jueves, 30 de mayo de 2019

De donde son los cantantes



Elemire Zolla, ese gran italiano que exploró los mundos espirituales tanto de occidente como de oriente, en su libro Los Arquetipos (1981), traducido magistralmente por la enigmática Esdras Parra para Monte Ávila Editores, nos dejó uno de los párrafos más bellos sobre la canción, y dice así:
Hay un fragmento en El Fauno de Mármol, de Hawthorne, en el que se describe a un “fauno”, un joven cuya alma se comunica con la naturaleza, en el acto de expandir su sensibilidad, como un chamán, por medio de “un encanto, una voz, un murmullo, una especie de canción… una suerte de respiración modulada, y salvaje, ruda y sin embargo armoniosa… que no ajusta su canto sin palabras a ningún otro tono más definido que el latido de su propio corazón… de un carácter murmurante, suave, encantador, sugestivo, amable”. Cuando el murmullo es dulce es saludado por la agitación de las alas; cuando es amargo, le responde el escalofrío y el sonido de formas oscuras que se arrastran por el suelo- una descripción magistral de las operaciones de un alma inspirada y etérea. La varita mágica, los pinceles del pintor, el tambor del chamán, la espada del guerrero en trance están movidos por los impulsos, los ritmos que emanan de la de los arquetipos. Ellos en verdad, son los arquetipos. Entonces el cuerpo actúa automáticamente como una marioneta, mientras el alma se desliza sobre los mares innumerables del mundo arquetípico.

El poder cantar siempre ha estado entre uno de los atributos sagrados del hombre, no sólo para darse valor en las noches solitarias cuando la angustia por su existencia le atenazaban el corazón, sino cuando había algo que celebrar, desde el despuntar de un nuevo día hasta la cosecha abundante que recogía la tribu luego de meses de hambruna, la canción estaba allí para acompañarlo en los momentos más importantes, para expresar la tristeza en una canción funeraria, para darse coraje antes de la batalla o para simplemente hablar del amor, es imposible imaginarse la vida humana sin una canción.
De igual manera el gran novelista francés Stendhal en su extraordinaria crónica la Vida de Rossini (1823) nos da una verdadera lección de canto cuando nos explica, diferenciando el genio musical alemán del italiano, en los siguientes términos:

Un joven italiano embargado por una gran pasión, después de reflexionar algún tiempo en silencio, mientras su pasión es más punzante, comienza a cantar a media voz una melodía de Rossini, y entre las que conoce, elige sin pensarlo la que tiene alguna relación con el estado de su alma; en seguida, en lugar de cantar a media voz, lo hace en voz alta, y, sin proponérselo, da a su canto la expresión particular del matiz de pasión que siente. Este eco de su alma le consuela; su canto es como un espejo en que se mira; su alma estaba irritada contra el destino, sólo la cólera anidaba en ella; acabará por sentir compasión por su misma alma. A medida que el joven italiano se distrae con su canto observa este nuevo color que da a la melodía elegida, se complace en ella, se enternece. De este estado de alma a escribir una nueva aria no hay más que un paso, y como el clima y sus costumbres han dado a los habitantes de la Italia meridional una voz muy fuerte, generalmente no tienen necesidad de piano para componer. Yo he conocido en Nápoles veinte jóvenes que escriben un aria con tan poca pretensiones como en Londres se escribe una carta o en Paris una copla. A menudo, al volver a la casa por la noche, se sientan al piano y en aquel delicioso clima, pasan una parte de la noche cantando e improvisando. Su espíritu está a mil leguas de pensar en escribir y en la vanagloria de autor; han dado a la luz la pasión que les anima; éste es todo su secreto, toda su felicidad.

Y es que tener el privilegio de contar con una bella voz es un regalo de Dios que vale su precio en diamantes, yo que carezco de una, que trastabillo gangosamente alguna estrofa que recuerdo, me doy cuenta como nadie del privilegio de una garganta bien formada, y si no que lo digan Frank Sinatra o Dean Martin con sus American Standards, que hacen parecer tan fáciles y natural cantar aquellas baladas que derriten el alma, o nuestro Simón Días con sus tonadas de ordeño, que cada vez que las oigo entiendo la facilidad con que los animales pasan inmediatamente a un estado Alfa y se relajan para dar su leche.
Las canciones, sean estas un Lied acompañado al piano, o una majestuosa coral compuesta por Arvo Part para sus misas, o un desgarrador canto hondo de Camarón batiendo sólo las palmas de las manos, son todas expresiones artísticas de ese milagro de la naturaleza que se llama la voz humana, el instrumento musical más perfecto.
Cantar es una forma de expresión, que si yo pudiera hacerle a mi vida un reformateo, sería algo que me esforzaría por más o menos aprender a mantener en afinación, porque son habilidades que se aprenden, y llegan a ser tan necesarias en ciertos momentos, que me siento desolado a veces, de no poder cantar mi pena o mi alegría de una manera más o menos civilizada y harmónica, y aún así me atrevo y canto, y me embarga la emoción de oírme cantar.
Con una canción se dicen tantas cosas, mucho más allá de sus letras que algunas son pura poesía, se trasmiten tantos deseos y sentimientos.
Cantar ha sido reconocida mundialmente como una actividad que se disfruta porque genera una experiencia de bienestar y alegría, crea una atmósfera espiritual positiva, de compartir sentimientos, combate el stress y la ansiedad, distrae a las personas de pensamientos negativos, y cuando se hace en grupo cada persona involucrada aumenta su capital social, se hacen amigos, se comparte responsabilidades y roles, se trabaja en equipo y ayuda a la gente a concentrarse.
¿Puede cantar todo el mundo? Aparentemente sí, basta tener voz y poder escuchar, de acuerdo al profesor A.G. Bell en su obra, Mecanismos del habla (1911), nos dice:
“La parte superior de la laringe, junto a la faringe… y boca, constituye el pasaje de aire, o tubo, que viene de variados tamaños y formas, por el que la corriente de aire, vibrando, pasa. Es aquí donde la voz se modula antes de llegar al oído, pero es la forma del pasaje de aire el que determina la calidad y el timbre de la voz”.
Las canciones son componente fundamental de nuestra cultura, la mayor parte de la gente tiene siempre una o dos canciones favoritas “pegadas” en la mente de las muchas que ofrecen la industria del entretenimiento, y que cantamos sin pensarlo cuando estamos contentos; en 1976 la revista Creem publica el libro Rock Revolution, con una serie de escritos que reflejan la evolución de esta corriente de la música popular que parecieran indicar que las canciones de hoy, aparte de las tecnologías que permitieron su propagación masiva, pareciera volver a ciertas raíces fundamentales, cuando se refieren a los Beatles nos recuerdan:

Básicamente los Beatles era un grupo de música Pop, Ellos tenía raíces en el rock ‘n’roll, como muestran sus venerables compilaciones de sus éxitos más tempranos, pero a medida que maduraron trataron en lo posible de no repetirse, Sus materiales más básicos, incluyendo su versión orquestal de su éxito “Yesterday”, muestran lo dedicados que estaban en componer sus canciones, tratando de romper fronteras más que copiar y repetir sus piezas más gustadas. Sus trabajos eran bastantes complejos en comparación con el material de sus contemporáneos… la letras eran elementales, pero nunca pecaron de obvias (al menos que fuera intencional) ni se permitieron una mala rima. Juntos, la combinación de buena música, cuidada letra y un extraordinario acompañamiento, daban como resultado que los Beatles nunca sonaran forzados en lo que hacían, aunque siempre eran precisos y con todo bajo control…La disciplina que tenían en el estudio y las exigencias que hacían de los  instrumentistas los llevaron a un grado superior de calidad sonora. Los Beatles, todos ellos, incluyendo a Ringo, en su estilo, eran excelentes cantantes, sus voces se amoldaban a las exigencias de cada canción…

Justamente anoche, por pura casualidad, vi una película que una de sus protagonistas es una cantante de R&B , se trata de Bad Times at El Royale (2018), del director Drew Goddard, con una extraordinaria actuación de Jeff Bridges entre otras luminarias, una película que tiene que ver con el escándalo que se ha levantado con la vida secreta de Martin Luther King y las investigaciones que apenas hoy se están haciendo públicas del FBI, la chica negra que canta, interpretada por Cinthia Erivo, entona canciones de la época de oro de la disquera Motown de Detroit, a capela, acompañada solamente por un metrónomo que le marca el compás, su voz es simplemente espectacular, y refleja en buena medida lo que les vengo tratando de explicar (si tienen la oportunidad, no se la pierdan).
Porque para quienes no somos músicos, ni tenemos el regalo de una voz que por lo menos no desafine, nuestros artistas favoritos lo hacen ver tan fácil cuando cantan, regalándonos esos momentos mágicos que representa una canción, que nos conmueva o que nos haga querer bailar, a ellos este pequeño tributo.   -    saulgodoy@gmail.com

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