Si el
biógrafo británico A.N. Wilson está en lo cierto, luego de terminar su novela Anna Karenina Tolstoi sufrió un cambio
importante en su vida, producto quizás de las fuertes depresiones que lo asaltaban,
lo cierto es que sus interés en las novelas cambió, de hecho, se encontraba
trabajando en su obra Los Decembristas,
un proyecto de largo aliento sobre el que había investigado a fondo y lo tenía
como su próximo trabajo, esta planificación se trastocó por su interés en una
inmersión total en la religión, lo que en la práctica se tradujo en una
cuidadosa lectura de los evangelios del Nuevo Testamento, y para una mente tan
brillante como la del escritor ruso, eso significaba una lectura crítica y sin
mediaciones.
Ya
desde su temprana juventud, Tolstoi había mostrado su naturaleza anarquista y
su propensión a desconfiar del orden establecido y sus instituciones, hacia
juicios éticos que anteponía a cualquier norma,
pero a partir de esos años que algunos expertos sitúan a partir de 1878,
y como resultado de una crisis existencial, éste proceso de conversión
religiosa se profundizó; ya había escrito sus principales obras maestras, las
novelas largas como la Guerra y Paz
era ya cuestión del pasado, siguió siendo un brillante escritor y sus cuentos y
novelas cortas hablan de ello, hay algunos críticos como Harold Bloom que lo
prefieren como escritor maduro, es decir, con sus obras más breves.
Nos
dice Bloom en su libro Genios (2002)
lo siguiente:
En 1822 Tolstoi tomó lecciones de hebreo
de un rabino y se concentró tenazmente en la lectura de la Biblia, ante la
creciente desesperación de su esposa. Cuando la religión lo absorbía sus
desavenencias aumentaban, pero se acercaban una vez más cuando él se dedicaba
de nuevo a la ficción. Hacía mucho tiempo que Tolstoi había dejado de comulgar
con la Iglesia Ortodoxa rusa y se había convertido en un tolstoniano con muchos
seguidores, tanto en Rusia como en el extranjero, Fue Máximo Gorky quien hizo el comentario definitivo sobre la
religión de Tolstoy: Tiene relaciones
sospechosas con Dios; a rato me recuerdan la de dos osos de un mismo cubil.
Dios no se hubiera sentido cómodo con el conde León Tolstoi.
Lo que Tolstoi sacó en claro de sus lecturas, fue
una interpretación personal de los evangelios y sobre todo, de la vida de
Cristo, a quien le reconocía su naturaleza humana, no divina, fue la manera
como vivió Jesús lo que llamó la atención de Tolstoi y sobre ello escribió en
su poca conocida obra, El Reino de Dios
está con Ustedes, en la cual destaca su entrega a la humanidad con una vida
llena de ejemplos de solidaridad y amor hacia sus semejantes, empezando por
renunciar a sus bienes materiales, por la no utilización de la violencia,
incluso en contra del mal, resalta la oposición de Jesús en contra de todo
tribunal humano, en otras obras fundamentales sobre su pensamiento religioso como
Lo Que Creo (1883), y otras como Una Confesión, Los Cuatro Evangelios, alinean su pensamiento en una posición en
contra de la doctrina oficial.
Tolstoi creía en que los cristianos debía vivir sus
vida de una manera sabia y correcta, teniendo como ejemplo la de Jesús y sin
esperar recompensas como la gracia divina o una vida en el más allá, sin
milagros, pero guiados por principios morales, no creía en la resurrección y
consideraba a la iglesia de su tiempo como una organización corrupta cuyo único
interés eran el poder y el dinero, el cristianismo que propugnaba era uno
“purificado” de mitos y falsas pretensiones que fueron inventadas para mantener
al hombre esclavizado.
