“Si alguien me hubiera dicho que
la verdad estaba fuera de Cristo, habría preferido permanecer con Cristo y no
con la verdad”
Fiodor
Dostoievski
Ya
Nietzsche lo había advertido- son condiciones del conocimiento y las
sensaciones humanas el encuentro con la equivocación y el error- son parte
de nuestra vida, y es por ello que el hombre, para alcanzar algunas certezas
que lo ayuden a fundar sus criterios, debe utilizar su razón para separar el
grano de la paja.
Pero
el error y la equivocación nos pueden llegar por noticias de otros, por sus
comentarios, informaciones, discursos, pues al igual que yo, ellos pueden
igualmente estar engañados con información falsa, o por algún motivo, pueden
estar mintiendo para que yo actúe de una manera o consienta en algo que es de
su interés, lo cual es un comportamiento condenable y que debe ser rechazado
como inmoral.
La
mentira lleva a equivocaciones, a malas decisiones, a producirnos daño por
ignorancia de la realidad, y quienes nos mienten por lo general quieren
hacernos mal, no les importa sino que creamos lo que dicen para obtener un
beneficio temporal hasta que se descubra la verdad, tarde, temprano o nunca, no
importa, la mentira no es buena para nadie, puede que aparente solventar un
problema o salvar una situación desagradable, pero en algún momento se revierte
y con más fuerza, produciendo la desazón y la pérdida de fe en las personas que
mintieron.
La
mentira es el enemigo principal de la confianza, y en el comercio, en
situaciones de mercado e intercambio de bienes, la verdad es fundamental para
las transacciones, para la palabra empeñada, para la validez de los contratos,
para los compromisos adquiridos, el valor de mi palabra, de mi firma, de mis
garantías, son sólo buenas mientras sean
verdad y se cumpla en los plazos y condiciones acordados tal como lo dije, si
digo mentiras nadie querrá hacer negocios conmigo.
¿Porqué
las personas mienten? ¿Por qué se hacen pasar por lo que no son? ¿Por qué
disimulan y no enseñan lo que verdaderamente piensan o sienten? ¿Porqué creen
las mentiras que inventan?
Sucede
que la persona humana es una criatura sumamente compleja, no somos como el
resto de los animales que sencillamente reflejan lo que sienten debido a que carecen
de esa capacidad de actuación, de ser otro, de interpretar un papel.
Yo
tenía un Shitzsu, de nombre Percival, lo recogí en las calles de la ciudad de Maturín,
era una bola de pelos lleno de garrapatas, lo llevé al veterinario y allí lo
limpiaron y curaron, creí que no sobreviviría, pero lo hizo, recuerdo sus
grandes ojos y sus dientes torcidos, y fue muy agradecido conmigo y me
reconoció como su amigo, era un león en un cuerpo de perrito de compañía, era
muy valiente, jamás le rehuyó a una pelea no importaba cual desventajosa fuera,
o que tan grande y fuerte fuera su contrincante, lo salvé de situaciones
peligrosas a costa de mi propia seguridad varias veces, pero el día que no
estuve para protegerlo, tres perros más grande que él lo mataron, y estoy
seguro que les dio pelea.
Percival
era transparente, no actuaba, era un macho Alfa dominante, esa era su
naturaleza, no conocía otra, eso lo diferenciaba de las personas (entre otras
muchas cosas), nosotros reímos de chistes malos, comemos platos que no nos
gustan por obligación, soportamos reuniones aburridas, a personas que no nos
inspiran, decimos alguna que otra mentirilla blanca para no incomodar… hasta
que nos encontramos con los mentiroso de marca mayor, capaces de engañar a un
país y llevarlo hacia la perdición sin que se les mueva un músculo del rostro.
El
disimulo es considerada por algunos expertos en la conducta humana como una
herramienta para la sobrevivencia, no es el mimetismo automático que algunos
animales exhiben y que son respuestas de sus cuerpos a ciertos estímulos, como
esos animales que cambian su color para confundirse en el entorno, no, esto es
mucho más elaborado y complicado, hay no sólo una intención de confundir,
elaboran un plan y lo ejecutan a consciencia de lo que hacen.
