miércoles, 10 de abril de 2019

La libertad y como perderla



Una persona libre- decía Baruch Espinoza- es aquella que lleva sobre si la fortuna y las desgracias que le depara la vida con ecuanimidad, y hace sólo aquellas cosas que son importantes en su existencia, se toma en serio a los demás tratando de que estén bien, y ayudándolos a encontrar alivio a sus malestares ocasionados por las pasiones, esto, por medio del conocimiento.
Para el profesor Steven Nadler, profesor de filosofía y experto en estudios judíos de la Universidad de Wisconsin-Madison, luego de hacer un cuidadoso estudio de la Ética y El Tratado Teológico-Político de Espinoza (2002), concluye diciendo:

Una persona libre no espera la vida eterna, y tampoco le teme al castigo eterno. El sabe que el alma no es inmortal en un sentido personal, pero sí comparten de una cierta eternidad. Mientras la mente exista dentro de ideas verdaderas y adecuadas (que son eternas), estas permanecerán como atributos del pensamiento de Dios aún después de la muerte del cuerpo y la desaparición de esa parte de la mente que corresponde a la duración de nuestro cuerpo. Este entendimiento del lugar que se ocupa en el orden natural de las cosas, le proporciona al hombre libre una verdadera paz espiritual.

Sólo viviendo bajo el dominio de la razón los hombres harán aquello que es conveniente para sus propósitos y podrán ponerse de acuerdo, el verdadero hombre (o mujer) libre siempre es útil, será tolerante con las opiniones y los errores de los otros, sin embargo, los hombres no viven por lo general bajo el imperio de la razón y es por ello que en un estado soberano, es necesario que sea por la coacción, por la amenaza del uso de la fuerza y no por la razón, que los individuos sean protegidos de poder alcanzar sus metas sin que los otros traten de restringirlo, vivir bajo el orden de un estado significa renunciar a ciertos derechos naturales como serían, y aquí los menciona Espinoza como ejemplo, “el derecho que todos tenemos de vengarnos del mal causado y de juzgar lo que es bueno y maligno”
Pero ningún estado puede llamarse soberano si su propósito es coartar la libertad de los hombres o suprimir el imperio de la  razón, ni si proviene de hombres y mujeres esclavos de sus pasiones, las tres características que distinguen al gobierno revolucionario chavista y que explican porque terminaron en un estado fallido.
De hecho, según Espinoza: ”El verdadero propósito del estado es la preservación de la libertad” siguiendo el pensamiento del romano Tácito, quien decía, que el mejor estado es aquel que permite a sus ciudadanos pensar como quieran y decir lo que piensan.
El profesor Matthew J. Kisner en su libro Spinoza on Human Freedom, nos recuerda que para nuestro admirado filósofo, el estado de máximo bienestar para el ser humano consiste en alcanzar la tranquilidad y estar contento, que no dependan de cosas externas, por lo tanto, inmune a los avatares de la fortuna, pero para alcanzar este estado las personas deben sobreponerse a sus pasiones, que para Espinoza, son el obstáculo fundamental que hay que vencer para lograrlo.
La receta que nos da Espinoza en su Ética, es que únicamente por medio del conocimiento sobre la verdadera naturaleza de las cosas, es que podemos corregir los errores y confusiones que están en la raíz de nuestras pasiones y que fortalecen nuestra racionalidad.
La causa de nuestra infelicidad consiste en tener ideas inadecuadas de las cosas del mundo y para corregirlas debemos actuar sobre nuestras emociones, tratando que sea la razón la que prive en nuestro pensamiento y no la pasión, y mientras seamos infelices no podemos ser libres.
Llegados a este punto, Espinoza nos explica que la libertad se basa en actuar de acuerdo a nuestro propio poder, el lo denomina con la palabra conatus, y en la Ética nos encontramos con un manual para aumentar ese poder por medio del conocimiento, con una recomposición de nuestro proceso mental y un nuevo orden en nuestros afectos, de modo de ser mucho más activos en nuestros contactos con la gente, haciendo más amigos, preocupándonos por el prójimo, con una mayor participación en los asuntos públicos y en los asuntos del estado.
Es importante destacar que para Espinoza de nada sirve lograr nuestro contento y libertad si los demás están infelices y no son libres, la tarea fundamental de los que más saben debería ser la de enseñarles a los demás tener ese conocimiento que los hará libres, compartir conocimiento y disfrutarlo en compañía es importante para el ser humano, los hombres y las mujeres libres son mucho más felices en una comunidad de personas libres.
Nos dice el profesor Kisner:

