiendo llegar a puestos de relevancia por pura carambola, para, una vez en el hemiciclo, formar parte de las componendas internas de los partidos, elaborando listados y “turnos” por conveniencia de un puñado de líderes, que actúan como dueños de la casa.
De las contradicciones que jamás podré aceptar estuvo el desconocimiento que hizo ese cuerpo de los representantes indígenas del estado Amazonas, elegidos por el pueblo, y que en un afán de negociación con el régimen, conminaron a que renunciaran a sus fueros y dejaron a ese estado sin representación.
Por supuesto, en todo parlamento hay un reglamento, o varios, que determinan la manera de actuar de los diputados, qué pueden y no pueden hacer… pero ya sabemos cómo se maneja la política al momento de impulsar proyectos de ley, mociones, investigaciones, medidas disciplinarias, conformación de comisiones, representantes en parlamentos regionales y un largo etcétera.
El Parlamento venezolano no es más que otra de esas facetas de nuestra idiosincrasia nacional, allí está presente todo lo bueno y lo malo que constituye nuestro carácter; se trata de una institución en pleno desarrollo, en constante cambio, adaptándose, mal que bien, a las exigencias de nuestra realidad y momento, con sus virtudes y vicios, con sus pro y contras, de modo que pedir reverencia y sacralidad para un parlamento que, muchas veces, no sabe qué hacer ni cómo comportarse, es bastante temerario.
Por supuesto, está el asunto de la representación nacional, allí en su seno debería estar representado el país, sus regiones y estados, sus fuerzas políticas, mayorías y minorías, sus movimientos de opinión, sus grupos de interés… ser representante de alguien o de algo es llevar al seno de las discusiones posiciones, opiniones, puntos de vistas, pareceres, convicciones que no son precisamente del parlamentario, sino de la comunidad que representa, de aquellos que supuestamente lo pusieron allí para que hablara y tomara decisiones en su nombre, un asunto delicado y de gran responsabilidad.
El parlamentario está obligado a rendirle cuentas a sus votantes o representados, cosa que en el país no se acostumbra, debido al formidable control que ejercen los partidos políticos sobre sus afiliados, a quienes, en función de estrategias políticas y posiciones principistas, convoca, en no pocas ocasiones, a votar en bloque (el voto entubado) sobre asuntos negociados por las cúpulas del poder, a presionar sobre ciertos asuntos, a abandonar el recinto como acto de protesta.
La política partidista se mezcla muchas veces con los intereses de los votantes y con los pareceres personales de los parlamentarios, pues hay momentos en que éstos, como individuos, se desmarcan del resto, y se anclan en una posición individual; esto lo hemos visto cuando un parlamentario decide hacer un voto-conciencia e ir contra la corriente, o “saltar la talanquera”, como decimos en criollo cuando se pasan al otro bando.
No voy a resumir ni hacer una descriptiva de la vida en el parlamento; lo que sí quiero hacer notar es que ése es uno de los poderes públicos que sostienen la legalidad de la nación; en el seno de su cuerpo se discute proyectos de ley, normas, se controla a los otros poderes, se otorgan autorizaciones y se hacen nombramientos de otros sectores públicos; la principal labor de los parlamentarios es negociar, persuadir, refutar, por lo que la retórica y el buen uso del lenguaje son casi que una necesidad; las declaraciones de sus miembros son tomadas como opiniones predominantes sobre asuntos de estado y afectan a la sociedad como un todo, de allí que lo más probable es que dentro del seno de la Asamblea Nacional se formen y hagan vida los futuros líderes del país político.
Eso no quita a que en sus espacios se cometan fraudes, se hagan trampas, se compren puestos, convivan las traiciones; es natural que, en medio de tantos intereses, las pasiones de desbanden y las ambiciones personales lideres el conjunto de la asamblea, que la corrupción exista y haga mella en la fibra del poder, pero para ello tienen mecanismos de defensa y recomposición, y por sobre todo es la opinión pública la que salda finalmente los grandes enfrentamientos, porque la mayor parte de sus actividades y manejos se tienen que hacer a la luz, en sesiones abiertas al público y a la prensa, no hay manera de ocultar “el bojote”.

Un parlamento a la medida de nuestras circunstancias.

