viernes, 6 de septiembre de 2019

Clima y política



En su última novela publicada, Michael Crichton, un médico prestado a la literatura y a la producción de cine hollywoodense, de fama mundial por Jurasic Park, nos plantea en tema del calentamiento global, la obra se titula State of fear (2005), y poco tiempo después de su aparición en las librerías, muere el autor de una enfermedad terminal.
Ya en otras entregas he escrito sobre Michael y ésta particular novela, una de sus mejores y de más acción, se trata de un “techno-thriller” donde nos muestra el mundo corporativo de las grandes fundaciones ambientalistas del mundo, pero lo que no les había mencionado es que al final del libro hay un mensaje del autor, un apéndice y una extensiva bibliografía, de las más completas que he visto sobre el tema del cambio climático.
Según nos cuenta, estuvo investigando el tema por tres años antes de iniciarla, en estos tres anexos nos dejó su preocupación por el estado de la discusión, Crichton era un hombre ampliamente informado sobre los temas científicos, tenía los recursos, los contactos y el tiempo para disponer de las últimas investigaciones, tenía a su alcance la opinión de expertos, y las puertas abiertas de universidades, laboratorios e instituciones reguladoras de prácticamente todo el mundo, aparte de ser uno de los escritores más inteligentes de su generación.
En esta última parte de su libro, nos muestra su preocupación por el estado de las discusiones y de los adelantos científicos sobre el tema, cuyas condiciones considera insuficientes, llenas de lagunas como para poder darle una respuesta “oficial y oficiosa” como algunos gobiernos e instituciones pretenden, y que pudieran llevarnos a la humanidad entera en esta época de globalización, a costosos errores.
Dos hechos recientes han despertado la alarma en el planeta, los incendios en el Amazonas y el huracán que devastó las islas de las Bahamas en el Caribe, el tema del cambio climático está a flor de piel, los debates y posiciones asumidas son contradictorias por decir lo menos, y hacen aún más vigentes las apreciaciones de Crichton.
Voy a tomar sólo seis (6) de los 25 puntos que desarrolló sobre el debate climático:

1-       Conocemos, asombrosamente muy poco acerca de cada aspecto de nuestro medio ambiente, de su historia pasada hasta su presente condición, sobre cómo conservarlo y protegerlo. En cada debate, todas las partes involucradas, exageran subre el conocimiento actual y su grado de certidumbre.
2-       El dióxido de carbono en la atmósfera está aumentando, y sus causas probables se encuentre en la actividad humana.
3-       También estamos en medio de una tendencia hacia el calentamiento natural que empezó cerca de 1850, y estamos emergiendo de una fase de frío de cuatrocientos años, conocida como “la pequeña edad de hielo”.
4-       Nadie sabe cuánto de esta tendencia al calentamiento en que estamos se debe a un fenómeno natural.
5-       Nadie sabe cuánto de esta tendencia al calentamiento es producida por el hombre.
6-       Nadie sabe cuánto calentamiento se puede producir para el próximo siglo, los modelos los modelos de computación tienen variaciones que llegan hasta un 400% lo que comprueba el hecho de que nadie está al tanto de lo que ocurrirá. Pero si yo tuviera que adivinar, que es lo que todos estamos haciendo, diría que el incremento será de 0.812436 grados C. No hay evidencias de que mi estimado sobre el estado del mundo cien años en el futuro sea mejor o peor que el de otros (no podemos evaluar el futuro, tampoco predecirlo, esos son eufemismos, sólo podemos adivinar. Y una adivinanza informada, sigue siendo adivinanza.

Crichton compara el debate climático con ese otro super fiasco de los que muy pocos quieren recordar, que fue el movimiento eugenésico en el pasado siglo, el tema de la existencia de una raza de humanos inferiores (judíos, negros, latinos, chinos, enfermos mentales y personas con retraso mental y epilépticos) que era la manera “científica” de desarrollar una serie de políticas racistas y discriminatorias en contra de extranjeros, personas con otro color de piel y costumbres a quienes se les tenía como un peligro y una “carga social”, por lo cual había que separarlos, estudiarlos, en lo posible esterilizarlos, llegando en alguna instancias en eliminarlos usando cámaras de gas, estas fueron prácticas que empezaron a utilizarse en los países llamados desarrollados aún antes de la aparición de los nazis en Alemania.
Y todo comenzó por unas ideas científicas erradas, pero políticamente apetecibles a los intereses y la moral del momento, una idea primitiva y sin bases que fue respaldada por las más prestigiosas academias y las mejores universidades del mundo, fueron unas ideas apoyadas por los líderes democráticos del momento, por intelectuales y financiadas sus prácticas por fundaciones renombradas en el llamado mundo libre.
La supremacía blanca en occidente se aprovechó de aquellas ideas incipientes del reputado investigador británico Francis Galton que ya advertía de la posibilidad de la degeneración genética de la raza humana si se permitía el cruce con razas inferiores.
Igual sucedió en la Rusia estalinista con una loca idea que se le ocurrió a un ignorante de nombre Trofin Demisovich Lysenko, quien promovido a las más altas esferas del gobierno, puso en práctica unas teoría sobre la fertilización de la tierra y siembras de semillas bajo un método llamado “vernalización”, toda una confusión del conocimiento de la biología del momento que llevó al país a experimentar con su base agrícola, resultando no sólo en una pavorosa hambruna, sino en la persecución y desaparición de los más respetables biólogos del país quienes trataron de oponerse a tamaña estupidez, sólo a principios de los años sesenta el gobierno reconoció su error.
Algo muy parecido a las políticas económicas que Chávez aplicó en Venezuela para hacerle honor a la ideología socialista, y la razón por las que nuestro país cayó en la más ruinosa miseria, luego de haber estado entre las economías privilegiadas del mundo, se trata de aplicar conocimientos supuestamente científicos y probados sobre bases especulativas y absolutamente experimentales.
Era el temor de Crichton, los gobiernos más poderosos del mundo y las organizaciones multilaterales se están embarcando en políticas que le están cambiando no solo la forma de consumo, sino la economía entera del planeta, sustituyendo sus patrones energéticos, trastocando sus posibilidades de desarrollo, todo en base a unos modelos computacionales con enormes márgenes de error y en base a unas teorías sin sustento cierto.
El ambientalismo en el mundo parece haberse estancado en la retórica y el conocimiento de los años setenta, estos activistas verdes, no se han enterado de que existe una revolución en las disciplinas gracias a una nueva serie de desarrollos en el área de la dinámica no linear, de los sistemas complejos, de la teoría del caos y de la teoría de las catástrofes, el concepto de sustentabilidad ha cambiado enormemente, el manejo de las áreas naturales protegidas ha evolucionado a sistemas mucho más abiertos.
Esto significa que hay grupos de conservacionistas y ecologistas que no están al día en sus nociones más elementales, lo cual los lleva en sus actuaciones al error y a la ineficiencia y por ende, a la pérdida del capital natural que les ha sido encomendado, esto está sucediendo tanto en la parte legislativa, administrativa y de campo, las consecuencias de sus desatinos pueden ser incluso tan graves como las de los depredadores ambientales.
En este sentido hay un manejo político del tema ambiental, sobre todo del cambio climático por parte de sectores, en especial del comunismo internacional, que tiene ya rato intentando vender su receta de energías alternativas con lo cual condenaría a los países en desarrollo, no sólo a una dependencia mayor de la que ahora tenemos con los centros del poder mundial, sino a un empobrecimiento masivo y la ruina ambiental de muchas de las áreas naturales que todavía quedan en el planeta, afortunadamente el presidente Trump no ha caído en este perverso juego y está dando marcha atrás a muchas de las políticas que el presidente Obama había impuesto en su agenda mundial.
Recomiendo plenamente que busquen y se lean esta novela de Michael Crichton que los ilustrará de cómo “se bate el cobre” en el mundo de los ambientalistas del siglo XXI.   -   saulgodoy@gmail.com



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