Una
persona libre- decía Baruch Espinoza- es aquella que lleva sobre si la fortuna
y las desgracias que le depara la vida con ecuanimidad, y hace sólo aquellas
cosas que son importantes en su existencia, se toma en serio a los demás
tratando de que estén bien, y ayudándolos a encontrar alivio a sus malestares
ocasionados por las pasiones, esto, por medio del conocimiento.
Para
el profesor Steven Nadler, profesor de filosofía y experto en estudios judíos
de la Universidad de Wisconsin-Madison, luego de hacer un cuidadoso estudio de
la Ética y El Tratado Teológico-Político de Espinoza (2002), concluye
diciendo:
Una persona libre no espera la vida
eterna, y tampoco le teme al castigo eterno. El sabe que el alma no es inmortal
en un sentido personal, pero sí comparten de una cierta eternidad. Mientras la
mente exista dentro de ideas verdaderas y adecuadas (que son eternas), estas
permanecerán como atributos del pensamiento de Dios aún después de la muerte
del cuerpo y la desaparición de esa parte de la mente que corresponde a la
duración de nuestro cuerpo. Este entendimiento del lugar que se ocupa en el
orden natural de las cosas, le proporciona al hombre libre una verdadera paz
espiritual.
Sólo viviendo bajo el dominio de la razón los
hombres harán aquello que es conveniente para sus propósitos y podrán ponerse
de acuerdo, el verdadero hombre (o mujer) libre siempre es útil, será tolerante
con las opiniones y los errores de los otros, sin embargo, los hombres no viven
por lo general bajo el imperio de la razón y es por ello que en un estado
soberano, es necesario que sea por la coacción, por la amenaza del uso de la
fuerza y no por la razón, que los individuos sean protegidos de poder alcanzar
sus metas sin que los otros traten de restringirlo, vivir bajo el orden de un
estado significa renunciar a ciertos derechos naturales como serían, y aquí los
menciona Espinoza como ejemplo, “el
derecho que todos tenemos de vengarnos del mal causado y de juzgar lo que es
bueno y maligno”
Pero ningún estado puede llamarse soberano si su
propósito es coartar la libertad de los hombres o suprimir el imperio de la razón, ni si proviene de hombres y mujeres
esclavos de sus pasiones, las tres características que distinguen al gobierno
revolucionario chavista y que explican porque terminaron en un estado fallido.
De hecho, según Espinoza: ”El verdadero propósito del estado es la preservación de la libertad”
siguiendo el pensamiento del romano Tácito, quien decía, que el mejor estado es
aquel que permite a sus ciudadanos pensar como quieran y decir lo que piensan.
El
profesor Matthew J. Kisner en su libro Spinoza
on Human Freedom, nos recuerda que para nuestro admirado filósofo, el estado
de máximo bienestar para el ser humano consiste en alcanzar la tranquilidad y
estar contento, que no dependan de cosas externas, por lo tanto, inmune a los
avatares de la fortuna, pero para alcanzar este estado las personas deben
sobreponerse a sus pasiones, que para Espinoza, son el obstáculo fundamental
que hay que vencer para lograrlo.
La
receta que nos da Espinoza en su Ética,
es que únicamente por medio del conocimiento sobre la verdadera naturaleza de
las cosas, es que podemos corregir los errores y confusiones que están en la
raíz de nuestras pasiones y que fortalecen nuestra racionalidad.
La
causa de nuestra infelicidad consiste en tener ideas inadecuadas de las cosas
del mundo y para corregirlas debemos actuar sobre nuestras emociones, tratando
que sea la razón la que prive en nuestro pensamiento y no la pasión, y mientras
seamos infelices no podemos ser libres.
Llegados
a este punto, Espinoza nos explica que la libertad se basa en actuar de acuerdo
a nuestro propio poder, el lo denomina con la palabra conatus, y en la Ética
nos encontramos con un manual para aumentar ese poder por medio del
conocimiento, con una recomposición de nuestro proceso mental y un nuevo orden
en nuestros afectos, de modo de ser mucho más activos en nuestros contactos con
la gente, haciendo más amigos, preocupándonos por el prójimo, con una mayor
participación en los asuntos públicos y en los asuntos del estado.
