Los
venezolanos nos hemos acostumbrado a un tipo de política de muy baja ralea,
chapucera y tramposa, principalmente debido al tipo de gente que la práctica,
todo nuestro sistema político, que es característico de los socialismos
populistas, está signado por una característica fundamental y a la vez fatal
para la sobrevivencia de nuestra sociedad, y es la irresponsabilidad.
Cuando
hablo de sistema político me refiero a toda la estructura y el entramado de
relaciones que surge de una larga tradición de gobiernos colonialistas, de
funcionarios puestos a dedo por una rey o autoridad única, con la pretensión de
gobernarnos como súbditos, no como electores y poder soberano, no como
ciudadanos sino como bienes semovientes que necesitan ser administrados.
Ya
nuestra historia nos enseña la larga tradición que tenemos los venezolanos con
las figuras administrativas de las autoridades designadas, donde se establece
una relación de tipo cuasi personal con el funcionario, unas veces rodeadas de
fastos y rituales, otras, de confianza y contactos populares pero todas con la
misma intención, mantener a nuestro pueblo contento, en santa paz y pagando sus
impuestos, mientras el gobierno se ocupa de explotar nuestros recursos, que en
una lejana época era el cacao, el tabaco y el ganado.
Si
las cosas iban bien, había alguien que se ocupaba de la policía, del alumbrado
público, del ornato de las ciudades y poblaciones, de las balanzas y pesos en
los mercados, de las aduanas y de controlar el sempiterno contrabando, que era
prácticamente una economía paralela que mantenía desde familias encumbradas
hasta los pulperos y comerciantes en las encrucijadas.
El
asunto es que la política que había surgido de aquella relación tenía sus
propias características muy distintas de la política continental y la de los
grandes centros de poder, sobre todo en el norte del país, donde existía otro
tipo de orden y donde la política había tomado otros cursos.
Para
hacer la historia corta, cuando le llegó la modernidad a Venezuela, la vistió
de frac, sombrero de copa, botines de charol y bastón, pero en el fondo seguía
existiendo ese nativo rebelde, autónomo, respondón y zalamero que le dejaba la
política a los militares y hacendados mientras pudieran reunirse en los cafés y
bodegas a criticar, hacer negocios y conspirar.
Los
partidos políticos eran simples clubs donde los miembros se reunían para
escuchar las últimas noticias y los discursos de sus líderes, quienes esperaban
su turno de hacerse con algo del gobierno en alianzas o en tumulto cuando los
gobernantes caían en desgracia, lo que no era muy difícil ya que los
empréstitos y entradas del tesoro nacional eran muy limitados para el hambre y
las ambiciones de ciertos señores que sabían escribir, hablar y convencer a las
turbas de macheteros que les había llegado el turno de gobernar.
Teníamos
una larga historia de bandos enfrentados, de guerras intestinas, alimentadas
por la epopeya de nuestros libertadores, por las figuras de nuestros dos
insignes guerreros, Bolívar y Páez, por esa idea difusa y útil para todo que
era la República, a la que había que defender de los tiranos, y cuando el
ejército se hizo uno con sus oficiales y jefes, con sus cuarteles y parques de
armas respondiéndole al gobierno, no fue muy difícil que algunos ambiciosos
militares descubrieran que el verdadero poder estaba al final del cañón de un
revolver.
Y
entre golpes y asonadas, entre discursos y manifestaciones tumultuarias
reclamando derechos y justicia, la idea de una democracia tímidamente fue
percollando entre los resquicios del
caudillismo y los hombres necesarios, las comunicaciones con el mundo nos
fueron dando noticias de que había otras formas de organizarnos que no era
necesariamente las del hombre fuerte, la de un funcionario eterno en el cargo,
la de los candidatos de industriales y banqueros, aparecieron los comunistas.
Y con
los comunistas, con esa utopía del pueblo trabajador y humilde organizado para
la toma del poder, las masas analfabetas y desposeídas del país tuvieron un sueño
que iba más allá de sorprender a los Amos del Valle y cortarles la cabeza en
una madrugada y violarle las mujeres, ya habían sindicatos y gremios, y algunos de sus líderes estaban detrás de
los micrófonos en las plazas organizándolos y dándoles línea para la acciones
de calle, y hablándoles de una revolución, de un gobierno popular, de justicia
social, de que ellos eran los engranajes necesarios de la nueva política.
