viernes, 12 de julio de 2019

Mi visión de Venezuela (primera parte)



Lo primero que debo decir en este respecto es que considero que los venezolanos del siglo XX venimos de un excelente pool genético, constituido por una mezcla de de lo mejor de occidente; tenemos una enorme mezcla de razas donde predomina el mestizaje de lo blanco, con lo negro y lo aborigen, con raciones moderadas tanto de razas semíticas, orientales y árabes… cada una ha aportado de sus genotipos lo mejor de sus herencias, y porque se han integrado, porque ha sido posible que todas estas razas de alguna manera se han encontrado y producido descendencia, es que podemos contar hoy con una fuerte y exitosa combinación humana; y creo que, con ésta diáspora que estamos experimentando, con tantos venezolanos regados por el mundo, ese mestizaje se va a potenciar.
Ya está demostrado que el mito de las razas puras era sólo eso, un mito, y el ejemplo más evidente es lo que está sucediendo con Japón, esa encerrona que tienen, de no permitir dentro de su país, como política de estado, la emigración, los está degenerando; por supuesto, siguen siendo una raza fuerte, su cultura es exitosa y es uno de los verdaderos países potencias del mundo; pero Japón se encuentra en una calle ciega, su número empezó a decrecer y ya tienen una serie de problemas que vienen con el envejecimiento de las razas puras, que no han tenido la oportunidad de renovarse y potenciar sus mecanismos biológicos de supervivencia.
La ciencia nos dice que el mestizaje es la vía para coleccionar herramientas para la sobrevivencia en un planeta cada vez más complicado, en el catálogo biológico de los venezolanos hay verdaderas joyas para mejores sistemas inmunológicos, mostramos pautas de crecimiento equilibrado, estamos produciendo individuos no muy altos (ser muy alto es una desventaja enorme desde el punto de vista de la resistencia a la gravedad; según la NASA, las personas altas no son adecuadas para viajes espaciales), pero tampoco somos muy bajos como continúan siéndolo la mayor parte de nuestros hermanos suramericanos.
Y estoy consciente del tremendo impacto que el socialismo bolivariano del siglo XXI ha causado en esos atributos, tan duramente ganados por nuestra biología; uno de los pecados imperdonables del chavismo es habernos causado un gran daño en nuestra evolución humana, no menos del 30% de nuestra población se ha visto definitivamente afectado por la desnutrición, el resurgir de enfermedades contagiosas endógenas, la falta de servicios sanitarios y atención a la salud, el continuo bombardeo de impresiones negativas, de angustias, miedo y amenazas, que han afectado el equilibrio mental de esa población…
A esos venezolanos, que fueron víctimas eugenésicas de estas prácticas devastadoras de control social por medios de la biopolítica, y que conforman un plan, diseñado desde Cuba, desde donde se cursó la orden ejecución, con el fin de degradarnos como raza, de sacarnos del juego del desarrollo y convertirnos en una raza de esclavos, embrutecidos, dependientes y obedientes, para poder oprimirnos a gusto y adueñarse de nuestro país; a todos esos compatriotas, afectados de alguna manera en su integridad genética, hay que garantizarles el cuidado y la atención humanitaria necesaria, para que lleven a cabo sus vidas de la manera más honrosa y sean útiles a Venezuela de acuerdo a sus posibilidades.
El costo humano que hemos tenido ha sido, sin duda, el más doloroso e imperdonable; los efectos de esas acciones, en las que participaron venezolanos traidores, se verán por lo menos en dos generaciones en nuestra población. A ellos, a esos seres viles, la promesa de una justicia implacable, porque son unos criminales y como tales serán tratados. Esos cientos de miles de niños, que han quedado afectados en sus capacidades cognitivas y defensas contra enfermedades, serán un extenso recordatorio de nuestra tragedia; fue nuestro propio Chernóbil, nuestra Hiroshima y Nagasaki, y lo superaremos, no queda otra.
Los venezolanos ya entramos con este “hándicap” en el segundo milenio; afortunadamente, podemos todavía corregir los daños y retomar nuestra senda hacia un futuro del cual soy optimista; la inteligencia y el genio de los venezolanos está aún vivo y en plena creación, no son pocas las mentes que, por todo el mundo, están innovando y descollando en nombre de nuestro gentilicio.
Favorablemente, 70% de nuestro stock genético está a buen resguardo, fuera y dentro del país, y a ellos debemos dedicar la mayor parte de nuestra atención como nación; ese es nuestro recurso más valioso y nuestra garantía de futuro, y es a partir de ellos que debemos construir la nueva idea de país, un país que lo primero que tiene que hacer, con base en esta calamitosa experiencia socialista, es aprender a defendernos, a tener los medios y el conocimiento para que esta situación no vuelva a repetirse nunca más, a construir la oportunidad para repeler estos ataques de nuestros enemigos, y para suprimir cualquier otra manifestación que intente destruirnos, desde adentro o desde afuera… para ello debemos dejar a un lado el cuento y la mojigatería de que somos pacifistas; creo que no hay discurso más perjudicial y cobarde que negarnos a defender nuestro estilo de vida, nuestra cultura y nuestra libertad, como sea y en el campo que sea.
