domingo, 7 de abril de 2019

Las operaciones psicológicas del socialismo



Mi biblioteca está llena de libros escritos por socialistas (comunistas) que critican de manera abierta y profunda aspectos de propaganda, persuasión, educación, ideologización y entretenimiento del capitalismo, por medio de sus medios de comunicación, industria del espectáculo, textos académicos, de formación de jóvenes, publicidad, noticias, etc. Estos textos fueron muy populares en las últimas tres décadas del siglo pasado en Venezuela, al punto que varios de ellos eran lecturas obligadas en las escuelas de periodismo, sociología, historia, literatura, política… en universidades que estaban a la orden de esta repugnante ideología de izquierda y al servicio de Cuba.
Había críticas a publicaciones como el Reader’s Digest, al Wall Street Journal, a la televisión norteamericana, a las producciones de Walt Disney y otros estudios de Hollywood, a los libros gráficos de Tintin de Hergé… no se salvaron ni los cuentos infantiles de Perreault o los hermanos Grimm, todo con la intención aviesa de señalar los prejuicios de clases, la ideología de la dominación capitalista, las técnicas de manipulación mental para producir disociaciones, conformismo, consumismo y esa terrible condición marxista llamada alienación.
Entre ellos hojeo los dos libros del chileno Ariel Dorfman, Supermán y sus amigos del alma y Para leer al Pato Donald, clásicos de esas investigaciones sobre la ideología burguesa y sus códigos secretos para modificar las conductas de los lectores de estas historietas, no tan inocentes, en los países subdesarrollados.
Todos esos autores, incluyendo algunas luminarias venezolanas, se dieron banquete deconstruyendo discursos, haciendo metacrítica desde la teoría del conocimiento o de la dialéctica negativa de la Escuela de Frankfurt, aplicando las últimas tesis semióticas de Chomsky, de la psiquiatría terapéutica lacaniana, de la arqueología de los textos desarrollada por  Foucault… todo para descubrirnos que estábamos siendo vilmente conducidos a un corralito ideológico, en donde éramos alimentados, explotados y enloquecidos por el estilo de vida y el engaño de los banqueros e industriales del Imperio.
Pero, gracias al chavismo y durante estos veinte años de ese descarnado Socialismo del Siglo XXI, nos hemos dado cuenta de que todas esas recetas y fórmulas para revolverle la mente a los pueblos, no eran herramientas de la dominación imperialista, sino creaciones de las más retorcidas mentes del comunismo internacional, para avanzar en su plan de captación de esclavos mentales; en un acto de “transferencia”, esos autores las hacían pasar como recursos capitalistas, cuando en realidad querían ocultar que ellos, los gobiernos totalitarios marxistas, las utilizaban a diario en los lugares donde llegaban al poder, y son de uso común entre los socialistas del mundo, de manera que lo que ellos critican del capitalismo es moneda de curso diario en sus gobiernos, porque explotan al pueblo y, para hacerlo, lo manipulan de mil y una maneras, unas más violentas que las otras, pero siempre buscando el control de la mente de sus víctimas.
Donde exista el socialismo hay engaño, mentira, y la instigación al odio de clases. Sólo que en Venezuela, se permitieron utilizarnos como conejillos de indias para experimentos mucho más avanzados, de última generación, que van desde la tortura en las cárceles, utilizando métodos infames para obligar a una persona a admitir crímenes que nunca cometió, o métodos mucho más colectivos, como administrarle a sus propios seguidores alimentos básicos de la dieta diaria, como una recompensa a su lealtad con el partido, o resolverle la vida a una familia con el obsequio de un apartamento, a cambio de acusar a un inocente de conspirar contra el gobierno, o condicionando el acceso a medicinas y servicios médicos… con el chavismo, los cubanos, los rusos y los chinos han estado ensayando con nuevas técnicas de manipulación psicológica para el control social, en esta ocasión, sumando al arsenal técnicas de guerra psicológica y operaciones negras que son iniciativas  bélicas.
Concurro con el coronel español Fernando Frade Merino en separar las operaciones psicológicas, que se practican en tiempo de paz, como serían las técnicas que devienen de la publicidad y mercadeo, la de construcción de imagen (sobre todo de políticos), la manipulación de la información y la censura en los medios (cosa usual, aún en democracias), los programas de educación para las escuelas buscando el ideal de venezolano que imaginaban los partidos que ganan el poder, la indoctrinación religiosa, que tienen como objetivo a los posibles feligreses… son todas técnicas “permitidas” en una sociedad medianamente libre para facilitar que las instituciones logren sus objetivos.
Pero en la guerra psicológica la cosa cambia; se trata de acciones agresivas y sin consideraciones a derechos humanos, que buscan desmoralizar al enemigo, debilitarlo en su voluntad y creencias, inducirlo al miedo y la confusión, para restarle efectividad en el combate y derrotarlo, aún antes del enfrentamiento con las armas; el objetivo de la guerra psicológica incluye al país entero en un conflicto, cuyo fin es mal disponerlo contra sus líderes naturales, que resientan las decisiones políticas; involucra técnicas mucho más profundas de alteración del comportamiento de las masas por medio de cambios en sus necesidades de vida; en Venezuela se están aplicando todas estas técnicas casi desde los tiempos en que el presidente Chávez asumió el poder.

