miércoles, 7 de agosto de 2019

La importancia de decir la verdad




“Si alguien me hubiera dicho que la verdad estaba fuera de Cristo, habría preferido permanecer con Cristo y no con la verdad”

Fiodor Dostoievski

Ya Nietzsche lo había advertido-  son condiciones del conocimiento y las sensaciones humanas el encuentro con la equivocación y el error- son parte de nuestra vida, y es por ello que el hombre, para alcanzar algunas certezas que lo ayuden a fundar sus criterios, debe utilizar su razón para separar el grano de la paja.
Pero el error y la equivocación nos pueden llegar por noticias de otros, por sus comentarios, informaciones, discursos, pues al igual que yo, ellos pueden igualmente estar engañados con información falsa, o por algún motivo, pueden estar mintiendo para que yo actúe de una manera o consienta en algo que es de su interés, lo cual es un comportamiento condenable y que debe ser rechazado como inmoral.
La mentira lleva a equivocaciones, a malas decisiones, a producirnos daño por ignorancia de la realidad, y quienes nos mienten por lo general quieren hacernos mal, no les importa sino que creamos lo que dicen para obtener un beneficio temporal hasta que se descubra la verdad, tarde, temprano o nunca, no importa, la mentira no es buena para nadie, puede que aparente solventar un problema o salvar una situación desagradable, pero en algún momento se revierte y con más fuerza, produciendo la desazón y la pérdida de fe en las personas que mintieron.
La mentira es el enemigo principal de la confianza, y en el comercio, en situaciones de mercado e intercambio de bienes, la verdad es fundamental para las transacciones, para la palabra empeñada, para la validez de los contratos, para los compromisos adquiridos, el valor de mi palabra, de mi firma, de mis garantías, son sólo buenas mientras  sean verdad y se cumpla en los plazos y condiciones acordados tal como lo dije, si digo mentiras nadie querrá hacer negocios conmigo.
¿Porqué las personas mienten? ¿Por qué se hacen pasar por lo que no son? ¿Por qué disimulan y no enseñan lo que verdaderamente piensan o sienten? ¿Porqué creen las mentiras que inventan?
Sucede que la persona humana es una criatura sumamente compleja, no somos como el resto de los animales que sencillamente reflejan lo que sienten debido a que carecen de esa capacidad de actuación, de ser otro, de interpretar un papel.
Yo tenía un Shitzsu, de nombre Percival, lo recogí en las calles de la ciudad de Maturín, era una bola de pelos lleno de garrapatas, lo llevé al veterinario y allí lo limpiaron y curaron, creí que no sobreviviría, pero lo hizo, recuerdo sus grandes ojos y sus dientes torcidos, y fue muy agradecido conmigo y me reconoció como su amigo, era un león en un cuerpo de perrito de compañía, era muy valiente, jamás le rehuyó a una pelea no importaba cual desventajosa fuera, o que tan grande y fuerte fuera su contrincante, lo salvé de situaciones peligrosas a costa de mi propia seguridad varias veces, pero el día que no estuve para protegerlo, tres perros más grande que él lo mataron, y estoy seguro que les dio pelea.
Percival era transparente, no actuaba, era un macho Alfa dominante, esa era su naturaleza, no conocía otra, eso lo diferenciaba de las personas (entre otras muchas cosas), nosotros reímos de chistes malos, comemos platos que no nos gustan por obligación, soportamos reuniones aburridas, a personas que no nos inspiran, decimos alguna que otra mentirilla blanca para no incomodar… hasta que nos encontramos con los mentiroso de marca mayor, capaces de engañar a un país y llevarlo hacia la perdición sin que se les mueva un músculo del rostro.
El disimulo es considerada por algunos expertos en la conducta humana como una herramienta para la sobrevivencia, no es el mimetismo automático que algunos animales exhiben y que son respuestas de sus cuerpos a ciertos estímulos, como esos animales que cambian su color para confundirse en el entorno, no, esto es mucho más elaborado y complicado, hay no sólo una intención de confundir, elaboran un plan y lo ejecutan a consciencia de lo que hacen.