Y no estoy hablando de militarismo, ya sabemos lo que han traído esas aguas, tenemos que evolucionar y romper con el paradigma del policía y del militar necesarios; creo que, al igual que los israelitas, debemos convertirnos en una sociedad que inspire respeto, una sociedad que pueda funcionar perfectamente, bien informada, entrenada y con prácticas continuas para su autodefensa, en modo de paz o en modo de guerra, sin dejar de producir, sin sacrificar la cotidianidad ciudadana, sin frenar las manifestaciones culturales, sin enviar señales equivocadas a nuestros amigos y vecinos; aquí estamos, esto es nuestro, y mientras nos respeten serán bienvenidos y podrán compartir con nosotros.
Hay ciertos rasgos de nuestro carácter que debemos tener bajo control, como nuestra propensión al bochinche, al amiguismo desbordado, a la generosidad sin barreras, a creernos lo máximo sin tener con qué, como nuestra superficialidad… rasgos que nos han traído demasiados problemas; debemos cultivar la serenidad, la modestia, el equilibrio, un poco de ascetismo nos caería bien, la idea no es convertirnos en santones indios ni monjes budistas, pero debemos tomar la vida más en serio y nuestras decisiones tienen que ser más ponderadas, sobre todo las políticas.
Somos un poco demasiado apasionados y sentimentales, debemos aprender a administrar nuestras emociones, ser más racionales y objetivos, valorar la verdad y los hechos, tomarnos la molestia de verificar ciertos supuestos antes de actuar… y sin dejar de seguir nuestros instintos, poner en primer plano nuestra seguridad e intereses, porque la solidaridad desmedida ha probado que puede resultar desastrosa.
Tenemos que acostumbrarnos a que la justicia no depende de nuestro propio interés y que todo curso de acción tiene consecuencias, y si hay daños causados, debemos hacernos responsables por los mismos, debemos honrar nuestra palabra, respetar a nuestros mayores y cuidar de nuestros niños y desvalidos.
La pobreza debe considerarse un asunto de seguridad antes que de un tema moral; por principio, la pobreza es mala, porque los pobres son nocivos; las personas hambrientas, sin bienes, los desposeídos y marginados atentan contra nuestra seguridad personal y familiar, principalmente porque los pobres son resentidos sociales y sujetos fáciles para la violencia inducida, por lo que hay que evitar y suprimir toda circunstancia y situación que alimente la pobreza; la pobreza es un estado mental del que sólo se benefician el socialismo y ciertas religiones, por lo que se hace un deber social proporcionarle a las clases menos favorecidas las herramientas y oportunidades materiales y de instrucción para que salgan de ese estado tan peligroso para todos.
La pobreza estructural y social, tal como ha sido largamente estudiada en nuestros países latinoamericanos, es una condición creada por gobiernos y ciertos grupos de interés, para tener una base electoral que les permita competir con cierta comodidad en las elecciones democráticas o para cultivar revoluciones; la pobreza es creada a propósito, con el fin de de favorecer el populismo y los diferentes tipos de comunismos que existen y mantienen a una desalmada casta de políticos que se dicen demócratas, pero que, en la realidad, sólo son corruptos y parásitos de la miseria humana… acabando con la pobreza, acabamos con ellos.
Estos grupos obtienen en sus discursos de solidaridad, llenos de justicia social y lástima por el prójimo, en sus actos de altruismo y beneficencia, oportunidades para enaltecer moralmente a espíritus inconclusos, seres que necesitan destacarse como buenos samaritanos y sostener toda una infraestructura, para alimentar la pobreza en el país, conservarla, aumentarla y, en lo posible, extenderla al mayor número de venezolanos posible, con fines eminentemente políticos y económicos.
La lucha contra la pobreza será más efectiva si se convierte en un tema de seguridad… y la pobreza nos superará si dejamos que dependa únicamente de nuestra “generosidad” y compasión, o cuando actuamos para sentirnos magnánimos y justos, no soy un peniafóbico (fobia a la pobreza, uno de los principales miedos que acosan al ser humano) pero tampoco me gusta, la pobreza es una enfermedad social curable, pero si ataca y contamina a un segmento de la población, ésta se acostumbra a ella, entre muchas razones, porque la misma sociedad está condicionada a mantenerla allí, alimentándola, para tener un espejo, mirarse y sentirse a gusto practicando su generosidad, la pobreza es el campo de futbol de la vanidad humana, pero en el caso venezolano, se ha convertido en una gangrena que amenaza en destruir todo el tejido social.
Los palangristas pro-cubanos, seguramente, van a disparar sus cañones en mi dirección y van a aseverar que soy un enemigo de los pobres; en realidad, no importa, porque estoy totalmente en contra  de quienes cultivan y se aprovechan de la pobreza, de quienes la necesitan para sentirse “buenos”, estoy en contra de los políticos que planifican la economía nacional alrededor de los pobres, olvidándose de la productividad y la creación de fuentes de empleo, acentuando el papel del estado como benefactor y redistribuidor de la renta, modelos y programas de justicia social que utilizan para cometer sus fechorías, para ampliar su clientela de parásitos y venderse como redentores.
En próximas y no tan regulares entregas, iré profundizando y ampliando mi visión-país, para ustedes, porque quiero compartirla y saber sus opiniones e, incluso, sus visiones sobre este tema; todo ese “imput”, esas contribuciones, irán enriqueciendo un plan alterno y poniendo en evidencia las insuficiencias y “más de lo mismo” retratadas en el Plan País, que ustedes saben quienes nos lo tienen preparado, para que todo siga igual y nada cambie.   -   saulgodoy@gmail.com






No hay comentarios:

Publicar un comentario