Hay
una conseja popular que dice que no se debe cambiar de montura vadeando un río,
y yo agregaría, al menos que sea el caballo la causa de mi temor a ahogarme, y
es lo que nos está sucediendo con Juan Guaidó y sus muchachos de Voluntad
Popular y partidos conexos, se pusieron nerviosos en el medio del río y no
están nadando para llegar a la otra orilla, sino pateando con la corriente
directo a los rápidos, las piedras y el desastre.
Los
muchachos de la Asamblea Nacional son en su mayoría unos socialistas, con sus
gríngolas bien caladas que les impiden ver lo que les viene, nunca estuvieron
contentos con la compañía de los norteamericano por todo ese veneno comunista
que nos ha inyectado la izquierda decimonónica desde que tenemos uso de la
razón, “Los gringos son malucos, no hay
que confiar en ellos” y prefieren entregarse a la compañía de los rojos,
que en su primitiva concepción ideológica, son los buenos.
El
socialismo y el comunismo son parte de esas ideas llamadas universalistas, que
necesitan de los pueblos a que renuncien a su nacionalismo y su cultura que los
determina como diferentes a los demás, para entregarse de lleno a una
integración global, a una colmena de pueblos iguales comulgando en creencias de
solidaridad y colectivismo que los llevarán a la utopía de un Nuevo Orden
Socialista Mundial.
Fidel
Castro mareó a Chávez con la idea de La Patria Grande, de hacernos uno con los
pueblos oprimidos por el imperialismo y el capitalismo, Maduro anda detrás de
esa idea de las naciones que están luchando por liberarse del yugo de los
mercados y el consumo, y a Guaidó le dio por integrarse a una liga de naciones
socialistas que buscan un mundo más bonito y aparejado a la Justicia Social.
Al
momento de buscar aliados, Guaidó prefirió a los europeos, que en realidad
pueden hacer muy poco por nuestro país, entre otras cosas porque están muy
lejos, no tienen los recursos, y sufren su propios e ingentes problemas de
autodeterminación, lo máximo que pueden hacer, lo están haciendo: hablar,
negociar, tranzar.
Guaidó
prefirió la ayuda de los socialistas europeos porque su partido siempre ha
tenido ese cordón umbilical con las organizaciones socialdemócratas y social
cristianas de ese continente, el hecho de que el padre de Leopoldo López,
fundador del partido Voluntad Popular, sea hoy un flamante parlamentario en
España confirman esos lazos de afecto e ideológicos.
Uno
de los problema que tienen los socialistas europeos con su relación con
Venezuela es precisamente Cuba, Europa siempre ha admirado al régimen de fuerza
instaurado por Fidel Castro, por sus lazos culturales que tuvieron y conservan,
pero por sobre todo por una cartera de inversiones importantes en los ramos del
turismo, la hotelería, puertos, energía e infraestructura, y a la cual no
quieren afectar debido a las pingues ganancias que le producen, y uno de sus
grandes dolientes es precisamente el Vaticano, que por medio de su banco, y a
través de corporaciones españolas e italianas, tiene en juego unos recursos
importantes en la isla.
Pero
para los socialista europeos este conflicto de intereses se resuelve igual en
una mesa de negociación, no hay nada que no se pueda resolver cuando la gente
decide conversar, y esto de parlar es importante para Guaidó y su grupo, pues
pertenecen a esa estirpe de políticos de moral y principios relativos que
apuestan en una mesa de negociaciones lo que sea para conservar sus “espacios”.
Hay
dos razones importantes por las que los socialistas venezolanos se han hecho
con tanto poder en el seno de la Asamblea Nacional aún a pesar del desastre que
el socialismo ha causado a lo interno y a lo externo de nuestro país, la
primera razón es que nuestra gente en una gran mayoría pareciera seguir
gustándole el socialismo, llevamos 60 años de hegemonía socialista en el país y
el cerebro del venezolano está
programado para sentirse feliz ante esta ideología para borregos.
La
segunda razón es que nuestros socialistas endógenos “hicieron su agosto” con la
tendencia unitaria, gracias a esa mal entendida y peor aplicada idea de unidad,
se han hecho con la mayoría de los cargos en la Asamblea Nacional y se han
posicionado como la fuerza política más representativa del país, fue gracias a
esas listas, tarjetones únicos, coaliciones unitarias que los socialistas se
han enquistado como un tripanosoma crucis
en nuestras vísceras, esa fue una de las razones por las cuales un desconocido
(hasta hace seis meses) como el Sr. Juan Guaidó es hoy nuestro presidente en
transición.
Y
cuando hoy, luego de medio año en esta nueva etapa de transición hacia la
democracia no vemos una solución a nuestros problemas a la vista, nos damos
cuenta de que nada ha cambiado, todo sigue igual y los venezolanos seguimos
muriendo y padeciendo al usurpador en el poder, el único que ha hecho algo
importante son los EEUU por medio de las sanciones que le ha impuesto el Sr.
Trump al chavismo, pero permanece inamovible ¿Porqué?
Los
EEUU están llevando a cabo un cambio profundo en su manera de ser y de actuar,
son cambios importantes que están afectando los equilibrios y balances
políticos en nuestro planeta, importantes autores de ciencia políticas nos
advierten que desde hace ya algunas décadas los norteamericanos se están
replegando para dentro de sus fronteras y áreas de influencia, la tendencia a
la globalización dejó de ser un objetivo de la política exterior de Washington,
el llamado de sus tropas a sus bases de origen, la no injerencia en conflictos
lejos de sus tierras, la inversión doméstica, la creación de empleos y
oportunidades dentro de su propio país, son las señales de un nuevo
nacionalismo y autodeterminación.
John Mearsheimer de la Universidad de Chicago considera que los
norteamericanos han caído en cuenta que una mejor vida no se logra promocionando
la democracia y las libertades por el mundo, predicando las bondades del libre
mercado o defendiendo a capa y espada el derecho de la autodeterminación, se
les ha vendido por mucho tiempo que el liderazgo global traía grandes ventajas,
se han dado cuenta que no es así, que es mejor hacerse fuertes a lo interno,
cultivar sus propias ideas de una mejor sociedad, atender primero sus asuntos y
seguridad que la de los demás.
Justo en ese momento empieza el derrumbe del régimen chavista y
de la hegemonía cubana, y el gobierno del Sr. Trump estaba, a pesar de lo
anteriormente expresado, dispuesto a ayudar a Venezuela y partir lanzas por
nuestra gente, pero aparecieron los muchachos socialistas de Voluntad Popular y
partidos conexos con sus ideas universalistas y colectivistas, y pretendieron,
como es su estilo, negociar con poca claridad y honestidad con los
norteamericanos y estos, al ver la falta de seriedad de Guaidó, su preferencia
por la salida consensuada, decidieron abrir un compás de espera, mantener en
observación a nuestros socialistas y esperar.
Mientras los norteamericanos se bañan en aguas del realismo
político poniendo en orden sus prioridades nacionales, los venezolanos estamos
embarcados en una idealismo a ultranza, persiguiendo una utopía con el Nuevo
Orden Internacional, teniendo como meta pertenecer a una comunidad de naciones
multipolar, postcolonialista y multiculturalista, unos objetivos con un tufillo
fuertemente neochavista.
Afortunadamente para nuestro país, el asunto Venezuela continúa
siendo un delicado escenario para la seguridad de los EEUU, no pueden
simplemente darle la espalda, pero si crea cierto malestar la actitud de
nuestros chicos socialistas de tomarle el pelo a los gringos, de pretender
estar de acuerdo con ellos y sacarles negociaciones en Oslo del bolsillo, de
marearlos con esperar por el Grupo de Contacto y el Grupo de Lima, mientras el
Comando Sur espera.
Y allí continúan, en vez de tener un agresivo lobby de gente
capaz y conocedora de la cultura y la política norteamericana abogando por
nuestro país y por una salida rápida a nuestro problema, en vez de tener
profesionales en Washington que por lo menos conozcan el idioma y que entiendan
lo que sucede en su entorno, los cambios que se están sucediendo, prefirieron nombrar
a Julio Borges y a Carlos Vecchio como nuestros representantes estrellas, que
lo que han hecho es tenderle la alfombra roja a los negociadores europeos, y
retardando la intervención militar humanitaria en nuestro país, en vez de estar
haciendo visitas y sosteniendo conversaciones de alto nivel con la Casa Blanca,
prefieren perder el tiempo con actores secundarios.
En el ínterin, los venezolanos siguen sufriendo, mucho de ellos,
los más inocentes, muriendo, y la hambruna se cierne amenazante sobre el país
mientras Guaidó sigue armando sus templetes y convocatorias de calle para
bailar y decirnos las mismas sandeces, que vamos bien.
Yo creo que llegó el momento de cambiar de montura, no importa
que estemos en el medio de un río crecido, la corriente nos arrastra y podemos
perder el país. – saulgodoy@gmail.com
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