En Venezuela, la presión y el control de los venezolanos sobre sus parlamentarios es mínimo, en nuestro país no hay lazos ni canales de comunicación directos de las comunidades con sus representantes, muy pocos rinden cuentas a sus votantes, o lo hacen de manera indirecta; sus campañas electorales son fugaces, si es que existen, todo se hace por medio del partido, que finalmente confecciona sus listas para buscar los votos, y es parte de ese mítico “espacio” que los partidos se esfuerzan por conquistar y preservar… cuanto más grande la representación parlamentaria de un partido, mayor su poder.
Pero en nuestro país se ha dado una situación harto irregular, hay una confrontación directa y violenta entre el poder ejecutivo, el poder moral y el poder judicial contra el poder legislativo, esto debido a contradicciones ideológicas, forma de gobierno, derrotas electorales y conveniencias políticas; el chavismo ha llegado al punto de romper el orden constitucional desconociendo al poder legislativo y nombrando en su lugar a una Asamblea Nacional Constituyente, a la manera cubana, para tratar de sustituirlo, creando un quiebre institucional profundo que está afectando, incluso, las relaciones internacionales del país con el resto del mundo.
Hay una cantidad de actos de gobierno protagonizados por el poder ejecutivo (el presidente y sus ministros) que, al no contar con el visto bueno del parlamento, hacen que la legalidad de ese accionar esté fuertemente cuestionada y, por lo tanto, sus efectos no se perfeccionan, quedando muchos compromisos y relaciones en entredicho.
El presidente, en retaliación, ha ordenado a la contraloría no hacerle efectivo los presupuestos de funcionamiento de la Asamblea Nacional, de modo que, desde hace ya varios años, la Asamblea Nacional funciona de manera precaria y afectada en su operatividad (cosa contraria ocurre con la AN Constituyente, a quienes sí da todo el apoyo presupuestario y hasta una nueva sede, con su correspondiente fila de vehículos de lujo estacionados al frente), no contento con esto, todos los venezolanos hemos visto como, por órdenes del gobierno central, se acosa y agrede, de manera continua y violenta, tanto la sede de la Asamblea Nacional como a los parlamentarios, algunos de los cuales han resultado gravemente heridos; pero de las cosas más graves que el tirano Maduro ha cometido contra el poder legislativo y la Constitución, ha sido el irrespeto por la inmunidad parlamentaria, con el resultado de varios parlamentarios presos y torturados.
Desde que Edmundo Burke hizo del parlamentarismo un arte y un oficio de democracia, jamás la institución había sido tan atacada y vilipendiada como lo ha hecho Maduro, esta actitud salvaje e injustificada por parte del gobierno central ha provocado una fuerte respuesta internacional, al punto de que una gran cantidad de países democráticos ha estado manejando la tesis de desconocer definitivamente la legalidad del gobierno chavista y la ilegítima usurpación del cargo de Presidente de la República por parte de Nicolás Maduro Moros, cuyas consecuencias estarían por verse el próximo 10 de Enero.
Debo hacer un inciso para explicar las duras condiciones del trabajo parlamentario, esos diputados no cobran sueldo, tienen que pagarse sus propios gastos, incluso los de movilización, trabajan con las uñas, no es extraño cuando le cortan la luz y el agua al palacio legislativo, los empleados administrativos y obreros de la Asamblea pasan meses sin cobrar sus sueldos, llegar a sus lugares de trabajo ya implica un alto riesgo de encontrarse con personas de malvivir pagadas por el gobierno para que los insulten, ninguno de ellos está a salvo de una visita policial o una detención preventiva, de modo que sí, efectivamente es una actividad peligrosa.
Y sin embargo, allí están, estos hombres y mujeres no han cesado de trabajar, ellos dicen porque son verdaderos servidores públicos, que están allí por convicción, mandato del pueblo y deber ciudadano, tampoco hay que olvidar el poder que detentan, a pesar de las grandes desventajas en el ejercicio de sus funciones, estos diputados tienen poder político real y respaldado por una voluntad y un acompañamiento tanto nacional como internacional, pero me llama la atención una cosa, no convocan a la gente a que los acompañe, no movilizan a sus seguidores ¿Será que no tienen verdadera conexión con sus representados? ¿Que el tamiz del partido los aísla de sus constituyentes? ¿Por qué nuestros diputados no andan liderando las protestas, los reclamos de un pueblo que tiene tanto que exigirle al gobierno?
Y luego, hay algunos diputados que ahora se la pasan reclamándole a sus representados que ellos ya no dan más, que se les exige demasiado… ¿Será que hay algunos parlamentarios que están allí obligados? ¿Haciéndonos un favor a nosotros, los ciudadanos que los pusimos allí cuando nos pidieron el voto? O posiblemente no se hayan percatado que vivimos tiempos extraordinarios donde los esfuerzos deben ser extraordinarios, para no morir en el intento…

El día y la hora del duelo.