Una vida en libertad no puede aislarse de las necesidades mundanas de carácter práctico, Espinoza reconoce que el ejercicio de nuestra racionalidad depende de las condiciones materiales, incluyendo las condiciones políticas como la de un estado que promueva el libre intercambio de las ideas. De esta manera, una vida en libertad se debe entender como la vida misma de Espinoza, profundamente comprometida en su mundo, apuntando hacia la transformación del tejido político y social de la sociedad en aquella temprana modernidad.

Una cosa es el individuo en su entorno y otros el de la sociedad y su forma de gobierno, el individuo es responsable de sus propias decisiones e ideas del mundo y su libertad es positiva al liberarse de el abrazo de las pasiones, en el caso del estado, que tiene que gobernar sobre una masa de personas y una variada cantidad de intereses y necesidades, está obligado a utilizar la coacción normativa para regular ciertos comportamientos, en este caso el concepto de libertad es negativo en el sentido, que se debe conseguir las condiciones políticas menos restrictivas posible, de allí la diferencia que hacen varios autores y estudiosos de la obra de Espinoza entre estas dos tipos distintos de libertad, la ética y la política
La libertad espinoziana es nuestra autonomía hoy en día, la misma que nos habla de una responsabilidad moral sobre nuestras actuaciones (de acuerdo a Kant), aunque para Espinoza la libertad estaba más asociada a la virtud que a la responsabilidad, una virtud que nada tiene que ver con la religión o la teología, sino con el aumento de nuestro poder de actuar racionalmente, siguiendo las leyes naturales, eso es lo que nos hace autónomos, la autonomía es una meta ética no es una propiedad intrínseca de un agente moral.
Es por esto que Espinoza vuelve una y otra vez sobre la idea de que el estado debe propiciar y promover la libertad, la autonomía de las personas, cultivando la racionalidad en las personas, nunca excitando sus pasiones y confundiendo su imaginación; permitiendo que las personas se interrelacionen, cooperen, se organicen, compartan; con estas oportunidades de asociaciones, de juego de roles, se aumentan las oportunidades de que conozcamos en la práctica como manejamos nuestra autonomía, tomando en cuenta que en estas relaciones sociales nace nuestra identidad y la posibilidad de desarrollar virtudes que nos permitan valorar lo que es bueno, las ideas adecuadas y como dominar nuestras pasiones.
Quiero terminar con una cita del maestro, de su obra, Ética, nos deja el siguiente pensamiento:

El ignorante además de ser agitado de muchas maneras por las causas exteriores, no posee nunca el verdadero contento interior, está en una inconsciencia casi completa de sí mismo, de Dios y de las cosas y, tan pronto como cesa de padecer, cesa también de ser. Por el contrario, el sabio, considerado en esta cualidad, no conoce la turbación interior, sino que teniendo, por cierta necesidad eterna, consciencia de sí mismo, de Dios y de las cosas, no cesa jamás de ser y posee el verdadero contento, Si el camino que he demostrado conduce aquí, parece extremadamente arduo, no por eso debemos dejar de entrar en él. Ciertamente tiene que ser arduo lo que se encuentra con tan poca frecuencia. ¿Sería posible, si la salvación estuviese en nuestra mano y se pudiera conseguir sin gran esfuerzo, que fuese desdeñada por casi todos? Pero todo lo que es hermoso es tan difícil como raro.   - 














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