Este
disimulo puede llevarse a grados muy elaborados al punto de llegar a una
verdadera puesta en escena, donde intervienen otras personas y se valen de de
escenarios, tecnología, discursos y manipulan la historia para justificar sus
actuaciones.
Al
final el objetivo es uno, engañar al espectador, crear una mentira y hacerla
pasar como verdad, con lo que sin saberlo están haciéndose esclavos de esa
mentira y no pueden parar, porque la mentira tiene la propiedad de que genera
otras mentiras y llega un momento en que pueden estar creando un mundo
paralelo, una supuesta realidad alternativa fabricada de fantasías, lo que es
muy peligroso en términos de la vida ordinaria de un país.
Hay
quienes creen que las mentiras son parte del repertorio humano para alejarnos
de una amenaza o un peligro, que a veces nos ayuda a ganarnos el día y ver un
nuevo amanecer, hay estudiosos que nos dicen que la mentira nace de ese gran
constructo cultural en que las personas se ven inmersas en la sociedad moderna,
de las múltiples condiciones y habilidades que debemos exhibir para ocupar
cargos, ejercer funciones, realizar tareas; la mentira es una palanca que nos
ayuda a escalar posiciones, evitar retrasos en algunas gestiones, nos ayuda a
ser más competitivos, esta es una manera de ver la mentira como una herramienta
social.
El
Dr. Gregory House, el personaje de la exitosa serie televisiva, tenía razón
cuando aseveraba- todo el mundo miente-
mientras las personas utilicen la mentira como un recurso cultural que,
prudentemente manejado, pudiera servir como elemento igualador ante ciertas
situaciones desventajosas (vergonzosas),
siempre y cuando no se exceda de nuestro control, pues la mentira aún cuando
tiene patas cortas tiene vida propia, y una vez afuera, nos puede convertir en
sus víctimas.
¿Cuál
es el problema principal de la mentira? Toda persona medianamente racional,
busca establecer en su vida la verdad, o lo que es lo mismo, trata de hacer que
sus creencias calcen con la realidad que vive, y si no encaja, rectifica,
corrige, busca la que sí se amolda, pues para sobrevivir debemos aproximarnos a
lo que tenemos como realidad, y como vivimos en un mundo de múltiples
realidades nuestra búsqueda se hace más difícil, pues imaginemos por un momento
que vivimos en un país cuyo gobierno miente, pero no contento con esto, le
impide a sus ciudadanos informarse sobre la realidad, el resultado podría ser
desastroso.
Algunas
verdades cambian con el tiempo y con las circunstancias, cada sociedad ostenta
en determinados momentos sus propias verdades dadas por sus culturas, hay
verdades absolutas como por ejemplo 2+2=4, y verdades relativas, “mañana
amanecerá de nuevo”, aún cuando nuestra experiencia nos dice que esto es así,
que todos los días amanece, la verdad es que hay circunstancias de orden cósmico
que escapan de nuestro control y que al ocurrir ciertos eventos planetarios
pudieran impedir el amanecer, verdades que creíamos insoslayables como
reconocer nuestro propio rostro en un espejo y decir “ese soy yo” no son tan
ciertos para personas que sufren de Alzheimer.
Para
el cuerpo social, la realidad en que vive suele ser común para todos, sin
grandes contradicciones, en ella podemos actuar porque en términos generales
está basada en la verdad y tiene a la mentira como negativa y excepcional, como
una falta moral si es inducida con intención de confundir a las personas, en
nuestra experiencia personal podemos comprobar que una relación de pareja o una
amistad son imposibles de sostener en armonía si están basados en la mentira,
la mentira corroe la confianza, destruye los vínculos de amor y respeto.
Es
por ello que las familias castigan la mentiras y elogian la verdad, pero hay
una profesión que tiene la mala fama de abusar de la mentira, y es la política,
en lo personal no creo que esto tenga que ser así, y se de partidos políticos
que rechazan la mentira en cualquiera de sus formas, de personas que desempeñan
en ella con la verdad por el frente y son exitosas en sus gestiones.