Sobre la figura de Maduro penden varias acusaciones, como abandono del cargo de presidente, su nacionalidad fraudulenta, ser reo de robo, sujeto de trampas electorales, estar en convivencia con el terrorismo internacional y el narcotráfico, se le siguen diversas causas por violación de derechos humanos, se le acusa de delitos ambientales graves y etnocidio, se expone en medios como contrabandista de oro y otros delitos que no hablan bien de su persona… pero vista su participación directa en el éxodo masivo de venezolanos al exterior, una migración forzada que ha desestabilizado la región completa y amenazado la seguridad de los EEUU, hay una reacción mundial en su contra para obligarlo a abandonar el poder, cosa que ni quiere ni puede hacer, debido a una serie de sanciones y alertas sobre su persona que exigen su pronta captura y sometimiento a juicio en varias jurisdicciones.
Dada esta extraordinaria circunstancia, y estando el gobierno chavista al borde de una crisis de legitimidad y gobernabilidad, la Asamblea Nacional vuelve a tomar relevancia, como el único poder legítimo y reconocido internacionalmente (del cual se derivó la existencia de la Fiscal General y del Tribunal Supremo de Justicia en el exilio, instituciones que bien que mal ha venido funcionando en medio de contradicciones).
La deslegitimación del régimen y su falta de gobernabilidad se han sucedido con una rapidez y complejidad poco usual, al punto, que es comprensible una serie de vacíos de forma y de fondo en las actuaciones de este poder, pero, hasta el momento, ha sido la Asamblea Nacional lo que ha logrado conservar cierta coherencia y estabilidad en medio de esta tormenta perfecta.
Pero surgen las dudas, siempre en estas circunstancias surgirán dudas, y más tratándose de partidos políticos electoreros, y líderes que sólo saben ser candidatos a presidentes, sobre las intenciones e intereses que los mueven, y surge la gran pregunta: La Asamblea Nacional ¿Está al servicio del pueblo que la eligió, o de los partidos políticos que la dominan?
Ya en el pasado hemos visto, por parte de la oposición llamada democrática, unas negociaciones y unos acercamientos con el chavismo que daban grima, conocemos de las intervenciones de mediadores que, como el señor Zapatero, nos producían pesadillas, convocando a los partidos socialistas de la oposición para hacer una fiesta con el régimen.
La Asamblea Nacional está obligada a jugar un papel histórico para el próximo 10 de Enero, no sé si esta fecha tiene un significado cabalístico oculto, porque la situación de ilegitimidad de Maduro la viene padeciendo y arrastrando desde hace ya bastante tiempo, y ha sido la misma Asamblea Nacional la encargada de advertirnos de estos hechos; pero bueno, que sea el 10 de Enero, para ese día, la Asamblea Nacional debería tener resuelto cuando menos quién va a ser el relevo accidental de Maduro, para que Venezuela no se quede sin gobierno.
El otro asunto importante es que el parlamento se inaugura con una nueva directiva, la cual ya está siendo presionada desde distintos sectores para que se trance en una salida no sólo constitucional, sino práctica y viable; es obvio que el régimen va a reaccionar y de mala manera, está claro también que lo va a tener que hacer a los ojos del mundo, que va a estar vigilante y dispuesto a tomar una serie de medidas, que pudieran convertirse en definitivas dependiendo del alcance de la reacción de Maduro.
Maduro tiene preparada su juramentación como presidente de la República ante el Tribunal Supremo de Justicia que les es afecto, piensa seguir con su arrollamiento institucional a pesar del enorme e inocultable malestar del pueblo, piensa ignorar olímpicamente al resto del mundo
Con lo que no puedo estar de acuerdo es que, justo en este momento, haya sectores de la oposición que nos manden a callar la boca y a no opinar, que dejemos que los parlamentarios decidan ellos, sin escucharnos a quienes tenemos algo que decir, que podemos darles ideas y hasta serles de ayuda en este momento chiquito y peliagudo que va a mover al país, no se sabe si a un mayor desastre (a estas alturas ya no importa, ya estamos en lo hondo) o nos lleve a una mejor orilla, donde toquemos fondo y podamos ponernos de pie.
Hay figuras importantes como María Corina Machado que ha emplazado a la Asamblea Nacional ha definirse en sus responsabilidades constitucionales y le niega posibilidad de maniobra, hay sólo un camino y fatalmente hay que cumplirlo, es muy valido su requerimiento y con mucha más razón, luego de varias intento de la Asamblea por tratar de posponer el cumplir con su deber, o hacerse el chino ante el compromiso que tiene que enfrentar.
En este momento que están leyendo estas líneas, están los líderes de los partidos negociando, entre ellos, con el régimen, con los países en el extranjero, con la nueva junta directiva del parlamento… cada quien está halando la brasa a su sartén y queda el país en veremos, siempre en esta angustia de sabernos en manos de unos políticos de segunda, que nunca han tenido nuestros intereses de primeros en su agenda, sólo que, en esta ocasión, las repercusiones serán de tal gravedad que dudo que alguien quiera arriesgarse a ser el malo de la película.
Pero quién sabe si a lo mejor hay sorpresas y nos aparece un verdadero líder en el paisaje… lo que no deben dudar nunca, es que la Asamblea Nacional tiene poder, y si quieren hacer lo correcto, tienen como… el resto de los venezolanos seguimos de navidad y viene el año nuevo.   -    saulgodoy@gmail.com








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