lunes, 11 de marzo de 2019

Y cayeron las tinieblas



¿Cuánto más podemos aguantar los venezolanos sin reventar? Aparentemente y según nuestros políticos, mucho, no importa que el país se haya sumergido en una época pre-colonial, no importan las muertes, ni el desastre económico, ni la hambruna, menos todavía las desgracias que tienen que sufrir las familias, las angustias de cada persona, el estar desconectado del mundo por días enteros sin que el resto del mundo se sepa lo que sucede en nuestro país.
Y todo por un puñado de delincuentes que insisten en perpetuarse en el poder para hacernos daño, sin límite de tiempo y con toda la crueldad de que son capaces, en complicidad con otro “grupete de cabrones”, y me perdonan la expresión, pero no hay otra, cuyo único objetivo es manejar ellos el país, porque es su turno de hacerse ricos explotando al país.
Porque a eso llegó la política en Venezuela, pensamos, y el mundo pensó, que dentro de la Asamblea Nacional existían hombres y mujeres con la reserva moral, la voluntad y las ideas claras para encarar la situación del país y darle el cambio necesario, no es como argumentan muchas personas una cuestión de hacerlo uno si el otro lo hace mal, de que las circunstancias en que están trabajando nuestro parlamentarios son difíciles, que el enemigo a derrotar cuenta con múltiples recursos; el meollo del asunto es que esas personas que hoy dicen representarnos nos pidieron el voto para llegar a sus curules, nos dijeron que ellos harían el trabajo porque sabían hacerlo, conocían de las condiciones y del problema, sus partidos políticos nos los ofrecieron con la garantía de que ellos eran la solución, nos mintieron.
Un político es un profesional en lo que hace, así se venden en una campaña electoral, es como si yo necesitara de un plomero para que haga un trabajo en mi casa, y resulta que el dichoso técnico es un fraude, no sabe nada de plomería, me voy a ver obligado a hacer yo el trabajo mientras el plomero se queda viendo como lo hago, para al final cobrarme por el trabajo que dijo que haría y nunca hizo, que se quedó en mi casa en calidad de plomero y no permitía la entrada de otro técnico porque él había sido el elegido, eso no es política, es fraude y hay que denunciarlo.
Se vendieron algunos como una cosecha de jóvenes profesionales con vocación de servicio público, de gente involucrada con las comunidades, de expertos gerentes en sus distintos ramos, otros como viejos zorros de la política, veteranos de innumerables encuentros con los enemigos de la democracia, una buena parte de esa cosecha de políticos que hoy tenemos en la Asamblea Nacional está podrida.
Pero es lo que tenemos- dicen algunas voces siempre conformistas y justificadoras de nuestro atraso- no se le pueden pedir papayas a un ajicero, y por allí van las excusas que eternizan nuestra situación de país subdesarrollado y oligofrénicos en la política, cualquier antisocial puede venir a engatusarnos pues quienes nos representan no saben distinguir entre un militar golpista y un demócrata, porque para nuestros políticos sumar es mejor que restar y todas las ideologías y tendencias políticas son permitidas porque somos demócratas, kumbayá hermano, kumbayá.
Una buena parte de esos políticos jóvenes fueron coaptados por el viejo liderazgo, los corrompieron y les enseñaron las técnicas del clientelismo político, los principios del populismo, la filosofía de los partidos socialistas, los instruyeron en construir una organización política bajo las bases del leninismo, de una cúpula de poder con autoridad vertical y absoluta, les dieron los secretos de cómo vivir de la política y del poder eternamente, en pocas palabras transmitieron los secretos antiguos de cómo hacer de un partido político una organización mafiosa para su propio provecho, así fueron como nacieron las mayoría de los partidos políticos de finales del siglo y principios del nuevo milenio.
Estas organizaciones políticas fueron creadas con el único fin de competir por el poder del estado, por hacerse de las instituciones, de la autoridad y de las riquezas del país, para en nombre del pueblo manejar a discreción la sociedad y usufructuar esos bienes públicos para su propio beneficio, dejando apenas una parte mínima de los recursos y del accionar del estado para el gobierno de la gente.