Este disimulo puede llevarse a grados muy elaborados al punto de llegar a una verdadera puesta en escena, donde intervienen otras personas y se valen de de escenarios, tecnología, discursos y manipulan la historia para justificar sus actuaciones.
Al final el objetivo es uno, engañar al espectador, crear una mentira y hacerla pasar como verdad, con lo que sin saberlo están haciéndose esclavos de esa mentira y no pueden parar, porque la mentira tiene la propiedad de que genera otras mentiras y llega un momento en que pueden estar creando un mundo paralelo, una supuesta realidad alternativa fabricada de fantasías, lo que es muy peligroso en términos de la vida ordinaria de un país.
Hay quienes creen que las mentiras son parte del repertorio humano para alejarnos de una amenaza o un peligro, que a veces nos ayuda a ganarnos el día y ver un nuevo amanecer, hay estudiosos que nos dicen que la mentira nace de ese gran constructo cultural en que las personas se ven inmersas en la sociedad moderna, de las múltiples condiciones y habilidades que debemos exhibir para ocupar cargos, ejercer funciones, realizar tareas; la mentira es una palanca que nos ayuda a escalar posiciones, evitar retrasos en algunas gestiones, nos ayuda a ser más competitivos, esta es una manera de ver la mentira como una herramienta social.
El Dr. Gregory House, el personaje de la exitosa serie televisiva, tenía razón cuando aseveraba- todo el mundo miente- mientras las personas utilicen la mentira como un recurso cultural que, prudentemente manejado, pudiera servir como elemento igualador ante ciertas situaciones desventajosas  (vergonzosas), siempre y cuando no se exceda de nuestro control, pues la mentira aún cuando tiene patas cortas tiene vida propia, y una vez afuera, nos puede convertir en sus víctimas.
¿Cuál es el problema principal de la mentira? Toda persona medianamente racional, busca establecer en su vida la verdad, o lo que es lo mismo, trata de hacer que sus creencias calcen con la realidad que vive, y si no encaja, rectifica, corrige, busca la que sí se amolda, pues para sobrevivir debemos aproximarnos a lo que tenemos como realidad, y como vivimos en un mundo de múltiples realidades nuestra búsqueda se hace más difícil, pues imaginemos por un momento que vivimos en un país cuyo gobierno miente, pero no contento con esto, le impide a sus ciudadanos informarse sobre la realidad, el resultado podría ser desastroso.
Algunas verdades cambian con el tiempo y con las circunstancias, cada sociedad ostenta en determinados momentos sus propias verdades dadas por sus culturas, hay verdades absolutas como por ejemplo 2+2=4, y verdades relativas, “mañana amanecerá de nuevo”, aún cuando nuestra experiencia nos dice que esto es así, que todos los días amanece, la verdad es que hay circunstancias de orden cósmico que escapan de nuestro control y que al ocurrir ciertos eventos planetarios pudieran impedir el amanecer, verdades que creíamos insoslayables como reconocer nuestro propio rostro en un espejo y decir “ese soy yo” no son tan ciertos para personas que sufren de Alzheimer.
Para el cuerpo social, la realidad en que vive suele ser común para todos, sin grandes contradicciones, en ella podemos actuar porque en términos generales está basada en la verdad y tiene a la mentira como negativa y excepcional, como una falta moral si es inducida con intención de confundir a las personas, en nuestra experiencia personal podemos comprobar que una relación de pareja o una amistad son imposibles de sostener en armonía si están basados en la mentira, la mentira corroe la confianza, destruye los vínculos de amor y respeto.
Es por ello que las familias castigan la mentiras y elogian la verdad, pero hay una profesión que tiene la mala fama de abusar de la mentira, y es la política, en lo personal no creo que esto tenga que ser así, y se de partidos políticos que rechazan la mentira en cualquiera de sus formas, de personas que desempeñan en ella con la verdad por el frente y son exitosas en sus gestiones.
