Ya
les había mencionado, en un artículo anterior, la obra del escritor de ciencia
ficción norteamericano Issac Asimov, la Trilogía
de las Fundaciones que, para el momento en que las leí, constaba de tres
libros y que en el mundo editorial se había hecho común publicarlo como un solo
volumen extra, luego de que, en 1966, se convirtiera en un éxito, cuando The Book of the Month Club lo presentó
de esa manera, convirtiéndose en la obra de ciencia ficción más leída en los
EEUU; ese mismo año, se le otorgó el premio “Hugo”, uno de los más importantes
del género, a la mejor serie de relatos de ciencia ficción, desbancando a la
trilogía de Tolkien El Señor de los
Anillos. De allí en adelante, esta obra tuvo su propia vida, convirtiéndose
con el tiempo en una de las sagas espaciales más populares en la historia de la
literatura mundial.
Lo
que me motivó a escribir sobre este fenómeno, fue que me terminé de leer Preludio a la Fundación (1988), que es el
sexto libro de la heptología (siete libros) sobre las Fundaciones, escrito por
Asimov cuarenta años después de la compilación de cuentos de lo que sería el
primer tomo de la trilogía, allá por el año de 1949 (yo ni siquiera había
nacido); este Preludio debería ser el primer libro de la serie, pues allí nos
enteramos de los inicios de Hari Seldon, el psicohistoriador, que fue el
precursor de toda una historia que parece no tener fin.
Pero
la cosa se complica aún más cuando el profesor Issac Asimov incluye en sus
otras novelas de ciencia ficción, que no tienen que ver con las Fundaciones,
referencias explícitas a la misma, siendo la más obvia, su magnífica novela de
la serie sobre robots, Robots e Imperio;
pero que los expertos no la incluyen en la serie de las Fundaciones (como tampoco
lo hizo el autor).
Preludio… es una novela más reposada y de
diferente estructura que la trilogía; hoy en día, los críticos literarios han
estudiado estas novelas a profundidad y han logrado hilvanar el proceso
creativo de Asimov durante las décadas que le tomó escribirlas, resultando en
un trabajo que no es uniforme ni en estilo ni en ciertos detalles narrativos,
pero que, sin lugar a dudas, son fácilmente perdonados, entre otra cosas, por
el enorme escenario donde se desenvuelve la historia y sobre todo por esa
extraña combinación que caracterizaba el estilo de Asimov, de escritor de
novela negra y de intriga, con esas dosis de imaginación y grandiosidad con que
revestía sus operas espaciales, en las que todo era inmenso como el universo,
el tiempo y la vida misma.
En
1992, año en que muere Asimov, deja sin terminar la última parte de su saga; le
faltaba, justamente, el final de su historia, que narraba la muerte de Hari
Seldon; éste fue el tomo séptimo de la serie Hacia la Fundación y donde se le tranca el serrucho creativo, pues
a partir de allí no sabe qué dirección tomar. En su muy bien informado libro, La Ciencia Ficción de Issac Asimov (2012),
el autor Rodolfo Martínez nos dice:
Su idea original es que el
proyecto quede compuesto de cinco historias que vayan mostrando, cada una, una
etapa distinta en el desarrollo de la psicohistoria y el nacimiento de la
Fundación. Sin embargo, las fuerzas le alcanzarán para rematar sólo cuatro de
ellas. Cuando se publique en forma de libro, se añadirá una más, a modo de
epílogo, donde se nos muestra un Hari Seldon justo al borde de la muerte, con
las ecuaciones psicohistóricas desplegándose ante él, mientras su último
pensamiento va para su esposa Noys. Esa secuencia, que Asimov nunca llegó a
escribir, es añadida por Robert Silverberg, siguiendo las instrucciones de su amigo,
quien le había descrito cómo había imaginado el final de Seldon… es fácil ver
cómo Asimov va presintiendo la muerte cada vez más cercana. A medida que el
libro se acerca al final, hay una sensación de pérdida, casi de despedida, que
se va haciendo cada vez mayor. Es fácil extrapolar lo que experimentaba y
pensaba Asimov a partir de los sentimientos de Seldon, de la lenta decrepitud
de su forma física, del modo en que el mundo parece irse apagando a su
alrededor.