Venezuela un laboratorio de técnicas de dominio de masas.

Yo asumo que en Venezuela hay una guerra de exterminio impulsada desde el gobierno chavista-madurista contra la población que se opone al régimen; ésta es una guerra que lleva adelante la tiranía castrista de Cuba contra mi país, lo que sucede es que hemos tenido una oposición política democrática que no ha reconocido el conflicto a pesar de la evidencia (que hay fuerzas militares extranjeras en el país, que está acopiando material militar para ser usado contra países vecinos, que se está aplicando la justicia militar, que hay un gobierno militarista atacando a la población civil desarmada…), y esto lo hace principalmente por cobardía, oportunismo y colaboracionismo, pues ya no se trata un conflicto de baja intensidad, de algo que pudiera negarse o confundirlo con otra cosa; ahora, en medio de una destrucción generalizada, con violencia dirigida a grupos políticos y étnicos nacionales para someterlos o destruirlos, con cientos de muertos al día, la mayoría de ellos enterrados en estadísticas de decesos por enfermedades o accidentes, pero víctimas reales de las acciones u omisiones del gobierno asesino de Maduro, muertes direccionadas, preparadas y aplicadas por sus bandas criminales, todavía les resulta muy difícil aceptar que estamos en guerra.
En los foros internacionales la situación es mucho más notoria, porque existe el contraste, allí no hay hegemonía comunicacional y las visiones realistas, acogidas a los índices internacionales de salud, pobreza y desarrollo, detectan de inmediato anomalías graves en el desempeño del país, las denuncias en las instituciones encargadas de velar por los Derechos Humanos, las demandas que se tramitan en cortes de justicia internacionales, las noticias sobre las violaciones, casi diarias, que se perpetran contra los ciudadanos, contra periodistas, la deplorable situación de los presos políticos, negada sistemáticamente en la propaganda y las posiciones del socialismo internacional, tratando de hacer ver al gobierno usurpador de Maduro como víctima, esforzándose de alentar la tesis de una guerra económica, que poco a poco se está convirtiendo en uno de los más grandes fraudes económicos de la historia, aún contra los mismos países que hoy defienden a los socialistas venezolanos.
Y uno se pregunta ¿Qué quieren algunos países con su actitud permisiva y tolerante con el régimen de Maduro? ¿Que Cuba tenga derechos de someter a países en el subcontinente sin ninguna oposición? ¿Qué permitan organizar y dirigir movimientos subversivos fuera de sus fronteras para la toma del poder por vía de las armas? ¿Que Maduro pueda comerciar con las drogas libremente sin que nadie le diga nada? ¿Qué pueda financiar candidatos presidenciales en países vecinos? Porque pareciera que hay intereses en ciertos organismos internacionales que abogan por la anarquía total, siempre y cuando sea el socialismo el que la promueva.
Pero siguen negando esta guerra, no quieren reconocerla, enterrando la cabeza bajo la tierra, no desean verla, ni llamarla por su verdadero nombre, les da terror, pues saben que no están preparados para afrontarla y el enemigo, por medio de la guerra psicológica, les sigue proporcionando los argumentos para sostener esta posición de locos, de no reconocer la realidad, de esta manera tienen a los venezolanos “bailando en un tusero”, al son de la música que el régimen de Maduro toca, porque todavía pretenden considerarlo un asunto político, cuando la verdad es que estamos en medio de un conflicto armado de grandes dimensiones, donde tenemos elementos militares rusos, grupos terroristas, guerrillas, milicias, y donde la psicológica de guerra ha sido la punta de lanza del régimen para destruir nuestra capacidad de resistencia.
Me explico, el gobierno de Maduro tiene toda la intención de controlar la mente de los venezolanos; de hecho, ésta era una práctica común entre los gobiernos socialistas de los años de gobiernos democráticos, los partidos Acción Democrática y Copey desarrollaron toda una labor en el control social sobre la población, utilizando técnicas de operaciones psicológicas, tratando de modelar a la sociedad en sus visiones y valores.
El socialismo, bien sea en su versión democrática o totalitaria, tiene como fin último alterar de manera definitiva la naturaleza humana, tratando de extirpar el egoísmo y el amor propio de nuestro comportamiento, para sustituirlo por conductas artificiosas de solidaridad y colectivismo; para ello, escoge fórmulas educativas y de formación del recurso humano, reiterando hasta el cansancio, junto con la iglesia católica, que actúa como auxiliar en esta labor de conversión antinatural, valores de altruismo a la comunidad, obediencia al estado, pacifismo a ultranza, perdón inagotable, a pesar de las ofensas y humillaciones, búsqueda de la paz y la concordia, aún sacrificando nuestra dignidad…
Nuestros líderes políticos, incluyendo al Sr. Guaidó, quieren que  nos sometamos inermemente a una castración mental, haciendo de nosotros un rebaño de pacifistas y conformistas, perfectos para las intenciones políticas del socialismo, impidiendo nuestra natural insumisión… no nos quieren ver convertidos en fuerzas de choque, en partisanos, ni en ejército de resistencia, cosa que ya hace tiempo deberíamos haber hecho, y sólo predican la santa paz… lo que están logrando, con su eslogan de “Vamos bien”, es convertir nuestro país en un cementerio.