En pocas palabras, los partidos, la mayoría de ellos, están concebidos, como empresas extractivas de capital del estado venezolano con la excusa o la justificación de estar gobernando el país, teniendo como principal actividad el empoderamiento de las finanzas públicas para sostener sus organizaciones políticas, ganar las elecciones, sostener una gran clientela con favores, premios y recompensas, reservando un pequeño fondo (aunque los últimos partidos en aparecer en escena, ya ni eso) para la inversión en los llamados “programas sociales” que constituyen el grueso de la obra de gobierno que les permitirá todo lo demás.
Estas obras son en su mayor parte de interés social, es decir colectivistas, para el uso y disfrute de todos, y si queda algo, para el mantenimiento de lo que ya existe, aunque con el chavismo se ha enervado la tendencia acaparadora de recursos y maximización de ganancias, que han obviado esa parte y la han convertido también en un negocio.
Todo esto en detrimento de las libertades y garantías individuales, en un irrespeto supino por el derecho a la propiedad privada y en una narrativa llena de mentiras, de falsos positivos, de anuncios que nunca se cumplen, y cuando hace falta algo que el pueblo pudiera exigir, simplemente van y se lo expropian al empresario privado, o lo obligan a vender sus bienes y servicios a precios solidarios, con la presencia militar en los locales para proteger el orden público ante las largas colas de saqueadores y oportunistas.
El chavismo, por su naturaleza totalitaria, por su falta de “luces” y sentido común, por estar supeditado a un plan de explotación-país por parte de otra nación: Cuba, no tiene un plan propio de atención a los venezolanos, y es una de las razones por la que nunca se ha interesado en mantener lo que ellos encontraron cuando asumieron el poder, toda la infraestructura del país que hacía posible los diversos servicios como vías, agua, luz, puertos, aeropuertos, edificios y áreas públicas, parques nacionales, etc., jamás recibieron el mantenimiento necesario para que pudieran seguir funcionando o detener su deterioro.
También sucedió que ya no les importaba su imagen pública, como tenían el control policial y militar del país, como lo que reinaba era un sistema represivo en contra de la disidencia, perdieron el interés por la obra de gobierno, sus intenciones quedaron al descubierto, estaban allí para explotar a Venezuela y ellos hacerse ricos, sin importar las consecuencias, era el auténtico sentido de la política entendida por los venezolanos en toda su prístina desnudez.
De allí que la quiebra de la industria petrolera, el colapso de la infraestructura eléctrica, la desaparición de la agroindustria, la perdida de nuestro sistema monetario, la ruina del comercio y el desahucio de nuestra red de servicio, principalmente la salud y las comunicaciones sean las causas principales de la desintegración del orden y la gobernabilidad en el país.
Pero tengan en cuenta estimados lectores, que esto no pudo ser posible sin el consentimiento y la complicidad, durante veinte largos años de una complicidad interna de nuestra oposición política, durante todo este tiempo se desmontaron todas nuestras posibilidades de obtener un futuro y calidad de vida, nos robaron la viabilidad de ser una nación y nos dejaron un legado de organizaciones políticas que no sirven para nada.
Lo único que nos queda es la esperanza que con la salida definitiva del régimen de Maduro, los venezolanos nos demos cuenta que el tema político debemos recogerlo del piso y tomarlo ahora muy en serio, tenemos por delante una posible transición y reconstrucción del país, debemos hacer nuevas jugadas en una mesa limpia, hay que hacer una purga en nuestra oposición y apartar a aquellos elementos que tienen claramente la intención de continuar en este banquete de pordioseros para alimentar su propio interés, por causa de todas estas razones que he compartido con ustedes es que no hemos podido levantar cabeza, ni lo haremos al menos que caigamos en cuenta de nuestra realidad y corrijamos lo que viene creciendo torcido, llegó el momento de despedir y sacar de nuestra casa a quien se dice plomero y espera que nosotros le hagamos el trabajo, es el momento estelar de los ciudadanos, la base fundamental de todo estado. -   saulgodoy@gmail.com





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