Fíjense qué cosas, estoy empezando por el
final, cuando debería darles un resumen de la trama para quienes no estén
enterados de qué tratan las Fundaciones; pero no seré yo quien lo haga,
permitamos que Carlos Frabetti, uno de sus editores en castellano, quien lo
resuma de esta manera:
Asimov toma como
punto de partida de su narración-especulación el comienzo de la decadencia —en
un remotísimo futuro— de un colosal imperio galáctico, que abarca a toda la
humanidad, diseminada por millones de mundos. La capital de este superestado
cósmico es Trantor, un planeta íntegramente destinado a las tareas
administrativas, totalmente dependiente de los suministros exteriores... y, por
ello, extremadamente vulnerable... Un psicólogo y matemático genial prevé el
derrumbamiento del Imperio y el subsiguiente caos, y decide emplear la ciencia
psicohistórica (una especie de psicología de masas matemáticamente
estructurada) para reducir al mínimo el inevitable período de barbarie que
antecederá a la consolidación de un Segundo Imperio. Para ello establece dos
Fundaciones, una en cada extremo de la Galaxia, con el fin de preservar el
saber humano. A partir de aquí, se irán sucediendo diversas épocas —cuyo
advenimiento vendrá marcado por otras tantas crisis— previstas por la
psicohistoria, en las que cambiarán las cabezas visibles del poder y las formas
de ejercerlo, pero en las que la Primera Fundación (de la segunda no tendremos
noticias hasta la última parte de la trilogía) irá expandiendo y afianzando
cada vez más su influencia sobre la Galaxia.
Hay muy pocas obras en la ciencia ficción
que tengan este largo aliento; Asimov fue el primero en triunfar, haciéndolo, y
a partir de esta obra, otros autores lo han intentado, algunos con éxito; de
hecho, la saga de La Guerra de las
Estrellas, del cineasta George Lucas, donde está involucrada una enorme
nómina de escritores y guionistas, está claramente inspirada en las Fundaciones
de Asimov.
Pero la historia de cómo se escribió las
Fundaciones es por sí misma un extraño condumio de situaciones; según Asimov,
se inspiró en la obra de Gibbon, Historia
de la Decadencia y Caída del Imperio Romano, lo cual tiene mucho sentido,
pues fue justamente a partir de la caída de la civilización romana que nació el
mundo occidental. Esta idea, sumada al enorme conocimiento científico del
profesor Asimov, en ciencias planetarias, geología, climatología, astronomía,
física, biología y química, historia de las religiones, lo convierte en un
escritor de la ciencia ficción dura, es decir, lo más apegado a la realidad
natural, con lo que sus especulaciones tienen un toque realista inigualable.
La idea original fue para un cuento a ser
publicado en la revista Astounding,
que manejaba el gran editor John Campbell; cuando Asimov le contó la
idea, Campbell se involucró y, luego de una larga jornada de trabajo entre
ambos, delinearon la idea fundamental de la historia, desarrollando incluso el
concepto de psicohistoria. El cuento gustó y tuvo sus secuelas, esto ocurrió en
1941, en plena Segunda Guerra Mundial; para 1949 estaban escritos los tres
cuentos que compondrían el primer tomo de las Fundaciones (cuando lo publicó
como libro le pidieron que hiciera una introducción), dos historias para el
libro Fundación e Imperio, y dos más
para Segunda Fundación.
Pero la editorial que publicó los libros no pudo ponerlos adecuadamente
en el mercado, y los libros se hundieron en la oscuridad hasta que, once años después,
la editorial Doubleday compró los derechos y los publica en 1961,
convirtiéndolos en un éxito en ventas.