Creo
que presidentes como Rómulo Gallegos, Medina Angarita, Rómulo Betancourt,
Rafael Caldera, Raúl Leoni, eran gente que podían no decir toda la verdad,
anteponer intereses personales en algunas decisiones, que pudieron ser
autoritarios en algún momento, que cometieron errores de apreciación, pero
nunca jugaron con la mentira, sus vidas y obras están allí para ser juzgados.
De
acuerdo a Hannah Arendt en su estupendo ensayo Verdad y Política, maneja el concepto de verdad como la de “verdad
de los hechos” y explica por qué permanece fuera de la esfera de la política
diciendo: “la búsqueda de la verdad no se
cuenta entre las virtudes políticas, porque tiene poco que contribuir con
cambiar el mundo y las circunstancias que pertenecen a las actividades
legítimas de la política”, y aunque no recomienda mentir, si explica porque
la política es inmune a las exigencias de la verdad, resaltando la necesidad de
que existan instituciones que exijan la verdad en la política, como sería el
caso de las universidades, y del imperativo de que nunca se plieguen a ningún
partido o tendencia política para poder reclamarla con justeza.
Pero
una cosa es no verse constreñido por el imperativo moral de decir la verdad para
lograr cambios en el mundo que favorezcan al bien común (algo que me sigue
pareciendo incongruente, a pesar de los argumento de la Sra. Arendt) y otra, es
hacerlo como manera de vivir en la corrupción y el negociado, tal y como ocurre
en Venezuela, donde el interés personal o partidista privan sobre el interés
general.
Y
cuando ciudadanos preocupados con las contradicciones y violaciones a la
racionalidad humana, cuando algunas personas responsables reclaman la verdad en
las actuaciones de los funcionarios públicos actuando en su calidad de
políticos, cuando cualquier persona con dos dedos de frente examina las
actuaciones de los políticos y cae en cuenta de que no cumple con su palabra,
que se burla de las promesas hechas al pueblo, que hace todo lo contrario a lo
que dijo que haría y reclama el recto proceder, es de pronto atacado por una jauría
de seguidores y fanáticos, acusándolo de traidor, de estar rompiendo la unidad,
de equivocarse de enemigo, es una clara señal que la corrupción y la falta de
racionalidad ha contaminado a la sociedad.
Cuando
sin ningún reparo y oposición se arma un aparato de comunicaciones y se
invierten grandes sumas de dinero en convencer a la gente que lo que se está
haciendo es bueno para ellos cuando todos sabemos que sólo beneficia a un
grupito de “enchufados” que quiere aprovecharse de las relaciones con un
gobierno tiránico, de gente que lo que ha hecho es robar, torturar y asesinar, que
ha destruido al país y hambreado al pueblo, pero que conserva el poder para
hacer “negocios” y designar parcelas de poder.
Cuando
aparecen personalidades de los medios de comunicación, periodistas estrellas, “influencers”, artistas y empresarios, a
todas luces comprados, para que aboguen y vendan al responsable de una
negociaciones absurdas, que no llevan a nada sino a ganarle tiempo a una
cleptocracia que va de salida, como un gran político y su estratagema, como la
única salida posible, es que se da uno cuenta el grado de perversión que puede
alcanzar la diseminación de la mentira.
Porque
estoy seguro, que ninguna de esas personas que están defendiendo lo indefendible,
que promueven el acostarse con los representantes del vicio, la degeneración,
el populismo y la mentira, con criminales que están siendo solicitados por la
justicia internacional, que quieren cohabitar con el dinero mal habido, lo
haría si tuvieran que recibirlos en sus casas, presentarle sus familias y
ponerles a la orden su patrimonio, así de falso suenan, y así pasarán a la
historia, como alcahuetes de la inmoralidad, con la excusa en la boca de que
era lo único que se pudo hacer, y que el político que estaba promoviendo estas
negociaciones, era una persona razonable y decente, que creía de corazón que
esos revolucionarios comunistas iban a cumplir con la palabra empeñada. - saulgodoy@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario