¿Cuánto
más podemos aguantar los venezolanos sin reventar? Aparentemente y según
nuestros políticos, mucho, no importa que el país se haya sumergido en una
época pre-colonial, no importan las muertes, ni el desastre económico, ni la
hambruna, menos todavía las desgracias que tienen que sufrir las familias, las
angustias de cada persona, el estar desconectado del mundo por días enteros sin
que el resto del mundo se sepa lo que sucede en nuestro país.
Y
todo por un puñado de delincuentes que insisten en perpetuarse en el poder para
hacernos daño, sin límite de tiempo y con toda la crueldad de que son capaces,
en complicidad con otro “grupete de cabrones”, y me perdonan la expresión, pero
no hay otra, cuyo único objetivo es manejar ellos el país, porque es su turno
de hacerse ricos explotando al país.
Porque
a eso llegó la política en Venezuela, pensamos, y el mundo pensó, que dentro de
la Asamblea Nacional existían hombres y mujeres con la reserva moral, la voluntad
y las ideas claras para encarar la situación del país y darle el cambio
necesario, no es como argumentan muchas personas una cuestión de hacerlo uno si
el otro lo hace mal, de que las circunstancias en que están trabajando nuestro
parlamentarios son difíciles, que el enemigo a derrotar cuenta con múltiples
recursos; el meollo del asunto es que esas personas que hoy dicen
representarnos nos pidieron el voto para llegar a sus curules, nos dijeron que
ellos harían el trabajo porque sabían hacerlo, conocían de las condiciones y
del problema, sus partidos políticos nos los ofrecieron con la garantía de que
ellos eran la solución, nos mintieron.
Un
político es un profesional en lo que hace, así se venden en una campaña
electoral, es como si yo necesitara de un plomero para que haga un trabajo en
mi casa, y resulta que el dichoso técnico es un fraude, no sabe nada de
plomería, me voy a ver obligado a hacer yo el trabajo mientras el plomero se
queda viendo como lo hago, para al final cobrarme por el trabajo que dijo que
haría y nunca hizo, que se quedó en mi casa en calidad de plomero y no permitía
la entrada de otro técnico porque él había sido el elegido, eso no es política,
es fraude y hay que denunciarlo.
Se
vendieron algunos como una cosecha de jóvenes profesionales con vocación de
servicio público, de gente involucrada con las comunidades, de expertos
gerentes en sus distintos ramos, otros como viejos zorros de la política,
veteranos de innumerables encuentros con los enemigos de la democracia, una
buena parte de esa cosecha de políticos que hoy tenemos en la Asamblea Nacional
está podrida.
Pero
es lo que tenemos- dicen algunas voces siempre conformistas y justificadoras de
nuestro atraso- no se le pueden pedir papayas a un ajicero, y por allí van las
excusas que eternizan nuestra situación de país subdesarrollado y oligofrénicos
en la política, cualquier antisocial puede venir a engatusarnos pues quienes
nos representan no saben distinguir entre un militar golpista y un demócrata,
porque para nuestros políticos sumar es mejor que restar y todas las ideologías
y tendencias políticas son permitidas porque somos demócratas, kumbayá hermano, kumbayá.
Una
buena parte de esos políticos jóvenes fueron coaptados por el viejo liderazgo,
los corrompieron y les enseñaron las técnicas del clientelismo político, los
principios del populismo, la filosofía de los partidos socialistas, los
instruyeron en construir una organización política bajo las bases del
leninismo, de una cúpula de poder con autoridad vertical y absoluta, les dieron
los secretos de cómo vivir de la política y del poder eternamente, en pocas
palabras transmitieron los secretos antiguos de cómo hacer de un partido
político una organización mafiosa para su propio provecho, así fueron como
nacieron las mayoría de los partidos políticos de finales del siglo y
principios del nuevo milenio.
Estas
organizaciones políticas fueron creadas con el único fin de competir por el
poder del estado, por hacerse de las instituciones, de la autoridad y de las
riquezas del país, para en nombre del pueblo manejar a discreción la sociedad y
usufructuar esos bienes públicos para su propio beneficio, dejando apenas una
parte mínima de los recursos y del accionar del estado para el gobierno de la
gente.