De éste manera nació la trilogía de las Fundaciones, que narraba los cuatro
primeros siglos del interregno; pero Asimov ya no quería saber de ellas, gozaba
de sus royalties y la fama que le habían dado, pero daba la aventura por
terminada, hasta que sus editores empezaron a presionarlo por más historias
sobre aquel fantástico universo.
Fue así como, en 1981, se pone a escribir una secuela; así nacen Los Límites de la Fundación y, a los
cuatro años, Fundación y Tierra (1986);
en 1988 aparece Preludio a la Fundación
y, por último, Hacia la Fundación,
que fue publicada póstumamente (1992); estos dos últimos libros tratan de un
salto para atrás en la historia porque, sin saber cómo avanzar en su nudo
narrativo, Asimov decide explicar algunas lagunas que había dejado sin resolver,
con lo que Preludio… debería ser el
primer volumen de la historia.
Preludio a la
Fundación es un libro interesante, nos enteramos de los inicios del brillante
matemático Hari Seldon, que asiste a una conferencia en el planeta Trantor,
capital del Imperio Galáctico, y despertando con su charla el interés de
factores de poder, que cree poder usar sus formulas para predecir el futuro de
los acontecimientos humanos; así, Seldon se convierte en objeto de
persecuciones y recibe ayuda de un extraño grupo de personajes, que lo ocultan
en diversas localidades del planeta, un inmenso hormiguero de culturas y razas,
unas más extrañas que las otras. El grueso del libro se dedica a describir esas
sociedades y, como su idea de la psicohistoria va tomando forma y dirección
hacia algo práctico y realizable, Seldon y su grupo se hacen más peligrosos,
por lo que su búsqueda, por parte del secretario del Emperador, se hace cada
vez más intensa.
Estas historias marcaron profundamente a los nuevos escritores de ciencia
ficción, algunos de los cuales se reunieron en 1989 y, a manera de homenaje,
publicaron una colección de cuentos cortos sobre las Fundaciones; eran ellos Orson Scott Card, Harry
Turtledove, George Zebrowski, entre otros, quienes
escribieron Los Amigos de La Fundación,
obra que tengo en fila entre los libros que debo leer próximamente. De igual manera, en 1992, poco antes de su
muerte, el mismo Asimov aprobó los planes del escritor Roger MacBride Allen para tres novelas
sobre las Fundaciones, conocidas como la Trilogía de Calibán. Luego de su deceso, sus
herederos contactaron a los escritores Gregory
Benford, Greg Bear y David Brin para que escribieran otra trilogía de novelas,
conocidas como la trilogía de la Segunda Fundación; sólo tengo la de Brin, pero
los tres son escritores de ciencia ficción de clase mundial.
Esto ha continuado
y hoy es difícil contabilizar el número de obras publicadas que giran en torno
a ese universo de las Fundaciones; sólo a Asimov se le calculan quince libros
que tienen que ver con ese tema de alguna u otra manera. A quienes no lo hayan
leído, se los recomiendo altamente; sobre todo a los venezolanos, que vivimos a
diario en esta enervante realidad, las Fundaciones les aliviarán el stress y
les enseñarán cómo otras civilizaciones, en un tiempo muy en el futuro, van a
enfrentar problemas muy parecidos a los que hoy sufrimos y cómo ellas
solucionarán sus conflictos.
Hay un personaje
que me gusta, entre la pléyade de caracteres que aparecen durante la saga. y
que es también uno de los favoritos del propio Asimov, se trata de un mutante
que se llama La Mula, un personaje siniestro que, por ser una singularidad,
nunca estuvo contemplado en el plan de Seldon y que pone en graves aprietos la
sobrevivencia del Imperio Galáctico; se trata de un mentalista con poderes
extraordinarios, que manipula a los hombres con una tremenda facilidad, y que
me recuerda a alguien de nuestra reciente historia patria; Asimov es un maestro
y, en mi particular opinión, un excepcional escritor de ficciones. -
saulgodoy@gmail.com
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