Esta posición levantó indignación entre los miembros
del poderoso Sínodo Sagrado de la Sacrosanta Iglesia Ortodoxa Rusa, quienes
procedieron el 20 de febrero de 1901 a excomulgar a Lev Nikolayevich Tolstoi, se
traba de un individuo altamente peligroso debido a su fama y proyección
mundial, favorito del Zar y una figura de arraigo popular que podía convertirse
en un verdadero dolor de cabeza, decidieron cortar por lo sano.
La investigadora Anna Hamling de la Universidad de
Brunswick, realizó un trabajo que demuestra como los popes de la Iglesia le
montaron a Tolstoi un expediente para indisponerlo con el Zar y con el pueblo,
para proteger sus privilegios que eran muchos y muy importantes, el Sínodo
había llegado a la conclusión que los revolucionarios estaban en contra de los
intereses de la Iglesia, y por lo tanto eran sus enemigos y Tolstoi calzaba ese
molde.
La Iglesia Ortodoxa en ese momento del siglo XIX era
muy influyente en Rusia, algo así como un poder dentro del poder político,
manejaba las relaciones con el estado zarista con guantes de seda, sabía que
hilos mover para que actuaran las piezas del gobierno, su pretensión de que se
trataba de la verdadera iglesia cristiana y dispensadora de la autentica
palabra de Dios, era parte del orgullo nacional haciéndolo creer que eran el
auténtico pueblo elegido, todo esto le había proporcionado grandes riquezas e
influencias.
La idea de apresarlo fue descartada ya que podría
revertirse y darle mayor popularidad al escritor, de modo que la idea de
excomulgarlo y denunciarlo para provocar odio en contra de Tolstoi y su obra
fue la idea que prevaleció, efectivamente empezaron a publicar en la revista Tserkovnyje Vedomostii (Las noticias de
la Iglesia) denuncias en contra de Tolstoi, siendo la más dura la del cura
Sergiej Kronshtadsky, pero sucedió lo que temían, la redacción se vio inundada
de cartas de los liberales defendiendo al intelectual, quien en ningún momento
pidió perdón o mostró arrepentimiento por sus ideas; a pesar de lo impopular de
la medida, se procedió con la excomunión.
Hasta el mismo Lennin, en su revista Iskra (La chispa), defendió al escritor
cuando fue excomulgado, posteriormente dijo de él que era el espejo de la Rusia
revolucionaria, pero la verdad era que se dedicó a corregir y criticar muchas
de sus ideas y posiciones, que eran claramente contrarrevolucionarias.
Pero el cambio que experimentó Tolstoi no fue sólo
espiritual, empezó a utilizar vestimenta de campesino de manera cotidiana, se
hacía sus propios zapatos (sus amigos decía que no eran solo feos sino
sumamente incómodos) y se convirtió en un peregrino por sitios sagrados
llevando consigo a una gran multitud, hacía largos retiros en apartados
monasterios, llegado el momento dejó de beber alcohol y de comer carne, se
restringió en satisfacer su apetito sexual, estaba en un proceso de
purificación desde que cumplió los cincuenta años, y que con el tiempo se hizo
más cercano al ascetismo.
Cuando se cumplió el centenario de su muerte en el
año de 2010, Serguéi Stepashin, representante de la Unión Rusa del Libro, le
pidió al Patriarca Cirilo que levantara la excomunión como un gesto de piedad a
la memoria del gran escritor, el archimandrita Tijon, encargado de responder a
la petición, la negó, aludiendo a las ideas de Tolstoi como: “destructivas para los cimientos espirituales y sociales de Rusia…
Los ortodoxos siguen venerando el gran talento literario de Tolstoi, pero
también continúan rechazando sus ideas anticristianas”
Es por ello que en su lápida y monumento no hay
cruces ni motivos cristianos.