Es
importante destacar que para Espinoza de nada sirve lograr nuestro contento y
libertad si los demás están infelices y no son libres, la tarea fundamental de
los que más saben debería ser la de enseñarles a los demás tener ese
conocimiento que los hará libres, compartir conocimiento y disfrutarlo en
compañía es importante para el ser humano, los hombres y las mujeres libres son
mucho más felices en una comunidad de personas libres.
Nos
dice el profesor Kisner:
Una vida en libertad no puede aislarse
de las necesidades mundanas de carácter práctico, Espinoza reconoce que el
ejercicio de nuestra racionalidad depende de las condiciones materiales,
incluyendo las condiciones políticas como la de un estado que promueva el libre
intercambio de las ideas. De esta manera, una vida en libertad se debe entender
como la vida misma de Espinoza, profundamente comprometida en su mundo,
apuntando hacia la transformación del tejido político y social de la sociedad
en aquella temprana modernidad.
Una cosa es el individuo en su entorno y otros el de
la sociedad y su forma de gobierno, el individuo es responsable de sus propias
decisiones e ideas del mundo y su libertad es positiva al liberarse de el
abrazo de las pasiones, en el caso del estado, que tiene que gobernar sobre una
masa de personas y una variada cantidad de intereses y necesidades, está
obligado a utilizar la coacción normativa para regular ciertos comportamientos,
en este caso el concepto de libertad es negativo en el sentido, que se debe
conseguir las condiciones políticas menos restrictivas posible, de allí la
diferencia que hacen varios autores y estudiosos de la obra de Espinoza entre
estas dos tipos distintos de libertad, la ética y la política
La libertad espinoziana es nuestra autonomía hoy en
día, la misma que nos habla de una responsabilidad moral sobre nuestras
actuaciones (de acuerdo a Kant), aunque para Espinoza la libertad estaba más
asociada a la virtud que a la responsabilidad, una virtud que nada tiene que
ver con la religión o la teología, sino con el aumento de nuestro poder de
actuar racionalmente, siguiendo las leyes naturales, eso es lo que nos hace
autónomos, la autonomía es una meta ética no es una propiedad intrínseca de un
agente moral.
Es por esto que Espinoza vuelve una y otra vez sobre
la idea de que el estado debe propiciar y promover la libertad, la autonomía de
las personas, cultivando la racionalidad en las personas, nunca excitando sus
pasiones y confundiendo su imaginación; permitiendo que las personas se
interrelacionen, cooperen, se organicen, compartan; con estas oportunidades de
asociaciones, de juego de roles, se aumentan las oportunidades de que
conozcamos en la práctica como manejamos nuestra autonomía, tomando en cuenta
que en estas relaciones sociales nace nuestra identidad y la posibilidad de
desarrollar virtudes que nos permitan valorar lo que es bueno, las ideas
adecuadas y como dominar nuestras pasiones.
Quiero terminar con una cita del maestro, de su obra,
Ética, nos deja el siguiente
pensamiento:
El ignorante además de ser agitado de
muchas maneras por las causas exteriores, no posee nunca el verdadero contento
interior, está en una inconsciencia casi completa de sí mismo, de Dios y de las
cosas y, tan pronto como cesa de padecer, cesa también de ser. Por el
contrario, el sabio, considerado en esta cualidad, no conoce la turbación
interior, sino que teniendo, por cierta necesidad eterna, consciencia de sí
mismo, de Dios y de las cosas, no cesa jamás de ser y posee el verdadero
contento, Si el camino que he demostrado conduce aquí, parece extremadamente
arduo, no por eso debemos dejar de entrar en él. Ciertamente tiene que ser
arduo lo que se encuentra con tan poca frecuencia. ¿Sería posible, si la
salvación estuviese en nuestra mano y se pudiera conseguir sin gran esfuerzo,
que fuese desdeñada por casi todos? Pero todo lo que es hermoso es tan difícil
como raro. -
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