¿Por
qué un grupo de venezolanos, que ha visto, analizado y criticado el recurso de
la negociación política con el estamento criminal que malgobierna el país,
liderado por Nicolás Maduro, y que ha concluido que no sólo este recurso es
inútil sino que continuarlo es criminal, debemos quedarnos callados y aceptar
como corderos lo que sabemos es un error?
Los
negociadores, aquellos sujetos que dicen y probablemente piensan que “todo es
negociable”, esos políticos que creen que su deber y naturaleza es negociar, esos
demócratas que confunden tolerancia con negociación, esos politólogos que convenientemente
presentan y ven solo los casos de negociaciones exitosas en el mundo, para
restregarnos en el rostro que nuestro problema, el problema de los venezolanos
y la situación en la que nos encontramos, es producto de no haber negociado con
el enemigo… actúan como si negociar fuera la única vía para solucionar el
conflicto de intereses que nos atormenta.
Todo
ese grupo de fundamentalistas de la negoción nos está obligando a verlos hacer
el ridículo no una, sino tantas veces como se lo permitamos, tratando de transar
(¿o apostar?) nuestro país con unos criminales armados, que aparecieron un día y
nos secuestraron. La negociación tiene un objetivo, unas elecciones que no importan cómo
vengan, ellos creen que las vamos a ganar, a pesar de la trampa, la
manipulación y lo que esos pillos se están jugando, que no es otra cosa que sus
vidas.
Los
marxistas, y en esto Habermas ha sido un consumado teórico, cuando hablan de
negociar, se están refiriendo a sacar el tema de la discusión pública y
someterlo al control y dominio de un exclusivo club de “negociadores” los
cuales le asignan la cualidad de “confidencial”, lo rodean de secretos y hacen
con él lo que les venga en gana, con la gran ventaja, que las resultas de esas
negociaciones son de obligatorio acatamiento.
Nos
tratan de pintar esas elecciones con una veeduría internacional (como si al
régimen le importara, porque estaban torturando mientras la representante de la
ONU estaba en el país investigando violaciones de DDHH), nos ponen de muestra a
Turquía (pero no a Cuba, donde ya llevan varias décadas haciendo elecciones,
que gana el castrocomunismo por abrumadora mayoría) como ejemplo de que sí es
posible recuperar el país votando pero sin poder decidir.
El
Comando de Imagen y Propaganda de Guaidó, de pronto, cayó en cuenta de que no
lo estaban haciendo bien, que su popularidad va en picada, que la opinión pública
critica su papel de mandadero de otros y su falta de asertividad, de las
contradicciones de sus propuestas, del error que ha significado irse por el
camino de la negociación y la cohabitación con unos torturadores y asesinos… y,
como respuesta, le echan la culpa a la “otra” oposición, la de los “radicales”,
haciendo una transferencia freudiana de la culpa hacia los llamados
“mariacorinos”, los que precisamente han estado advirtiendo que por allí no es
el camino.
Este
segmento de la población, que cada vez más se hace una notoria minoría, nos
quiere imponer su precaria y equivocada moral, por medios no democráticos, como
la imposición, el secreto y el engaño, por el simple hecho de que ellos están
organizados en partidos políticos de tendencia socialista, fuertemente
ideologizados por premisas neo marxistas, alimentados casi a diario por discursos
promovidos desde la Iglesia Católica, por personeros que claramente han caído
víctimas de la indoctrinación de la izquierda revolucionaria, y que comparten agendas
e intereses políticos con estas agrupaciones, que sólo quieren perpetuar su
dominio sobre el país.
Estos
“pobres hombres y mujeres” (pobres por miserables, no por humildes), que se las
hacen pasar por sensatos y recionales son los responsables de tantas desgracias
y muertes que se han producido en el país, debido a su debilidad, cobardía e
intransigencia; ellos son la piedra de tranca en la solución de nuestro
problema.
Tratan
de convencernos de que fue Guaidó el que ha hecho posible el reconocimiento de
la comunidad internacional al proceso de transición, y no fue Guaidó, fue el
país en su lucha a muerte por la sobrevivencia; maniobran para que veamos en
Guaidó al hombre clave en las maniobras de países aliados, aplicando sanciones,
enviando misiones de observación, denunciando crímenes y criminales, pero no es
Guaidó, ni son sus emisarios, es la comunidad internacional defendiéndose de la
infiltración y los ataques de Cuba, de sus intentos de subversión del orden
internacional.
Guaidó
no ha querido ni podido formar gobierno, ha permitido tanta interferencia de
factores ajenos a su voluntad que ya la los venezolanos no sabemos quién, en la
realidad, está al mando en la oposición que él representa; no hay posturas
claras, no hay aciertos que indiquen que hay un líder y un camino, su hoja de
ruta cada día que pasa tiene más variaciones que las de un músico cuando
interpreta libremente un pajarillo.