Tolstoi escribió sobre la Iglesia Rusa de manera
displicente:
“Las Iglesias
son iguales en todas partes, y si la católica, anglicana o luterana no tienen a
mano a un gobierno tan sumiso como en Rusia, no es por falta de ganas. La
Iglesia, como Iglesia que es, y sea cual sea su denominación – católica,
anglicana, luterana, presbiterianas – no puede dejar de aspirar conseguir lo
mismo que la rusa, ni de ocultar el verdadero sentido de las enseñanzas de
Cristo, sustituyéndolas por otra doctrina que no les compromete a nada, que
excluye toda posibilidad de comprender la auténtica y vital enseñanza de
Cristo, y, lo más importante, que justifica la existencia de sacerdotes que se
alimentan a costa del pueblo”
En los últimos tiempos teólogos y estudiosos de la
obra de Tolstoi han abundado en el estudio de su propuesta religiosa que
algunos han catalogado como anarcocristianismo, aunque académicos como el
profesor japonés Mitsuru Eguchi está dándole un viraje inesperado a las
investigaciones, señalando una importante influencia del budismo, sobre todo la
rama del Loto Sutra.
Tolstoi esperaba de toda religión que se conformara
con la realidad, sin elementos místicos, la religión estaba obligada a
ofrecerle a sus seguidores un código de comportamiento, en la que se destacaba
la entrega al prójimo pues, sólo salvando a los otros, como lo hacía Cristo,
como lo hacia el iluminado Shakyamuni, se podía encontrar con la verdadera
felicidad, aprendió Tolstoi de las enseñanzas budista que el trabajo diario de
las personas consiste en siempre ser mejor de lo que eras antes.
Tolstoi era un consumado lector, tenía acceso a
libros de todo el mundo, dominaba varias lenguas, y sus amigos y allegados le enviaban
publicaciones recientes e incunables, su capacidad de concentración en sus
investigaciones era legendaria, de modo que cuando tomaba un tema prácticamente
lo exprimía, cuando se abocó a la religión no fue diferente, se instruyó en
todas las principales religiones y entre ellas, leyó sobre el budismo, que en
su diario calificó como enseñanzas “maravillosas”, sobre todo le interesó el
budismo clásico, el de las Cuatro Nobles Verdades y el de los Diez Buenos
Preceptos, llegó a escribir “La vida es
procurarse lo que es bueno, y procurarse lo bueno es vida”.
N. Strakhov le escribió a Tolstoi, según el artículo
de Mitsuru Eguchi, donde le informa que acaba de enviarle la edición francesa del
Loto Sutra de Eugène Burnouf que
causó un gran impacto en Tolstoi en 1880. Eguchi comenta que las observaciones
de Tolstoi sobre dos de las más importantes parábolas de los evangelios tienen
una interpretación inminentemente budista, para Tolstoi la oveja perdida y que
regresa al redil avanza más y más rápido en su perfección, al igual que el hijo
pródigo que retorna a su hogar, se eleva espiritualmente más alto que aquellos
que se han quedado en casa.
La religión- según Tolstoi- no le debe imponer
reglas a la gente, pero sí debería inspirar y motivar a que las personas
alcance un estado mental ideal y una completa perfección y armonía con el
infinito.
Su definición de Dios era la siguiente: “Siento dentro de mí un ser espiritual que
es parte de todo lo demás. Igualmente sé que esta presencia espiritual se
encuentra en las otras personas. Y sé que este ser espiritual es parte de mí y
de las otras personas, que no puede existir por sí sólo. Este ente espiritual
lo llamamos Dios”.
Esto es clave en el pensamiento religioso de
Tolstoi, Dios no es el creador, ni personifica la existencia, Dios es vida, es
la energía que todos compartimos, de allí viene su creencia en la santidad de
la vida humana, que es la base de su filosofía de la no violencia, todos
tenemos a Dios dentro de nosotros que debería ser el basamento del respeto
mutuo y la concordia entre los todos los hombres.
En algún momento la Iglesia Ortodoxa Rusa tendrá que
revisar el caso de Tolstoi, si bien es cierto que para el dogma religioso, sus ideas no pasan de
ser una herejía, sus basamentos éticos son correctos y conformes al
cristianismo, no creo que resista un análisis serio para continuar imponiéndole
es éste genial escritor el pesado estigma de la excomunión. -
saulgodoy@gmail.com

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