Por preservar la libertad bien vale una guerra.

Cuando llegó el chavismo, ya nos habían despojado de nuestra ciudadanía, en el sentido de que ya no sabíamos cómo defender nuestros derechos políticos; para ese momento, los partidos nos habían confiscado la representación, que ejercían sólo para adelantar sus propios intereses; lo único que conservábamos era el voto, que era manipulado en esas gigantescas ferias electorales, en que los candidatos se presentaban como si se tratara de estrellas musicales, en medio de espectáculos de masas y publicidad, que ahogaban cualquier posibilidad de análisis de programas e ideología.
Los autores norteamericanos Alan W. Scheflin y Edward M. Opton en su libro Los Manipuladores de la Mente (1978) nos dicen:

Quizás la mejor manera de preservar nuestra libertad es aprender a apreciarla. Cada individuo debe examinar su propia vida y evaluar en qué medida estamos o no en control de ella y no bajo el control de alguien más. La vida sin examen no vale la pena vivirla, dice un relieve en el templo de Delphi, escrito hace más de dos mil años. Podríamos añadir como corolario: mientras más examines tu vida, más puedes encontrar que vale la pena vivirla. Valorando nuestra individualidad, esa indescriptible diferencia que nos hace únicos, es que aprendemos a resistir a aquellos que quieren devaluarnos. Libertad y dignidad son cualidades especiales sin las cuales dejamos de ser humanos. Si imaginamos que sólo somos objetos en el universo mecanicista, somos sólo eso... Debemos estar atentos de aquellos que nos prometen seguridad a costa de nuestra libertad. Debemos reconocer que una parte del precio que pagamos por la libertad puede ser la inseguridad, el precio de una seguridad completa siempre ha sido la inhumanidad.

Ciegos, mudos y con las manos atadas a la espalda, así nos encontró el chavismo, unos corderitos educados a la obediencia institucional y así nos ofrecieron como víctimas propiciatorias al gran hermano Fidel Castro, quien no dudó en sacar su cuchillo de carnicero y empezó la degollina con la Patria Grande y el Nuevo Hombre en la boca.
Lo primero que hicieron fue trabajar con los presos llamados “políticos”, encerrados en cárceles no aptas para seres humanos y bajo tutela militar, allí empezaron a practicar métodos de interrogación para obligarlos a declarar bajo presión y por medio de la tortura (el dolor es una especialidad del castrismo, adiestrado por los rusos, que puede llegar a extremos exquisitos para un sádico); pero es en la tortura mental donde destaca, amenazando al prisionero con hacerle mal a su familia, aislándolo, dándole noticias falsas, dejando que sus enfermedades prosperen, para debilitarlos, sometiéndolos al hambre y a la sed, utilizando drogas de todo tipo, practicando el aislamiento sensorial, o interrumpiendo sus ciclos circadianos de sueño y vigilia, de luz y oscuridad, para desestabilizar sus sistemas nerviosos, todo esto grabado para enviarlo a Cuba como material didáctico para su escuela de torturadores y científicos especializados en este arte perverso.
Pero, para manejar los grandes números, tienen expertos en el comportamiento y en especialidades psiquiátricas; cuando se trata de poblaciones enteras, cuentan con su famosa hegemonía comunicacional, liderada por el médico venezolano Jorge Rodríguez, un experto en la manipulación mental y estrella local de todas las iniciativas mediáticas; los venezolanos se ríen al escuchar las insensateces que predica el gobierno sobre los cortes eléctricos o el bloqueo económico, que parecen argumentos de esas películas baratas de espionaje o ciencia ficción: rayos cósmicos, francotiradores, comandos especiales, ataques con pulsos electromagnéticos, hasta iguanas y sabotajes… el asunto no es lo fantástico de la historia, lo principal es que, con estas mentiras, se está moldeando un comportamiento colectivo que ríe ante lo absurdo, cuando le están desestimando y cuestionando su realidad y sustituyéndola por un libreto de comic, desestabilizando su psiquis y perturbando su capacidad de distinguir entre realidad y fantasía.
Este control férreo sobre los medios de comunicación masiva, sobre las telefónicas, sobre internet y las redes sociales, su alta injerencia en estos dominios, espiándolos, introduciendo noticias falsas, creando rumores, saboteando canales, imponiendo su visión del mundo y de los hechos, creando expectativas y frustrándolas, alimentando la esperanza con figuras públicas y luego destruyéndolas, creando pánico, imaginando guerras y salvadores… reducen, al final, nuestra capacidad racional, llevándonos al terreno de la imaginación mítica, para que nuestra mente trabaje en niveles de alegorías, de cuentos de hadas, infantilizando nuestra capacidad de juicio e inmovilizándonos para solucionar nuestros problemas reales.
Cuando llegamos a los extremos de racionamiento de electricidad y agua, de una superinflación provocada desde el gobierno, desabastecimiento general, aislamiento comunicacional, pérdida de identidad, humillaciones, como la de enviarle a Cuba petróleo en medio de la quiebra general de nuestra industria energética, de una cada vez más creciente ola de refugiados… éstas ya deberían ser señales ciertas de nuestra verdadera situación.
Nos están devaluando, nos están enfermando y volviendo unos dementes, nos están sorbiendo el alma, poco a poco, degradando el mundo en que vivimos, restándonos voluntad de lucha y ganas de seguir adelante; lo que quiere el enemigo es que nos rindamos sin haber peleado, hundirnos en el infierno sin que protestemos, sin vengarnos ni cobrar nuestra libra de la carne del opresor.
La guerra psicológica que nos han planteado ha resultado; nos tienen confundidos, nos han fraccionado la realidad en mil pedacitos, nos han reducido al nivel de monos cobardes, que prefieren morir de hambre ante una rica banana, pero que no tocamos pues que cada vez que queremos tomarla nos electrocuta; han acondicionando nuestros reflejos, aún los de sobrevivencia.
Para continuar existiendo tenemos que rasgar el velo de la mentira y la manipulación, y ver nuestra realidad tal cual es: estamos en guerra y debemos actuar, o huimos, o peleamos, no hay otra. Ya veremos quién nos acompaña en nuestra lucha por la libertad, pero jamás nos deberíamos someter a esa banda de narcotraficantes y a sus asociados, esos políticos negociadores y apaciguadores.    -   saulgodoy@gmail.com

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