lunes, 10 de junio de 2019

La oposición venezolana, una explicación




La siguiente es una explicación hecha especialmente para los analistas del Departamento de Estado, la CIA y la Casa Blanca, en referencia a la llamada oposición venezolana, vista la polémica surgida en recientes días en declaraciones de diversos funcionarios de la administración Trump y que reflejan un nivel notable de desinformación sobre nuestra política interna (aunque pudiera tratarse de una táctica para proteger planes o sea, una fachada para encubrir jugadas de avances en posiciones); también servirá de guía para nuestros políticos nacionales, dada la alta injerencia de los servicios de inteligencia cubanos en el desarrollo de nuestras confrontaciones políticas, que tienden a desfigurar tanto las ideas, estrategias, como la naturaleza de los partidos que participan en ella, con el fin de que prevalezcan los intereses políticos de la Habana, representados por el régimen de Nicolás Maduro Moros… de cualquier manera, es un punto de vista sobre el posible escenario electoral en Venezuela en las actuales circunstancias.

La oposición política venezolana se caracteriza, de entrada, por una enorme confusión de nombres, de ideologías, de intereses y personajes, promovidos principalmente por el régimen usurpador del chavismo, que, como todos sabemos, es un gobierno títere de la Habana; pero también, y debido a los múltiples intereses que se cuecen en nuestro país, desde Europa y probablemente también desde los EEUU, China, Rusia, y algunos países islámicos, se desarrolla una serie de iniciativas, programas y organizaciones que tienen como fin posicionar candidatos en las justas electorales venezolanas y hacerse con una participación política en los destinos de la nación… esto, para conducir, proteger o avanzar intereses de la más variada índole.
Por todos es sabido que Venezuela goza, entre otras ventajas, de una posición geoestratégica envidiable por su cercanía al territorio continental de los EEUU, por ser puerta de entrada para Latinoamérica y el Caribe, y punto de convergencia en la zona intertropical entre el Atlántico y el Pacífico, lo que la hace un punto de inserción ideal para actividades de transporte, comerciales, militares, turísticas, etc.; cuenta, además, con una abundante dotación de recursos naturales.
Eso es mundialmente conocido, gracias a la campaña fomentada por el líder del Socialismo del Siglo XXI, Hugo Chávez, con el propósito de despertar intereses encontrados y tener ventajas en la negociación de concesiones sobre las reservas energéticas de petróleo y gas que existen en nuestro territorio, que constituyen en el presente inmediato una de las más importantes del mundo; por estas y otras razones, Venezuela, especialmente a partir de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, se ha convertido en una importante plaza de tráfico e intercambio de secretos e inteligencia de todo tipo.
Debemos recordar que Venezuela jugó un importante papel dentro de la fundación y conducción de la OPEP, organización de países productores de petróleo, lo que le dio oportunidad de cosechar relaciones con los países árabes; su crecimiento en el negocio petrolero mundial le dio ocasión de hacer negocios en todos los continentes, y el trabajo permanente de una camada de diplomáticos de raza le permitió acceder a importantes cargos en entes multilaterales con un desempeño importante en Latinoamérica.
Visto también la debilidad institucional que existe, la tendencia histórica de su población, mayoritariamente inclinada hacia la izquierda, la cultura cristiana tan acendrada en los estamentos populares, y el culto caudillista y militarista que ha cultivado, aún en democracia, su visión política siempre ha estado enfocada en gobiernos fuertes, centralistas, benefactores y unipersonales… y, a pesar de tener una de las tradiciones democráticas más antiguas del continente, las ambiciones políticas de su dirigencia y los intereses extranjeros que gravitan sobre el país perturban constantemente la estabilidad de sus gobiernos.
Bastó que fuera levantado el tutelaje natural que los EEUU tenía sobre Venezuela para que fuerzas de la extrema izquierda enfocaran sus esfuerzos en la toma del poder que, como es ya tradicional, se hace por medio de los partidos políticos y sus líderes; en el caso específico de Venezuela, confluyeron varias circunstancias que propiciaron que el régimen de Fidel Castro cosechara para el comunismo una contundente victoria en Venezuela, fue a partir de esa victoria electoral que en este intento de desinformación general que promueve el chavismo, empezara a denominar de “derecha”, a todos los partidos socialistas que no fueran revolucionarios y adscritos al partido socialista único que fue la organización que crearon para mantener su carácter bolchevique y totalitario.
Los EEUU, a lo interno, tienen un componente importante de fuerzas de izquierda, que se les denomina “liberales” en ese país, las cuales han llegado al poder político en varias ocasiones, durante estos períodos de gobierno del Partido Demócrata, con simpatías hacia los gobiernos de izquierda Latinoamericanos, incluyendo el de Cuba; a eso se suma que se les ha levantado la supervigilancia que el partido conservador, los Republicanos, usualmente tiene sobre el desarrollo de este tipo de ideología… varios gobiernos liberales norteamericanos en seguidilla y gobiernos conservadores ocupados en asuntos más importantes (entre ellos, la guerra contra el terrorismo), dieron como resultado que el gobierno de Fidel Castro, apoyado por intereses rusos y chinos, cosecharan una serie de éxitos políticos en Latinoamérica, cambiando el mapa político de la región.
La política de injerencia Cubana en Venezuela rindió finalmente frutos cuando captaron a un importante grupo de militares venezolanos, entre ellos al Teniente Hugo Chávez Frías, a quien impulsaron como líder de un partido político que compitió y ganó en unas elecciones el 1999; ese fue un punto de inflexión para la izquierda en Latinoamérica, ya que se había apoderado de un país productor de petróleo, con un líder carismático y toda la fuerza de la izquierda internacional apoyando un proyecto de conquista continental.

De cómo el chavismo estuvo a punto de lograr su “Patria Grande”.

El mapa político de Latinoamérica se tiñó de rojo y los intereses comunistas y socialistas avanzaron como nunca en esta parte del mundo, frente a las barbas del Tío Sam.
Pero muy rápidamente la corrupción, los malos gobiernos, el descontento popular con las políticas económicas de la izquierda dieron al traste con ese proyecto hegemónico, Cuba se había ocupado de canibalizar a Venezuela, destruyendo su potencial petrolero, y no pasó mucho tiempo antes de que el país entrara en barrena económica. Había sobre explotado la gallina de los huevos de oro.
La ineptitud y la corrupción desmedida fueron causa fundamental del descalabro; sin ninguna red de seguridad los gobiernos chavistas se dedicaron a robar y a asegurarse de que nunca serían desalojados del poder… donde sí invirtieron fue en asegurarse el control de los procesos electorales y de los partidos políticos en el país.
Pero habían conjurado la tormenta perfecta y en los EEUU hubo un cambio político hacia la derecha. Cuando el presidente Trump toma el poder, el desastre en Latinoamérica estaba en pleno progreso, Colombia pactaba con unas fuerzas antidemocráticas un reconocimiento político para que accedieran democráticamente al poder; Brasil, liberándose por un pelo del desastre propiciado por el Partido de los Trabajadores y la super empresa Oderbrech, se arrogaba la madre de todas las corrupciones del crimen organizado; Argentina trataba de zafarse, de una vez por todas, de la feroz mordida de una dinastía familiar de negociantes populistas; Bolivia trataba de esquivar la instauración de un reinado milenario de un aborigen imperial; México luchaba por salir de la trampa del narcotráfico, para enredarse en las redes del Socialismo del Siglo XXI; Nicaragua, bregaba con el retorno de un viejo y violento ex guerrillero…
Venezuela, en la ruina moral y económica, se hundía en una pavorosa crisis humanitaria, que la azota sin descanso, con un gobierno fallido que ha propiciado, entre otras cosas, la destrucción de su aparato productivo y la inoperancia de sus servicios básicos fundamentales (energía, agua, alimentos, seguridad, salud), con la inflación más alta del mundo y en condición de moratoria sobre sus obligaciones financieras internacionales.
Latinoamérica entera se ha convertido en un enorme pantano de arenas movedizas, en un sitio donde cualquier cosa pudiera pasar, en un territorio digno para aventureros… ni siquiera Chile está segura, pues la izquierda todavía controla una gran parte de sus organizaciones sociales y Cuba todavía tiene una línea directa con la paz social de esa sociedad, exitosa por los momentos en su presente económico.
Este proceso de disolución del país que una vez fuera Venezuela, y que se encuentra en pleno proceso, de alguna manera se ha acelerado, provocando una estampida de ciudadanos venezolanos, que huyen de la hambruna y la violencia generalizada, en una oleada de refugiados hacia países vecinos, como nunca antes se había conocido en la región, y dejando al país en manos de diferentes sindicatos del crimen y de fuerzas subversivas que se están jugando su preeminencia política sobre los intereses nacionales dirigidos desde Cuba.
Esta labor de destrucción e injerencia de un país no es posible sin una gran complicidad interna y externa; durante veinte años, la labor de desmontaje de la democracia venezolana estuvo a la vista de toda la comunidad internacional y de los órganos de veeduría de los derechos humanos y del orden mundial. Y, aunque hubo mucho de propaganda y engaño en la consecución de estos propósitos, no era menos obvio que el propósito de las fuerzas radicales de la izquierda era la opresión y la esclavitud del pueblo de Venezuela.

En la oposición, no están todos los que son, ni son todos los que están.

Siempre he sostenido, que así como la insurgencia en Latinoamérica empezó en Venezuela y Colombia, es en Venezuela y Colombia donde debe terminar, para entonces cancelar definitivamente el foco de contaminación que ha sido y es Cuba; pero eso no va a ocurrir a corto plazo, por lo que debemos enfocarnos en el mayor problema, que es Venezuela, y que está desestabilizando toda la región.
Si el Departamento de Estado y la Casa Blanca se pronunciaron por una salida política, en lugar de militar, cosa que, en lo personal, considero un error, y la misma pasa por una solución electoral, es de Perogrullo dar por sentado que los partidos políticos venezolanos, en una buena parte, están controlados por el chavismo y el club Cuba-Rusia-China-países islámicos.
De hecho, el Sr. Juan Guaidó y los partidos que lo secundan en el seno de la Asamblea Nacional, están todos infiltrados por el chavismo, bien sea porque son soportados económicamente por algún personero o entidad relacionada con el gobierno de Maduro, o por convenios políticos, por intereses comunes, por simple chantaje o por una combinación de estos motivos… y sí, efectivamente, de los 40 y tantos candidatos que eventualmente pudieran surgir para un posible evento electoral, el grueso de ellos están conectados a las ubres de la dictadura del Socialismo del Siglo XXI.
La injerencia política de factores extranjeros es cada vez más notoria en Venezuela; una campaña electoral es un emprendimiento costoso, y nadie tiene los dineros para hacerla, excepto las mafias asociadas a Maduro; el resto de los partidos deben contar con financiamiento externo, y aunque hay leyes hechas a la medida del chavismo, para ellos ser los únicos con acceso para fondos de las campañas, es notoria la participación de grupos económicos como el de Oderbrech, el Foro de Sao Paulo, el cartel de Sinaloa, grupos extremistas islámicos, banqueros y empresarios ligados al chavismo, que han aportado y aportan dineros de dudosa procedencia para costear los gastos de ciertos candidatos.
No caigan en el engaño de que Maduro anda persiguiendo a sus oponentes políticos, es parte de un intrincado y delicado juego de presión y amenazas, que balancea para el régimen los apetitos de sus contrarios, tiene presos y secuestrados, tortura a algunos, asesina y exilia a otros, los vigila a todos, pero también les da espacio para que respiren y, llegado el momento, los tiene bastante cerca para torcerles el brazo y obligarlos a negociar; para ello, tiene en sus archivos una enorme cantidad de expedientes sobre cada una de esas figuras.
Eso explica la razón de que prevalezca el ánimo de las negociaciones en la llamada oposición democrática venezolana, a pesar de los innumerables chascos que se han llevado, de ver en la salida electoral el camino obligado hacia una solución práctica a nuestro problema (el 95% de los candidatos estarían manejados por el chavismo, y un triunfo de cualquiera de ellos sería un triunfo para “el eje del mal”). Como se desprende de esta reflexión, la salida electoral está “envenenada”.
Repito, si el gobierno norteamericano piensa que esta salida le dará una pausa, estarán cometiendo un grave error, aunque queda un margen muy pequeño sobre el cual apostar, que sería ese 5% de posibles candidatos que no son del chavismo y se encuentran en el ala radical de la oposición.
En nuestro país está ocurriendo un fenómeno muy particular: la aparición de un pequeño grupo de intelectuales, principalmente analistas políticos, filósofos, periodistas y políticos de un elevado nivel de discurso y visión, amigos, la gran mayoría, del gobierno de los EEUU, creyentes de las ideas liberales clásicas de Hayek y Friedman, demócratas a carta cabal, convencidos de que solos, los venezolanos, no podremos salir de esta trampa; la mayoría de ellos son tildados como “guerreros del teclado”, los servicios de inteligencia cubanos los han rebajado a simples “tira piedras”, negándoles el valor o la resolución para enfrentar la política dura que se juega en el país, tildándolos de críticos insustanciales, que no tienen seguidores ni son populares.
Este pequeño grupo entre los que se encuentran María Corina Machado, Diego Arria, Antonio Ledesma, Aristiguieta Gramko, Nitu Perez Osuna, Erick del Búfalo, Carlos Sosa Azpúrua, Antonio Sánchez García, Daniel Lara Farías, Luis Manuel Aguana y otros que en este momento dejo fuera, no porque sean menos importantes sino por no cansar a los lectores, porque la lista es larga.
Los menciono porque son figuras públicas, a muchos de ellos no los conozco personalmente pero sí a sus ideas y posiciones políticas, todos son de la misma tendencia de derecha, hastiados del socialismo ramplón y con una ganas enormes de hacer la diferencia, es un grupo que mantiene algunos desacuerdos, no todos están dispuestos a asumir un protagonismo militante, y menos en las actuales circunstancias, y aunque no hablo por ninguno de ellos, no me atrevería hacerlo, yo recomendaría a los EEUU que brindara todo su apoyo a este grupo, para sacarlo adelante, y pueda hacer la diferencia si la decisión es la de ir a elecciones, porque es la verdadera oposición democrática.
En este momento, que el señor Elliot Abraham desestime la cohabitación con el chavismo es la solución más fácil, pero será la más difícil de combatir cuando tengan que enfrentarla convertida en una amenaza para los intereses de los EEUU; presumo que la presión de las venideras elecciones, por un segundo período presidencial para el Sr.Trump, está apremiando para poner en pausa el problema venezolano… que se olviden los analistas del Departamento de Estado de estar bailando con Guaidó, que no quiere nada con ellos. No apuesten al socialismo, minado de colaboracionistas; hay una oposición valiente, inteligente y capaz de llenar un vacío histórico, vital y necesario para una refundación de Venezuela.
Sr. Mike Pompeo, así como existe un club Cuba-Rusia-China-países islámicos, que apoya abiertamente al chavismo y sus cuarenta candidatos, así debería existir un club de amigos de la derecha, que ponga los recursos, la experticia , la seguridad y los apoyos en crear una fuerza liberal clásica de derecha en nuestro país, que reúna estas fuerzas democráticas, que lime asperezas, que las apuntale para que consigan un programa en común, para que puedan hacer sus congresos, sus movilizaciones de calle, apoyados por Washington, de manera abierta y en confrontación con el socialismo destructor de sociedades democráticas (pienso que Israel debería estar anotado en este club por el retorno democrático de Venezuela).
Pensar que la oposición socialista venezolana puede ayudar a solucionar un problema de seguridad a los EEUU es una vana ilusión; si la apuesta es esperar que la situación pueda ser contenida por Guaidó y su grupo hasta después de los resultados de las elecciones en USA, están equivocados, el enemigo no espera y va a ponerlos en emergencia en el momento menos pensado.
La oposición venezolana no está perdida, hay un grupo de derecha que está cuajando lentamente, pero necesita de catalizadores para acelerar el proceso, hay que aprovechar que cuenta con una especie de think tank virtual de primera línea, que está haciendo crítica demoledora ante las imposturas de los falsos opositores, y con protagonistas dispuestos a llegar a términos para salvar el país; una vez creado el núcleo central de este esfuerzo, será fácil atraer la suficiente masa crítica de votantes para contar con un verdadero frente de demócratas y libertarios, que saquen al país de la oscura noche en que vive.   -    saulgodoy@gmail.com


1 comentario:

  1. Excelente artículo. Su sugerencia es importantísima, oportuna y esencial. Estoy a la orden para lograr esta alianza. Le escribiré por correo. Mis respetos y saludos. Irene Pérez Schael

    ResponderEliminar