Pero
el comunismo, luego de varios intentos fallidos de hacerse con el poder, decidieron
acogerse a los términos de la democracia en el que cada persona contaba un voto
y que si se sumaban todos esos votos podían llevar a uno de ellos a la
presidencia de la República, lo más halagador y hermoso del mensaje era que
ellos, los pobres, eran mayoría, y que unidos podrían cambiar al país.
Inmediatamente
las nuevas camadas de políticos educados en el marxismo leninista, procedieron
a la fundación de una retahíla de partidos socialistas, que era una versión más
potable y menos agresiva del comunismo que predicaba una revolución, el
socialismo podía competir en democracia y de hecho empezaron a participar, pero
manteniendo las mismas ideas populistas del comunismo.
Fue
así como en nuestro país se cultivó la idea de un estado fuerte, de un estado
dueño de las principales fuentes de riqueza, de los grandes medios de
producción y servicio, se insertó en la mente de los venezolanos la idea del
estado empresario, del garante del éxito financiero para las pocas empresas
privadas que existían y que casi obligatoriamente, crecían a la sombra del
estado.
Y
como los socialistas no son tontos, estos partidos hicieron una ingeniería para
que el estado fuera un gran benefactor, el distribuidor de la riqueza nacional
por medio de programas sociales, de instituciones de beneficencia, de servicios
gratuitos para la población, de regalos para los pobres, de una economía
popular para compensar sus carencias, cultivando de esta manera a una enorme
clase parasitaria y dependiente del estado, que al final se convierten en
clientes de los partidos políticos y a cambio de su voto, les prometen lo que
no pueden cumplir..
De
esta manera la principal característica del estado venezolano, que era el
clientelismo político del estado hacia la población, fue institucionalizada,
asegurando en nuestra constitución y consolidado en una serie de leyes
orgánicas, que esta forma de organización política fuera inscrita en nuestra
cultura con la idea de nunca desparecer, lo que aseguraba en el tiempo, que el
poder político estuviera siempre en manos de unos partidos políticos
socialistas, que cortejaban a la pobreza y la ignorancia del pueblo.
El
socialismo había logrado en nuestro país lo que nuestra tradición política
dictaba, que unos vivos, unos políticos demagogos y sin escrúpulos, por medio
de sus organizaciones políticas que no eran sino mafias para hacer minería de
la estupidez colectiva, explotando al pueblo, aprovechándose de los recursos
naturales del estado, del tesoro de la nación y de las prerrogativas de la
élite del funcionariado, se enriquecieran
de manera grosera, por medio de la corrupción, ejerciendo el poder en nombre del pueblo.
La
corrupción fue minando los tejidos sanos del idealismo socialista hasta
gangrenar todo el conjunto de la política venezolana, administrar el estado
venezolano se convirtió en el gran botín de los piratas y los que acudían a las
justas electorales eran precisamente los más dañados y moralmente vacíos, el
comunismo internacional no perdió la oportunidad de tratar de medrar de aquella
oportunidad y fue como utilizaron a los militares, quienes lamentablemente
fueron educados en la traición, aislados de la población que juraban defender.
Por
supuesto, el aparato político venezolano tenía sus defensores y apologistas,
escuelas e intelectuales que trataban de presentar la mejor cara de nuestra
manera de hacer política, hay toda una corriente de opinión que aún trata de
vendernos unas décadas de “verdadera democracia”, de líderes que no se robaron
ni un bolívar mientras estuvieron en sus cargos públicos, pero coadyuvaron en
avanzar con un proyecto político que era una horrible mutación que llevaba
inevitablemente al totalitarismo.
El
problema principal de la democracia venezolana fue haberse atado de la manera
como lo hizo con los postulados socialistas, entre ellos la lucha de clases, el
desprecio a la propiedad privada y la perturbadora tendencia de hacer del
estado un aparato de dominación y control social, que es lo que siguen
pretendiendo quienes hoy acompañan a Guaidó
Y a
pesar que los venezolanos tuvimos la oportunidad de viajar, de estudiar, de
enterarnos como otros pueblos y sociedades operaban, de conocer otras
democracias funcionales y productivas , donde el juego político tenía otras
reglas y principios, nuestro aparato político siguió intacto, impermeable a los
cambios, negado a evolucionar.
El
estado se esforzaba por conservar a un gran número de venezolanos en la pobreza
y la ignorancia porque de eso se alimentaba el sistema, necesitaba parásitos,
no seres autónomos, necesitaba que la masa
fuera dependiente del estado, no conformada por ciudadanos libres, deliberantes
y participando en las decisiones que afectaban su entorno y vidas, los cambios
que se hicieron fueron cosméticos para aparentar una evolución, los nuevos
partidos que se creaban eran clones de sus antecesores, pretenden seguir
trabajando dentro del mismo sistema.
Como
Uroboros, la culebra que se muerde la cola y representa el eterno retorno en
algunas mitologías, los militares volvieron al poder montados en un partido
político socialista, pero esta vez dirigidos y controlados desde Cuba y en
nombre de unos proyectos de un nuevo orden mundial que nos vimos obligados a
financiar, y finalmente nos llevó a la ruina.
Y
ahora estamos viviendo en una paradoja, para resolver la crisis que ocasionó el
comunismo chavista, estamos en manos, de nuevo de los socialistas, encabezado
por un fenómeno mediático llamado Juan Guaidó, figura sobre la cual muchos
venezolanos han apostado todos sus esperanzas, pero que es producto del sistema
político de partidos socialistas quienes no han perdido la esperanza de
continuar con el modelo por ellos creado, y que están tan hambrientos de
regresar al poder que no descartan negociar con Maduro unas elecciones.
Nuestra
Asamblea Nacional legítima sigue siendo el semillero de nuestros representantes
socialistas, no votamos por ellos, se valieron de trucos y fórmulas de tarjetas
únicas, de una unidad electoral que les permitió colarse entre los huecos del
sistema y ahora juegan a sus propias reglas para permanecer en los “espacios” que nos han robado a los
electores, y que a duras penas han logrado conservar tras la hecatombe chavista,
pero no los utilizan para nuestro beneficio ni para el bien general, están
negociando con el chavismo formulas de convivencia, de elecciones, de perdones
que nadie quiere.
Me
basta ver la ciudad de Maracaibo, el grado de destrucción y desorden que le ha
tocado vivir a esa hermosa ciudad para convencerme, que ese es el futuro de
todo el país si los socialistas continúan haciéndose cargo del estado, yo solo
espero en medio de mi indignación, que los venezolanos nos hayamos dado cuenta
de con quién contamos… pero ya que hay un trabajo adelantado por la comunidad
internacional con el Sr. Guaidó como símbolo de nuestra lucha por la libertad,
veamos hasta donde nos lleva ese cabo que nos han tirado.
Alguien
cercano a su equipo me contaba que Guaidó tiene un entorno altamente tóxico,
lleno de geniecillos y de políticos de mucho burdel cuyo pasatiempo es
conspirar en su contra, el Sr.Guaidó a veces se deprime viendo el enredo en que
está metido, las innumerables trampas que le ponen, las maniobras harteras para
apartarlo del poder, los negociados que se están haciendo y pareciera querer
tirar la toalla.
Pero
si el hombre fuera sincero, si de verdad quisiera hacer un buen trabajo en ese
rol que la historia le ha ofrecido, si tuviera la entereza moral que pareciera
tener, su preocupación por el futuro de su patria, debería desnudar su alma en
una de esas grandes concentraciones de
seguidores, ante los medios de comunicación del mundo y denunciar los manejos
que se hacen a su alrededor y en su nombre, desligarse de esas mafias y
convertirse realmente en el dueño de su destino y en el líder que pudiera ser,
y que mucha gente ve en él.
Estoy
hablando de un acto de liberación que lo convierta en un líder autónomo, porque
todo pacto que se haya realizado bajo coacción y amenaza no es válido, si en
algún momento negoció la participación con esos partidos socialistas y
corruptos que ahora lo acompañan, las condiciones de ese compromiso cambiaron
radicalmente, porque ahora es el país entero el que le reclama liderazgo, los
objetivos de aquella negociación se desbordaron de tal manera, que ya la
realidad es otra y si es un hombre íntegro e inteligente, utilizará su poder
para deslastrase de quienes quieren hundirlo y lo están utilizando.
Estamos
en tiempos de cambios radicales, no de medias tintas, tiene Sr. Presidente, un
vínculo con el pueblo que es mucho más importante que todos esos manejos que se
tejen a su alrededor, dé un salto de talanquera, pásese al bando de quienes
luchamos por la libertad y por una Venezuela libre de socialistas corruptos y
colaboracionistas, le estamos esperando y el tiempo de agota. -
saulgodoy@gmail.com
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