Tengo
amigos y conocidos, cercanos a Juan Guaidó, que afirman que el hombre tiene
toda la buena voluntad del mundo para hacer lo necesario para liberar al país
de esta plaga chavista, que tiene el carácter, pero sus estrategias se agotan
en marchas, en oportunidades para fotos y relaciones públicas, en recibir en su
despacho a todo el mundo, en tender puentes a todos los grupos, en tratar de
complacer a cuanto bicho de uña le plantee una opción de unidad; el universo de
propuestas y planes para el país es abrumador, cada grupo de interés tiene sus
proyectos y todos están incorporados a ese enorme pastiche de propósitos y
formulas que tienen como programa para la transición… hasta los chavistas
tienen su parte.
Pero
no escucha a la derecha, nos ignora, se hace el loco cuando argumentamos
nuestros punto de vista, le ha abierto las puertas a todo ese mundo infantil e
irresponsable de la izquierda venezolana, y ahora nos culpa de sus fracasos, la
derecha radical que tanto temen y a la cual le atribuyen un exagerado peso
sobre la opinión pública no es la causante de su descalabro en su apoyo y
percepción como líder, la gente no es tonta, se da cuenta de lo que está
pasando, que están corriendo la arruga, dándole tiempo a los enemigos de
Venezuela en reagruparse, prefiriendo que paguemos el precio por su ineptitud y
temores.
Vista
la situación, creo que puedo diagnosticar el problema fundamental, Guaidó tiene
madera de líder, tiene la imagen, el carácter, la empatía y la voluntad, pero
carece de ideas propias, no tiene claro el panorama, sus conceptos e ideas son
contradictorias, eso lo hace altamente manipulable; a la manera budista, es un
cuenco vacío que la izquierda ha aprovechado para llenarlo con utopías y falsas
ideas.
Se
encuentra parcializado por el grupo de los negociadores, por la ilusión europea
de una ruta pacífica e inclusiva, y se ha perdido tanto tiempo que ya, nuestro
principal aliado, los EEUU, ha cambiado de parecer, y ya no está tan seguro de
que pueda resultar algo viable para sus intereses que ese grupo, que se
autoproclama representantes legítimos de la oposición, sea el adecuado para asumir
el liderazgo en el país, por lo que está dudando de ejercer acciones más
temerarias que las que hasta el momento ha asumido; el problema está en que la seguridad
de la región está siendo sacudida por la indecisión, y es posible que los
factores radicales de la izquierda retomen fuerza, como ya está sucediendo en
Colombia.
La
solución, si Guaidó tuviera verdaderamente el ánimo y la disposición, sería la
de nombrar a María Corina Machado como vicepresidente y sustituir a todo su
tren de representantes, que lo ha rodeado hasta el momento, con gente de la
oposición llamada radical. Señor Guaidó, empiece por los imprescindibles cargos
que todavía no ha nombrado, nombre a Diego Arria como Canciller de la
República, designe a Antonio Ledezma como su jefe de gobierno, creo que sería
la figura de Ministro de Relaciones Interiores, a falta de un Primer Ministro,
olvídese de las elecciones, de las negociaciones y de la salida “a la europea”,
acuérdese que estamos en Venezuela, y concéntrese en armar una defensa regional,
un frente multinacional en nuestro continente, capaz de derrotar a esa
izquierda criminal y antidemocrática en cualquier escenario, principalmente en
el militar.
Deshágase
del peso muerto en su gobierno, mande a las duchas a los sinvergüenzas de Julio
Borges y Carlos Vecchio, no permita que Leopoldo López vuelva a interferir en
su mandato, no involucre a miembros del partido Voluntad Popular en tareas
claves, ni en la emergencia humanitaria ni en la transición, no permita que el
padre Ugalde sea la voz de su conciencia, ni que los compromisos con la MUD, el
Frente Amplio y el G4 lo inmovilicen.
Si
quiere tener éxito en su gestión, si quiere rescatar lo que le queda de la
oportunidad histórica que el universo le dio, de ese giro fundamental hacia el auténtico
liberalismo, el único que puede brindarle un futuro a la Venezuela de nuestros
hijos, ya tuvo seis meses bailando tango con la izquierda, y esto lo ha llevado
a tener que soportar rechiflas, pitas y rechazo de la galería, ahora baile
tango con la derecha y note la diferencia, la mayoría de Venezuela clama por un
cambio radical, no se deje empujar por un barranco. -
saulgodoy@gmail.com
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