lunes, 8 de julio de 2019

¿Es posible negociar con criminales?


¿Por qué un grupo de venezolanos, que ha visto, analizado y criticado el recurso de la negociación política con el estamento criminal que malgobierna el país, liderado por Nicolás Maduro, y que ha concluido que no sólo este recurso es inútil sino que continuarlo es criminal, debemos quedarnos callados y aceptar como corderos lo que sabemos es un error?
Los negociadores, aquellos sujetos que dicen y probablemente piensan que “todo es negociable”, esos políticos que creen que su deber y naturaleza es negociar, esos demócratas que confunden tolerancia con negociación, esos politólogos que convenientemente presentan y ven solo los casos de negociaciones exitosas en el mundo, para restregarnos en el rostro que nuestro problema, el problema de los venezolanos y la situación en la que nos encontramos, es producto de no haber negociado con el enemigo… actúan como si negociar fuera la única vía para solucionar el conflicto de intereses que nos atormenta.
Todo ese grupo de fundamentalistas de la negoción nos está obligando a verlos hacer el ridículo no una, sino tantas veces como se lo permitamos, tratando de transar (¿o apostar?) nuestro país con unos criminales armados, que aparecieron un día y nos secuestraron. La negociación tiene un  objetivo, unas elecciones que no importan cómo vengan, ellos creen que las vamos a ganar, a pesar de la trampa, la manipulación y lo que esos pillos se están jugando, que no es otra cosa que sus vidas.
Los marxistas, y en esto Habermas ha sido un consumado teórico, cuando hablan de negociar, se están refiriendo a sacar el tema de la discusión pública y someterlo al control y dominio de un exclusivo club de “negociadores” los cuales le asignan la cualidad de “confidencial”, lo rodean de secretos y hacen con él lo que les venga en gana, con la gran ventaja, que las resultas de esas negociaciones son de obligatorio acatamiento.
Nos tratan de pintar esas elecciones con una veeduría internacional (como si al régimen le importara, porque estaban torturando mientras la representante de la ONU estaba en el país investigando violaciones de DDHH), nos ponen de muestra a Turquía (pero no a Cuba, donde ya llevan varias décadas haciendo elecciones, que gana el castrocomunismo por abrumadora mayoría) como ejemplo de que sí es posible recuperar el país votando pero sin poder decidir.
El Comando de Imagen y Propaganda de Guaidó, de pronto, cayó en cuenta de que no lo estaban haciendo bien, que su popularidad va en picada, que la opinión pública critica su papel de mandadero de otros y su falta de asertividad, de las contradicciones de sus propuestas, del error que ha significado irse por el camino de la negociación y la cohabitación con unos torturadores y asesinos… y, como respuesta, le echan la culpa a la “otra” oposición, la de los “radicales”, haciendo una transferencia freudiana de la culpa hacia los llamados “mariacorinos”, los que precisamente han estado advirtiendo que por allí no es el camino.
Este segmento de la población, que cada vez más se hace una notoria minoría, nos quiere imponer su precaria y equivocada moral, por medios no democráticos, como la imposición, el secreto y el engaño, por el simple hecho de que ellos están organizados en partidos políticos de tendencia socialista, fuertemente ideologizados por premisas neo marxistas, alimentados casi a diario por discursos promovidos desde la Iglesia Católica, por personeros que claramente han caído víctimas de la indoctrinación de la izquierda revolucionaria, y que comparten agendas e intereses políticos con estas agrupaciones, que sólo quieren perpetuar su dominio sobre el país.
Estos “pobres hombres y mujeres” (pobres por miserables, no por humildes), que se las hacen pasar por sensatos y recionales son los responsables de tantas desgracias y muertes que se han producido en el país, debido a su debilidad, cobardía e intransigencia; ellos son la piedra de tranca en la solución de nuestro problema.
Tratan de convencernos de que fue Guaidó el que ha hecho posible el reconocimiento de la comunidad internacional al proceso de transición, y no fue Guaidó, fue el país en su lucha a muerte por la sobrevivencia; maniobran para que veamos en Guaidó al hombre clave en las maniobras de países aliados, aplicando sanciones, enviando misiones de observación, denunciando crímenes y criminales, pero no es Guaidó, ni son sus emisarios, es la comunidad internacional defendiéndose de la infiltración y los ataques de Cuba, de sus intentos de subversión del orden internacional.
Guaidó no ha querido ni podido formar gobierno, ha permitido tanta interferencia de factores ajenos a su voluntad que ya la los venezolanos no sabemos quién, en la realidad, está al mando en la oposición que él representa; no hay posturas claras, no hay aciertos que indiquen que hay un líder y un camino, su hoja de ruta cada día que pasa tiene más variaciones que las de un músico cuando interpreta libremente un pajarillo.
Tengo amigos y conocidos, cercanos a Juan Guaidó, que afirman que el hombre tiene toda la buena voluntad del mundo para hacer lo necesario para liberar al país de esta plaga chavista, que tiene el carácter, pero sus estrategias se agotan en marchas, en oportunidades para fotos y relaciones públicas, en recibir en su despacho a todo el mundo, en tender puentes a todos los grupos, en tratar de complacer a cuanto bicho de uña le plantee una opción de unidad; el universo de propuestas y planes para el país es abrumador, cada grupo de interés tiene sus proyectos y todos están incorporados a ese enorme pastiche de propósitos y formulas que tienen como programa para la transición… hasta los chavistas tienen su parte.
Pero no escucha a la derecha, nos ignora, se hace el loco cuando argumentamos nuestros punto de vista, le ha abierto las puertas a todo ese mundo infantil e irresponsable de la izquierda venezolana, y ahora nos culpa de sus fracasos, la derecha radical que tanto temen y a la cual le atribuyen un exagerado peso sobre la opinión pública no es la causante de su descalabro en su apoyo y percepción como líder, la gente no es tonta, se da cuenta de lo que está pasando, que están corriendo la arruga, dándole tiempo a los enemigos de Venezuela en reagruparse, prefiriendo que paguemos el precio por su ineptitud y temores.
Vista la situación, creo que puedo diagnosticar el problema fundamental, Guaidó tiene madera de líder, tiene la imagen, el carácter, la empatía y la voluntad, pero carece de ideas propias, no tiene claro el panorama, sus conceptos e ideas son contradictorias, eso lo hace altamente manipulable; a la manera budista, es un cuenco vacío que la izquierda ha aprovechado para llenarlo con utopías y falsas ideas.
Se encuentra parcializado por el grupo de los negociadores, por la ilusión europea de una ruta pacífica e inclusiva, y se ha perdido tanto tiempo que ya, nuestro principal aliado, los EEUU, ha cambiado de parecer, y ya no está tan seguro de que pueda resultar algo viable para sus intereses que ese grupo, que se autoproclama representantes legítimos de la oposición, sea el adecuado para asumir el liderazgo en el país, por lo que está dudando de ejercer acciones más temerarias que las que hasta el momento ha asumido; el problema está en que la seguridad de la región está siendo sacudida por la indecisión, y es posible que los factores radicales de la izquierda retomen fuerza, como ya está sucediendo en Colombia.
La solución, si Guaidó tuviera verdaderamente el ánimo y la disposición, sería la de nombrar a María Corina Machado como vicepresidente y sustituir a todo su tren de representantes, que lo ha rodeado hasta el momento, con gente de la oposición llamada radical. Señor Guaidó, empiece por los imprescindibles cargos que todavía no ha nombrado, nombre a Diego Arria como Canciller de la República, designe a Antonio Ledezma como su jefe de gobierno, creo que sería la figura de Ministro de Relaciones Interiores, a falta de un Primer Ministro, olvídese de las elecciones, de las negociaciones y de la salida “a la europea”, acuérdese que estamos en Venezuela, y concéntrese en armar una defensa regional, un frente multinacional en nuestro continente, capaz de derrotar a esa izquierda criminal y antidemocrática en cualquier escenario, principalmente en el militar.
Deshágase del peso muerto en su gobierno, mande a las duchas a los sinvergüenzas de Julio Borges y Carlos Vecchio, no permita que Leopoldo López vuelva a interferir en su mandato, no involucre a miembros del partido Voluntad Popular en tareas claves, ni en la emergencia humanitaria ni en la transición, no permita que el padre Ugalde sea la voz de su conciencia, ni que los compromisos con la MUD, el Frente Amplio y el G4 lo inmovilicen.
Si quiere tener éxito en su gestión, si quiere rescatar lo que le queda de la oportunidad histórica que el universo le dio, de ese giro fundamental hacia el auténtico liberalismo, el único que puede brindarle un futuro a la Venezuela de nuestros hijos, ya tuvo seis meses bailando tango con la izquierda, y esto lo ha llevado a tener que soportar rechiflas, pitas y rechazo de la galería, ahora baile tango con la derecha y note la diferencia, la mayoría de Venezuela clama por un cambio radical, no se deje empujar por un barranco.   -   saulgodoy@gmail.com







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