Más
temprano que tarde, Venezuela debe incorporarse a la economía global, que está
marcando el desarrollo de las naciones en el mundo. Y no es que hayamos estado
ausentes de este movimiento; por varias décadas, nuestra industria petrolera se
desarrolló y se integró a esta economía con excelente resultados, pero a pesar
de que se trataba de nuestra principal industria, este espíritu innovador y
productivo no tuvo mayores repercusiones en el ánimo y el espíritu nacional, ya
que, lamentablemente, éste había sido poseído por esa ideología inútil y nociva
del socialismo, nuestra industria petrolera fue siempre una isla de excelencia,
no menos que eso.
Pero
luego del fracaso del socialismo real, de la destrucción del país, gracias a
unas ideas basura y a unos líderes ignorantes, vuelve a preguntarse el país
sobre sus posibilidades de retorno al mundo civilizado y por una mejor calidad
de vida.
Veinte
años de revolución del llamado socialismo del siglo XXI no han pasado en vano;
a pesar de nuestro avatar y las calamidades vividas, todavía perduran unas
estructuras mentales y visiones del mundo primitivas, que todavía nos halan
hacia abajo, hacia un modelo de estado nación que tiene que ver con la
dependencia y hacia el mundo asistencial de un estado benefactor, centralista,
grande y poderoso que le impone a los habitantes del país una forma de vida
igualitaria, supeditada a su voluntad y bajo unos programas desarrollistas y
nacionalistas que nada tienen que ver con la dinámica de un mundo en plena
globalización.
De
allí que tengamos un sistema de partidos políticos clientelares, acaparadores
de toda la voluntad política del pueblo, de corte leninista, que exigen de sus
afiliados la lealtad más absoluta hacia sus líderes; un sistema de partidos en
sintonía con el modelo presidencialista, electorero, populista, que no tiene
ninguna intención de reforma ni de evolución, cuya meta principal ha sido y
sigue siendo preservar el poder político en manos de un pequeño grupo de
personas, con el fin de favorecer intereses económicos donde está excluida la
mayor parte de la población.
Contrario
a este modelo estatista se encuentra el modelo del mercado, que ha probado ser
mucho más eficiente, productivo, coherente y equitativo, que trata
principalmente de perseguir el estímulo de las ganancias económicas, la
acumulación del capital, la constante innovación y búsqueda de nuevos mercados,
para obtener las ventajas de la productividad y la racionalidad en los costos.
Este
modelo de mercado se ha impuesto en los países desarrollados como interés
primordial de las metas del estado, con lo que se han visto en la necesidad de
reducir a un mínimo el tamaño del mismo estado, para permitir que las empresas
y las organizaciones civiles organizadas incursionen en áreas de producción y
servicio que antes eran públicas y que no eran eficientes o reportaban pérdidas
y gastos inútiles.
Este
cambio ha resultado, las corporaciones han crecido y se han expandido fuera de
sus fronteras naturales buscando nuevos mercados; sus gobiernos las han
acompañado, suministrándole apoyo y todo el peso de sus instituciones en
obtener sus éxitos comerciales, que a su vez reportaban enormes beneficios para
sus países de origen. De modo que el paradigma de la política de los estados y
el mundo cambiaron; ya no se trata de preguntarnos ¿Qué puedo hacer yo por mi
gobierno? Sino ¿Qué puede hacer el gobierno por sus empresas? Porque, desde
hace ya algún tiempo, lo que es bueno para las empresas privadas de un país, es
bueno para el país.
Y,
dentro de las cosas que hubo que modificar, está que el estado ha dejado de ser
empresario; nada mas antinatural para un
estado que ser dueño de los medios de producción o de las riquezas naturales de
un país, el estado es una invención humana para organizar su sociedad de la
mejor forma posible, de manera que produzca mayor bienestar y calidad de vida
para sus miembros; pero la idea del estado se ha distorsionado y muchos
intereses y factores lo han convertido en el factótum, en la razón de ser de una nación. Esta idea del estado
todero viene desde el siglo XVIII y se perfeccionó en siglo XIX; el modelo de
estado nación tuvo su oportunidad y momento histórico, pero en nuestros días ha
sido largamente superado; el modelo de mercado ha demostrado ser infinitamente
superior en el logro de las metas colectivas de una nación, y los pueblos que
han caído en cuenta de esta realidad, simplemente, han reducido el tamaño del
estado y han colocado al sector privado y a la sociedad civil organizada al
mando de innumerables actividades que impedían que un estado cumpliera su
principal función, que es gobernar.
En el
estado mercado hay que garantizar la propiedad privada y que los contratos
entre las empresas tengan no sólo términos claros e instancias fiables a las
que acudir en caso de desavenencias,
sino que la ejecución de los mismos sea exigible y sus garantías
ejecutables en caso de incumplimientos, esto es fundamental para crear el clima
de confianza necesario.
Un
estado mínimo es hoy por hoy el desiderátum
de todo estado que quiera ser considerado como “moderno”; esas enormes
burocracias, intrincados presupuestos, rampante corrupción y obvia ineficiencia
son cosas del pasado en muchas regiones del orbe, que han entendido la
necesaria evolución de los estados, y es por ello que hoy les hago un somero
resumen de lo que considero deberían ser los próximos pasos para la evolución
del estado en Venezuela y que permitirá la inserción del país en la economía
global.
En el
horizonte para la nueva agenda de Venezuela se encuentran varias metas por
cumplir:
1- Un proceso de desregulación de la
sociedad y la economía, para hacerlas más ágiles y versátiles, sin que estén
sujetas a tantos amarres y condiciones por parte del estado.
2- Un retroceso general de las actividades del
estado en la vida pública, para que esos espacios sean llenados por la libre
empresa y la sociedad civil organizada; esto, con miras a reducir el gasto
público y la burocracia, y hacer más eficientes las áreas liberadas.
3- Una drástica reducción del llamado gasto
social por parte del estado y el traspaso de estas responsabilidades a las
esferas civiles y privadas locales, regionales y nacionales.
4- Permitir que los mercados se expandan a todo
nivel, desde los mercados masivos, como podrían ser las coberturas de seguros
de salud populares, pasando por los servicios de agua potable en las
localidades; las empresas buscadoras de ganancias han probado ser mucho más
efectivas que los mastodónticos organismos del estado, que no tienen ningún
incentivo y se prestan a manejos corruptos.
5- El estado debe asumir un papel de mediador entre
las empresas y sus clientes; dar todas las oportunidades y facilidades para que
los negocios se den en un clima de equidad y eficiencia; asumir su rol de
intermediario y dirimir disputas.
6- Se debe conseguir un sistema impositivo que no
sea una carga pesada para los emprendimientos ni para las personas, pero que
sea suficiente para que el Estado pueda atender, no sólo requerimientos
ordinarios sino los extraordinarios también.
7- Todos los funcionarios públicos deben ser
pagados con una escala de sueldos que se asemeje a la media internacional de
los países más desarrollados, bajo la asunción de que sus trabajos van a
generar beneficios y bienestar social equiparables; de esta manera el estado
podrá atraer a los más brillantes y preparados, al mismo tiempo evitará la
corrupción y la posibilidad de que sus conciencias sean compradas.
8- Todos los funcionarios públicos, excepto
aquellos electos por el voto popular, están obligados a pasar un examen para el
servicio civil, que será el inicio de una carrera diseñada para el avance,
estabilidad y, finalmente, el retiro de todos los funcionarios al servicio del
estado.
9- El estado sólo brindará
protección a aquellas industrias de carácter estratégico y sólo por un tiempo
determinado, de modo de hacerlas competitivas y autosustentables en el tiempo;
las empresas que estén sujetas a estos programas deben hacer públicos sus
estados financieros y su posición en el mercado con vistas a un mejor control
social.
10- La tendencia natural del estado,
hasta el momento, ha sido la de atender la necesidad de una mayoría de la
población que busca es una renta regular y suficiente para atender sus necesidades
sin dar nada a cambio; igualmente, existe la tendencia predatoria de algunos
funcionarios públicos, que utilizan al estado para proporcionarse ellos con
negocios y rentas, compitiendo deslealmente con los emprendimientos privados y
desviando recursos públicos para tales fines; ambas tendencias deben ser
suprimidas en lo posible.
11- Las organizaciones laborales y
sindicatos son un problema para el desarrollo de un estado mercado, ya que sus
intereses están dirigidos en proteger, servir y otorgarle rentas y privilegios
a un determinado grupo de personas, a costa de la productividad y competencia
de las empresas, no tienen cabida en esté nuevo modelo.
12- El concepto de ciudadano, en el
nuevo modelo de nación mercado, es que todos tienen el derecho de participar en
el mercado; la igualdad es la posibilidad de acceder a ese mercado en
cualquiera de sus modalidades (como socio, empresario, trabajador, cliente,
proveedor, etc.) y no igualdad en la redistribución de la renta.
13- Para asegurar la participación
social en el mercado y los emprendimientos, la idea del capital social,
manejado desde el estado, es clave para que los grupos sociales menos
favorecidos tengan la oportunidad de recibir educación y habilidades para
insertarlos en emprendimientos existentes o en nuevos, creados por ellos mismos,
que serían proyectos y estrategias para reducir la pobreza y para la
construcción de una red social de servicios y habilidades al servicio del
mercado.
14- Una de las funciones primordiales
del estado en una nación mercado es la de crear gobernabilidad donde no exista,
crear capacidades en las personas, entrenarlas apropiadamente, e incluirlas en
proyectos productivos, hacerlas autónomas en el menor tiempo posible… esto es
convertirlas en ciudadanos.
- saulgodoy@gmail.com
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