En
pocas palabras, los partidos, la mayoría de ellos, están concebidos, como
empresas extractivas de capital del estado venezolano con la excusa o la
justificación de estar gobernando el país, teniendo como principal actividad el
empoderamiento de las finanzas públicas para sostener sus organizaciones
políticas, ganar las elecciones, sostener una gran clientela con favores,
premios y recompensas, reservando un pequeño fondo (aunque los últimos partidos
en aparecer en escena, ya ni eso) para la inversión en los llamados “programas
sociales” que constituyen el grueso de la obra de gobierno que les permitirá
todo lo demás.
Estas
obras son en su mayor parte de interés social, es decir colectivistas, para el
uso y disfrute de todos, y si queda algo, para el mantenimiento de lo que ya
existe, aunque con el chavismo se ha enervado la tendencia acaparadora de
recursos y maximización de ganancias, que han obviado esa parte y la han
convertido también en un negocio.
Todo
esto en detrimento de las libertades y garantías individuales, en un irrespeto
supino por el derecho a la propiedad privada y en una narrativa llena de
mentiras, de falsos positivos, de anuncios que nunca se cumplen, y cuando hace
falta algo que el pueblo pudiera exigir, simplemente van y se lo expropian al
empresario privado, o lo obligan a vender sus bienes y servicios a precios
solidarios, con la presencia militar en los locales para proteger el orden
público ante las largas colas de saqueadores y oportunistas.
El
chavismo, por su naturaleza totalitaria, por su falta de “luces” y sentido
común, por estar supeditado a un plan de explotación-país por parte de otra
nación: Cuba, no tiene un plan propio de atención a los venezolanos, y es una
de las razones por la que nunca se ha interesado en mantener lo que ellos
encontraron cuando asumieron el poder, toda la infraestructura del país que
hacía posible los diversos servicios como vías, agua, luz, puertos,
aeropuertos, edificios y áreas públicas, parques nacionales, etc., jamás
recibieron el mantenimiento necesario para que pudieran seguir funcionando o
detener su deterioro.
También
sucedió que ya no les importaba su imagen pública, como tenían el control
policial y militar del país, como lo que reinaba era un sistema represivo en
contra de la disidencia, perdieron el interés por la obra de gobierno, sus
intenciones quedaron al descubierto, estaban allí para explotar a Venezuela y
ellos hacerse ricos, sin importar las consecuencias, era el auténtico sentido
de la política entendida por los venezolanos en toda su prístina desnudez.
De
allí que la quiebra de la industria petrolera, el colapso de la infraestructura
eléctrica, la desaparición de la agroindustria, la perdida de nuestro sistema
monetario, la ruina del comercio y el desahucio de nuestra red de servicio,
principalmente la salud y las comunicaciones sean las causas principales de la
desintegración del orden y la gobernabilidad en el país.
Pero
tengan en cuenta estimados lectores, que esto no pudo ser posible sin el
consentimiento y la complicidad, durante veinte largos años de una complicidad
interna de nuestra oposición política, durante todo este tiempo se desmontaron
todas nuestras posibilidades de obtener un futuro y calidad de vida, nos
robaron la viabilidad de ser una nación y nos dejaron un legado de
organizaciones políticas que no sirven para nada.
Lo
único que nos queda es la esperanza que con la salida definitiva del régimen de
Maduro, los venezolanos nos demos cuenta que el tema político debemos recogerlo
del piso y tomarlo ahora muy en serio, tenemos por delante una posible
transición y reconstrucción del país, debemos hacer nuevas jugadas en una mesa
limpia, hay que hacer una purga en nuestra oposición y apartar a aquellos
elementos que tienen claramente la intención de continuar en este banquete de pordioseros
para alimentar su propio interés, por causa de todas estas razones que he
compartido con ustedes es que no hemos podido levantar cabeza, ni lo haremos al
menos que caigamos en cuenta de nuestra realidad y corrijamos lo que viene
creciendo torcido, llegó el momento de despedir y sacar de nuestra casa a quien
se dice plomero y espera que nosotros le hagamos el trabajo, es el momento
estelar de los ciudadanos, la base fundamental de todo estado. - saulgodoy@gmail.com
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