Creo que presidentes como Rómulo Gallegos, Medina Angarita, Rómulo Betancourt, Rafael Caldera, Raúl Leoni, eran gente que podían no decir toda la verdad, anteponer intereses personales en algunas decisiones, que pudieron ser autoritarios en algún momento, que cometieron errores de apreciación, pero nunca jugaron con la mentira, sus vidas y obras están allí para ser juzgados.
De acuerdo a Hannah Arendt en su estupendo ensayo Verdad y Política, maneja el concepto de verdad como la de “verdad de los hechos” y explica por qué permanece fuera de la esfera de la política diciendo: “la búsqueda de la verdad no se cuenta entre las virtudes políticas, porque tiene poco que contribuir con cambiar el mundo y las circunstancias que pertenecen a las actividades legítimas de la política”, y aunque no recomienda mentir, si explica porque la política es inmune a las exigencias de la verdad, resaltando la necesidad de que existan instituciones que exijan la verdad en la política, como sería el caso de las universidades, y del imperativo de que nunca se plieguen a ningún partido o tendencia política para poder reclamarla con justeza.
Pero una cosa es no verse constreñido por el imperativo moral de decir la verdad para lograr cambios en el mundo que favorezcan al bien común (algo que me sigue pareciendo incongruente, a pesar de los argumento de la Sra. Arendt) y otra, es hacerlo como manera de vivir en la corrupción y el negociado, tal y como ocurre en Venezuela, donde el interés personal o partidista privan sobre el interés general.
Y cuando ciudadanos preocupados con las contradicciones y violaciones a la racionalidad humana, cuando algunas personas responsables reclaman la verdad en las actuaciones de los funcionarios públicos actuando en su calidad de políticos, cuando cualquier persona con dos dedos de frente examina las actuaciones de los políticos y cae en cuenta de que no cumple con su palabra, que se burla de las promesas hechas al pueblo, que hace todo lo contrario a lo que dijo que haría y reclama el recto proceder, es de pronto atacado por una jauría de seguidores y fanáticos, acusándolo de traidor, de estar rompiendo la unidad, de equivocarse de enemigo, es una clara señal que la corrupción y la falta de racionalidad ha contaminado a la sociedad.
Cuando sin ningún reparo y oposición se arma un aparato de comunicaciones y se invierten grandes sumas de dinero en convencer a la gente que lo que se está haciendo es bueno para ellos cuando todos sabemos que sólo beneficia a un grupito de “enchufados” que quiere aprovecharse de las relaciones con un gobierno tiránico, de gente que lo que ha hecho es robar, torturar y asesinar, que ha destruido al país y hambreado al pueblo, pero que conserva el poder para hacer “negocios” y designar parcelas de poder.
Cuando aparecen personalidades de los medios de comunicación, periodistas estrellas, “influencers”, artistas y empresarios, a todas luces comprados, para que aboguen y vendan al responsable de una negociaciones absurdas, que no llevan a nada sino a ganarle tiempo a una cleptocracia que va de salida, como un gran político y su estratagema, como la única salida posible, es que se da uno cuenta el grado de perversión que puede alcanzar la diseminación de la mentira.
Porque estoy seguro, que ninguna de esas personas que están defendiendo lo indefendible, que promueven el acostarse con los representantes del vicio, la degeneración, el populismo y la mentira, con criminales que están siendo solicitados por la justicia internacional, que quieren cohabitar con el dinero mal habido, lo haría si tuvieran que recibirlos en sus casas, presentarle sus familias y ponerles a la orden su patrimonio, así de falso suenan, y así pasarán a la historia, como alcahuetes de la inmoralidad, con la excusa en la boca de que era lo único que se pudo hacer, y que el político que estaba promoviendo estas negociaciones, era una persona razonable y decente, que creía de corazón que esos revolucionarios comunistas iban a cumplir con la palabra empeñada.     -   saulgodoy@gmail.com








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